Conversación sobre Tiresias



Sucedía por ejemplo que una muchacha decidía darse un baño en un arroyo y pasados unos meses se descubría encinta.
 
—¿Quién ha sido, desvergonzada? —gritaba el padre.
 
—Papá, has de creerme, no he hecho nada. Pero… quizá recuerdes el día que fui a bañarme en el arroyo del Citerón. ¿Y si había allí algún dios metamorfoseado?
 
Y el padre se veía obligado a creerla.
 
Andrea Camilleri
Conversación sobre Tiresias, página 3
 

 
Cuando construyeron la ciudad de Tebas y fue necesario fabricar la muralla con piedras ciclópeas, las piedras las tenían cerca, en el Citerón, pero a cientos de metros de distancia. ¿Cómo trasportarlas?
 
Entonces, a uno de los padres fundadores se le ocurrió ir a buscar al poeta errante, Fleuno, que se decía estar dotado de facultades mágicas. Gracias al sonido de su inimitable flauta dieron con él una noche, tras días de búsqueda.
 
Fleuno aceptó el encargo, se dirigió al Citerón y pidió quedarse a solas. Dicen que tocó la flauta durante tres días y tres noches ininterrumpidamente.
 
Al poco, con ruido propio de truenos, las enormes piedras blancas se desgajaron del monte y se deslizaron hacia él. Y como si fueran un rebaño de ovejas rodaron, rodaron, rodaron ordenadamente hasta el punto donde estaba previsto construir Tebas. Y allí se quedaron.
 
Así, les fue fácil a los picapedreros trabajar las piedras que formaron las orgullosas murallas de Tebas.
 
Andrea Camilleri
Conversación sobre Tiresias, página 3
 
 

Convertirse en mujer no significa solo perder los atributos masculinos y recibir a cambio los femeninos, se trata de algo más turbador, quiere decir que recibes un cerebro de mujer.
 
Y esto me aterró.
 
Mejor no conocer profundamente los pensamientos que agitan la mente de una mujer. Encontraremos un cerebro llenísimo: pequeñas exigencias cotidianas conviven con los grandes interrogantes universales, también un flujo continuo de cosas que hacer y de cosas en las que pensar. Y todo de manera simultánea, sin sosiego, sin descanso. ¡Un infierno!
 
Andrea Camilleri
Conversación sobre Tiresias, página 4
 
 
—Pero Pitia —respondí—, ¿cómo podré saber que se trata de una serpiente macho y que, por añadidura, es la misma que hace siete años?
 
Pitia intentó darme soluciones, digámoslo, humanamente imposibles de llevar a cabo, como —por ejemplo— la de distinguir hoy en día a un político de izquierdas de otro de derechas.
 
Andrea Camilleri
Conversación sobre Tiresias, página 5
 
 
Así, un día fui a ver a Zeus y le dije:
 
Esta capacidad profética mía, oh Zeus,
me la concediste como privilegio.
No es un don, sino la más tremenda
de las condenas.
Y él me repitió: lo hecho, hecho está. Me dio un solo consejo, que me escondiese del mundo.
 
Volví al Citerón, encontré un bosque espeso —lleno de ramas trenzadas y de raíces— que tenía en lo más profundo una gruta solitaria. Y allí fui a vivir, miserablemente. Y me nutrí de bayas… de nada, si hacía falta, con tal de no verme ante los ojos todo el dolor del mundo.
 
Andrea Camilleri
Conversación sobre Tiresias, página 8
 
 
 
Dice Luciano que yo era capaz de predecir gracias a que Manto me chivaba la posición de las estrellas en el cielo.
 
Andrea Camilleri
Conversación sobre Tiresias, página 12
 
 
 
 

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