La Consciencia



Las impresiones del centro instintivo nacen con nosotros; están ya allí, y también hay unas pocas cosas en el centro emocional. El resto se produce en esta vida; en los centros del movimiento e intelectual todo ha de ser aprendido.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Las dimensiones pueden entenderse simplemente de este modo: la cuarta dimensión es la realización de una posibilidad en cada momento, lo que llamamos el tiempo. La quinta dimensión es la repetición de esto. La sexta dimensión es la realización de diferentes posibilidades. Pero es difícil concebirla en tanto tengamos la imagen de la línea recta para el tiempo. El problema no es real. Se trata tan solo de nuestra debilidad, nada más.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
La vida es la cuarta dimensión, un círculo, la realización de una posibilidad. Cuando la vida llega al fin se encuentra con su propio principio. El momento de la muerte corresponde al momento del nacimiento, y entonces la vida empieza de nuevo, puede que, con ligeras desviaciones, pero que no significan nada. Siempre vuelve a la misma línea. Romper con una tendencia importante, empezar esta vida de un modo completamente diferente, estaría en la sexta dimensión. No podemos pensar en instantes simultáneos, tenemos que pensar en un instante detrás de otro, aunque en realidad son simultáneos en otra escala. Por ejemplo, nuestra propia experiencia en relación con las partículas elementales, tales como electrones, es que su eternidad está en nuestro tiempo. ¿Por qué no entonces nuestra repetición no puede ser en el tiempo de la tierra?
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
 
Usted no puede recordar si no se recuerda a sí mismo aquí, en este retorno. Hemos vivido antes. Muchos hechos lo demuestran. La razón por la que no lo recordamos es porque no nos acordamos de nosotros mismos. Lo mismo sucede en esta vida. No recordamos realmente las cosas que hacemos mecánicamente, tan solo sabemos que han sucedido. Solo con el autorecuerdo podemos acordarnos de los detalles. La personalidad aparece siempre mezclada con la esencia. La memoria pertenece a la esencia, no a la personalidad, pero la personalidad la puede presentar correctamente si la memoria es lo suficientemente fuerte.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Morir no es nada. Uno puede ni notarlo. Si uno no nota que muere, puede no darse cuenta de que ha nacido.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Según la teoría del retorno, el autorecuerdo es el único modo de desarrollar la memoria. Si uno se recuerda a sí mismo en esta vida, se recordará también en la próxima.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Los amortiguadores están conectados con la consciencia. Usamos la palabra consciencia generalmente en un sentido convencional, en el sentido de un hábito emocional educado. En realidad, la consciencia es una capacidad especial que todo el mundo posee, pero que nadie puede usar en el estado de sueño. Incluso si accidentalmente sintiéramos por un momento la consciencia, resultaría ser una experiencia muy penosa, tan penosa que inmediatamente querríamos vernos libres de ella. Aquellos que tienen chispazos ocasionales de consciencia inventan todo tipo de métodos para verse libres de ese sentimiento. Éste no es otro que la capacidad de sentir al mismo tiempo todo lo que de ordinario sentimos en diferentes momentos. Traten de comprender que todos nuestros diferentes «yoes» albergan sentimientos diferentes. Un «yo» siente que le gusta algo, mientras que otro lo odia y para otro más resulta indiferente. Pero nunca sentimos tales cosas al mismo tiempo porque entre ellas, hay amortiguadores. Gracias a esos amortiguadores no podemos usar la consciencia, no podemos sentir al mismo tiempo dos cosas contradictorias que sentimos en momentos diferentes. Si sucede que alguien llega a sentirlas, la consecuencia es que sufre. Así, en nuestro estado actual, los amortiguadores son incluso cosas necesarias sin las que uno se volvería loco. Pero con la comprensión sobre los mismos, y preparándose apropiadamente, después de algún tiempo uno puede empezar a destruir las contradicciones y a derribar los amortiguadores. La ruptura de un hábito mecánico, bueno o malo, puede resultar incómodo, porque tenemos hábitos mecánicos, tales como reglas de conducta y preceptos morales, que sacamos de nuestra educación. Por consiguiente, en la mayor parte de los casos no experimentamos la consciencia: tenemos demasiados amortiguadores. Como ya he dicho, estos constituyen particiones entre nuestras actitudes emocionales, y la experiencia de la consciencia implica ver cien cosas al mismo tiempo. Las particiones desaparecen y todas las contradicciones internas se ven al mismo tiempo. Pero esto es muy desagradable, y como el principio general de la vida es el de evitar las sensaciones y tomas de consciencia desagradables, salimos corriendo para evitar verlas. De este modo creamos amortiguadores internos. Las contradicciones que se ven en sucesión no aparecen como tales; tienen que verse al mismo tiempo.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Somos máquinas y debemos ver en dónde podemos cambiar algo, porque en todo tipo de máquina siempre hay un punto por donde es posible empezar.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
 
La meta de este sistema es llevar al hombre a la consciencia. La consciencia es una cierta cualidad presente en todo hombre normal. Es realmente una expresión diferente de la misma cualidad que la conciencia, solo que la conciencia trabaja más en el lado intelectual y la consciencia lo hace más en el moral (es decir, en el lado emocional). La consciencia ayuda a un hombre a darse cuenta de lo que está bien y de lo que está mal en su propia conducta. La consciencia une a las emociones entre sí. Podemos experimentar en el mismo día un buen número de emociones contradictorias, tanto agradables como desagradables, sobre el mismo tema, ya sea una detrás de otra, ya simultáneamente, y no notamos las contradicciones debido a la ausencia de consciencia. Son los amortiguadores los que impiden a un «yo» o personalidad el percatarse de otro, pero en un estado de consciencia no podemos evitar el ver las contradicciones. Recordaremos que por la mañana hemos dicho una cosa, otra por la tarde y todavía otra por la noche, pero en la vida ordinaria no recordamos, y si lo hacemos, insistimos en que no sabemos qué es lo que está bien y mal. Se accede a la consciencia destruyendo a los amortiguadores, y los amortiguadores se destruyen a través del autorecuerdo y de la no identificación. Tanto la idea de consciencia como la idea de amortiguadores precisan de un largo estudio, pero cuando se habla del lado moral de este sistema, lo que debe entenderse desde el principio es que el hombre debe tener un sentido del bien y del mal. Nada puede hacerse por él si no lo tiene. Él tiene que empezar con un cierto sentido moral, un sentido de lo recto y de lo equivocado, para poder conseguir más. Debe entender en primer lugar la relatividad de la moral ordinaria, y en segundo lugar debe percatarse de la necesidad de un bien y de un mal objetivos y permanentes, entonces mirará las cosas desde el punto de vista de este sistema. La consciencia está en la esencia, no en la personalidad, mientras que el centro magnético está en la personalidad, no en la esencia. El centro magnético se adquiere en esta vida. Está en la parte intelectual del centro emocional, aunque quizá también en la parte intelectual del centro intelectual, y se construye a base de influencias B. «¿Tiene uno que eliminar amortiguadores para despertar a la consciencia?», alguien preguntó. Solo con que los amortiguadores sean sacudidos, la consciencia despierta. «¿Cómo puede uno descubrir cuáles son los propios amortiguadores?», preguntó alguien más. A veces es posible. Si uno entiende bien qué son amortiguadores, puede encontrar los suyos propios. Hay una gran diferencia entre excusas y amortiguadores. Las excusas pueden ser distintas cada vez, pero si la excusa es siempre la misma, entonces se convierte en un amortiguador. Los amortiguadores están conectados con la consciencia. Usamos la palabra consciencia generalmente en un sentido convencional, en el sentido de un hábito emocional educado. En realidad, la consciencia es una capacidad especial que todo el mundo posee, pero que nadie puede usar en el estado de sueño. Incluso si accidentalmente sintiéramos por un momento la consciencia, resultaría ser una experiencia muy penosa, tan penosa que inmediatamente querríamos vernos libres de ella. Aquellos que tienen chispazos ocasionales de consciencia inventan todo tipo de métodos para verse libres de ese sentimiento. Éste no es otro que la capacidad de sentir al mismo tiempo todo lo que de ordinario sentimos en diferentes momentos. Traten de comprender que todos nuestros diferentes «yoes» albergan sentimientos diferentes. Un «yo» siente que le gusta algo, mientras que otro lo odia y para otro más resulta indiferente. Pero nunca sentimos tales cosas al mismo tiempo porque entre ellas, hay amortiguadores. Gracias a esos amortiguadores no podemos usar la consciencia, no podemos sentir al mismo tiempo dos cosas contradictorias que sentimos en momentos diferentes. Si sucede que alguien llega a sentirlas, la consecuencia es que sufre. Así, en nuestro estado actual, los amortiguadores son incluso cosas necesarias sin las que uno se volvería loco. Pero con la comprensión sobre los mismos, y preparándose apropiadamente, después de algún tiempo uno puede empezar a destruir las contradicciones y a derribar los amortiguadores. La ruptura de un hábito mecánico, bueno o malo, puede resultar incómodo, porque tenemos hábitos mecánicos, tales como reglas de conducta y preceptos morales, que sacamos de nuestra educación. Por consiguiente, en la mayor parte de los casos no experimentamos la consciencia: tenemos demasiados amortiguadores. Como ya he dicho, estos constituyen particiones entre nuestras actitudes emocionales, y la experiencia de la consciencia implica ver cien cosas al mismo tiempo. Las particiones desaparecen y todas las contradicciones internas se ven al mismo tiempo. Pero esto es muy desagradable, y como el principio general de la vida es el de evitar las sensaciones y tomas de consciencia desagradables, salimos corriendo para evitar verlas. De este modo creamos amortiguadores internos. Las contradicciones que se ven en sucesión no aparecen como tales; tienen que verse al mismo tiempo. Somos máquinas y debemos ver en dónde podemos cambiar algo, porque en todo tipo de máquina siempre hay un punto por donde es posible empezar. A veces la gente pregunta si en nosotros hay algo permanente, Hay dos cosas, amortiguadores y debilidades. A las debilidades a veces las llamamos rasgos, pero en realidad no son más que debilidades. Todo el mundo tiene una, dos o tres debilidades particulares. Y toda persona tiene ciertos amortiguadores que le pertenecen. Ella consiste en amortiguadores, pero algunos son particularmente importantes porque entran en todas sus decisiones y en su manera de entender. Tales rasgos y amortiguadores son todo lo que puede llamarse permanente en nosotros, y tenemos suerte de que no haya nada más que sea permanente, porque todos ellos pueden ser cambiados. Los amortiguadores son artificiales; no son orgánicos. Fundamentalmente se adquieren por imitación. Los niños empiezan a imitar a los adultos, y así crean algunos de sus amortiguadores, otros son creados inconscientemente por educación. Si fuera posible poner a un niño entre gente despierta, éste no caería dormido. Pero en las condiciones en que vivimos, la personalidad imaginaria, o el «yo» imaginario, aparece normalmente en un niño a la edad de siete u ocho años. A veces la gente pregunta si podemos ver los amortiguadores en nuestro estado actual de conciencia. Podemos verlos en otras personas, pero no en nosotros mismos.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
«¿Hasta qué punto, alguien preguntó, un hombre que está bajo la Ley del Accidente es regido por la Ley del Hado, aparte de su nacimiento y muerte?».
 
Depende de la relación entre personalidad y esencia. Si la personalidad es fuerte construye un caparazón alrededor de la esencia, con lo que hay muy poco hado. Las influencias planetarias que controlan el hado, el tipo, la esencia, no nos alcanzan cuando la personalidad es muy fuerte. Pero hay quienes, totalmente aparte de la influencia de «escuelas», viven más en la esencia. En ellos la personalidad es muy tenue y están más bajo la Ley del Hado que el resto de la gente. Así, dependen más de ciertas influencias de las que otros dependen menos. No diré lo que son esas influencias porque eso solo lleva a la imaginación. Es algo que hay que averiguar por uno mismo. En la vida de la gente corriente no hay nada de hado excepto el nacimiento y la muerte. Como ya he dicho, el hombre individual está muy poco regido por influencias planetarias porque su esencia esta subdesarrollada y es muy pequeña, o bien demasiado mezclada con la personalidad. Como esas influencias no pueden penetrar en la personalidad, tales hombres están bajo la Ley del Accidente. Si el hombre viviera en su esencia, se hallaría bajo las influencias planetarias o, en otras palabras, bajo la Ley del Hado. El que esto sea o no ventajoso es otra cuestión. Puede ser mejor en un caso y peor en otro. Generalmente es mejor. Pero los rayos planetarios no pueden penetrar en la personalidad; son reflejados por ella.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Respondiendo a una pregunta sobre influencias planetarias y astrología, Uspenskiï dijo: La combinación de influencias produce la combinación de tipos. No sabemos en qué consisten, ni tampoco podemos averiguarlo levantando un horóscopo. Eso sería algo como psicoanálisis medieval. «Pero las combinaciones vienen de los planetas, ¿verdad?». Sí, originalmente. Todas nuestras emociones y todas nuestras ideas vienen de los planetas. Ellas no han nacido aquí.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
La esencia, el tipo y el hado son prácticamente lo mismo, pero encontrar hechos en conexión con el hado es algo muy difícil, excepto quizá en lo relativo a lo físico: salud, capacidades y cosas así. Hay muchas otras cosas, pero son difíciles de distinguir porque en nuestro estado la esencia rara vez trabaja separadamente de la personalidad. Así que es peligroso sacar conclusiones. Pero hay algunas cosas que se pueden ver, por ejemplo, que ciertos tipos de personas atraen a ciertos tipos de personas. Ellos tienen el mismo tipo de amigos, el mismo tipo de problemas, el mismo tipo de dificultades, pero, por supuesto, sin que la personalidad tome nunca parte. Así que no se puede llamar puro hado; es más bien causa y efecto.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
 
 
La personalidad es casi toda artificial, igual que la esencia es casi toda real.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
El hombre vive sometido a un gran número de leyes: físicas, fisiológicas, biológicas, leyes creadas por el hombre mismo, y así sucesivamente, hasta que llegamos a las leyes de la vida personal y finalmente al «yo» imaginario. Ésta es la más importante ley que gobierna nuestra vida y nos hace vivir en la no existente séptima dimensión. Un gran número de fuerzas o influencias actúan sobre el hombre en un instante cualquiera, aunque éste se halla controlado principalmente por la imaginación. Nos imaginamos ser diferentes de lo que somos, y eso crea ilusiones. Pero también hay leyes necesarias. Estamos limitados a cierta comida y a cierta cantidad de aire, a cierta temperatura, y así sucesivamente. Estamos tan condicionados por influencias que tenemos muy poca libertad de elección. Es necesario que cambiemos nuestra actitud interna.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Usted habló antes de crear un “yo” permanente. Eso, ¿qué significa?».
 
Significa que cuando uno diga «yo» pueda estar seguro de que es el mismo «yo» cada vez. Porque ahora usted dice «yo quiero esto», y media hora después «yo quiero aquello». El «yo» es completamente diferente. Hay una cosa que es usted y hay muchos «yoes» imaginarios. Este usted es lo que realmente es, y debe aprender a distinguirlo. Puede que sea muy pequeño, muy elemental, pero usted debe encontrar algo definido y permanente, y suficientemente sólido en usted mismo.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
 
La personalidad falsa no existe en realidad, pero nos imaginamos lo contrario. Existe por sus manifestaciones, pero no como parte de nosotros mismos. No intenten definirla o se perderán en palabras, pero es necesario tratar con hechos. Las emociones negativas existen, pero al mismo tiempo no existen; no hay un centro real para ellas. Ésta es una de las desdichas de nuestro estado. Estamos llenos de cosas no existentes.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
El aburrimiento es una identificación con uno mismo, con la personalidad falsa, con algo en uno mismo. La identificación es un estado casi permanente para nosotros. Constituye la manifestación principal de la falsa personalidad, y es lo que nos impide salir de ella. Tenemos que ser capaces de ver este estado como alejado de nosotros mismos, separado de nosotros mismos, y eso solo puede hacerse tratando de ser más conscientes, tratando de recordarnos a nosotros mismos, tratando de aumentar la autoconsciencia. Solo cuando uno se vuelve más consciente de sí mismo se vuelve capaz de luchar con manifestaciones como identificación y mentira, así como con la misma falsa personalidad. Resultará inútil y pronto se abandonará, cualquier otro trabajo que deje esto a un lado. Como ocurre con las emociones negativas, con el autoengaño y con toda la imaginación, la personalidad falsa no puede existir sin identificación. Hay que entender que la falsa personalidad es una combinación de todas las mentiras, rasgos y «yoes» que nunca pueden ser útiles en ningún modo o sentido, ni en la propia vida ni en el trabajo, como las emociones negativas.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
 
En la personalidad falsa hay muchas cosas además de las emociones negativas. Por ejemplo, siempre hay malos hábitos mentales, pensamiento equivocado. La personalidad falsa, o partes de la personalidad falsa, está siempre basada en un pensamiento equivocado. Al mismo tiempo, si se le quitaran las emociones negativas la personalidad falsa colapsaría. No podría existir sin ellas.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
La personalidad falsa es, por así decir, un órgano especial para las emociones negativas, para desplegar las emociones negativas, para disfrutar de las emociones negativas, para producir las emociones negativas.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
«¿Cómo puede uno superar el engaño de la personalidad falsa?»
 
Debe usted conocer todos sus rasgos primero y luego debe usted pensar correctamente.
Cuando usted piense correctamente encontrará modos de superarlo. No debe usted justificarla; la falsa personalidad vive de la justificación, incluso de la glorificación de todos sus rasgos. En casi todos los momentos de nuestra vida, incluso en los periodos de quietud, estamos siempre justificándola, considerándola legitimada y excusándola de todas las formas posibles. Esto es a lo que me refiero cuando hablo de pensamiento equivocado. Así que lo primero es conocer la falsa personalidad y luego pensar correctamente acerca de ella. Se debe conocer lo que es, ubicarla, por así decir. Éste es el primer paso. Y, como ya he dicho, hay que tomar consciencia de que todas las identificaciones, todas las consideraciones, todas las mentiras, todas las mentiras a uno mismo, todas las debilidades, todas las contradicciones visibles o invisibles, todas ellas son personalidad falsa. Además, todas las formas de obstinación pertenecen a la falsa personalidad, así que más pronto o más tarde hay que sacrificarlas.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
En la mayor parte de los casos la falsa personalidad está basada en un rasgo que entra a formar parte de todo.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Todo sucede. Nadie puede hacer nada. Desde el momento en que nacemos hasta el momento en que morimos las cosas suceden, suceden y suceden, y nosotros pensamos que «hacemos». Ésta es nuestra condición normal en la vida, e incluso la más pequeña posibilidad de «hacer» algo solo se presenta a través del trabajo, y primero solo en uno mismo, no externamente. Incluso en uno mismo, el «hacer» empieza muy a menudo por no hacer. Antes de poder hacer algo que antes no podía, se deben no hacer muchas cosas que antes se hacían.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Las cosas nos pueden acaecer de cuatro modos diferentes: por accidente, a través de la ley de causa y efecto, por hado y por voluntad. La lucha debe ser intencional, por voluntad. Y usted debe ser consciente de su intención. Usted no puede hacer un esfuerzo y no ser consciente de ello. La voluntad está presente si usted desea algo, y decide y actúa, y consigue lo que se había propuesto. Eso es lo que importa.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
El término «emociones negativas» comprende a todas las emociones de violencia o depresión: autocompasión, ira, sospecha, miedo, enfado, aburrimiento, desconfianza, celos, etc. De ordinario se acepta esta expresión de emociones negativas como completamente natural o incluso necesaria. Muy a menudo recibe el nombre de «sinceridad». Por supuesto, no tiene nada que ver con la sinceridad; es solo un síntoma de debilidad en la persona, un signo de mal carácter y una incapacidad para guardar para uno mismo las propias penas. Tomamos consciencia de ello cuando tratamos de oponernos a esta tendencia, y de esto aprendemos otra lección. Nos damos cuenta de que en relación con las manifestaciones mecánicas no es suficiente observarlas, es necesario resistirlas, porque sin resistirlas no podemos observarlas. Suceden tan rápido, tan habitualmente y tan imperceptiblemente, que no podemos percibirlas a menos que hagamos suficientes esfuerzos para crearles obstáculos. Las emociones negativas constituyen un terrible fenómeno. Ocupan un enorme lugar en nuestra vida. Se puede decir de mucha gente que todas sus vidas están reguladas y controladas, y en última instancia son arruinadas por las emociones negativas. Al mismo tiempo, no puede decirse que las emociones negativas representen ningún papel útil en nuestras vidas. No ayudan a nuestra orientación, no nos dan ningún conocimiento, no nos guían de modo sensato. Por el contrario, echan a perder todos nuestros placeres, hacen que la vida nos sea un peso difícil de llevar y muy eficazmente impiden nuestro posible desarrollo, porque no hay nada más mecánico en nuestras vidas que las emociones negativas. Las emociones negativas escapan siempre a nuestro control. Aquellos que piensan que pueden controlar sus emociones negativas y manifestarlas a voluntad simplemente se engañan a sí mismos. Las emociones negativas están basadas en una identificación, si la identificación se destruye en un caso particular, las emociones negativas desaparecen. El hecho más extraño y fantástico sobre las emociones negativas es que, de hecho, son reverenciadas por todos. Lo que más le cuesta admitir al hombre mecánico corriente es que las emociones negativas propias y ajenas no tienen ningún valor y no contienen nada noble, ni bello, ni fuerte. En realidad, las emociones negativas no contienen sino debilidad, y a menudo son el principio de la histeria, de la locura o del crimen. Lo único bueno que se puede decir de ellas es que, siendo completamente inútiles y creadas artificialmente por la imaginación y las identificaciones, pueden ser destruidas sin que eso suponga ninguna pérdida, y ésta es la única oportunidad de escape que el hombre tiene. En realidad, tenemos mucho más poder sobre las emociones negativas de lo que pensamos, particularmente cuando nos hemos convencido de lo peligrosas que son y de lo urgente que resulta el luchar contra ellas. Pero encontramos demasiadas excusas contra ellas y nadamos en los mares de la autocompasión o del egoísmo, encontrando fallos en todo excepto en nosotros mismos. Antes de decir nada más sobre las emociones negativas es necesario que recapitulemos muy brevemente la idea fundamental sobre la que se basa nuestro estudio del hombre. El hombre, tal como le conocemos, no es un ser completo. La naturaleza le desarrolla solo hasta un cierto punto, y luego le deja para que siga creciendo por sus propios esfuerzos y recursos, o bien para que viva y muera tal como ha nacido. El hombre se atribuye a sí mismo muchos poderes, facultades y propiedades que no posee, y que nunca llegará a poseer a menos que pueda desarrollarse hasta convertirse en un ser completo. El hombre no se da cuenta de que, de hecho, él no es más que una máquina sin movimientos independientes, la cual es puesta en funcionamiento por las circunstancias externas. La más importante de las cualidades que el hombre se atribuye a sí mismo, pero que no posee, es la consciencia. Por consciencia entendemos un tipo particular de apercibimiento en el hombre. La consciencia de sí mismo, de quién es, de lo que siente o piensa, o de dónde se encuentra en ese momento. Hay que recordar que el hombre no es igualmente consciente todo el tiempo y que, según el modo en el que nosotros estudiamos al hombre, consideramos que él tiene la posibilidad de cuatro estados diferentes de consciencia. Son los siguientes: Sueño. Estado de vigilia o consciencia relativa. Tercer estado de consciencia o autoconsciencia. Cuarto estado de consciencia o consciencia objetiva. Pero en la vida ordinaria el hombre no sabe nada de lo que es consciencia objetiva y no hay experimentos posibles en esta dirección. De hecho, el hombre vive en solo dos estados: una parte de su vida la pasa dormido y la otra en lo que es llamado estado de vigilia pero que en realidad se diferencia muy poco del sueño. Por consiguiente, cuando hablamos de consciencia nos referimos a un estado de mayor amplitud que nuestro estado ordinario de vigilia. Sobre este estado no tenemos control, pero sí sobre el modo en que pensamos sobre él y podemos construir nuestro pensamiento de modo que la consciencia se produzca. Dando a nuestros pensamientos una dirección que tendrían en un momento de consciencia, podemos inducirla. Llamamos a esta práctica autorecuerdo. En relación con nuestro estudio del hombre hablamos además de la necesidad de entender las cuatro funciones de la máquina humana (pensamiento, sentimiento, movimiento e instinto) y de intentar observar las diferencias en cualidad de sus manifestaciones en cada uno de los tres estados de consciencia. Las cuatro funciones pueden manifestarse en el sueño, pero sus expresiones resultan ilusorias y poco fiables; además, no pueden usarse en modo alguno, simplemente «van a su aire». En el estado de consciencia relativa, o estado de vigilia, ya pueden hasta cierto punto, servir para nuestra orientación. Sus resultados pueden ser comparados, verificados, enderezados, y aunque pueden crear muchas ilusiones, en nuestro estado ordinario no tenemos nada más y debemos aprovecharlos lo mejor posible. Si supiéramos la cantidad de falsas observaciones, falsas teorías, falsas deducciones y conclusiones hechas en este estado, dejaríamos por completo de creer en nosotros. Pero los hombres no comprenden lo engañosas que sus observaciones y teorías pueden llegar a ser y continúan creyendo en ellas. Es esto lo que les impide observar los raros momentos en los que sus funciones se manifiestan en conexión con chispazos del tercer estado de consciencia o autoconsciencia. La observación de las funciones es un trabajo largo. Hay que encontrar muchos ejemplos de cada una. Empezamos viendo que no podemos estudiar todo al mismo nivel, que no podemos observarnos imparcialmente. Inevitablemente observamos que algunas funciones están bien y que otras resultan indeseables desde el punto de vista de nuestra meta. Y debemos tener siempre una meta si queremos que cualquier estudio tenga resultados. Si nos concienciamos como dormidos, la meta será despertar. Si nos concienciamos como máquinas, la meta será dejar de serlo. Si queremos ser más conscientes, debemos estudiar lo que nos impide recordarnos a nosotros mismos. Así que tendremos que introducir una cierta valoración de las funciones desde el punto de vista de si son útiles o perjudiciales para el autorecuerdo. Si se hace un esfuerzo serio para observar por uno mismo a las funciones se percibirá una cosa. Se percibirá que, de ordinario, se piense lo que se piense, se haga lo que se haga, se sienta lo que se sienta, uno no se recuerda a sí mismo. Al mismo tiempo se encontrará que, si se hacen suficientes esfuerzos durante un tiempo suficientemente largo, se puede incrementar la capacidad de autorecuerdo. Se empieza a recordarse a uno mismo más a menudo y más intensamente. Se empieza a recordarse a uno mismo en conexión con más ideas, tales como la idea de consciencia, la idea del trabajo, la idea del autoestudio. La cuestión es: ¿cómo vamos a recordarnos a nosotros mismos?, ¿cómo vamos a hacernos más conscientes? Si se piensa seriamente sobre el tema de las emociones negativas, se encontrará que constituyen los principales factores que nos impiden recordarnos a nosotros mismos. Así que una cosa no puede ir sin la otra. No se puede luchar contra las emociones negativas sin recordarse más a uno mismo, y no se puede recordar más uno a sí mismo sin luchar contra las emociones negativas.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
En realidad, tenemos mucho más poder sobre las emociones negativas de lo que pensamos, particularmente cuando nos hemos convencido de lo peligrosas que son y de lo urgente que resulta el luchar contra ellas. Pero encontramos demasiadas excusas contra ellas y nadamos en los mares de la autocompasión o del egoísmo, encontrando fallos en todo excepto en nosotros mismos.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 
 
Las cuatro líneas de trabajo en uno mismo pueden esbozarse así:
 
Trabajo intelectual, preparación.
Trabajo en la consciencia, objetivo.
Trabajo con las emociones, medios, energía.
Trabajo con la voluntad, control, y también energía.
 
Peter Demianovich Ouspensky
La Consciencia
 


No hay comentarios: