José de Anchieta

"Después de que lo hubo creado todo en su justo peso y medida, Dios dijo: "Hágase el hombre a mi imagen y semejanza". Y creó a Adán, según la semblanza divina. Pero pronto la imagen de lo divino se volvió difusa. Cristo, Dios hecho hombre, logró, glorioso Francisco, restaurar la imagen que se había desdibujado tanto desde los tiempos adamíticos, poniendo en riesgo el devenir del mundo. Con su voz esbozaría desde dentro y fuera la gracia singular en la que habita el Altísimo.
Hermoso patriarca, ilustre capitán de la sacra religión, en cuya arca ofreces la salvación al pueblo cristiano. Tú eres ese hombre lleno de fe y justicia, toda perfección, y con razón pensé en el símil del santo y el Arca.
Noé construyó un gran arca donde el hombre racional, junto a los animales salvajes, pudo escapar del diluvio universal.
Por orden divina y gracias a la religión, nos redimiste del mal recibido y del agua mortal y nos ofreces gratuitamente al Dios vivo.
Eres el gran hombre de Dios en quien el padre Salomón pensó altamente. Aquel hijo joven que, despreciado a causa de su edad, cuidaba con tanto esmero y amor de la grey.
Eres como el vigoroso David que aniquiló al terrible gigante."

José de Anchieta, conocido como el Padre Anchieta
Carta de la Compañía de Jesús para el seráfico San Francisco



Enamorados

Desterróse el rey del cielo,
de su celestial morada,
por el grande amor y celo
de la Iglesia, su amada.

Treinta y tres años de vida,
por su amor tuvo por nada,
sufriendo, por despedida,
cruel muerte y deshonrada.

Antes de la cruda muerte,
viéndola desconsolada.
le habló, con pecho fuerte,
como a dulce enamorada:

“No sientas mi partida.
Mas antes, si me tienes en tu pecho,
y estás conmigo unida
con amor muy estrecho,
alégrate, que al padre voy derecho.

No cause mi ausencia
algún olvido en ti, que si no quedo
contigo, por presencia,
mi cuerpo te concedo
que tengas hasta el fin, sin ningún miedo.

Esposa muy querida,
yo sólo quiero ser de ti amado,
pues muero por tu vida,
y soy crucificado
para te dar, sin fin, glorioso estado”.

“Yo juro, divino esposo,
que todo mi ser y gozo
será ser yo tu amada”

José de Anchieta y Llarena


- La primera gramática de la lengua tupí
- El primer diccionario de lengua tupí
- El primer catecismo en lengua tupí (hay quien lo considera el primer catecismo cristiano escrito en una lengua nativa del continente americano, aunque otros dirían que ese honor corresponde al catecismo en español, quechua y aymara de 1584 en Lima). 

José de Anchieta y Llarena


Poema a la Virgen

¿Cantar o callar?
Madre Santísima de Jesús, tus alabanzas
¿las he de cantar o las he callar?
La mente alborotada
se siente impelida por el aguijón del amor
a ofrecer a su Reina unos versos…

Pero recela con la lengua impura
ensalzar tus glorias:
numerosas culpas la llenan de manchas.
¿Cómo osará mundana lengua enaltecer
a la que encerró en su seno al Omnipotente?

José de Anchieta y Llarena


SAO TOME DE MIRA

¡Oh Dios infinito,
por nos humanado,
véoos tan chiquito
que estoy espantado!

Estás encerrado
en lugar estrecho,
porque en nuestro pecho
queréis ser guardado.

Hame enamorado
vuestra gracia y nombre,
pues os come el hombre
de un solo bocado.

Sois “Jesús” llamado,
perennal hartura,
vida y hermosura
y pan consagrado.

Esto ha inventado
¡oh Iesú benigno!
vuestro amor divino,
del amor forzado.

Pues sois estrechado
con tan grande aprieto,
¿quién, con tal secreto,
no será espantado?

Por eso peleo
contra mi sentido,
porque lo comido
es Dios, que no veo.

Solo en él empleo
la fe, con que vivo.
Hágome cautivo,
sin ver lo que creo.

De éste me proveo
para mi camino.
Este pan divino
harte mi deseo.

José de Anchieta y Llarena







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