José Saramago

"A la casa de mis abuelos, como ya he contado, la llamaban Casalinho, y el nombre del lugar donde se levantaba era Divisiones, tal vez porque el olivar ralo y esparcido que había enfrente (campo de fútbol después y en los últimos tiempos jardín) perteneciese a diferentes dueños: como si en vez de árboles se tratase de ganado, los olivos estaban marcados en el tronco con las iniciales de los nombres de sus respectivos propietarios. La construcción era de lo más tosco que entonces se hacía, térrea, de un piso único, pero levantada del suelo cerca de un metro como precaución ante las crecidas del río, sin ninguna ventana en la fachada ciega, nada más que una puerta de la que se abría el tradicional postigo. Tenía dos compartimentos espaciosos, la habitación de fuera, así llamada por dar a la calle, donde había dos camas y unas cuantas arcas, tres si la memoria no me falla, y a continuación la cocina, una y otra de teja vana por arriba y suelo de tierra por abajo. De noche, cuando estaba apagado el quinqué de petróleo, siempre se podía distinguir por las grietas del tejado el cintilar de una estrella errante. A intervalos irregulares, tal vez cada dos meses o tres, mi abuela cubría de barro, lo que se llamaba embarrar, la habitación de fuera. Para eso disolvía la cantidad de barro apropiada en un cubo de agua y después, de rodillas, utilizando un paño que iba empapando en la mezcla, y moviéndose desde delante hacia atrás, hacía con el paño, a un lado y a otro, grandes movimientos de brazos que iban cubriendo todo el suelo con una nueva capa. Mientras el barro no estuviera completamente seco, todos teníamos prohibido pisar. Todavía tengo en la nariz el olor de aquel barro mojado y en los ojos el color rojo del suelo que se iría apagando poco a poco, a medida que el agua se fuera evaporando. Que yo recuerde, la cocina nunca fue embarrada, barrida sí, en todo caso sin exageraciones. Pero embarrada, jamás. Aparte de las camas y de las arcas, había en la habitación de fuera una mesa de madera natural, es decir, sin pintar, de patas altas, sobre la cual había un espejo viejo, esmerilado y con fallos en la película de mercurio, un reloj de capilla y otras bagatelas sin valor alguno. (Mucho más tarde, ya pasados con creces mis cuarenta años, me compré en un anticuario de Lisboa un reloj semejante que todavía hoy conservo, como algo que le hubiera pedido prestado a la infancia). El espejo formaba parte de un pequeño y tosco tocador, también sin pintura, con un cajón central y dos cajoncillos a los lados, llenos de cosas menudas que no servían para nada, y que iban pasando de un año a otro sin cambios visibles de contenido."

José Saramago
Las pequeñas memorias


"A las insolencias reaccionarias de la Iglesia católica hay que responder con la insolencia de la inteligencia viva, del buen sentido, de la palabra responsable. No podemos permitir que la verdad sea ofendida todos los días por presuntos representantes de Dios en la Tierra a los que en realidad sólo les interesa el poder."

José Saramago




  


"A las palabras hay que arrancarles la piel. No hay otra manera para entender de qué están hechas."


 José Saramago



“A lo mejor estoy en un momento de la vida en que me creo tontamente saber algo de la vida.”


José Saramago



"(...) A los soldados, ya se sabe, se les da una orden y matan, se les da otra y mueren..."


José Saramago




“A ti regreso, mar, al sabor fuerte
De la sal que el viento trae hasta mi boca,
A tu claridad, a esta suerte…”


José Saramago


“¿Acaso no es cierto que, en el preciso momento en que la boleta es introducida en la urna, el elector transfiere a otras manos, sin más contrapartida que algunas promesas escuchadas durante la campaña que poseía hasta ese momento en tanto miembro de la comunidad de ciudadanos?”


José Saramago




"Ahora, no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve."


José Saramago



"Algunas palabras dichas a tiempo valen más que un discurso que agravaría la difícil situación."

José Saramago



"Algunos viejos son así, les sobra orgullo a medida que les va faltando tiempo."


José Saramago



"Antes nos gustaba decir que la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido que la izquierda. "

José Saramago


"Ayer, sobre las seis de la tarde, después de trabajar desde el almuerzo en una conferencia que tendré que llevar a Canadá, me fui a la Montaña Tersa, hermana frontera y menor de la Montaña Blanca, en tamaño, quiero decir, porque en cuanto a edad deben de andar ambas por la misma, algo así como unos diecinueve millones de años… No iba con la intención de subirla, tanto más cuanto el viento soplaba fuerte y a ráfagas, que es la peor manera de ser soplado cuando se camina. Pero cuando llegué allí, no resistí: desde el principio del mundo se sabe que los montes existen para ser subidos y éste, allí, esperando hace tanto tiempo, hasta había dejado que la erosión lo cavase y recavase, en escalones y hendiduras, en salientes, todo para ayudarme en la ascensión. Me parecía mal volverle las espaldas, por eso subí. Lo peor, como dije, fue el viento. Con los dos pies bien firmes en el suelo y el cuerpo inclinado hacia delante, la cosa no era nada complicada, pero cuando una pierna se levantaba para avanzar el pie, si las manos no tenían a qué agarrarse, digo que llegué a experimentar algunas veces la inquietante impresión de no tener peso…
Otra impresión, aún más extraña que ésa, y que ya me había ocurrido aquel día en que subí la Montaña Blanca, pero en la que después no volví a pensar, fue llegar a unos 20 o 30 metros de la cima y parecerme de repente que la pequeña distancia se había vuelto infinita, imposible de ser traspuesta, no porque la subida fuera más difícil, que no lo era, como luego se comprobó, sino porque la cima del monte, tan próxima, recortada contra el cielo, se presentaba a mis ojos, amenazadoramente, no como el punto que iba por fin a alcanzar, sino como un sitio de paso, de donde tendría que partir otra vez… Que puedan nacer imaginaciones de éstas en las simples montañas de Lanzarote, me lleva a pensar en los fantasmas que sin duda encantan la mente de los alpinistas en serio cuando se aproximan a la frontera entre el mundo de la tierra y el mundo del aire."

José Saramago
Cuadernos de Lanzarote




“Como cualquier otro lector, o escritor, me busco a mí mismo. Busco encontrarme en páginas, en ideas, en reflexiones, reconocer que somos algo más que esto que se presenta como “realidad”, ése sigue siendo el mayor deslumbramiento.”


José Saramago




“Como escritor y como persona, mi empeño es no separar al escritor de la persona que soy. Me esfuerzo, en la medida de mis posibilidades, en tratar de entender y explicar el mundo.”


José Saramago




“…Con total conciencia nos apuñala.
El desear, el querer, el no bastar,
Equivocada búsqueda de la razón
Que el azar de ser nos justifique,
Es eso lo que duele, quizá en el corazón.”



José Saramago



"Conozco esas lágrimas que no caen y se consumen en los ojos, conozco ese dolor feliz, esa especie de felicidad dolorosa, ese ser y no ser, ese tener y no tener, ese querer y no poder."


José Saramago




“Creemos haber avanzado, pero en realidad retrocedemos. Hablar de democracia se volverá cada vez más absurdo si nos obstinamos con instituciones denominadas partidos, Parlamentos, gobiernos, sin proceder a un análisis del uso que estos últimos hacen del voto que les permitió acceder al poder. Una democracia que no se autocritica, se condena a la parálisis.”


José Saramago





"Creo que no nos quedamos ciego, creo que estamos ciegos. Ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven."


José Saramago

Ensayo sobre la ceguera



“Cuando uno levanta muros, está volviendo a la Edad Media. Si no encuentras ninguna otra forma de resolver los problemas humanos, estás dando marcha atrás en el tiempo.”


José Saramago



"¿Cuántas veces aún será necesario decir que el Fondo Monetario Internacional no es democrático? ¿Que sus dirigentes no son elegidos democráticamente? Y si una institución financiera de la que depende la vida de más de la mitad de la humanidad, sino de toda ella, no es democrática, ¿cómo no concluir que la democracia política está bloqueada? José Saramago." Cuanto más te disfraces más te parecerás a ti mismo.”

José Saramago



"De la puerta del ala derecha empezaron a llegar voces anunciando que ya no quedaba sitio, que todas las salas estaban llenas, hubo incluso ciegos que fueron empujados de nuevo hacia el zaguán, exactamente en el momento en que, deshecho el tapón humano que hasta entonces atrancaba la entrada principal, los ciegos que todavía estaban fuera, que eran muchos, empezaban a avanzar acogiéndose al techo bajo el cual, a salvo de las amenazas de los soldados, irían a vivir.
El resultado de estos dos desplazamientos, prácticamente simultáneos, fue que se trabó de nuevo la pelea a la entrada del ala izquierda, otra vez golpes, de nuevo gritos, y, como si esto fuese poco, unos cuantos ciegos despistados, que habían encontrado y forzado la puerta del zaguán que daba acceso directo al cercado interior, empezaron a gritar que allí había muertos. Imagínese el pavor.
Retrocedieron éstos como pudieron, Ahí hay muertos, hay muertos, repetían, como si los llamados a morir de inmediato fuesen ellos, en un segundo el zaguán volvió a ser un remolino furioso como en los peores momentos, después la masa humana se fue desviando en un impulso súbito y desesperado hacia el ala izquierda, llevándose todo por delante, rota ya la línea de defensa de los contagiados, muchos que ya habían dejado de serlo, otros que, corriendo como locos, intentaban escapar de la negra fatalidad.
Corrían en vano. Uno tras otro se fueron todos quedando ciegos, con los ojos de repente ahogados en la hedionda marea blanca que inundaba los corredores, las salas, el espacio entero. Fuera, en el zaguán, en el cercado, se arrastraban los ciegos desamparados, doloridos por los golpes unos, pisoteados otros, eran sobre todo los ancianos, las mujeres y los niños de siempre, seres en general aún o ya con pocas defensas, milagro que no resultaran de este trance muchos más muertos por enterrar."

José Saramago
Ensayo sobre la ceguera



“Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.”

José Saramago



"Desesperado, con los nervios deshechos, a punto de llorar, don José fue donde le mandaron. Durante los pocos minutos que había durado la difícil conversación con el Jefe, el trabajo se había acumulado en su mesa, como si los otros escribientes, sus colegas, aprovechándose de la deteriorada situación disciplinaria en que lo veían, quisieran, por propia cuenta, castigarlo también. Además, unas cuantas personas esperaban su turno para ser atendidas. Todas estaban frente a él, y no era por casualidad, o porque pensaran, cuando entraron en la Conservaduría General, que el funcionario ausente quizá fuese más simpático y acogedor que los que estaban a la vista a lo largo del mostrador, sino porque esos mismos indicaron que era allí adonde debían dirigirse."

José Saramago
Todos los nombres




“Desnudas, las hayas ni memoria tienen
De la playa de luna que las ha cubierto…”


José Saramago




"Después de las explicaciones recibidas cuando preguntó la localización de los años treinta, Artur Paz Semedo podría acercarse al lugar sin ayuda, pero Sesinando ya estaba preparado para guiarlo hasta Eldorado de la antigüedad noticiosa. En cincuenta pasos llegaron y Sesinando dijo, Le hemos puesto aquí una mesa para trabajar, papel para tomar notas y rotuladores de colores diferentes, si necesita algo más sólo tiene que decírmelo, son las instrucciones del jefe. Al final, el diablo no es tan fiero como lo pintan, ese antipático Arsenio que parecía dispuesto a pedirle cuentas a un imprudente consejero delegado que distribuía pases de libre tránsito a cualquier mindundi demostraba, después de todo, un espíritu de colaboración nada habitual en una empresa que se caracterizaba profesionalmente por el sálvese quien pueda, cada uno por sí mismo y contra los otros. Lo más antiguo está en las estanterías de arriba, pero creo que no le interesará, en cualquier caso aquí tiene una escalera de mano, hay que tener cuidado con el tercer peldaño, no está muy firme, avisó Sesinando. Gracias, dijo Artur Paz Semedo, los años que más me interesan son los últimos del decenio. La última palabra fue saboreada como un caramelo predilecto, aunque infrecuente, hay palabras así, objetivamente útiles por lo que significan, pero pretenciosas en el discurso corriente, hasta el punto de provocar con frecuencia el comentario irónico de quien las escucha, Qué fino habla este tipo. Fino no está hablando ahora Artur Paz Semedo, más bien es un susurro inaudible a tres pasos, que sólo una avanzadísima tecnología hará llegar hasta el oído de Felícia. Estoy en el archivo, dijo él, y ella, desde lejos, Habla más alto, parece que estás en el fondo de un túmulo. No sabía cuánta razón tenía, aquellas estanterías, curvadas por el peso de los papeles, estaban cargadas de muertos que tal vez hubiera sido preferible dejar entregados al sueño eterno en vez de arrancarlos de la oscuridad y de la impotencia resignada en que permanecían desde hacía casi un siglo. La prudencia manda que el pasado sólo se toque con pinzas, e, incluso así, desinfectadas, para evitar contagios. Tras dos desesperantes minutos de incomprensión mutua, Artur Paz Semedo consiguió hacerle llegar a Felícia la información de que ya se encontraba en el archivo y se disponía a iniciar su trabajo de investigador. Entre medias palabras, acabaron concertando que cenarían juntos uno de aquellos días, Quiero saber cómo conseguiste meter esa lanza en áfrica, dijo ella, Soy merecedor de confianza, respondió él y colgó."

José Saramago
Alabardas




“Dicen que el sol en determinado momento ocupará tres cuartos del cielo. Y todo lo que hemos hecho de bueno y de malo se perderá como si no hubiera pasado nada y el universo seguirá, sin enterarse de que hemos estado aquí. Eso me parece bien, porque nosotros no nos merecemos la vida. No merecemos la vida porque hemos hecho con ella algo tan deplorable, tan miserable como lo que tenemos ante nuestros ojos. No valemos la pena.”


José Saramago




“…Donde la vida se hizo eternidad,
Busco tu mano y descifro la causa
De querer y no creer…”


José Saramago





“El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.”


José Saramago





"El hombre del timón contempló la desbandada en silencio, no hizo nada para retener a quienes lo abandonaban, al menos le habían dejado los árboles, los trigos y las flores, con las trepadoras que se enrollaban a los mástiles y pendían de la amurada como festones. Debido al atropello de la salida se habían roto y derramado los sacos de tierra, de modo que la cubierta era como un campo labrado y  sembrado, sólo falta que venga un poco más de lluvia para que sea un buen año agrícola. Desde que el viaje a la isla desconocida comenzó, no se ve al hombre del timón comer, debe ser porque está soñando, apenas soñando, y si en el sueño le apeteciese un trozo de pan o una manzana, sería un puro invento, nada más. Las raíces de los árboles están penetrando en el armazón del barco, no tardará mucho en que estas velas hinchadas dejen de ser necesarias, bastará que el viento sople en las copas y vaya encaminando la carabela a su destino. Es un bosque que navega y se balancea sobre las olas, un bosque en donde, sin saberse cómo, comenzaron a cantar pájaros, debían de estar escondidos por ahí y de repente decidieron salir a la luz, tal vez porque la cosecha ya esté madura y es la hora de la siega. Entonces el hombre fijó la rueda del timón y bajó al campo con la hoz en la mano, y, cuando había segado las primeras espigas, vio una sombra al lado de su sombra. Se despertó abrazado a la mujer de la limpieza, y ella a él, confundidos los cuerpos, confundidas las literas, que no se sabe si ésta es la de babor o la de estribor. Después, apenas el sol acabó de nacer, el hombre y la mujer fueron a  pintar en la proa del barco, de un lado y de otro, en blancas letras, el nombre que todavía le faltaba a la carabela. Hacia la hora del mediodía, con la marea, La Isla Desconocida se hizo por fin a la mar, a la búsqueda de sí misma."

José Saramago
La isla desconocida



"El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir. A las cuatro de la madrugada, cuando la promesa de un nuevo día aún venía por tierras de Francia, se levantaba del catre y salía al campo, llevando hasta el pasto la media docena de cerdas de cuya fertilidad se alimentaban él y la mujer.
Vivían de esta escasez mis abuelos maternos, de la pequeña cría de cerdos que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Azinhaga era su nombre, en la provincia del Ribatejo. Se llamaban Jerónimo Melrinho y Josefa Caixinha esos abuelos, y eran analfabetos uno y otro. En el invierno, cuando el frío de la noche apretaba hasta el punto de que el agua de los cántaros se helaba dentro de la casa, recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y se los llevaban a su cama.
Debajo de las mantas ásperas, el calor de los humanos libraba a los animalillos de una muerte cierta. Aunque fuera gente de buen carácter, no era por primores de alma compasiva por lo que los dos viejos procedían así: lo que les preocupaba, sin sentimentalismos ni retóricas, era proteger su pan de cada día, con la naturalidad de quien, para mantener la vida, no aprendió a pensar mucho más de lo que es indispensable.
Ayudé muchas veces a éste mi abuelo Jerónimo en sus andanzas de pastor, cavé muchas veces la tierra del huerto anejo a la casa y corté leña para la lumbre, muchas veces, dando vueltas y vueltas a la gran rueda de hierro que accionaba la bomba, hice subir agua del pozo comunitario y la transporté al hombro, muchas veces, a escondidas de los guardas de las cosechas, fui con mi abuela, también de madrugada, pertrechados de rastrillo, paño y cuerda, a recoger en los rastrojos la paja suelta que después habría de servir para lecho del ganado.
Y algunas veces, en noches calientes de verano, después de la cena, mi abuelo me decía: "José, hoy vamos a dormir los dos debajo de la higuera". Había otras dos higueras, pero aquélla, ciertamente por ser la mayor, por ser la más antigua, por ser la de siempre, era, para todas las personas de la casa, la higuera.
Más o menos por antonomasia, palabra erudita que sólo muchos años después acabaría conociendo y sabiendo lo que significaba. En medio de la paz nocturna, entre las ramas altas del árbol, una estrella se me aparecía, y después, lentamente, se escondía detrás de una hoja, y, mirando en otra dirección, tal como un río corriendo en silencio por el cielo cóncavo, surgía la claridad traslúcida de la Vía Láctea, el camino de Santiago, como todavía le llamábamos en la aldea.
Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba.
Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "¿Y después?".
Tal vez repitiese las historias para sí mismo, quizá para no olvidarlas, quizá para enriquecerlas con peripecias nuevas. En aquella edad mía y en aquel tiempo de todos nosotros, no será necesario decir que yo imaginaba que mi abuelo Jerónimo era señor de toda la ciencia del mundo.
Cuando, con la primera luz de la mañana, el canto de los pájaros me despertaba, él ya no estaba allí, se había ido al campo con sus animales, dejándome dormir. Entonces me levantaba, doblaba la manta, y, descalzo (en la aldea anduve siempre descalzo hasta los catorce años), todavía con pajas enredadas en el pelo, pasaba de la parte cultivada del huerto a la otra, donde se encontraban las pocilgas, al lado de la casa.
Mi abuela, ya en pie desde antes que mi abuelo, me ponía delante un tazón de café con trozos de pan y me preguntaba si había dormido bien. Si le contaba algún mal sueño nacido de las historias del abuelo, ella siempre me tranquilizaba: "No hagas caso, en sueños no hay firmeza".
Pensaba entonces que mi abuela, aunque también fuese una mujer muy sabia, no alcanzaba las alturas de mi abuelo, ése que, tumbado debajo de la higuera, con el nieto José al lado, era capaz de poner el universo en movimiento apenas con dos palabras. Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender que la abuela, también ella, creía en los sueños.
Otra cosa no podría significar que, estando sentada una noche, ante la puerta de su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas mayores y menores de encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: «El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir». No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada.
Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, gente, y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver."

José Saramago


El nombre que tenemos sustituye lo que somos: no sabemos nada del otro.

José Saramago




“El poder lo contamina todo, es tóxico. Es posible mantener la pureza de los principios mientras estás alejado del poder. Pero necesitamos llegar al poder para poner en práctica nuestras convicciones. Y ahí la cosa se derrumba, cuando nuestras convicciones se enturbian con la suciedad del poder.”


José Saramago




El poder real es económico, entonces no tiene sentido hablar de democracia.”

José Saramago




"El tiempo es un maestro de ceremonias que siempre acaba poniéndonos en el lugar que nos compete. Vamos avanzando, parando y retrocediendo según sus órdenes. Nuestro error es imaginar que podemos buscarle las vueltas."

José Saramago


"En el corazón, quizá, o más exacto: 

 Una herida rasgada con navaja, 
 por donde se va la vida mal gastada."

José Saramago





"En las adversidades, tanto las probadas como las previsibles, se conocen los amigos."

José Saramago


"En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros.

Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar.
No creo en dios, no lo necesito y además soy buena persona."

José Saramago





"En verdad aún está por nacer el primer ser humano desprovisto de esa segunda piel que llamamos egoísmo."

José Saramago




"En verdad hay cosas que el mismo Dios no entiende, aunque las haya creado."

José Saramago
El evangelio según Jesucristo, pág. 14



"Entonces, no lo quiere adivinar, insistió Marta, sonriendo, y Cipriano Algor, un poco enfadado con la hija y mucho consigo mismo, pero consciente de que la única manera de escapar del agujero donde se había metido con su propio pie sería reconocer el fracaso y dar marcha atrás, dijo, brusco, y envolviéndolo en palabras, un nombre, Fue la viuda, la vecina, Isaura Estudiosa, para agradecer el cántaro. Marta negó con un movimiento lento de cabeza, No se llama Isaura Estudiosa, corrigió, su nombre es Isaura Madruga, Ah, bueno, hizo Cipriano Algor, y pensó que ya no necesitaría preguntarle a la interesada, Entonces cómo es su nombre de soltera, pero en seguida se recordó a sí mismo que, sentado en el banco de piedra al lado del horno y teniendo al perro Encontrado por testigo, había tomado la decisión de dar por írritos y nulos todos los dichos y hechos expresados y acontecidos entre él y la viuda Estudiosa, no olvidemos que las palabras pronunciadas fueron exactamente Se acabó, no se remata de modo tan perentorio un episodio de la vida sentimental para dos días después dar lo dicho por no dicho. El efecto inmediato de estas reflexiones fue que Cipriano Algor adoptara un aire desprendido y superior, y con tal convicción que, sin que la mano le temblase, pudo acercarse y levantar la servilleta, Tiene buen aspecto, dijo. En este momento Marta entendió que era oportuno añadir, en cierta manera es un recuerdo de despedida."

José Saramago
La caverna




“Entre tanto el sol ha salido completo de la madrugada mientras malheridos nos erguimos y los centinelas gritan a reunirse porque el enemigo se acerca.”


José Saramago


Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.

José Saramago




Es un bosque que navega y se balancea sobre las olas, un bosque en donde, sin saberse cómo, comenzaron a cantar pájaros, debían de estar escondidos por ahí y de repente decidieron salir a la luz, tal vez porque la cosecha ya esté madura y es la hora de la siega...

José Saramago



“Ese jardín encantado quizá haya sido para el niño feliz, el que está descubriendo el mundo. Pero quise sacar a luz también al niño infeliz, al niño melancólico. Yo le digo a la gente, ¿tu niño está triste? Déjalo estar, está creciendo. Pequeñas memorias tiene un epígrafe que dice “déjate llevar por el niño que has sido”. Tengo tan presente a ese niño como si yo fuera por ahí llevado por él, de la mano.”


José Saramago


"Existen dos superpotencias en el mundo; una es Estados Unidos; la otra eres tú."


José Saramago
en la manifestación contra la guerra de Irak en Madrid 
“Flor de cactus, flor que se ha arrancado
A la sequedad del suelo.
Ahí era el desierto, la piedra dura…”


José Saramago





“… Hacer de la Tierra un Dios que nos merezca,
Y dar al Universo el Dios que espera.”


José Saramago



“Hago en el suelo un trazo, junto al agua:
No tarda la marea en alisarlo.
Así es el poema….”


José Saramago





"Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa."

Jose Saramago
La caverna



“Hay palabras que se retraen, que se niegan, porque tienen demasiado significado para nuestros oídos cansados de palabras.”

José Saramago



Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por allí. (...) ¿Hay alguien más vivo que ellos? O esos personajes de Shakespeare, grandes, pequeños, mediocres, magníficos, que vienen de la literatura pero que también están aquí, vivos, entre nosotros...

José Saramago



"Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza en el olvido y se termina en la indiferencia."


José Saramago


"Hay que vivir aunque sea de cualquier modo, siempre que sea vivir."

José Saramago
La viuda


“Hay quien me niega el derecho de hablar de Dios, porque no creo. Y yo digo que tengo todo el derecho del mundo. Quiero hablar de Dios porque es un problema que afecta a toda la humanidad.”

José Saramago



"Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa."


José Saramago




“He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.”

José Saramago


“Hemos pronunciado no sé cuántos millones de veces la palabra “libertad”, pero no sabemos lo que es, porque no la hemos vivido, y la estamos interpretando como permisividad.”

José Saramago


"Hoy es hoy, mañana será mañana, y es hoy cuando tengo la responsabilidad, no mañana si ya estoy ciega. Responsabilidad de qué. La responsabilidad de tener ojos cuando otros los han perdido."

José Saramago


"Iré viendo menos cada vez, y aunque no pierda la vista me volveré más ciega cada día porque no tendré quien me vea."

José Saramago



“Italia debería ser el premio por haber venido nosotros a este mundo. Una divinidad cualquiera, encargada realmente de distribuir justicias y no penas, y sabedora de artes, debería murmurarnos al oído al menos una vez en la vida: «¿Naciste? Pues vete a Italia».”

José Saramago


"La alegría y la tristeza pueden andar unidas, no son como el agua y el aceite."

José Saramago






"La casa de Tertuliano Máximo Afonso le abrió los brazos como otra madre, con la voz del aire murmuró, Ven, hijo mío, aquí me encuentras esperándote, yo soy tu castillo y tu baluarte, contra mí no vale ningún poder, porque soy tú mismo cuando estás ausente, e incluso destruida seré siempre el lugar que fue tuyo."

José Saramago
El hombre duplicado


"La ceguera es la providencia de los feos."


José Saramago



"La democracia es una latón que hace mucho ruido, pero que en realidad está vacío."

José Saramago




"La democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder."

José Saramago



“La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva.”

José Saramago


"La experiencia es realmente maestra de la vida."

José Saramago




"... La experiencia me ha enseñado que los peores hijos de puta son los que no tienen aspecto de serlo..."


José Saramago




"Las fuerzas de José cedieron de golpe ante el desastre. Como un ternero fulminado, de aquellos que vio sacrificar en el templo, cayó de rodillas y, con las manos contra el rostro, se le soltaron de una vez todas las lágrimas que desde hacía trece años venía acumulando, a la espera del día en que pudiera perdonarse a sí mismo o tuviera que enfrentarse con su definitiva condena. Dios no perdona los pecados que manda a cometer.
José no regresó al almacén, había comprendido que el sentido de sus acciones estaba perdido para siempre, ni el mundo, el propio mundo, tenía ya sentido, el sol iba naciendo y para qué, Señor, en el cielo había mil pequeñas nubes dispersas en todas las direcciones como las piedras del desierto.
Viéndolo allí, secándose las lágrimas con la manga de la túnica, cualquiera pensaría que se le había muerto un pariente entre los heridos recogidos en el almacén, y lo cierto es que José estaba llorando sus lágrimas naturales, las del dolor de la vida."

José Saramago
El evangelio según Jesucristo



"La gente joven se conforma rápidamente, tiene toda la vida por delante."


José Saramago


"La identidad de una persona no es el nombre que tiene, el lugar donde nació, ni la fecha en que vino al mundo. La identidad de una persona consiste, simplemente, en ser, y el ser no puede ser negado."

José Saramago



“La literatura siempre ha sido una actividad minoritaria. Me parece que ahora se lee y se escribe más. Quizá por la informática.”


José Saramago




“La memoria es selectiva y tiende a borrar las partes duras, va armando un recuerdo basado sólo en lo más dulce… Pero hay que tratar de ser honesto.”


José Saramago




"La virtud, habrá aún quien lo ignore, siempre encuentra escollos en el durísimo camino de la perfección, pero el pecado y el vicio se ven tan favorecidos por la fortuna que todo fue llegar..."

José Saramago

“Las noticias políticas no son más que declaraciones. Es como el mundo del fútbol, los presidentes se calumnian, se intrigan, protestan, pero ¿quién gobierna los países? Las finanzas internacionales.”

José Saramago




“Las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río. Si están allí es para que podamos llegar al otro margen, el otro margen es lo que importa.”

José Saramago


"Las respuestas no llegan siempre cuando uno las necesita, muchas veces ocurre que quedarse esperando es la única respuesta posible."

José Saramago



“Las sociedades son apáticas y ni siquiera la evidencia de los hechos las conmueve o las mueve. Si no hay resistencia se puede llevar a las sociedades donde quiera. La sociedad civil, tan reclamada y aplaudida por políticos es la más manipulada y más allá está el caso de las multinacionales que desvirtúan las democracias. En democracia el ciudadano debe elegir, que yo sepa las multinacionales no se presentan a las elecciones y tienen el poder efectivo, real. Es una comedia de engaños.”


José Saramago




“Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.”


José Saramago



“…Las veredas más hondas de la palabra
Y del espacio mayor que, tras ella
Son las tierras del alma…”


José Saramago




"Las vidas son como los cuadros, conviene siempre mirarlos cuatro pasos atrás."

José Saramago




"Lo difícil no es vivir con las personas, lo difícil es comprenderlas."


José Saramago


“Lo más curioso, para no decir lo más tristemente divertido, es que las instituciones democráticas son buscadas y queridas por organismos no democráticos.”


José Saramago




“Los escritores viven de la infelicidad del mundo. En un mundo feliz, no sería escritor.”

José Saramago



“Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.”

José Saramago



"Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso."

José Saramago



Me ilusiona mucho, ya la tengo, la tengo. Sólo necesito no pensar en ello, dejar que madure en ese otro pensamiento que trabaja por su propia cuenta, me fío de él. Y así hasta que el pensamiento activo pueda tomar la decisión: ahora es mi turno. Entonces me siento a escribir.

José Saramago



"Ni el propio Tertuliano Máximo Alfonso sabría decir si el sueño volvió a abrirle los misericordiosos brazos después de la revelación tremebunda que fue para él la existencia, tal vez en la misma ciudad, de un hombre que, a juzgar por la cara y por la figura en general, es su vivo retrato.
Después de comparar demoradamente la fotografía de hace cinco años con la imagen en primer plano del recepcionista, después de no haber encontrado ninguna diferencia entre ésta y aquélla, por mínima que fuese, al menos una levísima arruga que uno tuviese y al otro le faltara, Tertuliano Máximo Alfonso se dejó caer en el sofá, no en el sillón, donde no habría espacio suficiente para amparar el desmoronamiento moral de su cuerpo, y allí con la cabeza entre las manos, los nervios exhaustos, el estómago en ansias, se esforzó por organizar los pensamientos, desenredándolos del caos de emociones acumuladas desde el momento en que la memoria, velando sin que él lo sospechase tras la cortina corrida de los ojos, lo despertara sobresaltado de su primer y único sueño.
(...)
El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciendonos mofas y sacandonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo segun lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavia no somos un caso perdido."

José Saramago
El hombre duplicado




“Ninguna observación microscópica de los votos depositados en las urnas tendría el poder de hacer visibles los signos delatores de las relaciones entre los Estados y los grupos económicos cuyos actos delictivos, e incluso bélicos, llevan a nuestro planeta derecho a la catástrofe.”


José Saramago



“No busques trabajo: escribe.”


José Saramago



“No es verdad. El viaje no termina jamás. Solo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración… El objetivo de un viaje es solo el inicio de otro viaje.”

José Saramago
Viaje en Portugal




"No creo en Dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en Dios, no lo necesito y además soy buena persona."


José Saramago






"No es que sea pesimista, es que el mundo es pésimo."

José Saramago



... no hay duda de que las grandes lecciones nos llegan siempre de la gente sencilla.

José Saramago



“No he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían haber sido otras.”


José Saramago




“No me preocupa la muerte,
me disolveré en la nada.”

José Saramago



"No se llegó a saber si la niebla perjudicaba, o no, la belleza de la mañana. Isaura dejó morir el diálogo y cerró la ventana despacio. No le disgustaba el zapatero, su aire al mismo tiempo reflexivo y risueño, pero esa mañana no se sentía con ánimo para conversaciones. Tenía un montón de camisas para acabar antes del fin de semana. El sábado debería entregarlas, fuera como fuera. De buena gana acabaría de leer la novela. Sólo le faltaban unas cincuenta páginas y estaba en el capítulo más interesante. Esos amores clandestinos, sustentados a través de mil peripecias y contrariedades, la tenían prendida. Además, la novela estaba bien escrita. Isaura tenía experiencia suficiente de lectora para saber juzgar. Dudó. Demasiado bien sabía que ni siquiera tenía derecho a dudar. Las camisas la esperaban. Oía dentro un sonido de voces: la madre y la tía hablaban. Mucho hablaban aquellas mujeres. ¿Qué tenían que decirse todo el santo día, que no estuviera ya dicho mil veces?
Atravesó la habitación donde dormía con la hermana. La novela se hallaba en la cabecera. Le echó dos miradas, pero siguió adelante. Se detuvo ante el espejo del armario, que la reflejó de la cabeza a los pies. Llevaba puesta una bata de estar por casa que le modelaba el cuerpo plano y flaco, pero flexible y elegante. Con las puntas de los dedos se recorrió las mejillas pálidas donde las primeras arrugas abrían surcos finos, más adivinados que visibles. Suspiró ante la imagen que el espejo le mostraba y huyó de ella.
En la cocina, las dos viejas seguían hablando. Muy parecidas, el pelo blanco, los ojos castaños, los mismos vestidos negros de corte sencillo, hablaban con vocecitas agudas y rápidas, sin pausas y sin modulación:
—Ya te lo he dicho. Hay más tierra que carbón. Es necesario ir a la carbonería y reclamar—decía una.
—Está bien —respondía la otra.
—¿De qué hablan?—preguntó Isaura mientras entraba.
Una de las viejas, la de mirada más viva y de cabeza más erguida, contestó:
—Del carbón, que es una pena. Hay que reclamar.
—Está bien, tía.
La tía Amelia era, por decirlo de alguna manera, la gestora de la casa. Era ella la que cocinaba, hacía las cuentas y dividía las raciones en los platos. Cándida, la madre de Isaura y Adriana, se ocupaba de las tareas domésticas, de las ropas, de los pequeños bordados que ornamentaban profusamente los muebles y de los solitarios con flores de papel que sólo en los días festivos eran sustituidas por flores auténticas. Cándida era la mayor y, tal como Amelia, viuda. Viudas a las que la vejez ya había tranquilizado.
Isaura se sentó ante la máquina de coser. Antes de comenzar el trabajo, miró el río tan ancho, la otra orilla oculta por la niebla. Parecía el océano. Los tejados y las chimeneas estropeaban la ilusión, pero, incluso así, haciendo un esfuerzo para no verlos, el océano surgía en esos pocos kilómetros de agua. Una alta chimenea de fábrica, a la izquierda, embadurnaba el cielo blanco con bocanadas de humo.
A Isaura siempre le gustaban esos momentos en que, antes de curvar la cabeza sobre la máquina, dejaba correr los ojos y el pensamiento. El paisaje era siempre igual, pero sólo lo encontraba monótono en los días de verano, pesadamente azules y luminosos, en que todo es evidente y definitivo. Una mañana de niebla como ésta, de niebla liviana que no acababa de impedir la visión, cubría la ciudad de imprecisiones y de sueños."

José Saramago
Claraboya


“No sólo hay desigualdad en la distribución de la riqueza, sino en la satisfacción de las necesidades básicas.”


José Saramago



No suceden en ningún lugar de hecho, y no es por una actitud de universalidad, de llegar a más lectores: es sólo que yo estoy preocupado por causas más fundamentales, por ello retiro todo lo circunstancial e inmediato.

José Saramago



“No te pido que me lo cuentes todo, tienes derecho a guardar tus secretos, con una única e irrenunciable excepción, aquellos de los que dependa tu vida, tu futuro, tu felicidad, ésos quiero saberlos, tengo derecho, y tú no me lo puedes negar.”


José Saramago




"No tengamos la ingenuidad de creer todo lo que nos dicen, tenemos que ser críticos. No tenemos la democracia, tenemos la plutocracia, el poder de los ricos, el poder real lo tiene el dinero, las multinacionales."


José Saramago




“Nuestra única defensa contra la muerte es el amor.”

José Saramago


“… Nueve círculos de infierno tuvo el sueño,
Doce pruebas mortales que vencer
Pero nace el día, y el día recompongo…”


José Saramago



“Nunca soñaba como sueña un hombre. Tampoco soñaba nunca como soñaría un caballo. En las horas en las que estaban despiertos, las ocasiones de paz o de simple conciliación no eran muchas. Pero el sueño de uno y el sueño del otro formaban el sueño del centauro.”

José Saramago
“Centauro”


"Oculto el crimen, reservados para otra ocasión los remordimientos."


José Saramago



"Para él la luz, esta luz, se había convertido en ruido."


José Saramago



"¿Para qué engañarse? Vivimos en una democracia secuestrada por el poder económico, esto todo el mundo lo sabe. ¿Fueron los gobiernos los que decidieron hacer del empleo precario algo que se convertiría en normalidad social y el contrato basura en operación corriente? ¿O ha sido el poder económico que, en nombre y para mayor gloria del santísimo Lucro, lo ha impuesto a los gobiernos y a toda la sociedad? ¿De dónde cayó esa plaga? ¿Del cielo o de los señores del dinero?"

José Saramago




“Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor, es sencillamente cambiar.”

José Saramago


“Para quien se está muriendo de hambre la realidad no es huidiza es algo que está allí. Se puede filosofar mucho acerca de la realidad, de si lo que vemos es lo que es y todo eso, pero hay que reflexionar sobre los hechos que tienen que ver con la situación del mundo”

José Saramago



"Pedro Orce dejó de sentir frío. La noche se ha vuelto más clara, aparecen otras estrellas, y el perro, que durante un minuto se había ausentado, vuelve a la carrera, no le han enseñado a tirar de los pantalones del amo, pero ya lo conocemos bastante para saber que es muy capaz de comunicar lo que es su voluntad, ahora deberá Pedro Orce acompañarlo hasta su descubrimiento, ahogado arrojado a la costa, arca del tesoro, vestigio de la Atlántida, resto del Holandés Errante, obsesiva memoria, y cuando llegó vio que no eran más que piedras entre piedras, pero, no siendo este animal perro que se engañe, algo habría allí de singular, fue entonces cuando reparó en que sus propios pies se asentaban sobre ella, sobre la cosa, una piedra enorme, con la forma tosca de un barco, y allí otra, larga y estrecha como un mástil, y otra más, ésta sería el timón aunque partido. Creyendo que la poquísima luz lo engañaba, fue dando la vuelta a las piedras, tanteando y palpando, y así dejó de tener dudas, este lado, alto y aguzado, es la proa, este otro, romo, la popa, el mástil inconfundible, y el timón sólo podría ser, por ejemplo, espadilla para un gigante si esto no fuese, realmente, donde está, un barco de piedra. Fenómeno geológico, ciertamente, Pedro Orce conoce de químicas más de lo suficiente para poder explicarse a sí mismo el hallazgo, una antigua barca de madera traída por las olas o dejada por los mareantes, varada en estas lajas desde inmemoriales tiempos, después la cubrieron las tierras, se mineralizó la materia orgánica, otra vez las tierras se retiraron, hasta hoy, serán precisos millares de años para que se apaguen los contornos y mermen los volúmenes, viento, lluvia, la lima del frío y del calor, llegará un día en que no se distinguirá la piedra de la piedra. Pedro Orce se sentó en el fondo del barco, en la posición en que está no ve más que el cielo y el mar distante, si esta nave se balanceara un poco creería que iba navegando, y entonces, cuánto puede la imaginación, se le ocurrió la idea absurda de que quizá fuera realmente navegante esta nave petrificada, hasta el punto de que fuera ella la que arrastraba la península a remolque, no se puede confiar en los delirios de la fantasía, claro que no sería imposible que ocurriera, otras acrobacias más difíciles se han visto, pero se da el caso irónico de que el barco tiene la popa dirigida hacia el mar, ninguna embarcación que se respete navegaría alguna vez reculando. Pedro Orce se levantó, ahora tiene frío, el perro saltó la amurada, es hora de volver a casa, señor amo, que no está usted para trasnochar, no lo hizo de joven y va a hacerlo ahora."

José Saramago
La balsa de piedra




“…Pero en el barro resiste el filo frío
Donde sangra, venganza de mortal,
El pulgar de Dios que me ahoga.”


José Saramago




Pesadilla

"Hay un terror de manos en el alba,
Un rechinar de puerta, una sospecha,
Un grito que horada como una espada,
Un ojo desorbitado que me espía.
Hay un fragor de fin y de derrumbe,
Un enfermo que rompe una receta,
Un niño que llora medio ahogado,
Un juramento que nadie acepta,
Una esquina que salta de emboscada,
Un trazo negro, un brazo que repele,
Un resto de comida masticada,
Una mujer golpeada que se acuesta.
Nueve círculos de infierno tuvo el sueño,
Doce pruebas mortales que vencer,
Pero nace el día, y el día recompongo:
Tenía que ser, amor, tenía que ser."

José Saramago




“Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran.”

José Saramago




"Pretendemos comprender la vida a través de sus coherencias e identidades, cuando ciertamente estas se explican por si solas y no nos aportan nada. Deberíamos buscar la comprensión a partir de sus contradicciones pues estas si nos aportan información de la vida y la realidad."

Jose Saramago
La caverna




Puede ser que mi verdad sea para ti mentira. Puede ser, sí, la duda es el privilegio de quien ha vivido mucho, tal vez por eso no consigues convencerme para que acepte como certeza lo que me suena a falsedad.

José Saramago


“… ¿Puedo hablar de muerte mientras vivo?
¿Puedo aullar da hambre imaginada?
¿Puedo luchar en versos escondido?…”

José Saramago



“¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?”

José Saramago



"Que Ratzinger tenga el valor de invocar a Dios para reforzar su neomedievalismo universal, a un Dios que jamás ha visto, con el que nunca se ha sentado a tomar un café, demuestra solamente el absoluto cinismo intelectual del personaje."

José Saramago





"Que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño, sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y, finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo. Y, metidos en esto, que se privatice también a la puta que los parió a todos."

José Saramago



"Quién es salomón, preguntó el cura. El elefante se llama salomón, respondió el cornaca. No me parece apropiado darle a un animal el nombre de una persona, los animales no son personas y las personas tampoco son animales, De eso no tengo tanta certeza, respondió el cornaca, que comenzaba a irritarse con el parlatorio, Es la diferencia entre quienes tienen estudios y quienes no los tienen, remató, con censurable altanería, el cura. Dicho esto, se dirigió al comandante preguntándole, Vuestra señoría da licencia para que cumpla mi obligación de sacerdote, Por mi parte sí, padre, aunque el elefante no está bajo mi poder, sino del cornaca. En vez de esperar a que el cura le dirigiese la palabra, Subhro acudió en tono sospechosamente amable, por ser quien es, señor padre, salomón es todo suyo. Pues bien, ha llegado el tiempo de avisar al lector de que hay aquí dos personajes que no están de buena fe. En primerísimo lugar, el cura, que al contrario de lo que afirma no trae agua bendita, sino agua del pozo, sacada directamente del cántaro de la cocina, sin ningún paso, real o simbólico, por lo empíreo, en segundo lugar, el cornaca, que espera que algo suceda y que está rezándole al dios ganesh para que suceda de verdad. No se acerque demasiado, previno el comandante, mire que tiene tres metros de altura y pesa unas cuatro toneladas, si no más, No puede ser tan peligroso como la bestia del leviatán, y a ése lo tiene subyugado de por vida la santa religión católica, apostólica y romana a que pertenezco, Yo lo he avisado, la responsabilidad es suya, dijo el comandante, que en su experiencia de militar había oído muchas bravatas y constatado el triste resultado de casi todas. El cura sumergió el aspersorio en el agua, dio tres pasos adelante, y salpicó con ella la cabeza del elefante al mismo tiempo que murmuraba unas palabras que por el aspecto podían ser latines, pero que nadie entendió, ni siquiera la reducidísima parte ilustrada de la asistencia, o sea, el comandante, que tenía algunos años de seminario, resultado de una crisis mística que acabaría curándose por sí misma. El reverendo seguía con su trabajo y, poco a poco, se iba aproximando a la otra extremidad del animal, movimiento que coincidió con la aceleración de las preces del cornaca al dios ganesh y con el súbito descubrimiento, por parte del comandante, de que las palabras y los gestos que el cura estaba haciendo pertenecían al manual del exorcismo, como si el pobre elefante pudiese estar poseído por algún demonio. Este hombre está loco, pensó el comandante, y en el instante mismo en que lo pensó, vio al cura derribado en el suelo, recipiente por un lado, aspersorio por otro, la falsa agua bendita derramada. Las ovejas avanzaron para ayudar a su pastor, pero los soldados se interpusieron para evitar atropellos y confusiones y, si bien lo pensaron, mejor lo hicieron, porque el cura, ayudado por los hércules locales, ya intentaba levantarse, manifiestamente dolorido en el muslo izquierdo pero, según todos los indicios, sin ningún hueso partido, lo que, teniendo en cuenta la avanzada edad y la flácida corpulencia del individuo, casi se podría considerar uno de los más acabados milagros de la santa patrona del lugar."

José Saramago
El viaje del elefante


"Ricardo Reis abrió el libro, vio unas señales incomprensibles, unas rayas negras, una página sucia. Ya me cuesta leer, dijo, pero incluso así voy a llevármelo. Para qué, para dejar al mundo aliviado de un enigma. Salieron de casa, Fernando Pessoa observó aún, no lleva usted sombrero, Sabe mejor que yo que allá no se lleva. Entonces vamos, dijo Fernando Pessoa. Vamos, dijo Ricardo Reis. Adamastor no se volvió para mirarlos, le parecía que esta vez sería capaz de dar un gran grito. Aquí, es donde el mar se acabó y la tierra espera."

José Saramago
El año de la muerte de Ricardo Rei



"Sabido es que las razones humanas se repiten mucho, y las sinrazones también."

José Saramago


"Se dice que el tiempo lo cura todo, pero no vivimos bastante para hacer la prueba."

José Saramago


"Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada."

José Saramago



"Si los hombres se odian, nada se puede hacer. Todos seremos víctimas de los odios. Todos nos mataremos en guerras que no deseamos y de las que no tenemos responsabilidad. Nos pondrán delante de los ojos una bandera, nos llenarán los oídos de palabras. ¿Y para qué? Para crear la simiente de una nueva guerra, para crear nuevos odios, para crear nuevas banderas y nuevas palabras. ¿Para esto servimos? ¿Para hacer hijos y lanzarlos a la batalla? ¿Para construir ciudades y arrasarlas? ¿Para desear la paz y tener la guerra?"

José Saramago



"Si no somos capaces de vivir enteramente como personas, hagamos lo posible para no vivir enteramente como animales."


José Saramago



Si todo el mundo hiciera lo que puede, el mundo sería, con certeza mejor.

José Saramago


"Siempre acabamos llegando a donde nos esperan."

José Saramago



“Sinceramente, creo que la muerte es la inventora de Dios. Si fuéramos inmortales no tendríamos ningún motivo para inventar un Dios. Para qué. Nunca lo conoceríamos.”

José Saramago


“…Sólo diré,
Crispadamente recogido y mudo,
Que quien se calla cuanto me callé
No podrá morir sin decir todo.”


José Saramago




“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.”

José Saramago


"Soy un comunista hormonal."


José Saramago



Suele decirse que las paredes tienen oídos, imaginemos el tamaño que tendrán las orejas de las estrellas.

José Saramago



... supongo que peor que no haber milagros es encontrarse con un milagro fallido.

José Saramago



“…Te pagan bien los astros esta guerra:
Por más breve que sea la cuenta de tu vida,
Pequeña no será…”


José Saramago


“Tener no es poseer. Puede tenerse aquello que no se desea. Posesión es tener y disfrutar lo que se tiene.”

José Saramago


"Tener que pagar por los propios sueños debe ser la peor de las desesperaciones."

José Saramago



“… Tengo un rastro de sangre que me espera
En el camino de los perros,
En vez de primavera.”


José Saramago

  

Todas estaban frente a él, y no era por casualidad, o porque pensaran, cuando entraron en la Conservaduría General, que el funcionario ausente quizá fuese más simpático y acogedor que los que estaban a la vista a lo largo del mostrador, sino porque esos mismos indicaron que era allí adonde debían dirigirse.

José Saramago

  

Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio, que es bueno para mi salud. Pero nunca he oído a nadie decirle a un deportista: tienes que leer.

José Saramago



"Un animal no puede defenderse; si tú estas disfrutando con el dolor, disfrutando con la tortura, te gusta ver cómo está sufriendo ese animal, entonces no eres un ser humano, eres un monstruo."


José Saramago





“Un nuevo ser me nace a cada hora.
El que fui, ya lo he olvidado. El que seré
No guardará del ser que soy ahora…”


José Saramago

“Vamos hacia los quinientos canales de TV, y ¿para qué sirven? Para que la gente no cuestione el poder.”


José Saramago




“Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad.”


José Saramago



"Vivimos rodeados de información que no sabemos quién produce, y desconocemos las estrategias que las guían." 


José Saramago




Voto

"Cada verso una piedra. Que el poema
Ha de ser más cimiento que muralla.
Que bajo la tierra se refuercen
Las palabras, las minas y las fuentes.

Que el paisaje se olvide y se retire.
Que del espacio no hablen otras voces.
Que se haga el silencio entre los terrestres,
Mientras otros anuncios se preparan.

Que todo se reinicie en lento parto,
Sin color ni perfume. Las rosas, no.
Sino un dorso de piedra que se arranque
Del poema profundo, de los huesos, del suelo."


José Saramago





Y la democracia, ese milenario invento de unos atenienses ingenuos para quienes significaba, en las circunstancias sociales y políticas concretas del momento, y según la expresión consagrada, un Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

José Saramago



“Y si viene que traiga el corazón…”


José Saramago




“… Ya cojo jazmines y nardos
Ya tengo collares de rosas
Y bailo en medio del camino
Las danzas prodigiosas…”


José Saramago





“Yo no decido sobre lo que voy a escribir. No, yo espero a que algo ocurra.”


José Saramago




"Yo no escribo por amor,

 sino por desasosiego;
 escribo porque no me gusta el mundo
 donde estoy viviendo."

José Saramago



"Yo no soy pesimista. Es el mundo el que es pésimo."

José Saramago