Desde el fondo de mi carne
siento el grito de los que nacen,
el grito de los ¡asilados,
el grito de los torturados,
el grito de los rebaños,
el grito de los pájaros
y el grito de los sapos...
¡Cededme vuestros gritos!
Yo los enviaré fuera
del tiempo,
fuera del viento.
Yo los llevaré al pecho de los muertos,
los nacidos muertos,
que jamás han gritado.
Clara Haesaert
El fuego que arde siempre
me devora.
Pero la flor que brota
me da sus instantes de luz
y me alumbra más pura y sincera
que toda la existencia.
Dentro de ella está la lucha
y también el hambre.
Yo he soñado largamente,
largamente he hablado
y he caminado sin tregua,
para dejar en mi sólo tu sombra.
Pero yo guardo aquí
para tu fuego y tu lug,
para tu ángel y todas tus penas
el acercamiento y el fin.
Clara Haesaert
Y sin embargo te amo
pero a través del brillo blanco
y de la blanca habitación
de la exasperación.
Clara Haesaert
La blanca habitación
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