Piero Calamandrei

"El abogado que habla tiene la sensación casi acústica de los momentos en que su palabra llega a convencer al juez, y de aquellos en que lo deja en duda y hasta le molesta. Es como un fenómeno de resonancia: a veces se siente que los argumentos que salen de la boca del abogado están al unísono con la disposición del juez y le hacen vibrar; otras, su voz resuena falsa y sin eco, como aislada en el vacío. Y cuando más fuerza el abogado el tono, tratando de superar lo molesto de este aislamiento, tanto más se le hace imposible ponerse a tono con quien lo escucha."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



"En la República de Platón, a médicos y jueces se los envuelve en una misma desconfianza, como síntomas reveladores de las enfermedades físicas y morales que sufren los ciudadanos.
Esta afinidad psicológica entre las dos profesiones no es hoy menos evidente, sobre todo por el sentimiento de viril pesadumbre que la experiencia de los males ajenos, físicos o morales, determina en quien diariamente los estudia y los conforta. También los jueces, como los médicos, sólo ven a su alrededor lisiados y leprosos; también los jueces, como los médicos, respiran todo el tiempo el aire viciado de las Salas, en aquellos grises hospitales de toda la humana corrupción, que son los Tribunales.
Sé de un químico que, cuando en su laboratorio destilaba venenos, se despertaba sobresaltado por la noche, recordando con terror que un miligramo de aquella sustancia podía ser suficiente para matar a un hombre. ¿Cómo puede dormir tranquilamente el juez que sabe que tiene en su secreto alambique un tóxico sutil que se llama injusticia, del cual una gota escapada por error puede bastar, no sólo para quitar la vida, sino, lo que es más terrible, para dar a toda una vida un sabor amargo que ninguna dulzura podrá ya consolar jamás?
El buen juez pone el mismo escrúpulo para juzgar todas las causas, aun las más humildes; sabe que no existen grandes y pequeñas causas, porque la injusticia no es como aquellos venenos de los que cierta medicina afirma que tomados en grandes dosis matan, pero tomados en dosis pequeñas curan. La injusticia envenena aun en dosis homeopáticas."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



"Es posible que el oficio del abogado exija más ingenio y más fantasía que el del juez; hallar los argumentos, que es trabajo del abogado, es, técnicamente, más arduo que escoger entre los ya expuestos por los defensores. ¡Pero qué angustia, qué responsabilidad moral en esta selección! El abogado, cuando ha aceptado la defensa de una causa, tiene su camino trazado; puede estar sereno como el soldado en la trinchera, al cual la tronera indica hacia qué parte debe disparar. Pero el juez, antes de decidirse, tiene necesidad de una fuerza de carácter que puede faltar al abogado; debe tener el valor de ejercitar la función de juzgar, que es casi divina, aunque sienta dentro de sí todas las debilidades y acaso todas las bajezas del hombre; debe tener el dominio de reducir a silencio una voz inquieta que le pregunta lo que habría hecho su fragilidad humana si se hubiese encontrado en las mismas condiciones del justiciable; debe estar tan seguro de su deber, que olvide, cada vez que pronuncia una sentencia, la amonestación eterna que le viene de la Montaña: No juzgar."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces


"Imparcial debe ser el juez, que es uno, por encima de los contendientes; pero los abogados están hechos para ser parciales, no sólo porque la verdad se alcanza más fácilmente escalándola desde dos partes, sino porque la parcialidad del uno es el impulso que engendra el contraimpulso del adversario, el empuje que excita la reacción del contrario y que, a través de una serie de oscilaciones casi pendulares, de un extremo al otro, permite al juez hallar lo justo en el punto de equilibrio. Los abogados proporcionan al juez las sustancias elementales de cuya combinación nace en cierto momento, en el justo medio, la decisión imparcial, síntesis química de dos contrapuestas parcialidades. Deben ser considerados como "par" en el sentido que esta expresión tiene en mecánica: sistema de dos fuerzas equivalentes, las cuales, obrando sobre líneas paralelas en dirección opuesta, engendran el movimiento, que da vida al proceso, y encuentra reposo en la justicia."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



"La burla más maligna que un juez puede hacer a un abogado, es dejarle hablar sin interrumpirle cuando se da cuenta de que dice cosas inútiles o perjudiciales a la defensa que sostiene."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces


"La justicia no sabe qué hacer con aquellos abogados que acuden a los Tribunales, no para aclarar a los jueces las razones del cliente, sino para mostrarse y poner de manifiesto sus propias cualidades oratorias. El defensor debe tratar únicamente de proyectar sus dotes de claridad sobre los hechos y sobre los argumentos de la causa, y de mantener en la sombra la propia persona, a la manera de esos modernísimos mecanismos de iluminación, llamados difusores, que escondiendo la fuente luminosa, hacen aparecer las cosas como transparentes por su agradable fosforescencia interna. Al contrario de las lámparas de luz directa, prepotentes y descaradas: que deslumbran a quien las mira y alrededor sobre los objetos, no se ve más que oscuridad."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



“La noble pasión del abogado debe ser siempre consciente y razonable; tener tan dominados los nervios, que sepa responder a la ofensa con una sonrisa amable y dar las gracias con una correcta inclinación al presidente autoritario que le priva del uso de la palabra. Está perfectamente demostrado ya que la vociferación no es indicio de energía, y que la repentina violencia no es indicio de verdadero valor: perder la cabeza durante el debate representa casi siempre hacer que el cliente pierda la causa.”

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces


“Mientras el proceso se concebía como un duelo entre los litigantes, en el cual el magistrado, a modo de árbitro en campo de deportes, se limitaba a anotar los puntos y a controlar que se observaran las re-glas del juego, parecía natural que la abogacía se redujera a un certamen de acrobacias y que el valor de los defensores se juzgara con criterio, como si dijéramos, deportivo. Una frase ingeniosa, que no hiciese avanzar un paso a  la verdad, pero que atacase en lo vivo cualquier defecto del defensor contrario, producía el entusiasmo del público, como hoy, en el estadio, el golpe maestro de un futbolista. Y cuando el abogado se levantaba para informar, dirigía-se al público con el mismo gesto del púgil que al subir al ring muestra la turgencia de los bíceps. Pero hoy, cuando todos saben que en cada proceso, aun en los civiles, se ventila, no un juego atlético, sino la más celosa y alta función del Estado, no se acude a las Salas de justicia para admirar escaramuzas. Los abogados no son ni artistas de circo ni conferenciantes de salón: la justicia es una cosa seria. Yo me pregunto —me decía confidencialmente un juez— si en el comportamiento extraño de ciertos abogados en la audiencia pública, no habrá la misteriosa intervención de algún médium.”

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces


"Óptimo es el abogado de quien el juez, terminada la discusión, no recuerda ni los gestos, ni la cara, ni el nombre; pero recuerda exactamente los argumentos que, salidos de aquella toga sin nombre, harán triunfar la causa del cliente."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



"Para juzgar la utilidad procesal de los abogados es necesario no mirar al defensor aislado, cuya actividad unilateral y parcial, tomada en sí, puede parecer hecha exprofeso para desviar a los jueces de su camino, sino que se hace preciso considerar el funcionamiento en el proceso de dos defensores contrapuestos, cada uno de los cuales con su propia parcialidad, justifica y hace necesaria la parcialidad del contrario."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



“Por esto, precisamente, deberían ser los jueces los más vigorosos defensores de la abogacía, pues sólo cuando los abogados son independientes, pueden los jueces ser imparciales; sólo cuando se respeta a los abogados, se honra a los jueces, y cuando se desacredita a la abogacía, lo que en primer término se resiente es la dignidad de los magistrados y se torna mucho más difícil y angustiosa su misión de justicia.”

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces


"Preguntó un joven abogado, que tenía el celo del neófito: – He defendido tres pleitos: en dos de los cuales estaba convencido de tener razón, he trabajado muchas semanas para preparar largos escritos, todos llenos de admirable doctrina; en el tercero, en que me parecía no tenerla, me he limitado a echar fuera cuatro líneas para preparar una prueba testifical; los dos primeros los he perdido; el tercero lo he ganado."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



"Se dice que los abogados no aman a los jueces todo lo que éstos se merecen. Y, sin embargo, yo conozco ciertos defensores que, para mejor persuadir a los jueces, con la dulzura de su acento, con la armonía del gesto y con la graduación de sus sonrisas, aprenden de memoria sus discursos y los ensayan delante del espejo. ¿Qué enamorado llegaría a tal paroxismo de sumisión, hasta preparar de esta manera las frases irresistibles que habrá de susurrar a su amada?"

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



"Sería útil que, entre las varias prueban que los candidatos a la abogacía hubiesen de superar con el fin de ser habilitados para el ejercicio de la profesión, se comprendiese también una prueba de resistencia nerviosa como la que se exige a los aviadores aspirantes. No puede ser un buen abogado quien está siempre dispuesto a perder la cabeza por una palabra mal entendida, o que ante la villanía del adversario, sepa reaccionar solamente recurriendo al tradicional gesto de los abogados de la vieja escuela de agarrar el tintero para tirarlo. La noble pasión del abogado debe ser siempre consciente y razonable; tener tan dominados los nervios, que sepa responder a la ofensa con una sonrisa amable y dar las gracias con una correcta inclinación al presidente autoritario que le priva del uso de la palabra. Observo siempre la vociferación no es indicio de energía y que la repentina violencia no es indicio de verdadero valor; perder la cabeza durante el debate representa casi siempre hacer perder la causa al cliente."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces


"Sin probidad, no puede haber justicia; pero probidad quiere decir también puntualidad, que sería una probidad de orden inferior a utilizar en las prácticas secundarias de administración ordinaria. Esto puede referirse también al abogado cuya probidad se revela en forma modesta, pero continua, en la precisión con que ordena los traslados, en la compostura con que viste la toga, en la claridad de su escritura, en la parsimonia de su discurso, en la diligencia con que atiende a presentar los escritos en el plazo señalado. Y esto, sin ofensa de nadie, se dice también a los jueces, cuya probidad no consiste solamente en no dejarse corromper, sino también, por ejemplo, en no hacer esperar dos horas en el pasillo a los abogados y a las partes citadas para dar principio a una prueba testifical."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces



"Todo abogado vive en su patrocinio ciertos momentos durante los cuales, olvidando las sutilezas de los Códigos, los artificios de la elocuencia, la sagacidad del debate, no siente ya la toga que lleva puesta ni ve que los jueces están envueltos en sus pliegues; y se dirige a ellos mirándoles de igual a igual, con las palabras sencillas con que la conciencia del hombre se dirige fraternalmente a la conciencia de su semejante para convencerlo de la verdad. En estos momentos la palabra "justicia" vuelve a ser fresca y nueva como si se pronunciase entonces por primera vez; y quien la pronuncia siente en la voz un temblor discreto y suplicante como el que se siente en las palabras del creyente que reza. Bastan estos momentos de humilde y solemne sinceridad humana para limpiar a la abogacía de todas sus miserias."

Piero Calamandrei
Elogio de los jueces














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