Eduardo Bustillo

Leyenda de la Casa del Renegado

I

Distraer la mente quiero
con mi sencillo romance
del fragor de tanta lucha,
del horror de tanta sangre.
Y aquí, sobre el mismo campo
testigo de mil desastres,
al resplandor de la luna
que triste y pálida sale,
voy a contaros la historia
de esa casa miserable
que en la roca se levanta
entre espesos matorrales.
Es el poema sentido
de un alma sola y errante
que en vano busca el consuelo
de sus eternos pesares.
---
En Algeciras vivía
con su fortuna envidiable,
un caballero español
de esclarecido linaje.
En dulce paz, con sus hijos
su esposa y su anciana madre,
con la bendición de Dios
en su lecho y sus manjares,
jamás amargó su pan
ni el sueño pudo turbarle
el afán de vanos títulos
ó de crecidos caudales.
La tradición no nos dice
qué causa pudo obligarle
a renunciar a las glorias
de felicidad tan grande.
No nos revela el secreto
de aquella inquietud constante
que nubló la faz serena
de su apacible carácter.
Si la tradición lo calla
bien el poeta lo sabe,
y vais a saberlo todos
los que escucháis mis cantares;
que en las cosas de este mundo
no hay misterios para el arte,
y canto yo los del alma
que son los que al mundo placen.

II

Un día que el caballero
llegó a pasar los umbrales
de un apartado salón
de la casa de sus padres
para distraerse viendo
curiosas antigüedades
y retratos de familia
de muy nobles personajes,
quiso Dios que allá en el fondo
de un desvencijado estante,
todo de polvo cubierto,
un cofrecillo encontrase
que en la misma cerradura
tenía puesta la llave.
Abrióle el buen caballero
sin que su mal recelase,
sin pensar que a la su honra
mucho pudiera importarle.
Del cofre sacó un papel
que escrito estaba con sangre,
palabras en él leyera
que alteraron su semblante.
Y el papel leyó cien veces
y otras ciento fue a dejarle
sobre el sucio cofrecillo,
con su paso vacilante
loco cruzando la estancia ,
de trecho en trecho parándose
para recobrar su aliento,
para respirar más aire.
Y es que aquel papel firmado
con el nombre de sus padres,
vino a través de los tiempos
a dirigirle estas frases:
—«Son para ti, si es que tienes
algo de mi ilustre sangre,
estos renglones escritos
con la que en mis venas arde.
A cruzar fui por mi mal,
a cruzar los anchos mares;
me apresaron los piratas
que manda el moro Aben-Galbe
que dicen es descendiente
de nobles Abencerrajes.
¡Mal haya la su nobleza!
que no puedo perdonarle
haber manchado mis canas
escupiéndolas cobarde.
Libre ya, pero sin fuerzas,
mi libertad ¿qué me vale?
Y solo tengo una hija,
y ella no puede vengarme.
Manchas hay en nuestro honor
y es muy justo que se laven,
y porque algún día llegue
a quien deba interesarle,
bien se ha de estar el papel
en donde yo le dejare.

Si es que tú llevas mi nombre
y tienes valor bastante,
tu cruzarás los desiertos
y buscarás a los Galbes
y noblemente en el campo
sabrás vengar el ultraje.
¡Jura por mi eterna gloria
que mientras tu honor no laves,
ni a ver volverás tus hijos
ni a pisar los patrios lares!»—
Y lo juró. Desde entonces,
frío, reservado, grave,
a solas con su secreto
y sus continuos afanes,
sufriendo, sin que su pena
comprender pudiese nadie,
fue concentrando el valor
de su espíritu gigante
para el momento supremo,
para aquel terrible trance
en que era precisa toda
la resignación de un mártir.

Eduardo Hano Bustillo y Lustonó



¿Qué será de ellos?

Junto al cantábrico mar
y del mar del mundo lejos,
viendo la espuma brillar
a los pálidos reflejos
de la luz crepuscular ;
mientras por la blanca arena
mis hijos corren sin pena,
con inocentes antojos,
este afán, que mi alma llena,
en llanto asoma a mis ojos.
Contemplando el mar sombrío
busco el porvenir quizá ;
y aunque a mis hijos sonrío
cuando la ola viene o va,
¿qué será de ellos, Dios mió?
¿qué será?

Mis lecciones recordando ,
tal vez en la arena juegan
letras mis hijos trazando,
y olas y más olas llegan
que las letras van borrando.
Oleadas de pasiones
en la ardiente juventud
llenarán sus corazones...
¡Ay! ¿ borrarán mis lecciones
de honradez y de virtud?
Si en vano mi amor se afana
y al mañana corren ya,
por ley de la vida humana
que a luchar los forzará,
¿ qué será de ellos mañana ?
¿ qué será ?

Brota en la playa una fuente
donde ahora juegan mis hijos ;
su cristalina corriente
sin tocar peñas ni guijos
baja al mar muy dulcemente.
De otra fuente el agua brota,
que entre los peñascos rota
desde el monte se derrumba,
y monte y valle alborota
buscando en el mar su tumba.
Fuente de cristales bellos
en mis niños brota ya ;
mas, del mundo a los destellos,
la corriente cambiará...
y ¿qué será entonces de ellos?
¿qué será?

Como un pájaro ligera,
cruza la mar una nave
que alguno con ansia espera...
¿Adonde va? ¡Dios lo sabe!
¿ Arribará ? ¡ Dios lo quiera !
Con mar bella y rumbo cierto,
otra nave dejó el puerto ;
volaba también, volaba...
Mas ya la esperanza ha muerto
del triste que la esperaba.
Pronto la nave atrevida
de esos niños volará
del mundo en la mar temida...
Y ¿qué rumbo llevará?
de los hijos de mi vida,
¿ qué será ?

Torrente fui despeñado ;
mi propia furia sentí ;
buque en la mar engolfado ,
sin timón, desarbolado,
entre las olas me vi.
De buscar playas ignotas
tan desengañado vivo ,
que ya, con las alas rotas,
poso en el peñón nativo
como las blancas gaviotas.
¡ Pobres hijos ! Dios les guarde
de lo que de mí fue ya :
de candor haciendo alarde
su infancia pasando va...
¿ qué será de ellos más tarde ?
¿qué será?...

Eduardo Bustillo



"Voy á ser a ustedes franco.
Me da tentación de dejar plantados entre los arbustos y los árboles, como un abedul y un alcornoque, á aquellos dos tontos, que un novelista serio llamaría el caballero de la Rosa y el caballero del Clavel, como Don Quijote llamaba á aquellos otros el caballero de los Espejos y el caballero del Verde Gabán.
Los nuestros eran verdaderamente dos caballeros de la Triste Figura, porque la hacían, colocados frente á frente, después de los donativos de Juanita.
Pero hay tontos que ni se arrepienten ni se enmiendan. Y éstos se empeñaron en tomar la cosa siempre por lo serio. En cuanto echó á correr Juanita, disputaron sobre quién había de llevar el gato al agua, ó á la chica por el camino de la constitución, es decir, por la senda de la formalidad amorosa.

"Y hubo mientes como el puño,
Y hubo puños como mientes,
Chaparrón de sombrerazos
Y diluvio de cachetes."

Problema: Dadas nuestras costumbres sociales, averiguar si hay algo más tonto que una coqueta.
Solución: Sí, señor; lo hay, cualquiera de los muchos tontos parecidos á los dos de mi cuento."

Eduardo Bustillo
El libro azul








No hay comentarios: