—Volvamos a la figura alta y negra. ¿Le habló al niño? —No. — ¿Cuál fue el propósito de esta experiencia? —Lo prepararon… — ¿Para qué? —Para protegerlo. — ¿De qué? —No lo sé... — ¿Quién crees que era esa figura? —Un astronauta.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 17
— ¿Cuánto tiempo pudo contemplar la nave nodriza y las pequeñas? —Entre veinte minutos y media hora. — ¿Pudieron ver los militares la nave grande o las pequeñas? —Es posible. Las pequeñas se dirigieron hacia el polígono. — ¿Llegó a su casa a la hora prevista? —Sí. — ¿Comentó lo sucedido con alguien? —Con mi padre, y respondió: «Eso son los rusos…» — ¿Y usted qué dice? —Que esos aparatos no eran de aquí... — ¿Por qué? —Primero, por la hechura. Después, por el silencio al volar. Y tercero, por la tecnología.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 55
A lo largo del mundo, días y horas antes de un seísmo, los testigos han dado cuenta de la presencia de numerosos objetos no identificados. Ejemplo: en el referido año de 1960, en un total de 35 terremotos, fueron contabilizados otros tantos avistamientos ovni, siempre previos a la catástrofe. Y voy más allá: ¿son los ocupantes de esos ovnis los encargados de recoger las almas de los que fallecen en los terremotos?
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 66
Justin señaló la arboleda. —Era un objeto grande, amarillo y redondo—prosiguió—. Supe que era un ovni. Y pregunté, mentalmente, si procedían de las estrellas. — ¿Cómo fue la pregunta? — ¿Sois de las estrellas? Y el objeto se transformó en tres. —No entiendo... —Del grande salieron dos objetos más pequeños. Uno se colocó en la parte de arriba y el otro en la de abajo. Y allí estuvieron un buen rato, sin moverse. — ¿Cuánto tiempo? —Unos veinticinco minutos. Entonces volví a preguntar, mentalmente: « ¿Sois amigos?» Justin sonrió, y añadió, satisfecho: —Entonces aparecieron dos objetos más. Y los dos anteriores se marcharon: uno en una dirección y el otro en la contraria. Después, a los diez minutos, ya no estaban. Todos desaparecieron.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 157
CARLET
Sucedió a principios de junio de 1993. El protagonista —Alberto V. Mendoza— me lo contó así:
El objeto descendió y lo hizo lentamente... Por un momento pensé que iba a aterrizar, pero supe que eso era imposible, dado lo abrupto del terreno... Además, las dimensiones del ovni eran considerables... Al menos como cuatro lunas... Y entonces se produjo un fenómeno que me fascinó y que interpreté como una respuesta a mis señales: los bordes del objeto empezaron a cambiar de coloración... El interior permanecía blanco anaranjado, pero los filos iban pasando por toda la gama de colores conocidos, aunque más suaves... La luz blanca anaranjada lo iluminaba todo, como si fuera de día...
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 158
El fenómeno ovni siempre me sorprende.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 174
LOS TORNOS
… De pronto, sobre el grupo, se presentó algo. Era circular. Proyectó un cono de luz sobre nosotros. Era una luz blanca, muy intensa. Se veía todo como si fuera de día. Nos detuvimos, claro. Y nos quedamos mudos, mirando hacia lo alto. — ¿A qué altura se hallaba ese objeto? —Quizá a veinte o treinta metros. — ¿Cuál era el diámetro del haz de luz? —De unos nueve metros. — ¿Ruido? —Ninguno. Entonces fue cuando sucedió «aquello», para lo que no tengo explicación. Y el testigo refirió que, en esos instantes, mientras la luz los alumbraba, vio «pasar» por su cabeza varias secuencias de su vida, como si fueran diapositivas. Algo similar a lo que cuentan los que han vivido las llamadas «experiencias cercanas a la muerte». —Fueron dos escenas, con claridad, aunque pudieron ser más. — ¿Qué clase de escenas? —De la niñez. Después, la luz se apagó y no vimos nada más. — ¿Alguien dijo algo o dio una explicación? —No lo recuerdo. Estábamos muy impresionados. Caminamos algo más y nos detuvimos. — ¿Aparecieron de nuevo? —No. — ¿Alguien más vio pasar por su mente escenas de su vida? —No lo comentamos. Sinceramente, no lo sé. He aquí otra razón para pensar que los ovnis no son lo que siempre hemos creído...
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 176
Uno de los indígenas trató de aproximarse a la nave, pero los seres le indicaron que no lo hiciera. Y la totalidad del poblado escuchó una voz (en su lengua), procedente, al parecer, de una de las criaturas que continuaba flotando en el aire, a cosa de cinco metros del suelo. La voz pidió que se calmasen y añadió: «Los hombres del espacio regresarán algún día para convencer a los humanos de su existencia, y traer la paz después de la gran tribulación...». Y los seres volvieron lentamente a la nave. Segundos más tarde, el objeto se elevó y desapareció, en la compañía de los otros ovnis.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 244
Cuando pregunté si el ovni se alejó, Hellwig insistió: —No se alejó, ni se elevó. Estaba allí y, en décimas de segundo, dejó de estar. Fue como si lo aniquilaran. Y pensé: ¿cambio de dimensión?
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 275
—Al principio —contó Herbert—, cuando observé el supuesto camión, el motor del patrullero, y las luces, se vinieron abajo. Intenté contactar por radio con la central, pero no funcionaba. En esos momentos vi a los tres individuos, que se acercaban. — ¿Cómo eran? —No muy altos. Quizá cuatro o cinco pies [1,50 metros]. Las cabezas eran «apepinadas». La piel se veía de color blanco ceniza y los ojos saltones. El aspecto era oriental. Vestían buzos muy ajustados, de color plateado. Llevaban botas y guantes. Presentaban algo parecido a cascos, con una pequeña antena en el lado izquierdo. En el pecho llevaban un escudo en el que se distinguía una serpiente con alas. (…)
— ¿Qué fue lo que más te impresionó? —Ellos hablaron de «invasión», aunque de forma amigable. Y manifestaron «que algún día se mostrarán abiertamente». — ¿Debemos tener miedo? —No, para nada. Son pacíficos. Eso deduje. Y explicaron: «Algún día, ustedes verán el universo como nosotros lo vemos».
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 319-321
Uno de los seres manejaba algo que provocaba una luz parecida a la de la soldadura... «En nuestros cráneos resonaban, sin parar, las conocidas frases: “No temer, no temer”... Era como si nos hubieran introducido unos diminutos altavoces en los oídos»...
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 328
Entonces me llegó un pensamiento: «No tengas temor»... Lo oí con claridad en mi cabeza... Se detuvo y empezó a mover un aparato que llevaba en la mano... Era luminoso, con destellos verdes... Lo movía como si fuera un botafumeiro... Fue increíble... Sin agacharse, aquel ser hizo un boquete en el suelo... Supongo que con el aparato... La tierra, de pronto, se acumuló cerca del agujero... Fue mágico... Era un hoyo de medio metro de profundidad por otros cincuenta centímetros de diámetro... Entonces se agachó y extrajo algo del boquete... ¡Era una bola, como un balón de fútbol, metálica, y cubierta de pinchos!... Podía tener treinta o cuarenta centímetros... Se alzó, con la bola en las manos, y la abrió por la mitad... Entonces, al abrirla, se produjo un fogonazo... Y todo apareció de color verde... Los árboles, el suelo, todo... Pero lo más desconcertante es que, al avanzar, la luz hacía transparente lo que pillaba a su paso... El bosque se iluminó como si fuera de día, pero en color verde...
(…)
... Los satélites artificiales descubrieron un total de doce «ventanas» que emitían una singular radiación, como un radio faro... Se hallaban enterradas entre 20 y 50 metros de profundidad y sólo eran detectables desde el espacio... Presumiblemente eran utilizadas por las naves que ingresaban en la Tierra... Podrían ser pequeñas pirámides de cuarzo rojo... Fueron localizadas en Antofagasta (Chile), Rusia, Bermudas, Egipto, Australia, Lugo (España), isla de la Reunión, China (tres), Japón y Alaska... No pude obtener más información.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 335-337
Después de 44 años de investigación ovni, casi estoy seguro: muchos de los encuentros con naves y tripulantes (quién sabe si todos) son puro teatro. En otras palabras: la presencia de estos seres fue minuciosamente programada. Eligieron a los testigos y eligieron el momento y el lugar. Nada quedó al azar. Y el lector se preguntará: ¿por qué? Se me ocurren dos razones. Primera: para concienciar a los humanos de que no estamos solos. Segunda: para estudiar nuestras reacciones.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 414
La mayor parte de estos encuentros resultan tan absurdos que, en mi opinión, tienen que ser auténticos.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 419
Cierta noche, en febrero de 2001, mientras contemplaba las estrellas en Mathendus, en pleno desierto de Libia, uno de los guías contó la siguiente historia: .... La llaman Soul... Es una criatura que baja del cielo... Mucha gente la ha visto... Tiene cuerpo de serpiente y cabeza humana... Cuando se pone en pie alcanza la altura de un hombre sentado en un camello... Siempre deja huellas en la arena del desierto... Es una criatura inmortal... Muchos cazadores le han disparado, pero no han logrado matarla... Soul es vengativa... Y regresa para devorar el ganado... Muchas cabras han aparecido muertas, sin gota de sangre en el cuerpo... A su lado estaban las huellas del hombre-serpiente... Soul tiene un punto brillante en la frente... Con esa luz camina durante la noche... Dicen que no puede girar la cabeza... Si lo hace mueve todo el cuerpo... Tiene crines, como los caballos.
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 468
CHALAC
En 1975 me acerqué a la aldea de Chalac, en la frontera entre Paraguay y Argentina. La noticia, proporcionada por Sevor Galíndez, me dejó atónito. Pero ¿por qué me sigue sorprendiendo el fenómeno ovni?
La historia, muy resumida, es la siguiente:
Diez años antes (25 de febrero de 1965), tres objetos volantes no identificados sobrevolaron Chalac. Fueron vistos por la totalidad del poblado: un centenar de indígenas de la etnia «toba». Los hombres, mujeres y niños quedaron maravillados y aterrorizados. Eran discos silenciosos. Sobrevolaron el lugar durante toda la mañana. Finalmente, uno de los objetos aterrizó. Los indios se aproximaron y, arrodillándose, los adoraron como si se tratase de dioses.
Según me relataron les ofrecieron fruta.
Y, de pronto, del ovni que había tomado tierra surgieron tres seres. Flotaban en el aire y emitían una poderosa luz amarillenta.
Y, lentamente, se aproximaron a los indios.
«Eran bellísimos —manifestaron—, como espíritus del cielo...»
Ninguno de los seres superaba los veinte o treinta centímetros de altura. Y, no sé por qué, recordé a las hadas...
Uno de los indígenas trató de aproximarse a la nave, pero los seres le indicaron que no lo hiciera. Y la totalidad del poblado escuchó una voz (en su lengua), procedente, al parecer, de una de las criaturas que continuaba flotando en el aire, a cosa de cinco metros del suelo. La voz pidió que se calmasen y añadió: «Los hombres del espacio regresarán algún día para convencer a los humanos de su existencia, y traer la paz después de la gran tribulación...».
Y los seres volvieron lentamente a la nave. Segundos más tarde, el objeto se elevó y desapareció, en la compañía de los otros ovnis.
Los «toba» se sintieron felices, aunque no comprendieron lo de la gran tribulación. Yo, en esos momentos, tampoco entendí...
J. J. Benítez
Sólo para tus ojos: Cuarenta y cuatro años de investigación ovni, página 447
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