Daniel Chavarría

"Algo me induce a preguntarme si, a mis 80 años, no habré comenzado ya un proceso de demencia senil, por el hecho de haber aceptado presentar seis libros, además, cuando tres de ellos pertenecen a géneros que no leo: teatro, ciencia ficción y literatura infantil. ¿Qué bicho me picó para no negarme de manera rotunda y qué bicho le picó a la Hermanos Saíz para pedirle a este anciano octogenario que (...) no es conocido por prestarse a edulcorar textos que ni fu ni fa, por si fuera poco, prejuiciado por la obra juvenil?"

Daniel Chavarría


"Cuando uno ha vivido con mentalidad de colmena (‘con los pobres de este mundo quiero mi suerte echar’ decía José Martí); cuando tu destino ha sido el de todo un pueblo, resulta difícil alegrarse solo por los éxitos de uno mismo. Y cuando me desborda la tristeza, salgo a quitármela corriendo por las calles soleadas de La Habana en mi nueva bicicleta china. Y hay algunos días, no muchos, sobre todo en noches de apagones y estrellas rutilantes, en que miro este cielo agujereado de nuestros tiempos y hasta me atrevo a esperar que, por esos mismos agujeros, bajen comunistas de otras galaxias a castigar a los malos y poner las cosas en su lugar."

Daniel Chavarría




"No soy un culterano; trato de hacer una literatura que esté al alcance de amplios sectores de la población. Pero con dignidad, sin caer en la estúpida lógica mercantilista."

Daniel Chavarría


"Para mí, la Cuba profunda es la que no ven los turistas de la inmediatez: el Ballet de Alicia Alonso; la restauración del “mierdero” que era La Habana Vieja; el rescate de nobles empedrados ocultos debajo del asfalto y la hidalguía castiza de sus plazas más antiguas, la de Armas, la de la Catedral, la Plaza Nueva; los ilustres conventos, iglesias, santuarios y mansiones señoriales que hoy sirven como hostales para el creciente turismo que visita la Isla; y el haber convertido en museos algunos establecimientos comerciales de la colonia y viviendas de los siglos XVI y XVII; y son Cuba profunda el bailarín Carlos Acosta, primerísima figura hoy día del London Royal Ballet y aplaudido en el mundo entero; por cierto, un patriota con proyectos de ayudar a la cultura cubana; y lo es Cacho, con obras expuestas en importantes museos de EE.UU. y Europa; y los músicos, cantantes, instrumentistas, directores sinfónicos, compositores, y una pléyade de científicos de mérito internacional; y los deslumbrantes campeones olímpicos y mundiales, y no solo en boxeo y béisbol, sino también en la garrocha, el tiro rápido con pistola (en que cualquiera de las armas de alta precisión cuesta 20 mil dólares y el actual campeón olímpico de ese deporte es un holguinero procedente de una familia humilde que jamás habría podido proporcionarle semejante arma); y lo es el ajedrez (con más de veinte Grandes Maestros y dos ellos superiores a los 2 700 puntos; y muchos nacidos en la Ciénaga de Zapata, Cuchuflí Arriba o Remangalatuerca, y no campeones nacionalizados de los despojos soviéticos como los tienen EE.UU., Israel y media Europa. En fin, ¿para qué seguir?"

Daniel Chavarría




"Pese a mi formación en las letras clásicas occidentales, no me considero un académico, sino simplemente un escritor pues me interesa abordar la cultura desde mi propia perspectiva artística (...) Tampoco me gusta la palabra crear, me suena a "endiosamiento" del mundo literario, soy más bien un escribidor."

Daniel Chavarría


"Según el psiquiatra, el cuarto paso, que lo acercaría a las fronteras de la normalidad, demandaba repetir la misma escena pero sin valerse de los uniformes.
El resultado fue catastrófico.
Fracasó en tres intentos consecutivos e hizo una peligrosa derivación hacia la violencia. A una de las mujeres, que por no llevar uniforme no lograba producirle la necesaria turgencia, le hizo trizas el vestido y le propinó un severo castigo de mordiscos y puñetazos. Y Lou Capote, hombre realista, comprendió que ya nunca podría prescindir de los uniformes. Prefirió prescindir del psiquiatra. Tenía treinta años.
Durante mucho tiempo se abstuvo de mujeres. Se satisfacía solo. Para masturbarse desvestía un maniquí uniformado y evocaba el rostro de Fanny.
Lou había comprado una casa de tres pisos en Long Island, adquisición muy favorable, gracias a sus habilidades para el insider trading. Originariamente, la casa había sido garito y agencia de apuestas hípicas. Los tahúres que la construyeran habían instalado en el piso de arriba una caja de seguridad, oculta tras una biblioteca corrediza. En ella cabía un hombre alto, de pie. Adentro formaba una habitación rectangular de tres metros por cuatro, con numerosos cofres interiores de diverso tamaño. Al vender la casa, los dueños trataron de sacarle algo por aquel búnker. Lou supuso que alguna vez lo habrían usado como escondite en casos de allanamiento. Y no quiso dar un centavo por algo que no le ofrecía utilidad. Se quejó de que para ganar ese espacio tendría que sacarlo y eso representaba romper paredes y volver a construir. Al contrario, ellos debían rebajarle el precio. Y así consiguió que se lo dejaran, sin costo. Por su parte, Lou pensó que si algún día, sin prisa, daba con el comprador adecuado, aquel búnker podía valorizarle la propiedad y optó por no desmontarlo. Lo destinó a guardar el maniquí de sus masturbaciones, más un surtido de uniformes, para que su ama de llaves no diera con ellos. Y poco a poco descubrió que el desnudarse en aquella caja, el encierro, el hecho de que nadie pudiera imaginar lo que ocurría adentro, potenciaba su capacidad de excitarse. Y para masturbarse con comodidad había instalado un diván adentro."

Daniel Chavarría
La sexta isla


"Yo creo que la mejor literatura es siempre producto de la madurez. Antes de los 40 años es difícil tener algo importante que contar. Es difícil tener oficio (...) eficaz." Y citó el caso de las obras más relevantes de Goethe, Carpentier, Horacio Quiroga... como muestra presuntamente fehaciente de que solo en determinados estadios de la vida se hace verdadera literatura. Comentó que él mismo, siendo joven, escribió "enormes estupideces, porquería. A esta altura de la vida yo exactamente estupideces no escribo."

Daniel Chavarría













No hay comentarios: