Juan Armada y Losada

"En Forteza al principio del valle hay dos leguas de las antiguas, y esas por costaneros, solitarios y no muy seguros caminos, que son además un tostadero en los bajos, donde un sol ardoroso dora y azucara la uva, y un páramo en los altos, donde á veces hay nieve hasta el mes de San Juan. Por miedo á la ventisca, al lobo, al hombre, á lo que sea, los del valle vienen en caravana, por parroquias á la ciudad, y es curioso ver cómo la caravana se detiene en la altura de Serranos —al lado del Castro de este nombre— ^y se descubren los hombres y se santiguan las mujeres, y se arrodillan algunas y aun besan el santo suelo en homenaje á la santa de Forteza, cuya Catedral de allí divisan... digo» si no está envuelta en sudario de nieblas, como sucede por caso general.
Pero, en fin, de cualquier modo, el sitio del homenaje es conocido, y si se ve porque se ve, y si no porque se adivina, ello es que allí hay obligado saludo, que es de despedida para los que de la ciudad caminan al valle, en grupo menos abigarrado de colores, pero no menos pintoresco de traza. Porque si es, pongo por caso, la familia de Castro —la del Conde, — va gran tropel de cabalgantes, bien montados en caballos briosos y corredores, y aun tal cual vez, hace años, iba la litera, de los cabalgantes rodeada, y sobre sus dos machos columpiándose. Y eran grandes, de relucientes lomos los machos; muy elegante, con sus molduras negras Luis XV, ciñendo rasgados vidrios la litera, joya de la casa, conservada por excepción con todo respeto y cariño."

Juan Bautista de Armada y Losada
Gondar y Forteza



"Ni ambicionaba yo ser todo un potentado, para que excitasen mi codicia aquellos grandes robos en que se contaba por pesos. Hice en la gavilla oficios de ayudante, y aun hubo quien se propuso instruirme en los secretos de sus estratagemas. Comía, bien, no bebía peor, y estaba sano. Tres cosas entre sí relacionadas, y las tres inmejorables...
Cuando menos se piensa, salta la liebre; cuando más descuidada estaba la gavilla, saltó sobre ella fuerza de la guardia civil. ¡Qué fatigas, y qué sudores pasé entonces! pero por bien empleados doy sudores y fatigas, aun siendo éstas tan grandes y aquéllos tan copiosos, porque al cabo logré poner pies en polvorosa. ¡Y con qué ganas me reía después, cuando pensaba que irían todos los otros caminos de la cárcel, si no estaban ya en ella, y cuando me consideraba yo libre, feliz é independiente! Porque lo que es lástima, maldito si me daban ninguna; como que precisamente la víspera de la sorpresa me arrimó López una más que mediana paliza, que tuvo por comento los denuestos de la gente aquella; valiente colección de brutos desalmados, que no decían ni pensaban sino que pensaba y decía el capitán; Fue la cuestión, que éste sospechó de mí, que me registró de pies á cabeza, y que topó lo que buscaba; unas pocas pesetas que yo había cogido sin darme cuenta de ello; ¡tales iban siendo ya mis hábitos de alargar la mano! El gran pecado aquel, me costó quedarme sin las pesetas del caso, más sin algunas otras que eran de mi exclusiva propiedad, y me valió la paliza que te dije, y los denuestos de que te hablé."

Juan Armada y Losada
Antonia Fuertes










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