Gonzalo Báez-Camargo

Camino de Emaús

¿Cuándo y cómo llegó?
No sé la hora ni el instante preciso,
pero un día El llegó a mi camino,
quietamente, sin rumor, sin estruendo.
Como inicia el alba.
Como empieza el rocío a formarse en el cáliz de las
flores.
Como empieza la estrella a afirmarse en los cielos del
crepúsculo.
Como empieza a formarse en las duras entrañas de la
tierra, el subterráneo manantial que un día aflorará
en riachuelo, y se irá transformando en río y en
torrente.

Así fue. Entre el polvo de mi sendero abrupto y
solitario, apareció-no sé cuándo ni cómo- y
silenciosamente se colocó a mi vera.
No supe que era El, mas yo sentía más firme ahora el
báculo, más fuerte y más ligero el pie, más puro el
aire, más ancho el horizonte y menos fatigosa la
jornada.

Y empecé a ver que el polvo del camino se me iba
haciendo polvo de oro al sol de aquella su presencia
misteriosa,
y a sentir que cautivo iba quedando del dulce compañero
mi albedrío,
y que empezaba a arder mi corazón...

Así fue. ¿Cuándo y cómo?
No lo sé, pero un día
tuve ya un Compañero en mi camino.
¡Y era El!

Gonzalo Báez-Camargo



“La muerte sólo se lleva el cuerpo, pero lo más importante, lo más valioso, permanece aquí.”

Gonzalo Báez-Camargo


Retorno

Voy a seguir tus huellas,
Jesús, definitivamente,
sólo beberé el agua de tu fuente
sólo amaré el fulgor de tus estrellas
y hacia tu faz afirmaré la frente.

¡Cuán pavorosa la ventura
de mi triste desvío!
mis flores eran cardos,
la amargura
de las aguas de Mara mi dulzura,
mi luz la sombra y mi calor el frío.

Más torno a Ti, Jesús, hermano mío,
y hoy sí tendrá mi ruta nuevamente
olor de nardos y brillar de estrellas
porque, definitivamente,
voy a seguir tus huellas.

Gonzalo Báez-Camargo



"Se insiste por ahí en dar una impresión ignara o mal intencionada de lo que es el ecumenismo. Se dice que el ecumenismo significa menosprecio de los valores doctrinales y por ende, denominacionales de las iglesias cristianas evangélicas. Que es una especie de revoltura sin ton ni son. Un desteñimiento general.

Y hasta, extremando el encono o la ingenuidad inmersa en la ignorancia absoluta sobre el tema, llega a acusársenos, a los que creemos en el ecumenismo, de traición y deslealtad a nuestra Iglesia particular con el objetivo único de llegar a ser aceptados incondicionalmente en el seno de la iglesia católica romana.

Por ejemplo, creyendo insultarme, cierto individuo me llamó una vez –con indirecta sátira- “Don Ecuménico”. Un alto e inmerecido honor para mí. Así me situó en la categoría de cristianos de verdadera prominencia. Pongamos por caso, el doctor Juan A. Mackay, a quien sus estudiantes de Princeton llaman cariñosamente “Juanito Ecuménico”.

Yo espero y confío en que, cuando se entienda bien lo que es el ecumenismo –no otra cosa que la santa causa de la unidad cristiana por la que Cristo oró- el apodo con que me ha honrado el individuo en cuestión vendrá a ser mi más alto, aunque inmerecido título.

Y no es que se haya aclarado y explicado lo que es y lo que no es el ecumenismo. Pero esas explicaciones, o no han llegado a oídos de los que insisten en confundir los términos, o se trata simplemente de taparse los oídos para no oír y cerrar los ojos para no ver. Expliquémonos una vez más.

El ecumenismo es como el disco que en las clases de física sirve para demostrar la composición de la luz. Ahí están los colores. Cada uno diferente a los demás. Fuerte, bien definido, claramente demarcado. Se hace girar el disco, y aparece el blanco del cual todos forman parte.

Para que esto suceda he aquí los requisitos: (1) Que cada color retenga su propio tinte; (2) Que los colores, aunque distintos, estén juntos; (3) Que todos reconozcan un solo centro.Este es el ecumenismo de los colores y la luz.

El verdadero ecumenismo, y no las caricaturas que se hacen de él para luego darse el gusto de ponerlas en solfa. Cada tradición denominacional es uno de esos colores. Ha recibido de Dios la comisión de custodiar ese “color”, que es parte del espectro de la Luz Divina.

El ecumenismo no sólo no le demanda que se “destiña” sino que al contrario, le pide que sea fiel a su “color”, que lo mantenga sin máculas ni desteñimientos. Porque con colores desteñidos jamás se logra producir la combinación indeficiente de la luz. Colores fuertes, bien definidos, pues. Lealtad a las convicciones denominacionales de bases cristianas y evangélicas. Mientras más firmes, mejor.

Pero para formar la luz de Cristo –“Vosotros sois la luz del mundo” –los colores (las denominaciones) deben estar “todos unánimes juntos” (Hech. 2:1) No “cada quien por su lado”. No dispersos y al azar. Mucho menos en conflicto unos con otros. Atravesándose y encimándose. Porque todos deben tener un solo y mismo centro: nuestro Señor Jesucristo.

Cuando “todos unánimes juntos” giran en torno de Cristo, Su Voluntad, Su Honra, Gloria y Reino, entonces –y únicamente hasta entonces- se produce la luz que alumbra al mundo. De otro modo, todo es confusión, mal testimonio y causa de que el nombre de Cristo sea menospreciado y hasta blasfemado.Disco de espectro solar: eso es el verdadero ecumenismo. El ecumenismo en que yo creo. El campo en que sirvo."

Gonzalo Báez-Camargo



Sólo tengo una vida una vida no más

¿En qué habré de emplearla:en odiar o en amar?

¿Odio? ya hay bastante en el mundo, bastante rencor.

¿Por qué he de aumentarlos, si lo que hace falta es amor, mucho amor?

Si alguno me ofende, si alguno procura mi mal, hay un daño al menos que no ha de causarmey es hacerme odiar.

Si pienso tan sólo en el bien de los otros y me olvido de mí, no hay ninguna ofensa que me pueda herir.

La vida es tan breve, y hay tanto de bueno que hacer, que no tengo tiempo para aborrecer.

La vida es tan corta, y tanto hay que servir y ayudar, que no tengo tiempo sino para amar.

Ya no quiero riquezas, ni gloria, ni fama, ni poder para mí;sólo quiero el gozo de amar y ayudar y servir.

Gonzalo Báez-Camargo


Tú no has muerto

Madre, madre, yo sé que tu no has muerto
y que en aquella tarde me engañaron
cuando la negra caja se llevaron
y nuestro humilde hogar quedó desierto.

¿Qué estabas muy enferma? Sí, ¿Qué un día,
por mucho que trataron de alejarme,
logré entre cortinas ocultarme
y ver cuando empezaba tu agonía?

Sí, lo recuerdo bien, tu frente pura,
tus entreabiertos labios, tu mirada
comenzando a apagarse, más clavada
con insistencia mística en la altura.

Invadía un pavor desconocido
mi espíritu infantil… Luego, me vieron
y me echaron de ahí. ¡Qué crueles fueron!
¡Nunca habrán aquel crimen comprendido!

Hoy que el tiempo ha pasado, ¡cómo siento
no haber podido recoger de hinojos
tu mirada postrera con mis ojos
y con mis labios tu postrer aliento!

Tal vez, próxima al fin, con voz quedita
me llamaste queriendo despedirte,
y yo no estaba ahí para decirte:
¡No te vayas tan pronto, mamacita!

Cuando me permitieron el regreso
me acerqué al ataúd en que yacías.
Te iba a besar…mas viendo que dormías
detuve entre mis labios aquel beso.

*******

Muchos lloraban en silencio cuando
la caja descendió a la sepultura.
Yo no lloré. ¡Me pareció impostura
el decir que te estaban enterrando!

Es muy cierto, muy cierto que te fuiste;
que aquel hogar risueño de mi infancia
donde eras tú la luz y la fragancia
al volver me lo hallé vacío y triste…

Y con todo yo sé que no fue cierto
que en aquel ataúd te sepultaron.
Yo sé madre, muy bien que me engañaron
y que tú no te has muerto… ¡no te has muerto!

Yo sé que vienes, cariñosa y buena,
a consolarme cuando estoy enfermo,
cuando estoy triste a compartir mi pena
y a acariciar mi frente cuando duermo.

-¿En donde estás?-exclamo cuando ansío
rasgar el velo cruel que te me esconde.
y oigo tu amante voz que me responde:
-¡Aquí en tu corazón, hijito mío!

¿Aquí en mi corazón! ¿Ves cómo es cierto
que aquella tarde triste me engañaron
y que mentira fue que te enterraron?
¡Madre, madre! ¿Ya ves cómo no has muerto?

Viva estás para mí. Ni una ceniza
cubre el sagrado fuego en que me inflamo.
Viva estás para mí, porque te amo,
y el amor, ¡a los muertos eterniza!

Y pues mi amor le impide retenerte,
en el sepulcro aquel no estas cautiva.
Tú nunca has de morir mientras viva:
¡El amor es más fuerte que la muerte!

Gonzalo Báez-Camargo










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