Joaquín Adán Berned

"León. Maldita sea mi memoria! Si con estos disgustos es capaz de perder la cabeza el hombre de más calma. Bajo de esta casa echando pestes, voy á entrar en la mía y noto que no llevo el bastón.
¡Voto á mil bombas! Vuelva usted á subir un ciento de escaleras y á tropezarse con el estúpido de mi yerno... digo, del que será mi yerno.
¡Vaya si lo será!... De lo contrario, rayos y truenos (Tira un objeto contra la pared, en el momento que por el mismo sitio sale Rita.)
Rita. (Asustada.) ¡Jesús!
León. (Furioso.) ¡Demonio, digo yo!
Rita (Con extrañeza) Caballero...
León. (¿Quién será este adefesio?)
Rita. (Enojada.) ¡Caramba!. . a poco me salta usted un ojo.
León. Señora, crea usted que no se hubiera perdido mucho.
Rita. ¡Grosero!
León. Señora, no insulte usted á una persona digna.
Rita. (Dudando) ¿Digna?... En fin, bueno. ¿Pero querrá usted decirme qué objeto le conduce á esta casa?
León. ¿Y á usted qué le importa?
Rita. ¿Cómo que qué me importa? Pues hombre me gusta... ¡soy la dueña!
León. ¿La dueña? (Vamos, sí: Julián estará de huésped: no me ha dicho nada; pero debía de haberlo imaginado.) Señora, vengo á por mi yerno.
Rita. (Con extrañeza) ¿A por su yerno?...
León. Si señora, sí: ¡á por mi yerno!... El pupilo que usted tiene en esta casa.
Rita. ¿De qué pupilo habla usted, hombre de Dios?
León, (Furioso.) Señora, no pretenda usted ocultarme nada, ¡absolutamente nada! Él me ha prometido casarse con María, y se casará. Dígaselo usted así.
Rita. Pero, ¿á quién he de decírselo?
León. (Furioso.) ¡Por Cristo vivo! No he visto mujer más estúpida. ¿Cuántas veces quiere usted que se lo diga?... A Julián, á ese... zascandil, que con sus engaños me ha vuelto loca á la muchacha.
Rita. (¡Gracias á Dios que comprendo algo!) Caballero, ese... zascandil es mi sobrino, y no he de permitir...
León. Señora...
Rita. (Con dignidad.) Si él ha dado palabra á alguna joven, tenga usted la evidencia que sabrá cumplir sus compromisos.
León. (Alegre.) ¡Hola! ¡Hola! Con que Julián es sobrino de... ¡Cuánto me alegro!
Rita. Muchas gracias. Es sobrino y le quiero como á un hijo: el pobre no ha tenido otra madre que yo. Por nuestra parte, si esa joven es tan digna de su cariño, como yo considero, no habrá inconveniente en que el matrimonio se realice.
León. Agradezco esos buenos propósitos y voy á participárselos á mi sobrina. Adiós, (se va.)
Rita. Vaya usted con Dios, caballero."

Joaquín Adán Berned
Por una carta



RUFO - ¡La cosa es grave, señor alcalde!
ALCALDE - ¡Figúrese usted! ¡Pero lo que es a mí el destripador no me la da! Porque como hombre prevenido vale por dos, he dicho: Vaya; avisemos en la fonda dándole las señas del criminal para que…
LUISA - ¿Pero usted lo conoce?
ALCALDE - No, hija mía, ni ganas, y bien sabe Dios que no deseo tener tales amistades.
QUITERIA - ¿Entonces, cómo nos dará usted las señas?
ALCALDE - Las traigo aquí: son señas oficiales. Fíjense ustedes bien. (lee) ‘Estatura, regular… color, sano… manos, regulares… nariz, regular… boca, regular…’
LUISA - Este hombre lo tiene todo regular.
RUFO - ¡Un demonio!… Me parece que eso del destripe no es regular ni mucho menos.

Joaquín Adán Berned
El destripador


Valentín. ¿Qué tal, eh? ¡Después de esto, que vengan predicando la paz del matrimonio! Ya han visto ustedes esta escena; pues así pasamos la mayor parte de los días. Veamos el álbum. (Al ver una tarjeta que cae.) ¡Ah, Vamos; es del maestro! ¡Calle y tiene versos!... ¿Si serán los que hace poco leía mi mujer?... Precisamente... (Lee unos instantes.) ¡Esto es una declaración amorosa! ¡Cuerno, no me cabe duda!... ¡Yo sí que ahora lo comprendo todo! Mi mujer me engaña, ¿y con quién? Con un mico. Ahora veo justificadas las amenazas de mi esposa. «Aún hay quien me mira con buenos ojos.» «Ten cuidado conmigo.» Sí, ¿eh? Pues juro que esto no ha de quedar así. ¡Por vida del demonio! (paseándose.)
Cirilo. Gracias á Dios que te encuentro, hombre.
Valentín. ¡Le voy á romper el alma!
Cirilo. ¿Eh? ¿Qué estás diciendo?
Valentín. ¡Que esto es una infamia!
Cirilo ¿Una infamia? ¿El qué?
Valentín. El álbum. ¿No te parece?
Cirilo ¿Qué álbum?
Valentín. Este; el de los versos.
Cirilo Pero, ¡si no te comprendo una palabra!
Valentín. Tienes razón. ¡Ay, amigo mío, soy el hombre más desgraciado!...
Cirilo ¿Tú?
Valentín. Sí, yo. Teresa me engaña con otro.
Cirilo ¡Imposible! ¿En qué te fundas?
Valentín. ¿Ves este álbum? Pues aquí tienes la prueba. Un álbum regalado por su amante, con versos de amor, que patentizan mi desgracia.
Cirilo. Vaya, vaya; no te precipites en tus juicios; ¡quién sabe si no!...
Valentín. Pero...
Cirilo (interrumpiéndole.) Nada; yo soy tu amigo, y prometo arreglarlo todo. Vamos á tu despacho y veremos lo que conviene hacer. Anda...
Valentín. ¡Ah! Teresa; con qué gusto voy á ahogarte entre mis manos.

Joaquín Adán Berned
El álbum














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