El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica



Cuentan las crónicas del 28 de agosto de 1789, que la Asamblea Constituyente de Francia se hacía la pregunta más revolucionaria de la época: ¿cuánto poder debe tener el rey Luis XVI? El debate suponía un antes y un después y estaba integrado tanto por seguidores y leales a la corona, como por fervientes defensores de tumbarla. Llegaron a un punto tan pasional en la defensa de sus postulados, que los partidarios de uno y otro modelo decidieron ubicarse estratégicamente en la Asamblea. Tal y como recoge Gustavo Bueno:
 
Fue en la sesión del 28 de agosto de 1789, es decir, ya constituido el tercer estado como Asamblea Nacional, cuando (acaso por analogía con la Cámara de los Comunes, en la que el partido en el poder se sienta siempre a la derecha, dejando la izquierda para la oposición) los partidarios del veto real absoluto se pusieron a la derecha y los que se atenían a un veto suavizado, o nulo, a la izquierda. Esta «geografía de la Asamblea» —como decía Mirabeau ya el 15 de septiembre de 1789— se mantuvo.
 
Según recogen los registros del Senado francés, la votación de ese día la ganaron los que estaban sentados a la izquierda, con 673 votos frente a los 325 de la derecha. La votación supuso el inicio del fin de la monarquía francesa y tanto Luis XVI como su esposa María Antonieta acabarían siendo guillotinados cuatro años más tarde. El término izquierda y derecha se mantuvo y los asambleístas siguieron ubicándose por afinidades. La diferenciación no tardó en adentrarse en el lenguaje político y sigue vigente en la actualidad. Lo cierto es que tal etiqueta ha sido muy útil a la hora de abordar ciertos temas y sigue teniendo una amplia aceptación. Es fácil para la masa comprender qué espectro político defiende una cosa u otra al oír izquierda y derecha. Pero ¿es esto cierto? ¿Podemos decir que la izquierda y la derecha siguen siendo tan opuestas o por el contrario nos encontramos ante el fin de tal separación?
 
El concepto de izquierda y derecha se ha quedado en una entelequia formada para hablar a la masa social incapaz de adentrarse más allá de conceptos superficiales y fácilmente asimilables. Lo correcto sería hablar de socialdemócratas, socialistas, comunistas, liberales, socioliberales, conservadores y así sucesivamente, en una amplia amalgama de ideologías que no resumiremos aquí por lo tedioso del asunto. En la actualidad, la disyuntiva izquierda/derecha carece de sentido puramente político y analítico. Bien distinto es a la hora de comunicar. Deberíamos dedicar una obra entera a analizar qué es la izquierda y qué es la derecha. En la actualidad son conceptos abstractos que significan más bien poco. Incluso en multitud de países los partidos considerados de derecha serían de izquierda en otras naciones y viceversa. Todo depende del lugar, del tema, de la nación, de la cultura, de la historia y de la realidad en la que habita cada ciudadano, es decir, lo correcto sería hablar de la derecha inglesa, la derecha francesa, la izquierda española, la izquierda noruega, etc. Por poner un ejemplo, en Europa los partidos de «izquierdas» tienen como bandera el matrimonio homosexual o el aborto, cosa que en Hispanoamérica es impensable. Recordemos las declaraciones de Evo Morales: «El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres», decía el dirigente boliviano respecto a los homosexuales en Europa. Qué decir del flamante presidente de Perú, Pedro Castillo, cuando fue preguntado en una entrevista sobre el aborto, la eutanasia y el matrimonio homosexual: «Para nada legalizaría el aborto», afirmó Castillo. «Vamos a trasladar a la Asamblea Nacional Constituyente que se debata, pero personalmente no estoy de acuerdo», sentenció. «¿La eutanasia? También que se traslade, pero tampoco estoy de acuerdo. ¿El matrimonio igualitario para personas del mismo sexo? Peor todavía. Primero la familia. Estas dos instituciones, que son la familia y la escuela, deben ir de la mano».
 
Otro de los puntos en los que el pack «izquierda» falla, lo encontramos respecto a los símbolos nacionales. En algunos países europeos como España enarbolar la bandera, cantar el himno o reivindicar a los personajes históricos más importantes de la nación se considera algo propio de «derechas». No ocurre lo mismo en otras naciones de marcado carácter izquierdista como es el caso de Corea del Norte, Venezuela o Argentina. Otro de los puntos que nos demuestra que el concepto de izquierda y derecha depende del país al que hagamos referencia lo vemos en las políticas económicas y sociales. Los partidos considerados de derechas en países como España, Francia, Grecia, Italia, etc. serían considerados como partidos de centroizquierda en Estados Unidos, Australia o Reino Unido. Así pues, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que las ideas que otorgamos a la izquierda o a la derecha dependen de la nación a la que hagamos referencia. Por lo tanto, ¿por qué seguimos utilizando un vocabulario que nació en 1789?
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 12
 
 
… es evidente que nos encontramos ante una nueva ideología que engloba tanto a la «derecha occidental» como a la «izquierda occidental». ¿Cuáles son los asuntos que tanto izquierda como derecha utilizan sin importar el qué, el cómo y el dónde? Cambio climático, feminismo, igualdad y racismo. Esos cuatro bloques han sido introducidos y engullidos a la fuerza por todos y cada uno de los partidos políticos que tradicionalmente representan a la izquierda y la derecha. Ambas defienden lo mismo, incluso sostienen que son graves problemas de nuestro tiempo a los que debemos enfrentarnos (posteriormente veremos qué hay de cierto en tal afirmación). A esta nueva ideología muchos han tratado de darle nombre. Algunos la llaman identitaria, lo políticamente correcto, marxismo cultural, posmodernidad, statu quo, nuevo hombre, etc. Pero lo cierto es que urge darle un término válido y que no sea confuso, que permita a la masa detectarlo con la misma precisión que usan aquellos que esparcen esta nueva forma de vivir y pensar. ¿Cómo podemos llamarlo? Es preciso darle un nombre inequívoco para poder analizarlo tanto de forma superficial como de manera analítica. Nos encontramos ante la alogocracia , es decir, el gobierno de los desprovistos de razón y lógica a la hora de enfrentarse a los desafíos propios de nuestro tiempo. Esta nueva ideología responde a una jerga superflua que a modo de ensalada se mezcla en todos los discursos sin importar su tema y cuyo trasfondo esconde el perverso intento de negar el uso de la razón para así poder aglutinar a todos los individuos en un colectivo oprimido y, a su vez, opresor de todo aquel que recurriendo a la razón cuestione los nuevos dogmas. En los últimos años es habitual encontrarnos con conceptos como economía feminista, economía verde, afrofeminismo, patriarcado, brecha salarial, opresión, discriminación, veganismo, micromachismo, indigenismo, víctimas interseccionales, diversidad, inclusión social, solidaridad, conciencia de clase, indignación, empoderamiento, transparencia, constructo social, sin papeles, animalismo, vegetarianismo, cisgénero, racialización, marxismo con perspectiva de género, reasignación, lenguaje inclusivo, revolución vegana, antiespecismo, heteronormatividad, interrupción voluntaria del embarazo, transfobia, resiliencia, deconstrucción de la masculinidad patriarcal, identidad sexual, teoría queer , feminismo de tercera generación, transhumanismo, altermundialismo, reconstrucción poscolonial, sociedad feminista, sentimiento colectivo, economía con perspectiva de género, serofobia, ecologismo capitalista, fabricación sostenible, transporte sostenible, energía verde, impuestos verdes, impuestos resilientes, tasas redistributivas, igualdad, minorías sexuales, migrantes, ideología de género, etc. Dispone usted de una amplia gama de conceptos en los que puede escoger a la carta su lucha para enfrentarse al mal y ser considerado un salvador del planeta, de las mujeres, de los negros, de los animales, de la energía o incluso si es usted más ambicioso, ¡puede hasta salvar al ser humano! Como veremos más adelante, estos conceptos superficiales que ni siquiera los más feroces guerreros saben definir correctamente, atraen a través de los sentimientos y la irracionalidad a un gran número de defensores de esta nueva forma de hacer política forjada en las buenas palabras, aunque sus resultados sean catastróficos. Pero, sobre todo, sirven para atacar de forma inmisericorde a los «negacionistas». ¿Acaso usted no quiere vivir en un mundo en el que todos seamos iguales? ¿No quiere respirar aire puro? ¿No le importan los mares y los animales? ¿No quiere erradicar la pobreza? ¿Es usted partidario de que las mujeres sean tratadas peor que los varones? ¿No será usted un racista que desea el mal a las otras razas? ¿No está de acuerdo en que la gente gane más dinero por su trabajo? Preguntas trampa que tienden a dar una respuesta instantánea a favor del nuevo dogma revelado. De esta forma, la acción-reacción consigue que el disenso sea considerado ilegítimo ya que, supuestamente, refuerza una situación injusta o peligrosa para nuestra existencia. En eso se basa la alogocracia, en la impetuosa necesidad de dejarse llevar por las emociones y no por la reflexión ante problemas que tienen respuestas complejas. Pero también debemos preguntarnos, en un momento de la historia en el que sólo se recurre a los sentimientos, cuáles de estos son los que más movilizan a los individuos. El miedo, la indignación, el odio y la ira son sin duda los más utilizados, pero también la falsa promesa de habitar en un mundo feliz en el que la pobreza y el mal no existan. Bajo ese falso pretexto se cimienta la alogocracia. ¿Es esto posible o por el contrario sólo sirve para manipular a la masa con un futuro que nunca llegará? ¿Se puede erradicar el mal de la naturaleza humana? ¿Es posible que no exista la pobreza? ¿Va a implosionar el planeta por nuestra culpa?
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 15
 
 
¿Quiénes conforman esta nueva alogocracia? La inmensa mayoría de los estamentos sociales más importantes. Desde los partidos políticos hasta las multinacionales que se sirven de este pensamiento único reinante para aumentar sus ingresos luchando contra «la explotación» mientras sus productos los hacen niños explotados, pasando por los influencers que se rasgan las vestiduras cuando el mainstream les indica cuándo deben hacerlo, los deportistas de élite, las instituciones públicas, las universidades, los colegios, la prensa, las radios, los gigantes tecnológicos, etc. La hipocresía es el eje central de todos estos actores que no cesan de atizar el pánico en la población para sacar un rédito económico. El doble rasero, como posteriormente analizaremos, es una constante en la forma de vida de todos los protagonistas de este fenómeno que azuza Occidente.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 18
 
 
Aunque la alogocracia se fundamente en el uso de los sentimientos, su método es una máquina perfecta diseñada con una lógica implacable. La ecuación insuperable para este nuevo mundo es: instituciones públicas + educación + masas de acoso + redes sociales + medios de comunicación. La alogocracia es una combinación letal que arrasa la razón y consigue hundir en el fango el debate intelectual para dar paso a la pantomima sentimentaloide que conquista, a través de los corazones, las mentes de los pueblos occidentales.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 23
 
 
Mientras usted se encuentra enganchado a su teléfono móvil rastreando entre las diferentes redes sociales, su mente se apaga convirtiéndose en el ciudadano obediente y sumiso que desea todo gobernante.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 23
 
 
El moralismo recalcitrante nos asfixia para dejar paso a una sociedad repleta de dóciles siervos, maleducados, henchidos de pretensiones y estúpidos, conducidos por la desinformación de los lobbies abanderados por los medios de comunicación. Hemos llenado el vacío espiritual de nuestra época con dogmas impuestos que apenas nos cuestionamos.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 24
 
 
Haz lo que yo digo, no lo que yo hago es uno de los lemas de la alogocracia.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 27
 
 
Haz lo que yo digo, no lo que yo hago es uno de los lemas de la alogocracia.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 27
 
 
¿Por qué jamás vemos a expertos que contradigan el mensaje único?
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 12
 
 
En el mundo actual, la libertad de expresión cada vez se ve más restringida a causa de la aprobación de leyes que condenan a individuos que expresan una opinión contraria a lo establecido. Bajo el concepto de «delito de odio», vemos cómo la intolerancia a escuchar ideas, independientemente de que nos gusten o nos repugnen, es perseguida hasta extremos propios del medievo. Ante esto, deberíamos establecer varias preguntas. ¿Quién determina los límites de la libertad de expresión? ¿Quién establece lo que es un delito de odio? ¿Quién dicta lo que es verdad o es mentira? Algunos podrán responder diciendo que lo hace la ley o la moral de la sociedad. Pero la ley no tiene por qué ser justa ni ajustarse a la verdad. No debemos olvidar que las leyes de Núremberg aprobadas por los nazis eran legales, la segregación racial en Estados Unidos era legal, la castración química a homosexuales era legal, la Inquisición era legal… En definitiva, todo tipo de prácticas que con el paso del tiempo evidentemente nos parecen repulsivas fueron legales y ampliamente aceptadas por la sociedad. ¿Cómo se consiguió romper en muchos casos la idea dominante de la sociedad? A través del intercambio de ideas. La libertad de expresión permite sacarnos de nuestro error y es algo que lejos de castigar deberíamos luchar firmemente por preservar. Sin embargo, en estos tiempos en los que reina el vacuo sentimentalismo observamos cómo en muchas ocasiones esta cruzada contra la libertad se une a la aprobación de leyes que buscan reducir al mínimo exponente la posibilidad de dar una idea con total libertad. Ya no sólo el rebaño es el que señala a la oveja negra, sino que ahora, además, tiene a los estados de su lado para imponer castigos que varían desde multas hasta la cárcel.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 37
 
 
El rebaño tiende a imponer como reglas de conducta y moral las ideas aceptadas por la mayoría, aplastando así a las minorías. Por ello, se hace imprescindible que la libertad de expresión sea la que otorgue protección al individuo libre, a la oveja negra que no quiere permanecer en el redil y prefiere, acorde a su voluntad, escapar de la imposición del resto. La muerte de la razón ha permitido que una élite reconvertida en ingenieros sociales determine qué es lo correcto, qué se acepta como bueno y qué camino debe seguir el rebaño. Dando rienda suelta a su distopía, se nos marca desde arriba el orden social que debemos seguir. He ahí la confusión que genera en muchos intelectuales que bautizan como «marxismo cultural» a esta corriente porque es propio de ellos creer que todo debe ser perfectamente planificado desde arriba. Pero ese análisis es erróneo ya que también vemos cómo muchas empresas, bancos, multinacionales, deportistas, influencers, etc. abrazan la idea y promueven la nueva agenda ideológica y enormes dosis de moralina al consumidor víctimas del cortoplacismo. Como pedía Gramsci: todo es política. La alogocracia consigue que todos los ámbitos acaben contagiados por la corrección política dominante.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 45
 
 
Debemos reconocer que a la «generación TikTok» apenas le importa los elevados niveles de deuda pública, el déficit, la sostenibilidad del sistema de pensiones, la meritocracia, la corrupción, la libertad individual, etc. Lo que de verdad le importa es poder hacinarse en una playa en verano, agruparse junto al rebaño en torno a unos cuantos litros de alcohol y acudir a la llamada del «todo incluido» en algún complejo hotelero para empacharse de frituras ultracongeladas. Lo que no ve esta nueva generación es que esta degradación en el orden de prioridades acabará con esos privilegios adquiridos, y entonces, quizás, la masa empiece a protestar y a reclamar lo que hace tiempo no merece poseer.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 51
 
 
Vivimos en la alegría obligatoria, en la felicidad dictada por ley, en la no ofensa, en la banalidad de espacios seguros porque lo pone en un cartel, en la homogeneidad de la moral a través de decretos que asesinan el espíritu del ser humano. La misión del Estado es la de reescribir, adaptar, manipular y moldear el pasado para hacerlo coincidir con el presente. Llegando incluso a prohibir pasajes de la historia, cuando no inventándolos u obviando puntos clave de la misma, se pretende hacer desaparecer cualquier atisbo que demuestre que otras alternativas son posibles.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 54
 
 
La alogocracia se extiende por todas partes y se aprovechan gobiernos socialistas y conservadores, capitalistas y anticapitalistas, comunistas y empresarios, grandes empresas y multinacionales, todo ello a costa del pequeño empresario, el individuo y el pueblo. Añadiendo el fenómeno tecnológico y el control de la información, su gran capacidad de mutación para moldear sus características y la gran capacidad que tiene para distorsionar la realidad sustituyéndola por espejismos y casos excepcionales, el Estado y la masa caminan de la mano. Los gobiernos ya no temen al pueblo ni que sus medidas sean impopulares. A través de dosis de morfina mezcladas en debates mundanos, de la continua apelación a los sentimientos, de la creación de apocalipsis artificiales y falsos peligros inminentes, consiguen centrar la atención donde ellos quieren con la ayuda de las grandes empresas que financian a los medios de comunicación que colaboran con el proyecto de este nuevo monstruo sigiloso que pasa desapercibido para la inmensa mayoría.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 59
 
 
La alogocracia es una ideología forjada de arriba abajo. Diseñada por los lobbies , institucionalizada por los partidos políticos, diseminada por los colegios, universidades y medios de desinformación, impuesta de forma coercitiva por ley y acuñada como dogma por el rebaño, asistimos a un nuevo mundo que arrasa naciones centenarias sin apenas dejar prisioneros. Un huracán de absoluto sinsentido en el que lo políticamente correcto debe prevalecer sobre la razón y erradicar la libertad de pensamiento hostigando a todo aquel que no comulgue con los nuevos «diez mandamientos». Rodeado de hipocresía y de un hipermoralismo que no se veía desde hace décadas, la imposición de una forma de vivir, de pensar, de comer y hasta de cómo debemos hablar avanza y destruye Occidente a una velocidad vertiginosa mientras la sociedad sigue ensimismada en su idiocia, recreándose en las migajas que les ofrecen las nuevas tecnologías para llenar sus instintos primarios. La narrativa se impone y nos acercamos a una distopía propia de sociedades indeseables.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 63
 
 
El mecanismo de recurrir a las masas de acoso se ha utilizado a lo largo de la historia en multitud de ocasiones. No siempre basta con controlar la información para poder erradicar cualquier atisbo de lucidez entre la oscuridad de la ignorancia, se necesita recurrir a la opresión continua porque es inevitable que se den fisuras. Por ello, el uso de la violencia ha sido una constante a lo largo de la historia para acabar con aquellos que enviaban un mensaje contrario a los intereses de los gobernantes. A través del uso de un grupo de fanáticos entregados a la causa, se consigue que todo aquel que se atreva a refutar la opinión generalizada y difundida por los medios al servicio del poder político, sufra la ira y la violencia de estos reducidos grupos.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 65
 
 
Los terratenientes saben hasta dónde pueden estirar el chicle sin molestar al rebaño.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 67
 
 
Los pastores se prestan a realizar el servicio y cuidar del rebaño a cambio de una cuantía económica considerable, que les aleje de las penurias que tendrían que vivir si su existencia dependiera única y exclusivamente de su talento y formación.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 72
 
 
Los pastores son los encargados de promover la cultura de la cancelación, realizar presiones sociales y conseguir que muchos se apliquen una terrible autocensura para poder seguir en el negocio. Si la oveja negra no puede ser sacrificada, se recurre a ridiculizarla y etiquetarla para que el resto del rebaño la desprecie y no sea tomada en cuenta.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 73
 
 
En la actualidad, especialmente el periodismo y las universidades han abandonado lo que antaño era la casa de la libertad de expresión y la tolerancia prohibiendo que determinados oradores puedan ser escuchados para no agitar al rebaño. El efecto provocado es el temor en la inmensa mayoría de profesionales a la hora de expresar en público lo que piensan en privado. El miedo a contradecir a los terratenientes y el rechazo de los pastores conlleva el suicidio profesional, así que muchos prefieren o bien unirse al colectivo, o callarse para poder seguir cobrando una jugosa nómina. Los pastores, valiéndose de unos recursos casi ilimitados, utilizan la violencia, la difamación, la censura, el linchamiento virtual en redes sociales y campañas de desprestigio para acabar con el que se atreve a ser independiente. Por último y no menos importante, los pastores se dedican a simplificar el debate para que todo el mundo pueda tomar partido. Otorgando significados positivos a ciertas palabras e ideologías, y tintes terriblemente negativos al que se opone, consiguen que el lenguaje aceptado sea el que ellos expanden. Una táctica clásica para que aquellos que no tienen ni idea de lo que hablan puedan ir de moralistas por la vida acallando al personal y utilizando términos tendenciosos. De esta forma el rebaño, que tiene un nivel muy bajo y es tremendamente irreflexivo, engulle los dogmas simplemente porque las palabras que se utilizan y el consenso entre los pastores consiguen que parezca que tienen razón.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 74
 
 
Un «rebaño» saludable es aquel que no tiene líderes sagrados a los que no se les puede discutir ni tampoco temas que son tabú por ser considerados políticamente incorrectos. Las ideas, el poder político, el funcionamiento de las instituciones públicas e incluso la religión deben estar sometidos a un control diario por parte de medios de comunicación, intelectuales, escritores, periodistas, profesores universitarios, etc. Que estos se hayan convertido en aliados y no en enemigos del poder, no es más que una muestra de la decadencia que se vive en Occidente. Pensar por uno mismo sin temer a las masas de acoso es un acto revolucionario en la era de la irracionalidad.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 77
 
 
Podemos resumir las tesis de Gramsci de la siguiente manera: para tener el poder, las ideas que queremos que triunfen deben ser mayoritarias entre la población y, para ello, es necesario construir una hegemonía para conquistar el Estado y una vez conquistado, utilizar todos los mecanismos para diariamente bombardear al pueblo con los dogmas impuestos para que sean aceptados de forma natural a través de la educación, el control de los medios de comunicación y la religión.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 83
 
 
La capacidad de mutación de la alogocracia sólo es posible si posees la hegemonía cultural. Si una pieza del reloj sufre una avería, es reemplazada por otra para que siga funcionando. Los dogmas son fácilmente sustituibles porque para que estos triunfen sólo es necesario contar con una maquinaria perfectamente engrasada que sea capaz de seguir funcionando sin ningún tipo de inconveniente. Lo que hoy es el centro del debate, mañana puede ser sustituido por algo distinto si así lo determina la alogocracia. Todo depende de la capacidad que tenga de influir, sedar y convencer al rebaño. No importará cuál sea el tema, incluso aquellos que ahora se desprecian o que se utilizan para insultar al antialogócrata pueden ser válidos como argumento para ganarse el favor de la masa. Un ejemplo lo encontramos en la inmigración ilegal. Hace apenas una década, cualquiera que dijera que debía ser controlada chocaba de frente contra el muro de la hegemonía cultural que señalaba como racista este argumento. Sin embargo, con el paso del tiempo, el rebaño se ha ido alterando y ahora vemos cómo muchos partidos cambiaron su discurso para adecuarlo al momento. Este fenómeno de intercambio de piezas que se da en la alogocracia permite que la hegemonía cultural varíe.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 84
 
 
Tras décadas de tiranía de pensamiento único que ha ido, como bien defendía Gramsci, permeando en todos los segmentos sociales, ahora nos encontramos con que cualquier persona que desafíe la hegemonía cultural es tachada automáticamente de radical y las masas de acoso lo linchan y etiquetan rápidamente para desprestigiarlo. Surgen las cazas de brujas, las llamadas a los perros pastores para que apliquen un correctivo al hereje, los medios de comunicación reaccionan de forma histérica y criminalizan al «negacionista» (término que se usa para todo en la actualidad) y se llama a la censura para preservar la salud mental del rebaño. La hegemonía cultural actual es inmoral en la medida que impone su moralidad a los demás. Los que se resisten se encuentran etiquetados como sexistas, machistas, misóginos, homófobos, islamófobos, etc. El rebaño es como un niño malcriado que ante cualquiera que le lleve la contraria responde chillando y pataleando. Toda lucha por hacerse con la hegemonía necesita presentar un enemigo interno y externo que amenaza con acabar con el «fabuloso sistema» construido bajo la hegemonía dominante. Para ello se necesita movilizar a la masa con dosis sentimentales y arrastrar al ciudadano a debates sucios y perversos en los que no se busca tener un intercambio de ideas, sino presentar al enemigo como un loco insolidario en un terreno de juego amañado. No es casual que se publicite en los medios de comunicación a aquellos que realmente no hacen daño a la hegemonía dominante, sino que sirven para que la masa se reafirme escuchando a un analfabeto radical. Por ello es común que observemos a personajes que tienen como única herramienta el escándalo y la agitación para que la alogocracia pueda mostrar una caricatura del disidente obviando a los que se oponen con criterios racionales, argumentos sólidos y grandes conocimientos.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 86
 
 
La hegemonía cultural opta por controlar a la población a través de luchas sociales impostadas y peligros inminentes de los que el Estado debe salvarnos, al mismo tiempo que apuesta por un sistema económico «capitalista» que, por supuesto, también pasa por la intervención estatal generando precariedad laboral, altas cargas impositivas y economías de pura supervivencia en el reino zombi que vive conectado a sus dispositivos móviles para expulsar su frustración. Una fusión que consiste en que la «derecha financiera» compra el marco mental de la «izquierda antisistema» y la izquierda compra el sistema de la oligarquía derechista. ¿Acaso no le resulta curioso al lector que las conferencias contra el capitalismo estén patrocinadas por los propios bancos? ¿Por qué los antisistema occidentales consiguen obtener repercusión gracias a las subvenciones del sistema? ¿Por qué los supuestos rebeldes ocupan puestos de gran responsabilidad en el ámbito político y mediático? ¿Acaso el pensamiento alternativo real cuenta con la misma capacidad de influencia? Las respuestas son obvias. En la nueva hegemonía, cuando un dogma queda caduco porque ya no es capaz de anestesiar al pueblo, se sustituye por uno nuevo para que nunca falte pienso que pueda ser consumido. Encontramos un ejemplo evidente en la cuestión relativa a los homosexuales. En cuanto comenzó a aburrir a la población, el dogma fue sustituido por una larga lista de minorías para que tomaran el relevo. Es el win-win definitivo de un arsenal de cinismo, oligopolios, capitalismo subvencionado, cortoplacismo político y destrucción de los valores que auparon a Occidente. Te doy el problema y también la solución. La hegemonía cultural dominante promueve la alogocracia presentando una visión maniquea de opresores/oprimidos, de buenos/malos, solidarios/insolidarios, redefine la democracia a su antojo utilizándola como coartada para la imposición, inventa una neolengua que se transmite con facilidad para determinar los límites de pensamiento, promueve las entidades colectivas sobre el individuo, la deconstrucción del viejo mundo y, por supuesto, la utilización de dogmas que sean fácilmente defendibles desde una perspectiva puramente emocional y no racional. Adriano Erriguel (o quien se esconda tras su nombre) recurre con acertado criterio a la obra La producción de la ideología dominante de los sociólogos Luc Boltanski y Pierre Bordieu, que señalaban: La filosofía social de la fracción dominante de la clase dominante ya no se presenta como defensora, sino como crítica frente al estado existente de cosas, lo que le permite acusar de conservadurismo a todos los que se resisten al cambio. El poder ya no teme la crítica; por el contrario, la moviliza: hay que cambiar constantemente —o parecer que se cambia— en todos los órdenes de la vida. 34 Y eso hace exactamente la alogocracia bajo la hegemonía cultural actual. Transformándose o, en ocasiones, haciendo como que se transforma, consigue mantener la agitación política y neutralizar los verdaderos riesgos que podrían poner en peligro su poder, que no es otro que la movilización ciudadana de forma masiva. El individuo libre, designado como el gran enemigo, se haya rodeado de colectivos que se adueñan de la vida social y económica, convirtiendo cualquier reclamación de mayor libertad en una amenaza para la sociedad. Así, ya no se trata de luchar contra el Estado o los poderes económicos, sino contra esos individuos libres a los que se debe silenciar acusándolos de realizar actos micromachistas, racistas, negacionistas y sexistas en su vida cotidiana. De esta forma, seguro que siempre quedará alguien que falta por ser reeducado.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 87
 
 
La hegemonía cultural opta por controlar a la población a través de luchas sociales impostadas y peligros inminentes de los que el Estado debe salvarnos, al mismo tiempo que apuesta por un sistema económico «capitalista» que, por supuesto, también pasa por la intervención estatal generando precariedad laboral, altas cargas impositivas y economías de pura supervivencia en el reino zombi que vive conectado a sus dispositivos móviles para expulsar su frustración.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 87
 
 
La hegemonía cultural dominante promueve la alogocracia presentando una visión maniquea de opresores/oprimidos, de buenos/malos, solidarios/insolidarios, redefine la democracia a su antojo utilizándola como coartada para la imposición, inventa una neolengua que se transmite con facilidad para determinar los límites de pensamiento, promueve las entidades colectivas sobre el individuo, la deconstrucción del viejo mundo y, por supuesto, la utilización de dogmas que sean fácilmente defendibles desde una perspectiva puramente emocional y no racional.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 88
 
 
Asistimos a un sistema de valores y de normas en el que resulta impensable la posibilidad de que nuestro vecino piense de otra forma. Sometidos a las precariedades, injusticias, mentiras y experimentos sociales de la alogocracia, la hegemonía occidental del siglo XXI sobrevive gracias a la sedación del pueblo a través de su aparato mediático, social, cultural, consumista y digital. Incapaces de tener una visión crítica de los acontecimientos y ciegos ante las continuas contradicciones, las nuevas generaciones nacen programadas para engrosar el rebaño. La mediocridad es la savia de la que se alimenta el sistema y por ello el frenesí victimista, el exhibicionismo del sufrimiento sobreactuado y los relatos lacrimógenos cuentan con gran cobertura mediática para acreditar la necesidad de un Estado «protector». Como defendía Gramsci: todo es política y hoy más que nunca la burocracia ha inundado nuestras vidas.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 90
 
 
Recuerden: vivimos en una época en la que la verdad no importa, importa lo que la gente piense que es verdad.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 96
 
 
El feminismo necesita, en primer lugar, negar la naturaleza humana (discurso de la igualdad), es decir, no asume que en el mundo hay hombres malos que asesinan y asesinarán siempre. ¿Se puede conseguir que la gente deje de ser mala? Desgraciadamente no. Aunque nos disguste, la historia y el presente del ser humano nos demuestra que siempre habrá indeseables capaces de asesinar, violar o maltratar a su pareja. Rechazar la realidad nunca es un buen punto para intentar corregir o, mejor dicho, limitar los efectos nocivos que genera en una sociedad el porcentaje de ciudadanos malhechores con el que estamos condenados a convivir. Pero al feminismo del siglo XXI no le interesa eso, de hacerlo proclamarían la cadena perpetua para violadores, pederastas y asesinos. Lejos de hacerlo, incluso muchos movimientos de países europeos lo rechazan. La razón por la que nacen movimientos como «Ni una menos» se debe a que es algo imposible de conseguir y, por lo tanto, la causa se convierte en infinita porque siempre habrá asesinos y asesinadas. Lo mismo ocurre con el movimiento «Me Too» (yo también), que consiste en denunciar supuestos abusos, aunque en muchas ocasiones nunca se prueban, contra las mujeres y con el que, incluso, feministas como Margaret Atwood se han mostrado muy críticas. 36 ¿Acaso los abusadores desaparecerán algún día de nuestra sociedad? No, ergo, es una lucha infinita. No solamente estos dos movimientos son los utilizados por el feminismo.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 98
 
 
El hecho de que muchas diferencias de sexo tengan sus raíces en la biología no significa, por supuesto, que un sexo sea superior. Las diferencias también se producen entre personas del mismo sexo y en todas las circunstancias. La discriminación de una persona basada en el sexo jamás está justificada, ni se debe obligar a que los hombres o las mujeres hagan cosas típicas de su sexo. Precisamente, el movimiento feminista occidental pretende imponer a las mujeres cosas que no son propias de su naturaleza. Supongamos que se quiere incrementar el número de mujeres que estudian ingeniería porque su porcentaje no llega al 50 por ciento de los universitarios que cursan ese tipo de carreras. ¿Se podría conseguir ese porcentaje sin una imposición que obligue a miles de mujeres a escoger esa carrera? La respuesta es no, pero se pretende conseguirlo en contra de los deseos de esas mujeres que, en circunstancias de libertad de elección, prefieren optar por otro tipo de carreras universitarias, tal y como ocurre actualmente. Como explica Pinker, la doctrina feminista se cimienta en rechazar de plano la naturaleza humana aludiendo a que las diferencias son construidas socialmente, en la existencia de un sistema que impide a las mujeres alcanzar sus verdaderas metas y, por último, en que el sexo masculino a través de la violencia ejerce su poder de dominación contra el sexo femenino. Teniendo en cuenta estos parámetros, no es casual que las feministas inviertan gran esfuerzo en censurar las investigaciones científicas que revelan estas diferencias que rompen su discurso. Sin el odio por la razón y el amor por puros sentimientos, el feminismo moderno no se sostiene y no es más que un espantajo creado para adoctrinar al rebaño en una falsa creencia. A pesar de la evidencia, el feminismo recurre a la creación de un lenguaje con conceptos de difícil comprensión a primera vista, para dotar su lucha de un nivel intelectual del que carece. La farsa no sólo se sostiene en denunciar un sistema que no existe, sino en utilizar conceptos como «techo de cristal», «opresión invisible», «micromachismos», «cosificación», «androcentrismo», «falocentrismo» y una larga lista de ridículas palabras sin argumentos reales que hacen creer que detrás de las denuncias de machismo existen elaborados estudios. La alogocracia sabe que su audiencia es limitada en cuanto a conocimientos se refiere y que no va a buscar investigaciones en otros idiomas que contradicen el relato para comprobar si lo que les venden los alogócratas es cierto o no. El feminismo es pura charlatanería, niega la ciencia y recurre a mentiras «nobles» para manipular a la población y llenarse los bolsillos. Por consiguiente, buscar la paridad en todos los ámbitos supone la expulsión de mujeres de las carreras en las que representan un porcentaje mayor y de hombres en las carreras que más escogen, es decir, mujeres obligadas a estudiar carreras que no les satisfacen y hombres estudiando carreras para las que no son buenos. Ese mundo feliz que nos venden se asemeja más a un mundo indeseable.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 110
 
 
A diferencia del movimiento feminista clásico que luchaba por obtener derechos que las mujeres no disfrutaban, desde ejercer su derecho al voto hasta poder abrir una cuenta en un banco sin permiso de su marido, el movimiento feminista actual no lucha por obtener derechos, sino privilegios.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 113
 
 
Oponerse a la realidad como forma de vida es la opción escogida por las feministas, que creen que lo valiente en esta sociedad desorientada y sin valores es enfrentarse a unos pobres ancianos que acuden a misa los domingos porque la Inquisición hace seis siglos hizo no sé qué. Ahora, cuando las mujeres son maltratadas en otros países como Afganistán, Pakistán, Irán y un largo etcétera, el silencio tapa las bocas de estas guerreras que juegan a esconder su frustración buscando enemigos invisibles y, a poder ser, inofensivos. Pero a pesar del bajo nivel intelectual y moral que presentan, están consiguiendo destruir las relaciones humanas entre hombres y mujeres generando un ambiente hostil, donde el miedo a ser denunciado por parte de los hombres cada vez es mayor y las mujeres se sienten ciudadanas de segunda sin serlo. ¿Qué le queda al feminismo para imponerse si como hemos visto la verdad y la razón no están de su lado? El linchamiento público, el desprestigio mediático y el apoyo político que abusa de su poder para eliminar a los disidentes utilizando el pan y circo del cultureta medio. Al principio, el desprestigio era contra la derecha «ultramegahiperconservadora» que rechazaba el nuevo dogma revelado. Posteriormente, desde la propia izquierda muchos que empezaron apoyando este movimiento, al sufrirlo en primera persona, comenzaron a denunciarlo y también son considerados machistas opresores. Podemos concluir que los linchamientos no tienen techo de cristal y son totalmente transversales. Las modas son un buen termómetro para comprender los tiempos que vivimos. ¿Y cuál es la moda de nuestra época? Hacerse la víctima. Occidente se encuentra en una competición de relatos cargados de sentimentalismo e historias que se venden como conmovedoras a las que Steven Spielberg debería dedicar una película. Detrás de cada hecho hay un eslogan político acorde a la coyuntura. El rebaño se entretiene pastando en sus cuentas de redes sociales y compartiendo los absurdos e impostados dramas del primer mundo. Ante la ausencia real de problemas, los «TikTokers» se centran en llenar su triste existencia con las nuevas religiones dando como resultado a las víctimas profesionales que juegan a ser antiestablishment y vender su podrido discurso a través de kits de mercado en el reino de la imbecilidad. Apoyados por el Estado total que no sólo se aprovecha de estas nuevas praxis, sino que las alienta para tener entretenido al personal, los occidentales quieren víctimas, no héroes. El espantajo creado por el mainstream ha provocado que se traguen una paranoia que sólo existe en sus cabezas y convertirla en un modo de vida que pasa por culpar de tus fracasos a una ficticia opresión heteropatriarcal. Así, si triunfas es a pesar de ello y si pierdes es por culpa del sistema opresor. Es el argumento definitivo, el win-win del victimismo profesional.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 119
 
 
No está de moda entrar en los datos del Departamento de Justicia de Estados Unidos ni leer tediosos informes de cientos de páginas, la moda es poner fotos en negro y mostrar al mundo que en lo que al antirracismo se refiere no nos gana nadie, aunque eso se limite a repetir el mantra que ordenan los alogócratas que, conscientes de la limitación intelectual de la masa, le dicen las frases que tiene que repetir hasta la extenuación. Y ahí acuden los borregos, raudos y veloces, a demostrar al mundo que son incapaces de pensar por ellos mismos y que bailan al son de los medios de comunicación. Si de verdad les importara la vida de los negros, estarían enormemente preocupados por los cientos de menores que fallecen extrayendo coltán de las minas del Congo para nuestros dispositivos móviles, los mismos que utiliza el gran guerrero antirracista occidental para hacerse selfis ridículos mostrándose compungido y acompañándolos con frases cursis para memos. Pero claro, el smartphone nos sale más barato si al que echan a la mina es a un niño tercermundista y no a un ciudadano del primer mundo, así que mejor callarnos. Somos buenistas, pero de low cost . ¿Acaso esos niños son negros de segunda? ¿O acaso nuestra imbecilidad es de primera? Más bien lo segundo. Si algo ha demostrado esta podrida sociedad con cerebros carcomidos por la manipulación es su capacidad para superarse y demostrar que siempre están dispuestos a dar un paso más. Reconozcamos que no es algo sencillo. Cuando uno cree que se ha alcanzado el límite de la degradación, siempre sale algún escombro intelectual a demostrar que la madre de la imbecilidad siempre está embarazada. Y el poder político, que no es tonto, más los medios de desinformación preparan nuevos espectáculos de masas disfrazados, como es habitual, en una causa noble para que las calles se llenen de indigencia intelectual. Ahora vemos cómo el rebaño sí que está enormemente preocupado por la vida de los negros. Es cierto que hasta que no se lo dijeron sus pastores, no decían ni una palabra al respecto, pero ahora no hay día que dejen pasar la oportunidad para ir a primera línea de Instagram, Twitter o Facebook y utilizar el hashtag #blacklivesmatter para que el mundo vea que son personas decentes y comprometidas con hacer un mundo mejor. Una performance patética que siguen desde gente anónima hasta actores, influencers , deportistas y demás gremios.
 
v Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 125
 
 
La inmigración musulmana es el debate prohibido, el tema tabú por excelencia de la alogocracia, el silencio obligatorio y la fe ciega en que no tendrá consecuencias llenar Occidente de millones de personas con una visión completamente opuesta a los valores occidentales.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 138
 
 
La mejor ayuda a los inmigrantes no es abrirles las puertas sin ton ni son porque eso provoca que muchos de ellos luego se vean sometidos a sueldos de miseria, trabajos mal pagados y condenados a los suburbios. Pero para el rebaño es más cool situarse en el top del moralismo haciéndose pasar por personas involucradas con los pobres. El «cooltureta» siempre preferirá al pobre que está a miles de kilómetros que al autóctono que pide limosna debajo de su casa. La caridad con el distinto otorga más puntos de humanitarismo que la caridad con el vecino en la época de la solidaridad publicitada en Instagram. No resulta tan llamativo subir una foto con ancianos blancos octogenarios abandonados por su familia en un barrio de Carabanchel, que hacerlo rodeado de niños negros. Hasta la solidaridad tiene un componente estético fundamental en la decadente Occidente. Las revoluciones buenistas se proclaman desde la alfombra roja de Hollywood y las páginas de la prensa rosa, con una coreografía que se despliega a escala global apoyada por las Naciones Unidas, el papa, las instituciones europeas, las multinacionales y las influencers fotogénicas que no dudan en condenar a todos aquellos que se quejan por sufrir las consecuencias de una política migratoria desastrosa. Porque claro, lo importante es no estigmatizar. Hemos visto en la pandemia del Covid-19 cómo las nuevas cepas fueron rebautizadas para no estigmatizar, aunque, eso sí, con la cepa británica no se les ocurrió, pero en cuanto apareció la cepa procedente de la India automáticamente la llamamos «Delta». Podemos tolerar que la gente se muera, vale, pero al menos con un mínimo de sensibilidad racial.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 139
 
 
Estamos renunciando al compromiso por la verdad y olvidando que esta no tiene por qué ser agradable o adecuarse a un grupo de personas. Asumiendo como criterio de políticas migratorias el puro sentimentalismo, Occidente se ubica en el abismo del fracaso social que en cuestión de tiempo generará violencia, caos y destrucción generalizada.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 145
 
 
Lo deseable, como ocurre en los países que no están infectados por el buenismo, es que la inmigración llegue de forma controlada, segura y ordenada. Sin duda es una buena idea no reventar los países con la llegada de millones de personas si no queremos que luego surjan conflictos civiles que pueden desembocar en conflictos armados.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 147
 
 
Mientras en Asia y especialmente en China siguen su camino, Occidente insiste en el suicidio energético a cambio de que unos cuantos vendedores del apocalipsis se llenen los bolsillos. La mezcla de soberbia occidental y un cierto componente de paletismo ha provocado que los occidentales se crean el centro del universo y que son ellos, solamente ellos, los que tienen que salvar el planeta. Para ello se ha recurrido constantemente a la financiación de las energías renovables como la única alternativa posible a esta muerte energética inminente que nos espera. Según los datos del Foro Económico Mundial, diez años y billones de dólares después invertidos a costa del ciudadano, el consumo de energía final procedente de renovables ha pasado del 16,4 por ciento en el año 2010 al 17,1 por ciento en 2020. El objetivo marcado es, no se rían, alcanzar el cien por cien en 2050. Un objetivo que no sólo es inalcanzable y que supondría la miseria de Occidente, sino que es, sobre todo, cuestionable. Occidente decidió hace décadas que no había una mejor idea para salvar el mundo que depender energéticamente de un puñado de jeques corruptos y tiranos de países terceros y ahora paga las consecuencias.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 152
 
 
Mientras en Asia y especialmente en China siguen su camino, Occidente insiste en el suicidio energético a cambio de que unos cuantos vendedores del apocalipsis se llenen los bolsillos. La mezcla de soberbia occidental y un cierto componente de paletismo ha provocado que los occidentales se crean el centro del universo y que son ellos, solamente ellos, los que tienen que salvar el planeta. Para ello se ha recurrido constantemente a la financiación de las energías renovables como la única alternativa posible a esta muerte energética inminente que nos espera. Según los datos del Foro Económico Mundial, diez años y billones de dólares después invertidos a costa del ciudadano, el consumo de energía final procedente de renovables ha pasado del 16,4 por ciento en el año 2010 al 17,1 por ciento en 2020. El objetivo marcado es, no se rían, alcanzar el cien por cien en 2050. Un objetivo que no sólo es inalcanzable y que supondría la miseria de Occidente, sino que es, sobre todo, cuestionable. Occidente decidió hace décadas que no había una mejor idea para salvar el mundo que depender energéticamente de un puñado de jeques corruptos y tiranos de países terceros y ahora paga las consecuencias. La adoración por la energía eólica y solar En los últimos años, Occidente se ha embarcado en potenciar las energías «verdes» para alcanzar el objetivo marcado para el año 2050. Pero ¿realmente es viable y, sobre todo, aconsejable seguir esta inmolación energética? El fundador y presidente de Environmental Progress, Michael Shellenberger, lleva años investigando y analizando los pros y contras de este proceso y reclamando un debate racional que, por supuesto, la alogocracia no quiere abordar. En su obra No hay apocalipsis , Shellenberger aborda todas estas cuestiones. Por ejemplo, el famoso proyecto de baterías de Tesla, un centro para almacenar baterías de litio de 129 megavatios/hora en Australia que sería capaz de suministrar energía a 7.500 hogares durante cuatro horas. En Australia hay más de nueve millones de hogares y 8.760 horas al año. 72 Es decir, sería capaz de suministrar energía al 0,08 por ciento de los hogares o, dicho de otra forma, el 99,92 por ciento de los hogares en Australia necesitaría abastecerse con otro tipo de fuentes. Lo mismo ocurre en Estados Unidos en uno de los centros de almacenamiento de baterías de litio situado en California. Es capaz de almacenar energía suficiente para abastecer durante cuatro horas a 24.000 hogares en un país donde hay 134 millones de hogares. Es decir, es capaz de suministrar energía al 0,01 por ciento de los hogares estadounidenses y solamente cuatro horas al día.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 152
 
 
¿Queremos salvar el planeta o la cartera de una banda de alogócratas?
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 156
 
 
La energía barata es fundamental para el crecimiento económico, sin esta, no sólo no salvaremos el planeta, sino que condenaremos a la humanidad.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 157
 
 
La alogocracia seleccionó, siguiendo la moral dominante, a Greta Thunberg con suma inteligencia. Una niña (no niño), enferma pero enormemente entregada al ecologismo purificador de almas. La santísima trinidad que nadie se atreve a criticar. Como el escultor que a través del martillo y el cincel talla su obra de mármol, Greta es el ejemplo perfecto del adoctrinamiento alogocrático, que es consciente del poder de la imagen, y si a una niña con mirada perturbada le añaden una imagen de algún oso polar subido a un trozo de hielo o moribundo, entonces la victoria está garantizada. La retórica utilizada por la niña sueca se centra en diferenciar moralmente a los ciudadanos y les pone, una vez más, ante una pregunta que destila hipermoralismo por todos los costados: ¿acaso vas a criticar a una niña, que encima la pobre tiene un trastorno, por querer salvar el planeta? ¿No estás de acuerdo con una pobre menor que entrega su vida al servicio del ser humano? Los que responden negativamente son situados en el lado del Mal, porque el Bien es seguir los consejos de Greta. El debate racional hay que matarlo y en eso, la alogocracia es experta. Obviando los datos, las evidencias y los hechos, se construye un dogma que apenas unos pocos se atreven a cuestionar.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 160
 
 
Quizá usted está tremendamente preocupado por el devenir del planeta e invierte un porcentaje de su tiempo en la lucha contra el «calentamiento global» para salvarnos a todos (gracias). Si le pido que me dé cinco nombres de esos expertos en los que basa su nueva fe, ¿podría dármelos? Si le pido que me diga diez predicciones apocalípticas que se hayan cumplido, ¿podría decirme alguna? Si le pregunto por los máximos responsables de la comunidad científica, ¿sabría decirme quiénes son? ¿No le extraña no poder responder a estas sencillas preguntas? Usted está constantemente diciéndonos que debemos cambiar nuestra forma de vida, no es cosa menor tal afirmación, pero aun así es incapaz de responder a preguntas básicas. No puede dar diez predicciones apocalípticas que se hayan cumplido, pero insiste en que debemos pagar más impuestos, empobrecer más a los pobres, quitarles el coche a los autónomos, pedalear a 40 grados, no viajar en avión, cambiar nuestra dieta, costumbres y forma de vivir. ¿Acaso eso no le hace reflexionar? Los «Gretas» se arrogan el don de saber qué necesita el ser humano y de poseer la verdad absoluta. Su moral es la única posible si no quieres ser tachado de infanticida, genocida y criminal insolidario. Nos fuerzan a cambiar nuestras vidas y vivir más pobres, pero todo se justifica porque la ilusión de alcanzar la inmortalidad y la seguridad absoluta es motivo suficiente para que el rebaño solicite perder libertades a unas élites gustosas de complacerlo con mayores restricciones y tasas abusivas que engordan el bolsillo de Greta, la madre que la parió y los lobbies verdes. Hacer caso a los «Gretas» sólo beneficia a los gobernantes, las grandes empresas y a los que poseen un poder adquisitivo elevado. Si se prohíbe la circulación de los vehículos más antiguos por su alto nivel de contaminación, ¿quién es el perjudicado como poseedor de esos vehículos, el autónomo que usa una furgoneta para trabajar o el millonario con su BMW de alta gama? ¿Quién sufre más las consecuencias del aumento del recibo de la luz, el asalariado que llega justo a cubrir sus gastos mensuales o el gerente de una compañía energética? ¿Quién puede permitirse el lujo de comprar un vehículo eléctrico? ¿Quién viaja mensualmente en avión a los lugares más exóticos del planeta, el dependiente de un pequeño comercio o el actor calentólogo de jet privado que quiere obligarle a pagar más por viajar una vez al año en avión? Si se suben los impuestos del carburante para intentar disminuir las emisiones de CO2 , ¿quién dejará de conducir o llegará peor a final de mes, el operario de una fábrica o la influencer ecologista que destila conciencia social? Las políticas «verdes» son tremendamente regresivas. Los más pobres subvencionan con altos impuestos los nuevos coches de los ricos, mientras ellos se ven obligados a perder poder adquisitivo y pagar un elevado coste en el transporte, la energía y, en último lugar, en las compras diarias debido al aumento de la inflación. Lo lógico sería que este conglomerado de intereses particulares disfrazados de una causa noble insistiera en lanzar estos mensajes en los países que más contaminan. Pero no, el dinero sólo se puede sacar del rebaño occidental que, al tener sus necesidades básicas cubiertas, puede jugar a ser un ferviente guerrero climatólogo. ¿Acaso un individuo que se levanta por la mañana y tiene que pensar cómo conseguir un plato de comida para alimentar a sus hijos puede permitirse el lujo de jugar a salvar el mundo? Esta realidad que actualmente se da en los países occidentales ha degenerado en la religión de la climatología, destinada a empobrecernos y obviar la necesidad de una energía barata para poder progresar económicamente. Supongamos que Greta acude a China a plantar cara a los gerifaltes del Partido Comunista Chino por sus emisiones de CO2 . Siendo optimistas, extremadamente optimistas, quizás tardarían entre uno o dos minutos en arrojarla al río Amarillo. El miedo desata las pasiones más intensas en el ser humano y destruye la razón. La cuestión del cambio climático guarda grandes similitudes con la pandemia del Covid-19. Hay una verdad, existe un virus, del mismo modo que es verdad que el clima cambia. A partir de ahí, y utilizando como excusa una realidad innegable, se lleva a cabo una larga lista de medidas despóticas, se recortan libertades, se aprueban leyes empobrecedoras, salen a la luz una gran cantidad de «expertos» realizando predicciones apocalípticas, lo peor siempre está por llegar, cada muerte es atribuible al caos climático, todo son noticias negativas, la comunidad científica alerta día tras día de un escenario más catastrófico, el pánico se adueña del rebaño y este, víctima de la irracionalidad, se deja llevar por los instintos buscando un protector (el Estado) que venga a poner remedio al fin de la especie. A pesar de que la evidencia diga lo contrario, el pueblo se deja guiar por una capilla de indeseables que desinforman desde sus terminales mediáticas para forrarse y obligan a todos los individuos a actuar de manera absurda imponiendo una forma de vida a través del voto a favor de la alogocracia, conformando una sociedad distópica que odia la razón y abraza la superstición.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 161
 
 
Siempre habrá causas para infundir miedo y crear falsas amenazas para seguir llenándose los bolsillos. Este mecanismo es muy sencillo y otorga a la alogocracia una vitalidad cuasi eterna. Igual que cambian los temas, cambian los protagonistas.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 170
 
 
No debemos olvidar que la emergencia de salvar a la humanidad es siempre un buen pretexto para controlarla.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 171
 
 
Urge un debate racional para abordar el cambio climático, pero para ello se necesita libertad para debatir, exponer ideas y pensar, algo que el rebaño alogocrático detesta. Si verdaderamente el cambio climático será un problema para la humanidad, no serán los impuestos, las subvenciones, las políticas verdes que nos empobrecen ni los lobbies los que otorguen la solución, sino la tecnología capaz de crear el ingenio del ser humano.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 171
 
 
La creación de un mundo sin retos, sin objetivos, sin competencia, sin rivalidad, donde reina lo idéntico y no hay que esforzarse porque la recompensa es la misma, se ha abierto paso en Occidente para premiar la mediocridad.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 173
 
 
El concepto de la igualdad esconde un mensaje de fondo mucho más perverso de lo que algunos pueden imaginar. Una estructura social en la que todos sean iguales necesita obligatoriamente eliminar las diferencias que, irremediablemente, surgen con el tiempo. Así pues, para evitar que se den desigualdades en las formas de vida, requisitos para alcanzar los puestos de trabajo mejor pagados y el poder adquisitivo dispar entre los ciudadanos derivado de la desigualdad, se necesita acabar o penalizar a los más válidos. La única vía para que las desigualdades sociales desaparezcan es la coacción de un tercero (en este caso el Estado) que se encarga de castigar a los mejores para igualarlos con los peores. Esta tabla rasa que debe ser limpiada a diario para limar las diferencias, se utiliza para poder construir una nueva sociedad en la que todos se encuentren sometidos a los designios de los alogócratas que reparten los panes y los peces según interese. A través de las ayudas sociales, las leyes conocidas como «discriminación positiva» y un rebaño que depende de los pagos de la administración pública, se crea una red asistencialista que conforma un círculo vicioso que resulta imposible romper a través de las urnas. ¿Cómo un ciudadano que necesita el pago mensual de la alogocracia va a votar a favor de terminar con ella? El verdadero objetivo de la indeseable igualdad no es otro que hacer dependiente a la inmensa mayoría de los ciudadanos y convertirlos en siervos a través de limosnas estatales que impidan que estos puedan ser independientes y libres.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 173
 
Hay que dejar bien claro que una cosa es ayudar al débil y otra bien distinta convertir a todos los ciudadanos en débiles, que es lo que la alogocracia busca conseguir.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 174
 
 
La evolución humana siempre ha venido de la mano de los inconformistas que querían ser mejores que los de su alrededor. Los avances tecnológicos no fueron desarrollados por aquellos que carecían de habilidad, inteligencia y disciplina, ni los grandes descubrimientos que cambiaron el rumbo de la historia fueron obra de mediocres.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 177
 
 
Podemos resumir en cinco puntos la teoría de Nurkse:
 
Un país es pobre cuando no tiene capacidad de ahorro.
Si no tiene capacidad de ahorro, posee un nivel de renta bajo.
Si posee un nivel de renta bajo, no atrae inversión debido al reducido poder adquisitivo de la población.
Si no atraes inversión, no generas riqueza.
Si no generas riqueza, te mantienes pobre.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 186
 
 
Las economías occidentales dejaron de ser el paradigma de la libertad económica hace muchos años y se han convertido, siguiendo los pasos de la alogocracia, en un océano de trabas, intervencionismo estatal, limitaciones, impuestos, tasas y restricciones que afectan a los más débiles y benefician a la élite compinchada con el poder político que disfruta de un enriquecimiento injusto cada vez mayor a costa del rebaño. Exprimiendo a los ciudadanos con tasas verdes, ecológicas, ecosostenibles, feministas y toda índole de absurdas imposiciones que sólo sirven para financiar a las grandes corporaciones que sacan tajada del pastel alogocrático, el ciudadano occidental cada día que pasa vive con salarios más bajos, más esquilmado y con menos capacidad de ahorro. A menudo se señala al capitalismo como el origen de esta situación. Si bien es cierto que los medios de producción están en manos privadas, aunque no todos, y se permite una amplia libertad de mercado, la competencia leal (componente fundamental) ha desaparecido para beneficiar a una banda de facinerosos que, en pro de la igualdad, han exterminado la competencia y limitado el acceso al mercado a nuevas empresas que no pueden enfrentarse a gigantescas corporaciones arropadas por la alogocracia a cambio de portarse bien y difundir los nuevos dogmas. El capitalismo de amiguetes promueve actitudes y acciones que son contraproducentes para aquellos que dicen defender. Charlatanes descarados que se dedican a dar lecciones de moral y a su vez promueven las políticas identitarias despreocupándose por los trabajadores y por los que cuentan con menos recursos. Esta tendencia ha dado lugar a prácticas injustas que impiden que un alumno brillante proveniente de una familia de bajo poder adquisitivo pueda optar a una buena universidad porque esta escoge a sus alumnos en función del sexo o la raza para que haya igualdad. Esta reducción de la exigencia y el mérito afecta a los mejores alumnos, pero especialmente a aquellos que no pueden recurrir al talonario para ingresar en otra universidad prestigiosa a través de un elevado pago económico. La experiencia del pasado aconseja alejarse de aquellos que dicen ser capaces de determinar los resultados finales que produce la planificación, por lo que sorprende que uno de los mantras más utilizados de la historia siga triunfando en la actualidad a pesar de haber fracasado una y otra vez. Quizás por ignorancia, estupidez o envidia (o las tres cosas a la vez), el discurso igualitario siempre ha conseguido encontrar un gran público, sobre todo allí donde la mediocridad, la vagancia y el fracaso cuentan con gran apoyo. Y es gracias a eso, que en Occidente la clase política está compuesta por auténticos irresponsables que atacan el éxito porque hacerlo cuenta con gran audiencia. Impasibles al desaliento, los que jalean el sobrepeso del Estado creen que esta vez el final será distinto. Olvidan que siempre que se ha ido a por el válido, el rico y el triunfador, ha sido toda la población, sin importar su ideología, ingresos, raza, sexo o religión, la que ha terminado sufriendo el voraz ataque igualitario, mientras que el gobernante ha continuado viviendo en la opulencia. El éxito de un país no se debe medir por la cantidad de pagas que otorga el Estado, al revés. Un país que subvenciona a un alto porcentaje de personas es un país fracasado, mientras que aquellos que apenas tienen que recurrir a ayudar con pagas estatales a sus ciudadanos son sinónimo de éxito porque sus habitantes son capaces de obtener por méritos propios unas condiciones de vida dignas y prósperas. El rebaño, enamorado de la igualdad, prefiere ser igual en la miseria que desigual en la libertad.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 188
 
 
Es imposible poder hablar de democracia obviando el concepto demagogia. Si de algo está llena la historia es de múltiples ejemplos que demuestran que la democracia ha fracasado allí donde el eslogan barato ha triunfado. Ya lo advirtieron en su momento aquellos que tuvieron el lujo de observar la puesta en práctica del nuevo sistema.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 191
 
 
El filósofo y director de la Fundación para la Filosofía de la Democracia Jean-Paul Gagnon realizó una profunda investigación para determinar cuántas descripciones de democracia existen en inglés. El resultado fue que hay en torno a 2.234 descripciones de democracia, lo cual demuestra que sólo un valiente ignorante puede determinar que la democracia tiene una definición única e inequívoca.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 192
 
 
 
Sabiendo, como explicábamos previamente, que el rebaño no posee grandes conocimientos y desconoce información fundamental para poder tener una opinión mínimamente argumentada, ¿qué criterios dan por válidos para apoyar ciertas ideas? La respuesta es la letal combinación formada por: Instituciones públicas + educación + masas de acoso + redes sociales + medios de comunicación.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 194
 
 
Las instituciones públicas dejaron de ser neutrales hace años y se convirtieron en una herramienta más del poder político para realizar política y propaganda. En el caso de la educación, no podemos decir que fue neutral en algún momento de su existencia salvo con contadas excepciones. Desde el principio se recurrió a ella como una forma de adoctrinamiento para asegurarse que las nuevas generaciones crecían dando por bueno el oficialismo imperante del momento y por malo todo aquello que se salía del guion marcado. Hoy en día la educación sigue teniendo ese objetivo y lejos de disimularlo como antaño, directamente se publicita e incita a los profesores a ser implacables a la hora de ejercitar una presión infernal contra los estudiantes que se alejan del rebaño. De esta forma el individuo libre, siempre sospechoso de no pensar y hacer lo que todo el mundo da por válido, es objeto de reproches inculpatorios como si hubiera cometido un grave delito moral, prefiriendo así formar parte del colectivo a cambio de tranquilidad. Por lo tanto, el poder realmente lo tienen los medios de comunicación que extienden el mensaje del demagogo que acaba siendo aceptado sin fisuras y sin mostrar un mínimo de rigor racional por la masa ignorante que quita y pone gobiernos. No es un fenómeno nuevo. Cuenta de ello dieron numerosos clásicos griegos cuando observaron estupefactos que el pueblo caía rendido a los encantos de los demagogos. Los gobernantes dejaron de buscar el bien común y se centraron en retener el poder gracias al voto de la masa por lo que se enfocaron en halagarla con promesas imposibles y generando debates artificiales que conducían a la irracionalidad y la estupidez (como ahora).
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 194
 
 
La historia se repite y entre la ignorancia del pueblo, las pasiones, las envidias, los deseos infantiles y la promesa de un mundo perfecto, Occidente navega a merced de políticos aduladores que para alcanzar el poder solamente necesitan expulsar a los válidos, comprar a los medios de comunicación, limitar la libertad de expresión y prometer a la masa querulante que ellos van a protegerlos. Algunos ya se percataron del problema, como Aristóteles, que insistió en la necesidad de separar cada constitución del arbitrio momentáneo de alguna mayoría. Posteriormente Calvino en el XVI, la Escuela de Salamanca en el mismo siglo y John Locke en el XVII determinaron la necesidad de la separación de poderes para evitar el abuso de poder en los sistemas democráticos. Todos ellos repararon en el hecho de que la naturaleza humana innegablemente tiende al mal, por lo que los gobernantes tratarían de aumentar su poder, aunque eso supusiera reducir los derechos y libertades del pueblo. No obstante, ninguno de ellos reparó en que la propia masa, a través del voto, pudiera ser la que incitara al gobierno a aumentar sus competencias y restringir la libertad. Es decir, ni siquiera la separación de poderes evita que la democracia acabe desembocando en una tiranía asfixiante que asesine la libertad. No sólo encontramos en la antigua Grecia ejemplos de cómo el pueblo llegó a votar en contra de sus propios intereses. Desde que la democracia ganó fuerza a principios del siglo XX y hasta nuestros días, son multitud los ejemplos que confirman que, para ganarse el favor de un rebaño asentado en la alogocracia, para triunfar y destruir el sistema democrático basta que el triunfador consiga detectar el talón de Aquiles de su pueblo para trasladar mensajes populistas y fácilmente repetibles por los que deben depositar la papeleta. Hitler es la prueba más clara, pero no debemos olvidarnos de Salvador Allende, Papa Doc o Hugo Chávez, entre otros. Todos acabaron imponiendo una tiranía y la masa que los votó sufrió las consecuencias de su desesperación e ignorancia al tratar de buscar un mesías que solucionara todos sus problemas.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 196
 
 
A fin de cuentas, la mediocridad numerosa y colectiva es la que determina el futuro de un país democrático.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 197
 
 
Es una obviedad afirmar que la opinión pública es la que gobierna Occidente. El verdadero poder es el de las masas conectadas con el gobierno que se hacen transmisoras de las tendencias e inclinaciones que la alogocracia desprende según el momento. Tanto en el ámbito privado como público, la moral de los pueblos depende de su pensamiento libre, conocimientos adquiridos e independencia del Estado. A fin de cuentas, la mediocridad numerosa y colectiva es la que determina el futuro de un país democrático.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 197
 
 
El voto de la masa depende fundamentalmente de tres factores: la información que posee, la idea mayoritaria en su entorno (lo que Gramsci definió de forma magistral como hegemonía cultural) y la capacidad de huir de las masas de acoso. Este último factor es tremendamente importante. Un ciudadano desinformado y sometido a la hegemonía cultural difícilmente podrá salir del marco mental establecido, aunque encuentre evidencias de estar equivocado, si un ejército de miles de personas se dedica a darle caza a través de linchamientos virtuales. Si la ignorancia, la desinformación y el acoso hacen que la masa apoye medidas y candidatos que no apoyaría si estuviera mejor informada, ¿quién tiene verdaderamente el poder en un sistema democrático? Evidentemente el poder no lo tiene el pueblo, ni siquiera los políticos, sino más bien el mortífero tridente formado por medios de comunicación, hegemonía cultural y masas de acoso. El sistema democrático incentiva que la mayoría de los votantes tome decisiones políticas de forma irracional en pro de los sentimientos para posteriormente imponérselas a personas racionales y mejor informadas. Por lo tanto, si el pueblo se deja guiar por el lenguaje de las pasiones antes que el de la razón, y en conjunto no somos más que una banda de ignorantes con ínfulas de grandeza que conforme más habla más estúpida se muestra, ¿por qué se acepta que en democracia una mayoría someta a una minoría? Sabiendo que el pueblo puede votar incluso a favor de suprimir libertades y derechos, ¿podemos hablar de democracia totalitaria?
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 198
 
 
Si bien tanto el comunismo como el fascismo no cuentan con ningún poder en el Occidente actual (el fascismo murió con Mussolini y el comunismo en 1989 tras la caída del muro de Berlín) y los órganos estatales que ostentan el poder también han variado, el totalitarismo no deja de ser el fin de cualquier discrepancia con el Estado, ya que este encarna a través del gobierno el Bien supremo al que todo ciudadano debe obedecer y creer. El totalitarismo otorga un componente de infalibilidad al Estado y, establecido este principio, el Estado lo puede todo, por lo que cualquier oposición a las leyes aprobadas por el gobierno que lo controle es tachada de una traición imperdonable.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 200
 
 
Un pueblo huérfano de espíritu crítico siempre será incapaz de detectar al demagogo y acabará sometido a una banda de incompetentes y a una turba de fanáticos personajes que les regalarán los oídos expiando sus pecados y buscando falsos culpables en cada esquina: los ricos, los políticos, los imperialistas, las grandes empresas, los perversos colonizadores españoles que robaron el oro, etc. Todos, menos el pueblo venerado, son los culpables de la situación.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 203
 
 
La democracia actual podría resumirse en una competición de promesas a cambio de votos. Tú me votas, yo te premio. Esta perversión natural del sistema democrático en los países de baja cualificación intelectual ha convertido la relación entre el elector y el votado en una mera relación de intereses personales. Quienes ostentan los cargos públicos no se centran en realizar un buen funcionamiento de las instituciones públicas para todos, a pesar de que este debería ser el cometido principal. Por el contrario, se centran en eliminar el interés general, la igualdad ante la ley, la libertad individual y la igualdad de oportunidades para sustituirlos por los nuevos dogmas que permitan legitimar el abuso de poder en pro del bien común. Así es como de la noche a la mañana se puede decretar desde el poder que una idea, una tradición o una costumbre pase a ser ilegítima porque ha sido catalogada como nociva por el pueblo. La urgencia de salvar a la humanidad siempre es la mejor herramienta para aplicar un régimen totalitario. «¡El pueblo siempre tiene la razón!», exclaman los alogócratas que están encantados de contar con un rebaño estúpido que revalida con su voto cada una de las medidas totalitarias aprobadas. El concepto de sabiduría popular no es más que la creencia de que el individuo ignorante en masa se convierte en una figura intocable a la que apenas nadie puede discutirle su voto, deslizando la democracia en un sistema clientelar contrario a la razón.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 204
 
 
Las redes sociales son el sumun de la manipulación de masas.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 214
 
 
 
 
Ser un verdadero «alogócrata» requiere una gran cantidad de dinero y una vida solucionada que te permita jugar a salvar el planeta.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 224
 
 
Idiotizadas masivamente por el sistema, las sociedades occidentales se encuentran carentes de una dirección y propósito de la existencia que está dejando un mundo de almas vacías que buscan en los nuevos dogmas la forma de rellenarlas.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 233
 
 
Ser alogócrata consiste fundamentalmente en proclamarse guardián de las grandes causas y que otros paguen las consecuencias de las mismas.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 237
 
 
Ser alogócrata consiste fundamentalmente en proclamarse guardián de las grandes causas y que otros paguen las consecuencias de las mismas. Una impostura que solamente beneficia a una élite que sustituye la realidad por relatos edificantes en los que se presenta como el único ético, moral, noble y valiente, a pesar de que sus prácticas demuestren todo lo contrario. El moralismo inmoral de los alogócratas requiere de la creación de un enemigo del que deben defender al rebaño y que este, convencido de que todo se le debe por el mero hecho de existir, vea en ellos al gran aliado que lo protege de los villanos fabricados por los medios de masas. La alogocracia es consciente del poder que tiene el miedo y, por ello, sigue interesada en que el rebaño no encuentre salida para convertirlo en presa del pánico y, así, presentar al Estado y sus tentáculos mediáticos como los únicos capaces de solucionar la situación. En la época de la inmediatez en la que nos encontramos, el triunfo de la posverdad se ha acelerado llevándose por delante el debate intelectual y condenando al ostracismo a los más válidos de nuestro tiempo, que se niegan, como es lógico, a participar en la gran farsa y buscan aislarse de la histeria colectiva que reina en Occidente. Aceptar los dogmas vertidos por los medios de desinformación, las instituciones educativas públicas y los partidos políticos conlleva la destrucción de una sociedad crítica, convirtiéndola en una sociedad enferma y fanática preparada para la manipulación de masas. Una situación que ya se dio a principios del siglo XX bajo regímenes dictatoriales que la aprovecharon para eliminar cualquier resquicio de libertad individual y recortar paulatinamente todos los derechos de los ciudadanos para convertirlos en un rebaño homogéneo sin distinciones. En esa peligrosa vorágine se encuentra nuestra sociedad, conformada cada vez más por universitarios analfabetos, empleos precarios, jóvenes infantilizados y ciudadanos decepcionados porque creyeron que todo se lo entregaría el Estado sin ningún coste. La alogocracia está separada completamente de la realidad. Cree que los problemas económicos y sociales se pueden solucionar firmando decretos buenistas que sirven de sustituto al pasto, por lo que no podrá sobrevivir mucho más tiempo repitiendo consignas vacías y carentes de sentido real.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 237
 
 
La alogocracia no busca encontrar la verdad a través de la razón, al contrario, la asfixia y persigue para que nadie pueda tener una opinión discordante y todos formemos parte de un rebaño que recorre el oscuro sendero de la superstición y la irracionalidad creyendo que el final del camino es el paraíso y no el infierno.
 
Jano García
El rebaño: Cómo Occidente ha sucumbido a la tiranía ideológica, página 238
 
 
 

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