Orlando Araujo

"Cuando los niños juegan, hasta la muerte vive: una pelota danza, una madera le hace vuelo, un viejo periódico es un barco en el mar pasajero de una lluvia. Todo es juego, el sol a través de un vidrio de botella incendia hierbas, una niña de cinco años ya es la abuela de una muñeca hecha de forros de almohadas donde ya nadie duerme. La desgarradura de una tabla vieja es una espada y una camisa vieja es una capa. El "Zorro" es de verdad el zorro, y no hay, entre niños, religión ni sacerdote."

Orlando Araujo



"Hay niños en el mundo, muchos, que sueñan con comida y amanecen con hambre. Debes saberlo tú que ahora comes y tienes otros sueños. Tú y Juancho juegan con la guerra de las galaxias, con monstruos japoneses y con armas de plástico, fabricadas en el Norte para los niños del Sur, vendidos por viejecitos amables en tiendas del niño Jesús y compradas por padres amorosos como nosotros. Nada malo."

Orlando Araujo




“La tierra es una animal blanco, azul y verde que danza frente a la luz del sol.
Sobre sus lomos lleva mares, ríos, montes, hombres, animales, ciudades. Es como una ballena del espacio. El espacio es el mar que no termina nunca…”

Orlando Araujo



"Los niños se juntan con los perros, con los gatos, con la arena para los castillos y con el mar para tantas aventuras."

Orlando Araujo


"Sí, ya sé, ya va, ya iré contando cartas. La vida es un rollo donde todos tenemos un cuento y los niños juegan con la vida y con la muerte, dos caballitos que vienen de Francia: corren que corren y ninguno se alcanza."

Orlando Araujo




"Teresa es la mascota, no más de diecisiete años, morena vivaz y valiente, sin que yo lo pida, ella que nota el desorden de mis cosas en la pensión las arregla y cuando regresamos del puesto por las tardes, todo está en orden. Le presto mi chaqueta porque está resfriada y el viento frío de estas montañas es agresivo. Me confesa que tiene dos meses de preñada. "Quisiera estar en mi casa", dice. Los cachorros la quieren, la protegen.
Sórdida casa esta pensión, mucho más que la de Santiago de Chuco, en Perú, cuando fui a trabajar sobre Vallejo. Huele a mierda y a basura, hay que bañarse echándose agua con un envase plástico; tiene una escalera sin luz y, en la noche, uno tropieza con tablas y cajones. Duermo dando vueltas, todos los huesos me duelen, la cama no tiene colchón, en cambio la almohada tiene un Mickey Mouse bordado.
Desde arriba, diagonal con la pensión, me llaman dos muchachas, subo, me preguntan si soy cubano, una de ellas es enfermera, me ofrecen un café, conversamos.
Este pueblo y sus caminos están llenos de caballos. Parece un western. El caballo aquí no es una decoración deportiva, es un medio de comunicación y de transporte. Desde el puesto, abajo en la vía y en los caminos que suben he visto pasar, a cada rato, verdaderas caravanas de hombres a caballo."

Orlando Araujo
Viaje a Sandino



Un amigo es el refugio de los miedos que sentimos noche y día,
alguien que te mira sonriendo cuando tú lo hieres.
Un amigo te levanta cuando caes y no espera saber que te has caído.
Es como si de pronto estás solo y alguien te llama para decirte que lo esperes.
Un amigo es el guante de tu corazón cuando hace frío, el bolsillo
donde guardas las cosas que no muestras, el abrigo contra la lluvia del odio,
un pararrayos aun cuando no haya tempestad, y una tempestad si en la calma
te atormentan.
Un amigo es el espejo donde tú eres él; no apagues esa luz y no le falles
en cualquier oscuridad.

Orlando Araujo
Cartas a Sebastián para que no me olvide



"Una carta de sueños y de juegos andaría coja si no cuenta el cuento del niño sin la pierna y del que quedó zurdo porque perdió la derecha. El niño de Solentimane jugando con el sombrero del padre que dió un brinco y se durmió en el patio y la niña de Argentina que murió en el aire con un terrón en la boca. Nada bueno."

Orlando Araujo
























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