Fernando de Castro y Pajares

"Concretemos más en particular nuestras aplicaciones. Como España es la única nación cuya unidad social consiste en la unidad religiosa, como todas las naciones de raza latina son católicas, aunque no en la misma forma, histórica y políticamente hablando, conviene declarar de qué manera es católica España, y mostrar que no lo es a la italiana ni a la francesa, sino a la española. Fijemos las relaciones de cada uno de esos pueblos con el soberano Pontífice en lo que no es dogmático, que en esto todos lo son igualmente. Hay en él como dos entidades o supuestos inseparables: la idea católica en sí misma, y la persona que la representa. Dicho esto, Italia ha sido católica en cuanto a sostener las prerrogativas y los privilegios del pontificado, o por residir en su territorio, o por recaer de continuo en cardenales de su nación la suprema dignidad pontificia; no habiéndose mostrado respetuosa siempre hacia los elegidos para tan sublime potestad. Francia es católica, mayormente por su protectorado en favor de los romanos Pontífices desde Carlomagno, en memoria de la corona imperial que aquéllos pusieron sobre su cabeza, al renovarse el imperio de Occidente; no habiendo sido fiel a su compromiso, ni en la declaración del clero galicano, ni en los días tormentosos de su primera revolución, ni en los tranquilos del primero y segundo imperio. España ha sido y es esencialmente fiel a la idea católica por ella misma, sin que desde Recaredo hasta hoy haya desmentido nunca, ni por un instante siquiera, su lealtad a este principio; habiendo respetado además sinceramente a los Papas, hasta cuando pareció que Carlos V les faltaba en la persona de Clemente VII. No por otra razón ha luchado a brazo partido con el protestantismo, hasta emplear el arma terrible de la Inquisición para mantener incólume la fe romana; si bien negando a sus teólogos más esclarecidos la infalibilidad de los Papas fuera de los concilios, resistiendo sus canonistas los abusos de los curiales, queriendo gobernarse por su propia disciplina en lo que no fuese contraria a la general de la Iglesia, repugnando en la severidad de su carácter toda devoción extranjera, afeminada y pomposa, y ostentando un culto solemne y grave, pero sencillo, aun en aquellas festividades que dramatiza el pueblo, prestando cierto colorido artístico a sus prácticas y representaciones sagradas. Tal significaba ser católico al estilo español. Antes de deducir sus consecuencias, permítaseme una observación.
La sociedad, hasta ahora, no se halla sostenida por el concurso general de hombres y pueblos; apenas si se han establecido las condiciones exteriores de seguridad, mediante el derecho, para que sobre ellas comience a fundarse en multiplicidad de relaciones, íntimas y esencialmente. El catolicismo, que ha ayudado con toda su autoridad a traer a los hombres a este estado de derecho, no ha podido pasar aún del período histórico, que fija por completo la forma sensible de toda institución. Ha modelado al hombre exterior; mas por la dureza de su corazón, sin duda, no ha logrado, todavía, reformar por entero su vida interior. De ahí esa flagrante contradicción de unos que, llamándose católicos, no cumplen con las prácticas de su culto; de otros, y son los más, para quienes siendo estas prácticas como letra muerta, ni les sugieren ningún buen propósito, ni les enardecen el ánimo para obrar el bien. Quedan como fuera del hombre, que las ejecuta por hábito, no por conciencia, ni en fuerza de aquella espontaneidad, nacida del calor que aviva la fe, creída porque es de Dios, y aceptada libremente porque es conforme a la razón. "

Fernando de Castro y Pajares
Discurso acerca de los caracteres históricos de la Iglesia española


"El origen de las instituciones feudales es puramente bárbaro; el feudalismo nació a fines del siglo V con el establecimiento de las naciones del Norte en la Europa a la caída de Roma.
El sistema feudal en los tiempos de las invasiones, nació como una cosa propia, fue como la primera y más sencilla organización de un país a cuya conquista han concurrido varios; pero con cierta subordinación y dependencia unos respecto de otros. Sucedió del modo siguiente: -Un jefe bárbaro se establece por conquista en un país ayudado de sus guerreros: por gratitud, por justicia y hasta para interesarlos en la conquista y asegurarse su adhesión, les cede parte del territorio conquistado, imponiéndoles al menos la subordinación militar. Estos primeros reparten con los del grado inferior parte de su beneficio o feudo con otras o iguales condiciones, y así sucesivamente hasta constituir una cadena desde el soberano hasta el último vasallo. Así tuvo origen el feudalismo, cuando los pueblos bárbaros se establecieron en las naciones de Occidente a la caída del imperio romano.
En este segundo período que se fija en el siglo X con la elevación de la dinastía de los Capetos en Francia, se desarrolla el feudalismo de un nuevo modo, a saber: con la disminución de los hombres libres, de aquéllos de propiedad alodial en la que está la garantía de la independencia de las personas. En una sociedad como la de entonces en que el poder soberano era poco fuerte para hacer respetar los derechos de los particulares, cada uno se veía obligado a procurar su seguridad acudiendo al amparo de un protector pudiente; pues la independencia era muy peligrosa para los débiles; por cuanto los dejaba aislados y sin valimiento contra los atentados de los más fuertes.
Por tanto, el propietario de un reducido alodio, hacía renuncia de una propiedad peligrosa y hasta estéril en su mano, y cedía sus tierras a un señor; para recibirlas después de él a título de beneficio: juraba serle fiel, acompañarle en la guerra, exponer su hacienda y su vida en servicio suyo, y pagarle un censo más o menos crecido. El señor en cambio se obligaba a franquearle asilo, y a empuñar las armas para defenderle de todo desafuero. Tales eran las relaciones que el homenaje feudal establecía entre señores y vasallos.
El régimen feudal recibió su complemento e invadió todas las clases de la sociedad, cuando no sólo las tierras sino las dignidades mismas se convirtieron en hereditarias: cuando los reyes a más no poder cedieron a título de feudo todos los empleos civiles y militares. No de otro modo los duques puestos para gobernar las provincias, los marqueses para guardar las fronteras, los condes encargados de la administración de justicia, antes oficiales del rey, llegaron a hacer hereditarios en su familia estos destinos. A su ejemplo los obispos y los abades se hicieron dueños también de los territorios donde ellos eran los más fuertes."

Fernando de Castro y Pajares
Historia de la Edad Media


"El protestantismo conduce, vía recta, al socialismo; el catolicismo a la civilización."

Fernando de Castro y Pajares







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