Linnda R. Caporael

“Creo que hay mucho trabajo que se puede hacer sobre la incidencia histórica del cornezuelo de centeno, pero no todos estos casos terminarán siendo intoxicación por cornezuelo de centeno. Muchos de ellos podrían atribuirse al mismo tipo de hipótesis de histeria colectiva que describió a Salem en un momento.”

Linnda R. Caporael



"Desde Darwin, ha habido siempre un componente de evolucionismo en las teorías de la mente y la conducta. Bob Richards escribió un libro estupendo en el que describe esa historia, incluyendo sus altibajos. En general, ni los psicólogos ni siquiera los antropólogos culturales, como Clifford Geertz, han rechazado la evolución, sino más bien el determinismo genético, en especial en lo que se refiere a la inteligencia y a la conducta intergrupal. Ahora bien, la psicología evolucionista, como descendiente de la sociobiología, es diferente. Sus defensores reivindican una especialidad exclusiva dentro de la psicología, y forman un grupo entregado que difunde su programa.
Además, la popularidad entre el público tiene su importancia. El New York Times popularizó la psicología evolucionista hasta el punto de que se podían leer artículos sobre ella en la sección de moda del periódico. La cultura popular ha sido siempre un problema para el darwinismo. John Maynard Smith, un evolucionista bien considerado, dio en el clavo cuando, en pleno apogeo de la sociobiología, escribió que a veces era incapaz de distinguir cuándo la teoría evolucionista era utilizada (por los sociobiólogos) como mito y cuándo la empleaban como ciencia. En torno a la misma época, Misia Landau publicó un importante artículo sobre esa diferencia. El análisis que ella hizo de diversos escenarios evolutivos descritos por famosos (y ya fallecidos) paleoantropólogos muestra que los escenarios científicos tenían rasgos significativos en común con conocidos cuentos populares.
El trabajo de Landau tuvo un impacto inmediato en antropología, y yo llevo años planteando que tenemos que considerar la ciencia evolucionista humana como una “ciencia híbrida”.” Necesitamos métodos heurísticos para desarrollar escenarios competentes refinados por la investigación en psicología y por aportaciones más reflexivas y críticas de personas formadas en filosofía, humanidades y otras disciplinas interpretativas. Soy consciente de que esta última frase provocará un infarto a algunos científicos, pero si lleva a una ciencia mejor y más creativa, ¡adelante! Los científicos son humanos y no viven en un vacío social."

Linnda Caporael


"El envenenamiento por cornezuelo de centeno ni siquiera puede explicar todos los eventos en Salem. A finales de junio y principios de julio de 1692, creo que había más imaginación que cornezuelo. Pero en ese momento ya habían ahorcado a tres personas, y las pruebas habían tomado un camino en el que la gente sentía que tenían que permanecer. Uno de los ejemplos más claros es el joven acusador que, a fines del verano, dijo 'espera un minuto, no creo que haya brujas después de todo'. En ese momento, las otras chicas comenzaron a acusar a ELLA de ser una bruja, e inmediatamente pareció entender lo que estaba pasando y comenzó a ser una acusadora vociferante nuevamente."

Linnda R. Caporael


"El término “psicología evolucionista” para mí sólo tiene sentido como parte de un esfuerzo interdisciplinario más amplio, que podría denominarse ciencia evolucionista humana, y reuniría a antropólogos, historiadores, filósofos de la biología, científicos de la informática y otros especialistas. En esa ciencia los datos, la teoría y la interpretación de ambos podrían compartirse, someterse a prueba y debatirse."

Linnda R. Caporael



"Es cierto que la psicología evolucionista, que según E. O. Wilson afirma, es sociobiología con otro nombre, tiene la ventaja de su popularidad entre el público. Una forma de evaluar su éxito es compararla con otros esfuerzos académicos que llegaron a la escena intelectual en torno a la misma época. Por ejemplo, si la comparamos con los estudios de género, que, como la sociobiología, tuvieron mucho eco, o con la tectónica de placas, que provocó un cambio dramático en el pensamiento dentro de las ciencias geológicas, muy parecido al que la sociobiología y la psicología evolucionista esperaban causar en las ciencias sociales y en la psicología, en ninguna de las dos comparaciones la psicología evolucionista sale muy bien parada. Nadie puede negar que el impacto intelectual y público de los estudios de género ha sido mucho mayor que el de los estudios evolucionistas, y aunque la tectónica de placas no es noticia en los periódicos todas las semanas, es una ciencia próspera que va acumulando conocimientos y con un elevado consenso científico a nivel internacional. Hay más referencias a la evolución en las revistas especializadas de psicología que hace 10 años, y la psicología evolucionista puede apuntarse el mérito en ese sentido, pero esas referencias tienden a ser del estilo de justificaciones de la importancia de los objetivos del artículo. Aunque el futuro de la psicología evolucionista puede no ser tan brillante, no se puede negar su influencia en algunos proyectos que están apareciendo. La evolución está bien representada en algunas organizaciones interdisciplinarias excelentes, como el Centro para el Estudio de la Dinámica y la Complejidad Social (Center for Social Dynamics and Complexity) de la Universidad Estatal de Arizona.
Por cierto que la etología no ha fracasado en absoluto. Es verdad que se trata de una disciplina más viva en Europa que en Estados Unidos, y eso, en mi opinión, es una pérdida para Estados Unidos. La combinación de meticulosa observación naturalista e investigación de laboratorio constituye un ejemplo de excelencia en el diseño de investigación y en la teoría. Ojalá hubiera más ejemplos como ese en las ciencias humanas en general."

Linnda R. Caporael



"La biología, la psicología y la cultura son parte de un paquete de cambios evolutivos conjuntos."

Linnda R. Caporael



"La idea de tener un cerebro de la edad de piedra en un cráneo moderno es vívida, cómica y memorable, pero no la entiendo. Piensen en ello. Si tuviéramos una “mente de la edad de piedra”, ¿no tendríamos todavía un mundo de la edad de piedra y un estilo de vida de la edad de piedra como los chimpancés, las morsas y casi cualquier otro animal? Obviamente, lo que ocurre es lo contrario: tenemos mentes modernas en cuerpos de la edad de piedra. Nuestro cuerpo material actuando en un mundo material es uno de los mejores indicios que tenemos del pasado.

Debería prestarse mucha más atención a lo que podemos aprender centrándonos en la actividad, una combinación de cuerpo, ambiente y “mente”. La psicología occidental se mueve en un dualismo mente-cuerpo, que los expertos que estudian la cognición vinculada al cuerpo (embodied cognition) están empezando a desafiar. En etología, se presta mucha atención al cuerpo y se interpreta la importancia de la actividad de los animales. Fíjense en que se analizan muchas más cosas que simplemente la “conducta”. El descubrimiento de la selección natural por parte de Darwin debe algo a la observación de la actividad corporal de los animales.

Sin embargo, los psicólogos darwinistas defienden una secuencia evolutiva como esta: “selección natural–>mecanismos psicológicos–>conducta” (Cosmides & Tooby, 1987, p.281—libro editado por Dupré, The Latest on the Best). Esto sencillamente no tiene sentido –la selección natural «no puede ver» mecanismos psicológicos, sólo puede ver cuerpos en movimiento (actividad). Quizá prestando más atención al organismo-en-situación podríamos aprender más sobre la mente.

Hay por lo menos tres supuestos implícitos en la historia de la mente de la edad de piedra. El primero es que “la mente” es unitaria y evoluciona como una unidad (un supuesto curioso para los defensores de la modularidad). El segundo supuesto, relacionado con el anterior, es que las “mentes” de los homínidos de la edad de piedra funcionaban exactamente igual que las mentes prehistóricas de los humanos modernos. Algunos aspectos de la mente (por ejemplo, el miedo) pueden haber continuado no sólo desde los primeros homínidos sino desde alguna criatura ancestral diurna que puede haberse parecido más a una musaraña que a un simio; otros aspectos probablemente se han re-organizado (por ejemplo, el dolor emocional) a lo largo de diferentes escalas de tiempo, incluyendo el desarrollo del individuo, a partir de organizaciones que ahora no reconoceríamos como “dolor”.

El tercer supuesto es que los genes son la explicación para cualquier estabilidad potencial a lo largo del tiempo. Incluso si admitiéramos todos los supuestos que tienen que ver con presuponer una continuidad entre el presente y el pasado y la unidad psíquica de la mente, hay otras explicaciones posibles para los rasgos estables. Por ejemplo, todo ser humano, como sus ancestros homínidos, necesita alguien que le cuide durante los primeros años de vida. «Tener alguien que nos cuide” no es un rasgo genético, pero es universal a través del tiempo y del espacio, y es una asociación que se repite constantemente en el sistema de desarrollo humano. Por tanto, algunas de las cosas que queremos atribuir a los genes podrían ser atribuibles a una constancia en la relación cuerpo-ambiente. Podemos añadir una cuarta objeción a la historia de la mente de la edad de piedra: ¿cómo podemos saberlo? No tenemos ni idea de cómo pueden haber sido las “mentes” ni siquiera hace 20000 años.

El llamado efecto Cenicienta no puede considerarse como evidencia del desajuste entre el pasado lejano y el presente moderno. Hay un análisis muy detallado en el libro de David Buller, que es una crítica metodológica de la psicología evolucionista. Por ejemplo, hay pruebas de que cuando se lleva ante las autoridades el caso de un niño con lesiones, el hecho de que haya un padrastro o madrastra en casa contribuye a la decisión de si la lesión es resultado de maltrato infantil. Hay otra explicación alternativa muy simple del efecto, que no puede determinarse a partir del tipo de datos manejados por Wilson y Daly: ¿Qué hace el niño? Parece probable que un hijastro no recibirá con los brazos abiertos a un nuevo padre (o madre) que viene a reemplazar al anterior, o que no aceptará de buen grado que sus relaciones con la persona que le cuidaba se alteren por el cambio.

Lo que más me preocupa de la concepción de la mente que transmite la caricatura de la “mente de la edad de piedra” es que nuestro objeto de análisis no sea en realidad la “mente”, sino más bien una vaga noción sacada de nuestra propia etnopsicología occidental (o psicología popular). En ese caso, la psicología evolucionista acabará por irse a pique, como les ha ocurrido repetidas veces a las teorías darwinistas de la mente. Para poder utilizar realmente la teoría evolucionista, tenemos que reconocer que, intelectualmente, nuestra comprensión de la mente, el cuerpo y la actividad es como la visión de la cosmología anterior a Copérnico. Se había logrado un enorme avance en la recogida de datos astronómicos en los 2000 años antes de Copérnico, pero hizo falta ver el mundo de una forma nueva, girando alrededor del sol, para que la observación de las estrellas se convirtiera en una ciencia."

Linnda R. Caporael


"La respuesta corta sería: mira simplemente nuestro cuerpo. Los humanos somos incapaces de reproducirnos y de sobrevivir hasta la edad reproductiva en ausencia del grupo. Carecemos de caninos o de un blindaje que nos sirva de defensa; somos demasiado lentos para escapar, y nos cuesta manejarnos con agilidad durante el embarazo. Dependemos de los conocimientos descubiertos, manufacturados, probados y compartidos a lo largo de generaciones. Existen límites morfológicos en cuanto a la velocidad con que un ser humano puede escapar de un predador o andar en busca de alimento. También hay límites para el tamaño del grupo: un grupo puede correr el riesgo de morir de hambre si es demasiado grande y consume todo el alimento disponible, o si es demasiado pequeño y no cuenta con personas suficientes para trabajar en conseguir comida.

La respuesta larga comienza con metáforas. Las “necesidades” de los organismos o de las especies no guían la evolución. La evolución es un resultado estadístico de iteraciones en las condiciones de desarrollo y en las interacciones con el ambiente. No hay ningún agente que “seleccione” o “favorezca”, y, aunque Darwin utilizaba esta metáfora, él mismo se sentía incómodo con este antropomorfismo. Hay una larga historia del uso de metáforas para hablar de la evolución, y sin embargo muy poca consciencia entre los científicos biológicos sobre la forma en que el lenguaje moldea lo que se dice y lo que se entiende. En psicología social somos mucho más conscientes del problema gracias a la investigación que muestra que simplemente la forma en que planteamos una pregunta moldea la respuesta. Por tanto, “egoísmo genético” es una metáfora, pero ¿qué significa exactamente? Por una ingente variedad de razones, incluyendo una gran dosis de suerte, algunos genes se replican más que otros en una población de interés. Fin de la historia.

La genética de poblaciones, que es la fuente de la actual definición neo-darwinista de la evolución, trata de la transmisión genética. No nos dice nada sobre la forma del cuerpo o la conducta. Se ocupa de los cambios en la frecuencia de genes en una población de generación en generación. Este enfoque ha sido valioso en biología, y sin duda limita la teoría evolucionista humana también. Pero la transmisión genética en sí misma ofrece muy poco para comprender la socialidad. La “perspectiva del gen” al explicar la evolución se sitúa por debajo del nivel del organismo. No establece distinciones entre las amebas, las ostras y los humanos, y mucho menos distingue si son o no fenotípicamente sociales. Podemos dar una “explicación evolucionista” de los fenómenos dado lo que sabemos—o creemos saber—sobre las ostras y los humanos, pero será más que nada un ejercicio. Eso no significa que la teoría sea incorrecta; significa que el seleccionismo de los genes no es un nivel de análisis apropiado para la psicología humana. Tenemos que recurrir a la teoría de la selección multi-nivel—es decir, la selección que ocurre a niveles de organización superiores, como el organismo e, incluso, el grupo.

Si acudimos a la selección multi-nivel, y al nivel de análisis que nos concierne, podemos observar, de una forma muy parecida a como lo hace E.O. Wilson respecto a sus hormigas, que los humanos son incapaces de reproducirse y de sobrevivir hasta la edad reproductiva sin un grupo. La coordinación de las hormigas es en parte el resultado de su interesante constitución genética (haplodiploidia). La coordinación humana no. Los problemas centrales para los evolucionistas humanos son los detalles sobre los orígenes y el mantenimiento de la coordinación (la integración de diferentes elementos de personas, actividades y cosas en una operación armoniosa). Este es otro nivel de análisis. No excluye a los genes, pero tampoco se centra en los genes. Personalmente creo que los orígenes de la coordinación son mucho menos excitantes que la evaluación de costes y beneficios. Los orígenes pueden estar simplemente en el hecho de que los grupos de parentesco no se dispersaban."

Linnda R. Caporael


“Tuve uno de esos problemas estándar para estudiantes de último año en los que vas a hacer el check-out para la graduación y te das cuenta de que te estás perdiendo un curso crítico. El mío fue un curso de historia. Me inscribí en uno y tuve que escribir un artículo de inmediato, lo cual decidí hacer sobre Anne Putnam porque había visto la obra de Arthur Miller EL CRISOL. Mi objetivo era demostrar que las mujeres podían ser tan malvadas como los hombres. Cuando comencé a investigar, recuerdo haber tenido uno de esos tipos de '¡ah-hah!' experiencias, donde estaba leyendo un libro en el que el autor dijo que no podía explicar las alucinaciones de todas estas personas en Salem. Fue esa palabra 'alucinaciones' la que hizo que todo encajara. Hace años y años, cuando era un niño, leí sobre el caso francés de intoxicación por cornezuelo de centeno y establecí la conexión entre los dos."

Linnda R. Caporael














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