Saadi Yusuf

A unos visitantes occidentales

Nos preguntamos, por Dios, por qué habéis venido hasta nosotros;
somos pobres
y bandoleros
y pescadores de un pescado que no satisface nuestras necesidades diarias
y polinizadores de palmeras, a veces.
 
Nuestras casas son
lana,
o caña,
o barro con techos de hoja de palmera, a veces.
 
Nuestra ropa
es una,
sin colores,
ni cortes ni formas,
sin cinto...
Incluso estamos desnudos, a veces.
 
Entonces,
por Dios, ¿por qué habéis venido hasta nosotros?
¿Os gustan, de verdad, las palmeras y el desierto?
¿Os gustan las casas de lana,
y nuestra ropa,
y el barro techado?
 
No nos queda,
a nosotros, los desollados, más que mostrar la blancura de los huesos.
 
No os damos,
os rogamos...

Saadi Yusuf



América, América

¡God save America
My home sweet home!

El General francés que levantó su tricolor
Sobre Nugrat al-Salman en donde estuve prisionero
Hace treinta años...
En medio de aquel giro en U
Que partió el flanco del ejército iraquí.
El general que amaba los vinos de St. Emilion
Llamó a Nugrat al-Salman, un fuerte...
En la superficie de la tierra, los generales reconocen
Tan sólo dos dimensiones:
Lo que sea que se levante a la vista es un fuerte
Lo que se extienda es un campo de batalla.
¡Qué ignorante fue el General!
Pero Liberation era más versado en topografía:
El chico iraquí que conquistó su primera plana
Yacía sentado y carbonizado tras la rueda del timón
En la autopista Kuwait-Safwan
Mientras las cámaras de televisión
(el botín de los perdedores y sus identidades)
estaban insertas en el camión como una vidriera de almacén
en la Calle Rivoli.
La bomba de neutrones es altamente inteligente,
Ella distingue entre un "Yo" y una "Identidad"

¡God save America
My home sweet home!

Blues

Cuánto he de caminar hasta Sacramento
Cuánto he de caminar para llegar a mi hogar
Cuánto he de caminar para alcanzar a mi muchacha
Cuánto he de caminar hasta Sacramento
En dos días ningún bote ha navegado este riachuelo
Dos días, dos días, dos días
Amor, ¿cómo puedo navegar?
Conozco este riachuelo
Pero, Oh! pero, Oh! pero, Oh! en dos días
Ningún bote ha navegado este riachuelo

La L La La L La
La L La La L La
Un extraño se atemoriza
No temas querido caballo
No temas a los lobos de la selva
No temas pues la tierra es mi tierra
La L La La L La
La L La La L La
Un extraño se atemoriza

¡God Save America
My Home sweet home!

Yo también amo los jeans y el jazz y la Isla del Tesoro
Y el loro de John Silver y las terrazas de Nueva Orleans
Amo a Mark Twain y los barcos de vapor del Mississippi
Y a los perros de Abraham Lincoln
Amo los campos de trigo y de maíz y el aroma del tabaco de Virginia
Pero no soy Americano. ¿Acaso es esto suficiente para que el piloto fantasma me devuelva
a la edad de piedra?
No necesito petróleo, ni a la misma América, ni al elefante ni al burro*
Déjame piloto, deja mi casa entechada con frondas de palma y este puente de piedra
No necesito tu Golden Gate ni tus rascacielos
Necesito a la aldea no a Nueva York
¿Por qué viniste a mí desde el desierto de Nevada, soldado armado hasta los dientes?
¿Por qué hiciste el camino hasta la distante Basora
Donde los peces solían nadar bajo los escalones de nuestras puertas?
Por favor no saquees aquí. Sólo tengo estos bueyes, que, perezosos
Mastican lirios de agua.
Déjame en paz soldado
Déjame mi cabaña flotante de caña y mi arpón de pescar
Déjame mis aves migratorias con sus verdes plumas
Llévate tus rugientes pájaros de acero y tus misiles Tomahawk.
No soy tu enemigo.
Soy aquel que vadea hasta las rodillas en campos de arroz
Deja que siga mi curso
No necesito de tu día del juicio.

¡God save America
My home sweet home!

América
Intercambiemos tus regalos.
Toma tus cigarrillos de contrabando
Y danos patatas.
Toma la pistola de oro de James Bond
Y dame la risa tonta de Marylin Monroe
Toma la jeringa de heroína bajo el árbol
Y danos vacunas
Toma tus copias heliográficas para cárceles modelo
Y danos casas en las aldeas
Toma los libros de tus misioneros
Y danos papel para escribir poemas que te difamen
Toma lo que tú no tienes
Y danos lo que nosotros tenemos
Toma las rayas de tu bandera
Y danos las estrellas.
Toma la barba de Afgani Mujahideen
Y danos la barba de Whitman repleta de mariposas
Toma a Saddam Hussein
Y danos a Abraham Lincoln
O no nos des a nadie

Ahora mientras mi mirada cruza el balcón
A través del cielo de verano, el veraneante verano,
Damasco da vueltas, aturdida entre series televisivas
Luego se sumerge, profundamente, en historias de fuertes
Y torres
Y arabescos de marfil
Y se hunde, profundamente, desde piedras angulares de fe
Y luego desaparece del balcón

Y ahora
Recuerdo los árboles
La palma de dátiles de nuestra mezquita en Basora, al final de Basora
El pico del pájaro
Y el secreto de un niño
Una fiesta de verano.
Recuerdo la palma de dátiles
La toqué. Me convertí en ella, cuando cae negra, ya sin frondas
Cuando el dique es destruido por el rayo

Y recuerdo a la vigorosa morera
Retumbando ante el hacha asesina...
Para llenar el arroyo de hojas
Y pájaros
Y Ángeles
Y sangre verde
Recuerdo cuando las granadas florecidas cubrían
Las aceras, los estudiantes lideraban el desfile de los trabajadores...

Los árboles mueren
Bombardeados
Aturdidos
Sin erguirse
Los árboles mueren

¡God Save America
My Home Sweet Home!

No somos rehenes, América
Y tus soldados no son los de Dios
Somos los pobres, nuestra tierra
Es la de los dioses ahogados
Los dioses de los toros
Los dioses del fuego
Los dioses del duelo que entremezclan arcilla y sangre
En una canción...
Somos los pobres, nuestro es el dios de los pobres
Quien emerge de las costillas del granjero
Hambriento
Y radiante
Y levanta su cabeza en alto
América estamos muertos
Dejad que vengan tus soldados
Quienquiera que mate a un hombre, dejad que resucite
Somos los ahogados, querida dama

Somos los ahogados
Dejad que el agua venga

* Elefante y burro, son, respectivamente, los símbolos del Partido Republicano y Demócrata de los Estados Unidos de América.

Saadi Yusuf


El lenguaje del ave totano
                  
            Cuando dijimos: Nos hemos alejado de las palmeras, los mares aplaudieron con pájaros y olas. Había un cielo celeste bajo nuestras pestañas. Lo imposible no ha de ser el camino a la taberna de la orilla. La camisa que palpitaba al viento era nuestra enseña de estrellas. Nos aproximamos a la fantasía hasta rozar el pórtico y su copa, y tendimos el tapiz de las acequias para congratularnos con la noria.
            No es justa la tierra, trasnochemos con las preguntas del mar en la noche y al alba anclemos los puertos. Todavía hay escarcha en los atracaderos y los cafés se adornan orgullosos con ropajes de peces saltarines y de redes. El musgo todavía reverdece sobre la roca y la copa tiene café con alcohol. En la lejanía, en una oscura llovizna, aparecen las barcas de pesca y en las cercanías, un gorro que flota.
            No nos acostumbramos al mar. Aquellos desiertos nos hacen señales en la sangre como pañuelos. En el sosiego del sueño despiertan para poblar nuestros sueños y dicen: ¿Hacia dónde es esa huida? Por sorpresa vislumbramos una caravana de camellos que caminan sobre el agua, oímos los cascabeles, pero nos refugiamos en la quietud de la fantasía y después nos enrollamos el manto como un turbante. Somos marineros con turbantes. Camelleros en los mares. Un duro retiro.
            ¡Dios de los arrabales! Nos has conservado el lenguaje del ave totano, y el grito del pájaro: ¡Shilú! ¿Por qué en un instante se transforman las ciudades en una nube?
            ¡Dios de los arrabales! ¿Es mucho pedir tener una casa? A los animales salvajes les has otorgado el derecho al sueño cuando cae la noche, a las plantas les has concedido la languidez, y a los pájaros, la calma del bosque en la bendición de la tarde. Padre mío, Dios de los arrabales, tenlo presente, no te has equivocado.
            Hemos envejecido, y nuestros nietos se deslizan unas veces sobre la nieve y otras sobre la arena. Y nuestros hijos son asesinados. Las batallas están perdidas, Dios mío. ¿No podrías impedirlas? Tú eres el Todopoderoso, ¿nos hallamos, pues, fuera de tu poder? Hoy, una cosa, mañana, otra, y pasado mañana... ¿Comienza la oración? Estoy en casa ahora, en un pueblo inglés. Cae la nieve, el gato maúlla y mi vino está en la tinaja.
            La tierra es nuestra morada, de nosotros, sus hijos. Se decía: Quien cultive la tierra sacará provecho. ¡Cuánto trabajamos hasta ulcerársenos la piel! ¡Cuánto se cansó la tierra! Quizá huyó aquel ángel, quizá convenció a las criaturas de que rezaran. Nuestro pueblo estaba sobre el agua. Nuestras chozas eran de caña y de barro; nuestras ropas, burdos tejidos. Es la tierra. Pero nuestros gritos estaban en los límites del canto, y nuestras estaturas eran elevadas.

Saadi Yusuf


            
¿Volverá a nosotros la tierra? Di: Volveremos nosotros a la tierra. Las palmeras del firmamento tienen la copa morena, morena, morena. Estrella de las alturas: Te quiero, morena. Me hallo aquí, en extraños arrabales. Mi casa no es mi casa. Mi gente no es la gente. ¡Desciende, tarde! ¡Hunde tus copos de nieve, frío, bajo los huesos! La ciudad lanza sus luces desde lejos. Paz a nuestro candil en la oscuridad. Paz a quien responda al saludo.

Saadi Yusuf



Mi madre me dijo un día

Mi madre
me dijo un día:
"Hijo mío,
cuando viniste a este mundo
sentí un relampagueo en los ojos",
y mi madre sabía que la conocía.
No la miré a los ojos, desconocía su color,
debían ser negros.
Aún siento cada tarde la bendición
de sus lágrimas derramadas por mí.
Yo, el hijo perdido, el pobre,
el  extraviado entre los cielos de los continentes
como estrella errante.
 
Madre,
cúbreme con la seda de tu polvo,
con la luz que surge de la oscuridad de tu tumba.
Cúbreme con el aroma
y el color de tu leche.
¿Qué pueblo es éste, madre mía?
¡Cuántos caminos hemos recorrido!
¡A cuántos balcones nos hemos asomado para preguntar un significado!
 
Pero no he sabido, madre,
hasta hace tres años, que el mundo es una cárcel
habitada por muertos.
No he sabido, hasta hace tres años,
que sólo tú eres mi amiga
y el jardín de mis sueños
 
Estábamos en una cabaña de hojas de palma y ramas,
una choza en el huerto de Naydi,
que había construido mi padre con las manos desnudas.
Un arroyo rozaba la puerta
y nos lamía las puntas de los pies con peces de plata.
No era nuestra choza un refugio de verano,
era nuestra morada.
Recuerdo que descendíamos al agua,
chapoteábamos,
y rozábamos la superficie como anguilas.
Éramos pobres,
y lo desconocíamos.
 
Pero el verano pasará,
y los peces y las anguilas se sumergirán en el fondo.
Vendrán las lluvias,
llegará el frío
y también el hambre del estornino.
Nos mojaremos, al dormir, con el agua que cae del techado
y reiremos,
reiremos
temblando, mientras los dientes castañetean de frío
y las extremidades se agotan de hambre.
Le pediré refugio a mi madre.
 
Ahora
casi veo el rostro borroso de mi padre.
¡Qué alejado está este rincón del litoral con sus campanarios
de nuestro pueblo, donde flotan las palmeras!
Cierro los ojos para ver el rostro de mi padre.
Era hermoso.
Mi abuelo le dijo al nacer:
"Yo te doy el nombre de Yusuf".
No recuerdo haber hablado a mi padre
ni que él me hablara.
Pero su rostro se repite ante mí ahora:
la kufiya blanca,
la nariz afilada,
los ojos grandes.
¿Debo preguntarme si mi padre me llevó,
como un pájaro,
sobre sus hombros?
¿Por qué no se lo pregunté a mi madre?
¿Acaso atesoro su blanca imagen en la memoria?
¿O bien la creé?
¿La perfilé a mi gusto
hasta darle forma?
 
Y ahora,
en este rincón del litoral,
mientras la lluvia cae desde el alba sin interrupción,
percibo el olor de su túnica.

Saadi Yusuf




















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