Rolf Dieter Brinkmann

El pie desnudo de Ava Gardner

es
una pesadilla, si ya no
se puede borrar de

    la memoria
aunque jamás he vuelto a ver una película
con Ava Gardner

    después de haber
visto cómo la tela
se abre

    y aparece un dedo.
Hay cosas peores que los dedos de los pies, eso
lo sé

    pero no hay nada que
se compare al dedo de Ava
Gardner.
   
     Un
telón se abre y me estoy
sumergiendo en el

     sueño confuso
de seda china, plisé, tul
y ligeras

     sandalias
arrojadas. ¡Está descalza!
Pero, ¿a dónde va el calor

     cuando se evapora?
¿Qué significa la mano extendida
sobre una pierna? ¿Quién sufrió el

      trágico
accidente, cuando quiso entrar por
primera vez y no encontró la llave que

siempre estaba debajo del tapete? y
¿quién es la persona que yace
semidesnuda en el pasillo
   
      sin sangrar?
Aún se estaba moviendo un dedo
cuando abandoné el cine para

      siempre.
La memoria es una parte,
la otra no la conoceremos nunca.

Rolf Dieter Brinkmann




Oír uno de esos clásicos

Tangos encanallados en Colonia, a fines de
agosto, cuando el verano tiene ya

un dedo de polvo, poco después del cierre
de los comercios, un tango que llega desde
la puerta abierta

de una taberna que ha puesto
un griego, oírlo es casi

un milagro: por un instante una
sorpresa, por un instante

un suspiro de alivio, por un momento
una tregua en esta calle

que nadie ama y que
atosiga cuando se pasa por ella. He

escrito todo esto rápidamente, antes
de que el instante vuelva

a esfumarse en la maldita
despoblación brumosa de Colonia.

Rolf Dieter Brinkmann



Un poema

Aquí hay un poema sin héroe.
En ese poema no hay árboles. Ninguna habitación
para entrar y dormir hay aquí en el
poema. Ningún color puedes ver en este

poema de aquí. No hay sentimientos
en el poema. Nada hay en este poema
de aquí por tocar. No hay olores aquí en
ese poema. No hace falta que nadie salte

una valla o una pared en ese poema.
No hay, en este poema de aquí, nada que oír.
El poema éste no puedes forrarlo.
No es de goma. Ninguna sombra blanca

no hay en el poema éste. Nadie vuelve,
aquí en ese poema, de un viaje.
Nadie sube escaleras arriba, sin aliento, aquí en
este poema. El poema éste no hace

promesas. En el poema tampoco se muere nadie.
En este poema no notas ningún hálito. No
hay ninguna expresión de alegría en el poema este. Nadie
está desesperado aquí en el poema. Aquí

en el poema hay un silencio absoluto. Nadie
se queja en ese poema. Nadie habla aquí
en el poema. Aquí en este poema tampoco
hay obreros que se matan trabajando. Este poema de aquí

simplemente está aquí. No contiene ninguna llave
para abrir puertas. No hay puertas
en ese poema. El poema éste es sin
música. No canta nadie en ese poema, y

nadie imita aquí en este poema
a nadie. Nadie llama aquí al poema, reniega,
folla, come y toma alucinógenos. No hay en
este poema ninguna decoración pomposa

para ti. El poema éste no camina, no yace,
no duerme, no conoce el día, no conoce la
noche. No hace falta que pagues ninguna factura
en este poema. No hay ningún propietario

que suba el alquiler en este poema de aquí. No hay
empresas en ese poema. No hay en el
poema ningún estado de California. No hay
orégano en el poema. En este poema no

hay mar. En el poema éste no puedes
nadar. El poema que hay aquí no desprende
calor, el poema no desprende frialdad. El poema
éste no es negro, no tiene ventanas y

no conoce el miedo. El poema éste no
tiembla. El poema éste es sin espejos. En este
poema tampoco hay ningún huevo frito. Supermercado
no hay en este poema. El poema

que lees aquí no tiene ubres ni higo,
el poema éste es totalmente incorpore. Nadie gime
aquí en el poema. El poema no sangra, no se
calla nada, el poema no tiene reglas,

el poema no es una cita, para nadie. Aquí en
este poema nadie encuentra un centavo,
y aquí en ese poema no hay nadie que vaya
en coche. No hay ruedas que chirrían al hacer la curva.

En este poema nadie mama con ternura
una cigarra. No hay ninguna luz aquí en el
poema. El poema no es una bufanda amarilla. El
poema que ves aquí no tosa.

Aquí en el poema no puedes besar.
Aquí en este poema tampoco se mea. No
sacarás nada de este poema. El
poema está hecho todo de negaciones. De

negaciones en ese poema cada vez hay más.
Aquí no hay marihuana en el poema. En ese
poema no hay nadie que se ría. El poema no sabe lo que es
trabajar. Nadie mira la televisión en ese poema.

El poema no lleva reloj. El poema no es
intemporal. Necesita el tiempo que tú necesitas
para leer el poema éste. No hay ningún grifo
que gotee en el poema este, y nadie pide

tabaco aquí en el poema. El poema
éste no da propina. No hay ningún labavo
aquí en el poema. No hay ninguna ciudad en ese
poema. Aquí en el poema nadie se lava los

pies. Ir a la escuela no es necesario aquí
en el poema. Al poema nadie lame tampoco un
higo. Tu aparato sexual no se levanta
aquí en el poema. No puedes, aquí en el poema,

sentarte y pensar. El poema éste
no es el estado. No es la sociedad.
No es ninguna máquina del millón. El poema éste no
tiene ningún perro. Con este poema nadie se puede


identificar. No hay policías haciendo la ronda en
este poema por si pillan un atraco. Una vaca
que salga no está aquí en este poema. El poema éste
no es superficial. El poema éste no es

profundo. En el poema tampoco aparece ningún
día de verano. Nunca es martes en este poema,
no hay ningún miércoles en este poema, no estamos
a viernes en este poema ni falta ningún jueves

en el poema este. No es lunes,
sábado o domingo aquí en el poema. El poema
éste no es la negación de lunes o
jueves. El poema simplemente termina aquí.

Rolf Dieter Brinkmann











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