José Manuel Blecua Teijeiro

 "Como recuerda Menéndez Pidal, mientras Castilla decía carrera, fecho, los leoneses y aragoneses continuaban diciendo carreira, feito, voces que aún hoy se pueden oír en la misma forma. Por eso es Castilla quien inicia una literatura política, las gestas, casi en contra del reino leonés. Ni Aragón ni León presentan un esfuerzo palpable por incorporarse a estas corrientes literarias castellanas. La corte aragonesa se nutrirá durante muchísimos años de elementos franceses y provenzales. La célebre Razón feita de Amor, escrita por algún escolar aragonés, llena de gracia y finura, está emparentada con géneros bien definidos de la literatura francesa. Lo provenzal presionará mucho tiempo en las cortes aragonesas, hasta el punto de encontrarse al lado de los reyes numerosos trovadores y juglares.
El cronista Francisco de Sayas -primer historiador de la literatura en Aragón-, después de afirmar que el endecasílabo tiene orígenes provenzales, dice que Aragón se adelantó a las demás regiones en el uso de la poesía vulgar, debido a esas influencias extrañas.
Esta influencia se hará más perceptible aún en la parte catalana y durará tres o cuatro siglos. En la Biblioteca de nuestra Universidad se conserva un precioso cancionero de poetas aragoneses y catalanes escrito bajo fórmulas provenzales. Nada significa tampoco la literatura medieval escrita en aljamiado. Lo mismo sucede con la obra de D. Juan Fernández de Heredia, valenciano, tan interesante para el estudio del humanismo aragonés y del dialecto de su tiempo. La Crónica de los conqueridores, sin editar aún por completo, es una traducción. Podemos, pues asegurar, si pecar mucho, que nuestra contribución a la literatura medieval no es una gran cosa. Hay que llegar a finales del siglo XV para encontrar un poeta singular y lleno de originalidad: Pedro Manuel Ximénez de Urrea, de la familia de los Condes de Aranda. En 1513 publica en Logroño un cancionero rarísimo, que reeditó en el siglo pasado la Diputación aragonesa. En el prólogo dice algo lleno de interés, que además de demostrarnos la posición de un aristócrata ante la invención de la imprenta, demuestra perfectamente lo poco amigo de las novedades que suelen ser los ingenios aragoneses. Prefieren lo establecido a lo nuevo."

José Manuel Blecua Teijeiro
La vida como discurso



"Cuando ya la poesía épica había llegado a su apogeo, surgió a su lado una poesía más culta, propia para una minoría de caballeros estudiosos y de clérigos, conocida con el nombre de mester de clerecía. Presenta con la poesía anterior diferencias profundas, tanto por la forma como por el contenido.
Frente a las gestas, los poemas de esta escuela se escriben en cuartetas de versos alejandrinos monorrimos, que ellos llamaron cuaderna vía. El autor del Libro de Alexandre se muestra muy orgulloso de esta manera de componer:
Mester trago fermoso, non es de ioglaria,
mester es sen pecado, ca es de clerezia;
fablar curso rimado, por la cuaderna via,
a sillabas cuntadas, ca es gran maestria.
El léxico se amplía, dando entrada a numerosos latinismos, abundando las comparaciones ajenas a la épica, como en este ejemplo: "Estas quatro doncellas, ligeras más que viento".
En cuanto a la temática, interesan más los temas de tipo erudito y europeo: vidas de santos, narración de milagros, leyendas referentes a la antigüedad clásica, como la de Apolonio, etc. Pero, a su vez, esta poesía sufre alguna influencia de los cantares de gesta: así, por ejemplo, Berceo llama a San Millán el buen campeador y el tema de Fernán González aparece con un poema íntegro.
El mejor poeta de clerecía, y el de nombre conocido más antiguo de la literatura española, es Gonzalo de Berceo, educado en el monasterio de San Millán. Vivía todavía en 1246, año en que figura como testigo en un documento. El mismo nos dice:
"Gonzalo fue su nombre qui fizo este tratado, en San Millán de suso fue de niñez criado, natural de Berceo, on San Millán fue nado."
Su obra es bastante extensa, escribiendo tres vidas de Santos -Santo Domingo, Santa Oria y San Millán-, tres obras de devoción a la Virgen María, entre las que descuella su colección de Milagros, y otras tres obras de tipo religioso, como el Martirio de San Lorenzo y El sacrificio de la misa.
Su obra más divulgada es la colección de los veinticinco Miraclos de la Virgen, llenos de candor primitivo y devota sencillez, pero también de auténtica poesía y de viveza narrativa. Berceo no trata de los temas religiosos como un teólogo, sino como buen poeta religioso deseoso de que los demás participen en su gozo. Su estilo directo, la brevedad de los temas, la pureza de intenciones hacen que su obra se lea con verdadero gusto. De sus milagros son famosos, aparte de la bella introducción alegórica, el del devoto ignorante, el del labrador ambicioso y el conocido y divulgado de Teófilo, que vende su alma al diablo. Berceo confiesa que quiere dirigirse a todo el pueblo, como un juglar, y por eso adaptará delicadamente al romance temas que aparecían en obras latinas. Usará también comparaciones o expresiones de tipo popular y de origen eclesiástico."

José Manuel Blecua Teijeiro
Historia y textos de la literatura española



Vicente Aleixandre

Muérdete tus entrañas de violeta
y las auroras recién nacidas olvidarán sus nombres.
Recordarán el tuyo,
ancho como el desierto y profundo como la nada.
Arráncate los lirios que te brotan en el cerebro
cuando las insomnes horas
galopan estremecidas por el alma.
Arráncalos. Lánzalos como flechas ardientes
a las criaturas ateridas
que tiritan bajo las cavernas de la noche.
Lánzales las purpúreas rosas de tus sienes,
las rosas de tu corazón,
las de tus manos y las de tu amada.
No escondas en tu pecho
los amorosos huracanes,
cuando todas las voces
engarfiadas las manos – mármoles ya sin venas–
te miran suplicantes, hondo mar, ancho río de lirios.
No tengas escondidos en tus labios
los millones de ruiseñores,
los cientos de calandrias y violines
que están gritando juntos
la más tierna canción de nuestros tiempos.
Suéltate ya la sangre de las enamoradas venas,
desgárrate tu frente de jazmines,
los cristales de tus ojos – claros cielos de días –
las noches de tus noches,
las plumas de tus alas.
Conviértete, por fin, en lluvia, en río, en mar, en mundo,
en madre y niño,
en flor enamorada,
en suave leopardo
o en claridad de estrella.

José Manuel Blecua Teijeiro


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