Yuri Andrujovich

"Espero que cada una de mis declaraciones también pueda ser aceptada con una lectura crítica. Espero que se entienda que soy solo un escritor y que, en su misma naturaleza, cualquier escritor es subjetivo. No puedo decir que esto sea algo negativo para mí, que me sienta forzado a adoptar este papel. Comunicarse con los demás es una de las tareas del escritor: uno de sus objetivos es promover una mayor comprensión entre la gente y los pueblos."

Yuri Andrujovich


"Estas luces encima de vosotros, estas llamaradas en el aire, esta ambición del fuego, estas paredes barrocas de los edificios cubiertas con guirnaldas y con las ramas verdes de mayo, estas figuras talladas en los nichos y portalones espolvoreadas con confeti y serpentinas, manchadas de mierda y esperma, estas carpas anaranjadas con mil tentaciones y mil reglas, estas torres encima de los jardines, estas murallas, esta casa consistorial con la aguja más alta del mundo, estas montañas encima de la ciudad, estas estrellas en el cielo.
Esta penumbra del pueblo, estos murciélagos en los campanarios, estas velas en el cementerio, estas salas de tormentos en los sótanos, estos pozos llenos de huesos, estos trastos en cuartos viejos, este cieno en las fuentes, estos vertederos en las laderas, estas voces en los subterráneos, así como estos tubos y grifos oxidados, lavabos desconchados, baños llenos de basura, platos desgastados, sábanas desgarradas, porcelana rota, campanas enterradas, cruces sin travesaños, los cuatro jinetes.
Estos semicírculos azules, estos labios pintados, moratones sacros, estigmas, venas hinchadas, narices hundidas, columnas torcidas, estas lenguas movedizas, caderas cantantes, medias rotas, hombros desnudos, colmillos ensangrentados, clavículas puntiagudas, pechos mordidos, estas farolas entre los pies, este brillo.
Y vosotros sois incapaces de decir algo aquí, de cambiar algo aquí: andáis en círculos, como sonámbulos y cada uno tiene su planeta y cada uno cogerá su camino, aunque erais totalmente sinceros en vuestro deseo de quedaros siempre juntos y de no hacer tonterías, pero el alcohol ronda vuestras cabezas y la fiesta os pisotea, estáis molidos y desmenuzados como la carne picada por un buen cocinero, porque, como ya dijo Mórtich, todos estáis solos, así que es muy dudoso que podáis encontrar algo entre estas carpas y escenarios, entre estos inútiles hermosos, en esta plaza completamente rodeada de montañas y de Europa por doquier, donde cada uno de vosotros se perderá a su manera, mira, ya empieza, le llaman, silban, gritan, cogen de la manga, ruegan, exigen:
-¡Señor Martoflak…!
Por fin ha llegado el momento, Martoflak: el pueblo conoce a sus poetas, te llaman, te necesitan, empiezas a dibujar autógrafos para estos jóvenes guapetones en camisas bordadas y vaqueros desteñidos, está claro que son universitarios, que sueñan con tus poemas, entre ellos Marta ha reconocido al que casi se mareó en el autobús de la alegría de verte.
Les escribes en sus libretas de notas, en tus libros, en tus retratos toda clase de disparates, Martoflak, porque lo más importante es no repetir ninguno de los autógrafos en ningún sitio, hay que ser siempre escueto, gracioso, filosófico, generoso, autosuficiente, majestuoso. Pero esta chiquilla con ojos como endrinas y labios demandantes no lleva nada: ni una libreta de notas, ni un libro, ni tu fotografía, Martoflak, y te pide que le dejes una firma en su frente, y pides un rotulador azul y otro amarillo y trazas tus iniciales en su cálida sobreceja, bravo, ole, le besas la mano, ¿y ahora qué? Encima porque toda la cofradía, parada a varios pasos de ti, te chilla con rabia:
-¡Martoflak! ¡Róstik! ¡Tío! ¿Vienes o no? ¿Qué demonios?
Pero estás como pez en el agua, Martoflak, como Pedro por su casa. Ésos son mis amigos, les explicas a los chavales amablemente, por cierto, también son poetas: Mórtich, Jomski, Stundera, ¿no habéis oído hablar de ellos? Bueno, ya oiréis, son chicos de talento, algunas cosas les salen bien, quién es aquella chica que va con ellos, pues no lo sé, todo el mundo se ríe, empiezas a despedirte pero el chavalote del autobús con el prendedor rojinegro te insinúa que tienen una mesa puesta cerca, una guitarra, un montón de combustible y que si podrías quedarte con ellos una horita, sería genial. A esto los dos endrinos te están mirando de tal manera que te sacudes los restos de la modorra y gritas a los tuyos."

Yuri Andrujovich
Recreaciones



"Pero el Estúpido Número Uno acogió con una docilidad sorprendente la noticia: se alegró de tener una nueva oportunidad y se apresuró hacia el árbol que sólo él y nosotros conocíamos, pasando bruscamente todas las páginas intermedias entre la realidad y el sueño (pasillo, escalera, ¿qué más?), aunque sin encontrar finalmente entre aquellas páginas la que buscaba.
En cambio, se encontró con la cola de una excursión de etnografía territorial. Eran unas decenas de personas, a las que Pepa no conocía, que llenaron toda la antesala; se habían agrupado cerca de unos stands con todo tipo de fotos viejas, pistolas de chispa y sombreros y examinaban de arriba abajo los telares, las ruecas y las maquetas de altos hornos. Pepa ya hacía rato que deseaba preguntar al primero que se cruzara en su camino: «¿dónde está el cerezo, el árbol?», pero no se atrevía: algo incierto le detenía; o la mala acústica del aula, donde los sonidos se hundían en el vacío y perdían la menor expresividad, u otra vez, esta luz imprecisa de la luna que tampoco faltaba aquí («¡es que estamos en la Luna!», se le ocurrió a Pepa). Sin perder la esperanza de una nueva oportunidad, Pepa se vio obligado a seguirlos a todos; en los stands se enteró de unos detalles que hasta entonces desconocía de la historia de la conducción de armadías de los Cárpatos, las particularidades de la cría local de ovejas, la alfarería y los jenízaros, de las raíces daciotracias en los nombres de las mayoría de los orónimos locales («Dzin-n-n-dzul», Pepa pronunció con deleite uno de estos nombres); de los métodos de persecución de hechiceros y brujas de los jesuitas polacos y las instituciones de castigo soviético-bolcheviques y de los males demográficos, interconfesionales e higiénicos relacionados con ello; finalmente Pepa aprendió que las avellanas de haya tienen una influencia especial sobre el organismo humano y animal, parecida a la de las drogas. En general, era interesante."

Yuri Andrujovich
Doce anillos



"Soy adepto a la teoría del homo ludens."

Yuri Andrujovich


"Yo no consideraría barroca mi literatura, aunque es posible que algunas de mis obras tengan trazos barrocos."

Yuri Andrujovich



"Yo no escribo de manera satírica, sino grotesca. Puede que sean las dos ramas de un mismo árbol, el de la “cultura de la risa” según lo denominó el filósofo ruso Mijaíl Bajtín, pero siguen siendo dos ramas distintas. Sobre la cultura de la risa pueden leerse cosas muy interesantes en la obra de Bajtín, sobre todo en su colosal ensayo sobre François Rabelais. La aproximación satírica dentro de la literatura me parece algo más lineal y por eso mismo menos interesante. La aproximación grotesca es más compleja y más independiente de la realidad. La sátira refleja una realidad que ya existe, mientras que lo grotesco crea una realidad propia y nueva."

Yuri Andrujovich











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