Está oscuro aquí. La llama de la vela permanece quieta en el
aire. Nada se mueve en este túnel salvo nuestra mano sobre el papel. Estamos
solos aquí, bajo la tierra. Es una palabra temible, solos. Las leyes dicen que
ninguno de los hombres deben estar solos, jamás, en ningún momento, porque ésta
es la máxima transgresión y la raíz de todos los males. Pero hemos quebrantado
muchas leyes. Y ahora no hay nada aquí, salvo nuestro solo cuerpo, y es extraño
ver tan sólo dos piernas extendidas en el suelo y, en la pared frente a
nosotros, la sombra de nuestra sola cabeza.
Ayn Rand
Himno
Somos uno en todos y todos en uno.
No hay hombres, sólo el gran NOSOTROS,
uno, indivisible y para siempre.
Ayn Rand
Himno
Nos llamamos Igualdad 7-2521, como reza la pulsera de hierro
que todos los hombres deben llevar en la muñeca izquierda, con su nombre en
ella.
Ayn Rand
Himno
Nos esforzamos para ser iguales a todos nuestros demás
hermanos, porque todos los hombres deben ser iguales. Sobre las puertas del
Palacio del Consejo Mundial figuran unas palabras grabadas en mármol que nos
repetimos a nosotros mismos siempre que sentimos la tentación: Somos uno en
todos y todos en uno. No hay hombres, sólo el gran NOSOTROS, uno, indivisible y
para siempre.
Ayn Rand
Himno
Nosotros no somos nada. La Humanidad lo es todo. Por la
gracia de nuestros hermanos, nos es permitido vivir nuestras vidas. Existimos a
través de nuestros hermanos, por y para ellos, que son el Estado. Amén.
Ayn Rand
Himno
Nosotros queríamos saber. Queríamos saber sobre todas las
cosas que constituyen la tierra alrededor de nosotros. Hacíamos tantas
preguntas que los maestros nos lo prohibieron
Ayn Rand
Himno
Y las preguntas no nos dejan descansar. No sabemos por qué
nuestra maldición nos hace buscar no sabemos qué, siempre, constantemente. Pero
no podemos resistirnos. Nos murmura a nuestro oído que hay grandes cosas en
esta nuestra tierra, y que podemos conocerlas si lo intentamos, y que debemos
conocerlas. Nosotros preguntamos por qué debemos nosotros conocer, pero no
tiene respuesta para darnos. Nosotros debemos saber que somos capaces de saber.
Ayn Rand
Himno
Entonces, si el Consejo había dicho «carpintero» o
«cocinero», los estudiantes a quienes se les hubiese asignado ese oficio
empezaban a trabajar y ya no estudiaban más. Pero si el Consejo decía «líder»,
esos estudiantes iban al Hogar de los Líderes, que es el mejor hogar de la
Ciudad, porque tiene tres plantas. Y allí estudian muchos años, para llegar a
ser candidatos y ser elegidos para el Consejo de la Ciudad, el Consejo del
Estado y el Consejo Mundial a través del voto libre y universal de todos los hombres.
Pero no deseábamos ser líder, aunque fuese un gran honor. Deseábamos ser
erudito.
Ayn Rand
Himno
Habíamos sido un buen barrendero, y éramos como todos
nuestros hermanos barrenderos, salvo por nuestro maldito deseo de saber.
Ayn Rand
Himno
Hemos aprendido cosas que no están en los escritos. Hemos
resuelto secretos de los que los eruditos no tienen conocimiento. Hemos llegado
a entender lo grande que es lo inexplorado, y que vivir muchas vidas no nos
bastaría para llegar al fin de nuestras investigaciones. Pero no queremos que
nuestras investigaciones tengan fin. No queremos nada, salvo estar solos y
aprender, y sentirnos como si cada día nuestra vista fuese más aguda que la del
halcón y más clara que el cristal de roca.
Ayn Rand
Himno
Y, en nuestro corazón… —¡extraños son los caminos del mal! —,
en nuestro corazón está la primera paz que hemos experimentado en veinte años.
Ayn Rand
Himno
No sabemos por qué pensamos en ellas. No sabemos por qué,
cuando pensamos en ellas, sentimos de pronto que la tierra es buena y que vivir
no es una carga.
Ayn Rand
Himno
En nuestra cabeza ellas ya no son Libertad 5-3000. Les hemos
puesto nombre en nuestros pensamientos. Las llamamos La Dorada. Pero es un pecado
poner nombres a los hombres para distinguirlos a unos de otros. Aun así, las
llamamos La Dorada, porque no son como los demás. La Dorada no son como los
demás.
Ayn Rand
Himno
Hemos quebrantado muchas leyes, y hoy hemos quebrantado una
más. Hoy hemos hablado con La Dorada.
Ayn Rand
Himno
Y cuando todos estamos desvestidos por la noche, a la tenue
luz de las velas, nuestros hermanos guardan silencio, porque no se atreven a
decir lo que piensan. Porque todos deben estar de acuerdo con todos, y no
pueden saber si sus pensamientos coinciden con los de todos, así que temen
hablar. Y se alegran cuando las velas se apagan por la noche. Pero nosotros,
Igualdad 7-2521, miramos el cielo por la ventana, y hay paz en el cielo, y
limpieza, y dignidad. Y más allá de la Ciudad, se extiende la llanura, y más
allá de la llanura, negra bajo el cielo negro, se halla el Bosque Inexplorado.
Ayn Rand
Himno
Hemos oído decir que hay muchos Bosques Inexplorados en la
tierra, entre las Ciudades.
Ayn Rand
Himno
No todos los hombres pueden ver los secretos de esta tierra,
sólo los que van en su búsqueda.
Ayn Rand
Himno
¡Hay tanto por aprender todavía! ¡Tenemos un camino tan
largo ante nosotros! ¡Qué nos importa si debemos recorrerlo solos!
Ayn Rand
Himno
Mañana, a plena luz del día, cogeremos nuestra caja y
dejaremos abierto nuestro túnel, y caminaremos por las calles hasta el Hogar de
los Eruditos. Les pondremos delante el mayor regalo que jamás se haya ofrecido
a los hombres. Les contaremos la verdad. Les entregaremos, a modo de confesión,
estas páginas que hemos escrito. Uniremos nuestras manos a las suyas, y trabajaremos
juntos, con el poder del cielo, para la gloria de la humanidad. ¡Que nuestra
bendición sea con vosotros, nuestros hermanos! Mañana, nos volveréis a acoger
en vuestro seno y dejaremos de ser unos proscritos. Mañana, volveremos a ser
uno de vosotros. Mañana…
Ayn Rand
Himno
—¡Nuestros saludos, nuestros honorables hermanos del Consejo
Mundial de Eruditos!
Ayn Rand
Himno
Llenemos las ciudades de luz. ¡Llevemos una nueva luz a los
hombres!
Ayn Rand
Himno
—Conque pensáis que tenéis un nuevo poder —dijeron Colectivo
0-0009—. ¿Lo piensan todos vuestros hermanos? —No —respondimos. —Lo que no es pensado
por todos los hombres no puede ser verdad —dijeron Colectivo 0-0009.
Ayn Rand
Himno
Hay algún error, un terrible error, en el pensamiento de los
hombres. ¿Cuál es ese error? No lo sabemos, pero el conocimiento lucha en
nuestro interior, lucha por nacer.
Ayn Rand
Himno
Yo soy. Yo pienso. Yo deseo.
Mis manos… Mi espíritu… Mi cielo… Mi bosque… Esta tierra
mía…
¿Qué debo yo decir además de eso? Éstas son las palabras.
Ésta es la respuesta.
Estoy aquí, en la cumbre de la montaña. Levanto la cabeza y
extiendo los brazos. Esto, mi cuerpo y mi espíritu, es el final de la búsqueda.
Yo deseaba saber el significado de las cosas. Yo soy el significado. Yo deseaba
encontrar una justificación para ser. No necesito ninguna justificación para
ser, ni ninguna palabra que sancione mi ser. Yo soy la justificación y la
sanción.
Son mis ojos los que ven, y la vista de mis ojos confiere
belleza a la tierra. Son mis oídos los que oyen, y mi capacidad de oír le da al
mundo su canto. Es mi mente la que piensa, y el juicio de mi mente es la única
luz que puede encontrar la verdad. Es mi voluntad la que elige, y la elección
de mi voluntad es el único edicto que debo respetar.
Me han sido otorgadas muchas palabras, y algunas son sabias,
y otras son falsas, pero sólo tres son sagradas: «¡Yo lo deseo!».
En cualquier camino que tome, la estrella guía está en mi
interior; la estrella guía y la brújula que indica la dirección. Apuntan en una
sola dirección. Apuntan hacia mí.
No sé si esta tierra en la que me hallo es el núcleo del
universo, o si no es más que una mota de polvo perdida en la eternidad. Ni lo
sé, ni me importa. Porque sé que la felicidad es posible para mí en la tierra.
Y mi felicidad no necesita una aspiración más alta para justificarse. Mi
felicidad no es un medio para ningún fin. Ella es el fin. Es su propio
objetivo. Es su propia finalidad.
Tampoco soy yo el medio para ningún fin que otros puedan
querer alcanzar. Yo no soy una herramienta para el uso de ellos. Yo no soy un
sirviente de sus necesidades. Yo no soy una venda para sus heridas. Yo no soy
una pieza de sacrificio para sus altares.
Yo soy un hombre. Este milagro, yo, es mío, para poseerlo y
conservarlo, mío para protegerlo, mío para usarlo, ¡y mío para arrodillarme
ante él!
Yo no rindo mis tesoros, ni los comparto. La riqueza de mi
espíritu no ha de ser desmenuzada en monedas de cobre lanzadas a los vientos
como limosnas para los pobres de espíritu. Yo protejo mis tesoros: mi
pensamiento, mi voluntad, mi libertad. Y el más grande de ellos es la libertad.
Yo no les debo nada a mis hermanos, ni tampoco ellos me
deben nada. Yo no le pido a nadie que viva para mí, ni yo vivo para ningún
otro. Yo no codicio el alma de ningún hombre, ni mi alma ha de ser codiciada
por ellos.
Yo no soy ni enemigo ni amigo de mis hermanos, sino lo que
merezca cada uno de ellos. Y para ganarse mi amor, mis hermanos deben hacer
algo más que haber nacido. Yo no concedo mi amor sin razón, ni al primero que
pase y pueda querer reclamarlo. Yo honro a los hombres con mi amor. Pero el
honor es algo que debe ganarse.
Elegiré mis amigos de entre los hombres, pero no esclavos ni
amos. Y elegiré sólo como me plazca, y los amaré y los respetaré, pero no les
daré órdenes ni les obedeceré. Y uniremos nuestras manos cuando queramos, o
caminaremos solos cuando así lo deseemos. Pues en el templo de su espíritu,
cada hombre está solo. Que ningún hombre permita que se toque o se profane su
templo. Que una sus manos a las de los demás si así lo desea, pero sólo hasta
su sagrado umbral.
Porque nunca se debería pronunciar la palabra «nosotros»,
salvo por elección propia y sin darle mucha importancia. Esta palabra nunca se
debe situar la primera en el alma del hombre, porque entonces se convertirá en
un monstruo, en el origen de todos los males sobre la tierra, en el origen de la
tortura del hombre a manos de los hombres, y de una mentira atroz.
Pues la palabra «nosotros» es como cal vertida sobre los
hombres, que se va depositando y se petrifica, aplastándolo todo bajo ella; y
lo que es blanco y lo que es negro se pierden por igual en su gris. Es la
palabra por la cual los corruptos roban la virtud de los buenos, por la cual
los débiles roban la potestad de los fuertes, por la cual los necios roban la
sabiduría de los sabios.
¿Qué es mi gozo, si todas las manos, incluso las mancilladas,
pueden alcanzarlo? ¿Qué es mi sabiduría, si incluso los necios pueden imponerme
sus dictados? ¿Qué es mi libertad, si todas las criaturas, incluso las
fracasadas y las impotentes, son mis dueñas? ¿Qué es mi vida, si yo tengo que
doblegarme, asentir y obedecer?
Pero yo ya he terminado con este credo de corrupción.
Yo ya he terminado con el monstruo del «nosotros», la
palabra de la servidumbre, el saqueo, la miseria, la falsedad y la vergüenza.
Y ahora veo la cara de dios, y ensalzo a este dios sobre la
tierra, a este dios al que los hombres han buscado desde el inicio de su
existencia, a este dios que les otorgará gozo, paz y orgullo.
Este dios, esta sola palabra:
«Yo».
Ayn Rand
Himno
Comprendí que siglos de cadenas y latigazos no podrán matar
el espíritu del hombre ni el sentido de la verdad en su interior.
Ayn Rand
Himno
Después construiré una barrera de alambres alrededor de mi
casa y a través de los caminos que conducen a ella; una barrera ligera como una
telaraña y más impenetrable que una muralla de granito; una barrera que mis
hermanos nunca podrán cruzar. Porque no tienen nada con que combatirme, salvo
la fuerza bruta de su número. Yo tengo mi mente.
Ayn Rand
Himno
No hay nada que pueda arrebatarle la libertad a un hombre,
salvo otros hombres.
Ayn Rand
Himno
No hay nada que pueda arrebatarle la libertad a un hombre,
salvo otros hombres. Para ser libre, un hombre debe liberarse de sus hermanos.
Eso es la libertad. Eso y ninguna otra cosa.
Ayn Rand
Himno
Pero me sigo preguntando cómo fue posible, en aquellos
desagraciados años de transición, mucho tiempo atrás, que los hombres no vieran
adónde se dirigían, y que siguieran adelante, ciegos y cobardes, hacia su sino.
Me lo pregunto porque me resulta difícil concebir cómo unos hombres que
conocieron la palabra «yo» pudieron renunciar a ella y no saber lo que perdían.
Pero ésa ha sido la historia, porque yo he vivido en la Ciudad de los Malditos,
y sé del horror que los hombres permitieron que se les infligiera. Tal vez, en
aquellos tiempos, hubo algunos pocos hombres, unos pocos clarividentes y
limpios de alma, que se negaron a rendir esa palabra. ¡Qué agonía debió de ser
la suya al ver lo que se les venía encima sin poder detenerlo! Tal vez lanzaron
gritos de protesta y alerta. Pero los hombres no hicieron caso de sus advertencias.
Y ellos, esos pocos, libraron una batalla desesperada, y perecieron con sus
banderas manchadas con su propia sangre. Y eligieron perecer, porque lo sabían.
A ellos les mando mi saludo a través de los siglos, y mi compasión.
Ayn Rand
Himno
Pero me sigo preguntando cómo fue posible, en aquellos
desagraciados años de transición, mucho tiempo atrás, que los hombres no vieran
adónde se dirigían, y que siguieran adelante, ciegos y cobardes, hacia su sino.
Me lo pregunto porque me resulta difícil concebir cómo unos hombres que
conocieron la palabra «yo» pudieron renunciar a ella y no saber lo que perdían.
Pero ésa ha sido la historia, porque yo he vivido en la Ciudad de los Malditos,
y sé del horror que los hombres permitieron que se les infligiera. Tal vez, en
aquellos tiempos, hubo algunos pocos hombres, unos pocos clarividentes y
limpios de alma, que se negaron a rendir esa palabra. ¡Qué agonía debió de ser
la suya al ver lo que se les venía encima sin poder detenerlo! Tal vez lanzaron
gritos de protesta y alerta. Pero los hombres no hicieron caso de sus
advertencias. Y ellos, esos pocos, libraron una batalla desesperada, y
perecieron con sus banderas manchadas con su propia sangre. Y eligieron perecer,
porque lo sabían. A ellos les mando mi saludo a través de los siglos, y mi
compasión. Suya es la bandera que llevo en la mano. Y ojalá tuviera el poder
para decirles que la desesperación de sus corazones no fue definitiva y que en
sus noches había esperanza. Porque la batalla que ellos perdieron no puede ser
jamás una batalla perdida. Porque aquello por cuya salvación murieron jamás
puede perecer. A través de toda la oscuridad, a través de toda la vergüenza de
la que los hombres son capaces, el espíritu del hombre seguirá vivo en esta
tierra. Podrá dormir, pero se despertará. Podrá llevar cadenas, pero las
romperá. Y el hombre seguirá adelante. El hombre, no los hombres.
Ayn Rand
Himno
Y llegará el día en que romperé todas las cadenas de la
tierra, y arrasaré las ciudades de los esclavizados, y mi hogar se convertirá
en la capital de un mundo donde cada hombre será libre de existir para sí
mismo.
Ayn Rand
Himno
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