Zoltán Ambrus

"Ostende. Una gran sala de lectura del Casino. Hora: tres de la tarde. Elza se halla en completa soledad y escribe cartas. Miklós Teledgy hace su aparición en escena. Elza escucha una conocida melodía.
Miklós. Te estaba buscando por todos lados y por fin te encuentro.
Elza. ¿Por qué te muestras tan estupefacto?
Miklós. Confiaba en poder reunirme contigo.
Elza. Ahora tienes la oportunidad.
Miklós. ¡No te encontraba por ninguna parte!
Elza. Por supuesto. ¿Por qué me buscabas?
Miklós. No podemos engañar a nuestro querido abuelo.
Elza. Pensaba partir inmediatamente a Galitzia.
Miklós. Siento una cólera que me enardece, como si alguien tratara de hacerme escarnio.
Elza. ¿En serio? ¿Has sentido todo eso?
Miklós. Lo cierto es que no fue tan difícil de entender (su voz denota un tono de quietud infalible e inaccesible), incluso para un marido que se siente traicionado. ¿Escribiría ella una carta explicando la tropelía que estaba cometiendo?
Elza. (Riendo). No es del todo así. Sólo en la medida que el reloj ha dado las dos y media, no trataré de buscarme a mí misma en este día tan caluroso. De lo contrario, tú serías el culpable, porque habríamos tenido que matizar "o aquí o allá". No es una "rendez vous". Después de todo una chica no debería hablar con un transeúnte perdido cerca de la playa. Sobre todo cuando sabe que sucederá de cualquier modo.
Miklós. Al parecer, no soy ese tipo de hombre y si realmente quieres encontrarlo, nada puedo hacer al respecto.
Elza. No se trata de tres partes en litigio. Mis acompañantes tenían tres cuartos de mi misma edad, porque deseaba estar sola con mi difunto padre.
Miklós. ¿Pudiste hablar con ella?
Elza. No. Su padre recibió una carta, mientras tanto, y ahora está de muy mal humor.
Miklós. ¿Y aguardarás hasta que su humor sea más asequible?
Elza. Claro que esperaré. Te digo más. Estoy convencida de que no es bueno precipitarse en esta cuestión, así que no dudes que tendré paciencia hasta que su disposición de ánimo sea óptima. Las prisas arruinan todas las expectativas, así que es necesario asumir el control y elegir el momento preciso. Es imposible un tratamiento adecuado, siendo tan fácil la extorsión basada en la frivolidad de ciertas promesas.
Miklós. Eres como un perro atado a una estaca que baila y silba para sí mismo. Sin embargo esta situación me parece realmente complicada de resolver.
Elza. ¿En qué sentido? No te lo tomes a mal, pero no puedo imaginarme que no quede impresionado por tu condición de protestante."

Zoltán Ambrus
Las jóvenes Berzsenyi



"Por supuesto que lo reconocí al verle de nuevo. Llevaba un sombrero y el pelo recogido en dos trenzas que colgaban por su espalda, además de un bolso en bandolero en el que pude leer la palabra "Musik". Aquellos que se han dejado influir por la magia de las hadas reconocen el mal sobre la tierra.
A pesar de ser adolescente, había vivido mucho.
La realidad de la mañana se hallaba presente, me incliné sobre el café, dejé a un lado la carpeta cerca de mi sombrero y le pregunté a Sarika:
-¿Me permite, querida señora, acompañarla hoy?
El cuaderno de la propia Sarika y mi bondad natural constituían una monotonía interminable. Me apresuraría a decir que no hay dos personajes como nosotros en novela alguna. Recuerdo que tras el frecuente diálogo, matizaba en tono homérico:
-¿Tiene la intención de acudir también a la escuela?
-Así es, señora, efectivamente.
En el instante presente no había preocupación alguna que me impidiera acompañar a Sarika Binder, sin embargo habría de ver de nuevo la magia de mi hada.
¡Fuerza traidora! ¿Pueden unas simples flores adornar un sari azul? Pude ver a través de él. Sabía que aquel cuaderno ocultaba la realidad de esa señorita. Percibí su sonrisa en el momento que tañían las campanas."

Zoltán Ambrus
Mundo de ensueño













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