Dita Kraus

 “A pesar de haber vivido allí 72 años, no me siento completamente en casa. Adoro Israel, pero cuando vengo a Praga me siento como en casa, el checo me suena todavía más familiar que el hebreo.”

Dita Kraus



“Cuando repaso mi vida es difícil encontrar un momento al que quisiera volver. Quizás solo a mi infancia, antes de la guerra. Mi vida ha estado llena de dolor y pérdida. Siento que ha estado fuera de toda proporción, que ha habido mucho más mal que bien.”

Dita Kraus



“Durante las muchas horas que paso en la cama del hospital, en una especie de duermevela, mi mente se zambulle en el oscuro sótano de mi memoria. Ahí están los recuerdos, encerrados desde hace décadas, demasiado horribles para afrontarlos. Ahora llenan mi estado seminconsciente y soy incapaz de deshacerme de ellos. Las cámaras de gas. ¿Qué es eso? La gente dice que no existieron. Era algo relacionado con el Holocausto. Una especie de mito judío. En aquella guerra, en algún lugar de Europa. A quién le importa, ¡fue hace tanto tiempo! Pero los recuerdos siguen golpeando la puerta. ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Debe ser contado!”

Dita Kraus



“La gente me pregunta de dónde saco la fuerza para soportar todo el dolor y todas las tragedias de mi vida. No creo en Dios, nunca he rezado, pero, ¿qué podía hacer? ¿Colapsar y rendirme cuando mis hijos me necesitaban?”

Dita Kraus



“La primera novela de mi marido (Otto Kraus) se publicó en Praga poco después del final de la guerra. Fue muy bien recibida y se suponía que era el inicio de una carrera literaria. Pero no ocurrió. Trasladarnos a Israel le obligó a perder su herramienta, el idioma checo. La traducción de su novela al hebreo pasó inadvertida. Otto empezó a escribir entonces en inglés, pero no encontraba editor. Comenzó a dudar de sus capacidades, pero yo siempre supe que era un escritor de calidad. Ahora que sus trabajos se han traducido a muchos idiomas, él no está vivo para verlo. ¡Qué pena!”

Dita Kraus


“Me hace feliz el hecho de que, a pesar de los esfuerzos de Hitler por exterminarnos, ahora haya 14 descendientes de Kraus; la última es mi bisnieta Michelle.”

Dita Kraus


“No fue nunca mi intención. Yo era la mujer de un escritor [Otto B. Kraus, del que también Roca ha publicado El maestro de Auschwitz]. A lo largo de los años escribí descripciones de lo que me había ido ocurriendo. Eran textos destinados a mis hijos o mis nietos, pero los leyó la editora checa de mi marido.”

Dita Krausová



“Sinceramente, lo que me ayudó en Auschwitz no fueron los libros. Había 12 o 13 volúmenes y pocos eran literatura. El hecho de que estuviera bajo techo, no bajo la lluvia y el frío de fuera, es lo que me ayudó. Lo siento por desilusionar a los amantes de los libros, que creen que enriquecen y satisfacen. Lo hacen, pero cuando tienes el estómago lleno y una cama caliente.”

Dita Kraus














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