Nir Baram

“En Europa nos piden exotismo y yo no quiero ser exótico, no quiero escribir con Israel en el centro todo el rato.”

Nir Baram


“La mayor amenaza a la que se enfrenta mi país es la mentalidad de gueto que hemos desarrollado en los últimos 15 años. Hemos construido un muro y vivimos dentro con una fuerte sensación de paranoia que nos lleva a ver amenazas vitales por todas partes. Esto nos lleva al racismo, al miedo y a la inacción.”

Nir Baram



“La obsesión por la historia de Israel mina tu imaginación. Hay formas diferentes. Como decía Robert Musil, la novela histórica solo interesa si habla también del presente.”

Nir Baram



"Las rojizas torres de la fortaleza desaparecieron detrás de la arboleda. Unas frías ráfagas de viento mecían ligeramente la hierba y las cañas de la vera del río donde revoloteaban los pájaros y las mariposas en medio de una envolvente calma. Las hojas descompuestas se rompían bajo sus botas al hundirse éstas en la tierra mojada. Sacha aspiraba con placer el aroma de la hierba y la humedad, mientras miraba el río en el que se reflejaban los troncos de los árboles que crecían inclinados sobre el agua como una especie de gigantescas traviesas de vía. Las hojas doradas caían de los árboles y ella alzaba las manos para atraparlas y triturarlas entre los dedos hasta convertirlas en diminutas partículas que se le pegaban a la piel. Avanzó hasta el extremo del bosquecillo. Allí terminaban los árboles y aparecieron ante su vista los retazos de una estepa gris, moteada de los esqueletos negros de los árboles que se ven por todas partes en invierno.
Había empezado a chispear, el llano se extendía allí delante y el dosel de nubes se combó sobre él como una gran cúpula gris. La angustia que había desaparecido mientras estaba en la espesura del bosque volvía ahora a acometerla. Se acordó de los sueños de las últimas noches. En todos y cada uno de ellos aparecía algo relacionado con Vlada y con Kolia: los mellizos cortando con el cuchillo y con una azada un muslo de pollo con la cara de Stepan Kristoforovich, y su madre riñéndoles, «el muslo se coge con la mano»; Podolski y Reznikov royendo el tabique de madera que dividía en dos la habitación de los mellizos; unos circasianos con unos abrigos de oficial parecidos al abrigo de Vlada, pero acribillados a balazos.
A lo lejos, frente a ella, de detrás de unas vallas de alambre de espino, se elevaba una columna de humo negro. Se frotó la cara con las manos enguantadas y los pies se le quedaron apresados en la pegajosa tierra de la llanura. Apenas pudo avanzar unos pocos pasos, porque el barro se le aferraba testarudo a los talones. «El pantano es muy cruel, y a los primeros que se traga es a los miedosos…», solía contar el abuelo cuando hablaba de sus antepasados desaparecidos en las marismas de San Petersburgo. Se detuvo a escuchar su respiración, tan pesada, y se propuso refrenar su desbocada imaginación. Lo que tenía que hacer era mirar hacia el suelo, hacia la tierra, y verla tal y como era. El barro tenía mil y una formas: una lisa arcilla negra, unos charcos con musgo o con hojas descomponiéndose asomando de ellos —en ocasiones podía vadearlos, pero a veces había que cruzar chapoteando por ellos— o era como unas boñigas grisáceas que parecían suaves y tersas como un sombrero de piel aunque en su interior aguardara al acecho la inmundicia. A medida que avanzaba, las viscosas boñigas le pegaban los pies al suelo."

Nir Baram
Las buenas personas


"Lo más importante es muy simple: ¿seguiremos insistiendo en vivir en una sociedad donde los judíos son inherentemente superiores a otros pueblos, especialmente los palestinos? ¿O entendemos que la única manera de hacer Israel viable a largo plazo es con una sociedad igualitaria? Si la respuesta es sí, ya se puede pensar en la solución: dos Estados, un Estado para todos, una confederación u otras ideas.”

Nir Baram


 “Mi abuela era una sefardí muy religiosa, que adoraba al rabino Yosef y que trabajó mucho toda su vida. Podía disfrutar de Thomas Mann y admirar a los rabinos. El peligro de los ultraortodoxos para la sociedad y la economía israelí es algo enormemente exagerado por los judíos seculares, que no ven las diferencias en la compleja identidad israelí y solo analizan una oposición simplista: seculares contra religiosos. Creo que el llamado problema ultraortodoxo es una especie de historia de terror que algunos seculares se cuentan a sí mismos y al resto del mundo.”

Nir Baram



“¿Qué estoy escribiendo ahora? Nada. No entiendo por qué los escritores tienen que estar escribiendo todo el tiempo. No escribir es también importante. No hay que obsesionarse con lo que se ha creado.”

Nir Baram


"Tenemos que abrirnos a los palestinos, tal y como hacemos con los hijos de los inmigrantes colombianos. No quiero vivir en un gueto judío, sino en una estado israelí, en una sociedad multiétnica."

Nir Baram

“Vivimos en la paranoia.”

Nir Baram






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