Horacio Castellanos

“El patriotismo es una estupidez generalizada en todo el planeta.”

Horacio Castellanos


"El sexo y la muerte son caras de un mismo paquete, hermanos gemelos que van de la mano, posiblemente porque se nace con el sexo, gracias al sexo."

Horacio Castellanos


"Eran las once y cuarto cuando el doctor Raudales salió al pasillo donde nosotros esperábamos. Lo supe al instante: Clemente había muerto. No me pude poner de pie; las piernas me flaquearon. Se tuvo que sentar a mi lado para decirme que lo sentía mucho, que había hecho lo humanamente posible por salvarlo. Yo debo de haber pegado alaridos; me sentía desgarrada, rota por dentro. Todo ese momento se me nubla. Recuerdo que Oscarito me abrazaba. Después logré reaccionar y grité que quería ver a mi marido. El doctor Rosales me condujo, con Oscarito y Alberto a mi lado. Clemen yacía cubierto con una sábana. Lo descubrí. ¡El peor momento de mi vida, papito! Lo habían destrozado por atrás, pero su cara estaba intacta. Lo cubrí de besos, como si así hubiera podido resucitarlo. Ni cuenta me di cuando me llené las manos de sangre. Me sacaron en hombros.
El doctor Rosales me trajo a la realidad: me preguntó a cuál funeraria quería que llevaran a Clemen. Entonces reaccioné. Le dije que teníamos un seguro con la Auxiliadora. Oscarito me condujo de regreso a casa para buscar los documentos de Clemen y también su traje más elegante. Alberto se quedó en el hospital esperando a que llegaran los de la funeraria. Es increíble cómo las tragedias unen a las familias: Clemen siempre estuvo muy distanciado de sus hermanos y de su papá; nunca me quiso explicar las razones, era un tema que lo exasperaba. Pero ahora Alberto se ha portado tan finamente conmigo. Y don Pericles, que estaba exiliado en Costa Rica, vino a los funerales, en compañía de la Pati, la hermana de Clemen a quien yo nunca había podido conocer y que está casada con un dirigente comunista costarricense. No sé cómo lo hicieron para que las autoridades les dejaran entrar al país.
¡Cómo me han hecho falta ustedes, papito! ¡Es horrible que por culpa de la guerra no pudieran venir! ¡Qué desgracia la mía, no poder estar con mis padres en estos momentos trágicos a causa de que no hay relaciones entre estos dos países! Es verdad que los familiares de Clemen, los amigos y los compañeros alcohólicos anónimos se han portado de maravilla conmigo, pero nunca será lo mismo que tenerlo a usted a mi lado.
Lo único reconfortante durante el velorio fue constatar cuánta gente quería a Clemen. Eran centenares los que desfilaron ante el féretro con lágrimas en los ojos. Compañeros alcohólicos anónimos procedentes de todo el país y de todos los sectores sociales: desde los coroneles Gutiérrez, Aguirre y Mejía, hasta gente muy pobre. Clemen era el representante en el país del movimiento internacional de alcohólicos anónimos y dirigía grupos de todos los niveles; había viajado varias veces a New York a entrevistarse con el jefe de allá. Todos lo querían muchísimo. El dueño del canal de televisión donde trabajaba Clemen, don Moris, también estuvo presente y fue muy fino; su esposa, María Teresa, estudió conmigo la high school en el internado de Washington. Llegaron decenas de arreglos florales y centenares de telegramas.
El entierro también fue muy concurrido. Fue el martes en la mañana; hace exactamente una semana. Era una larga caravana de carros. Y en el cementerio ya había muchísima gente, sobre todo compañeros alcohólicos anónimos. Yo me deshice en llanto. Y el pobre Eri, mi muchachito, que se había mantenido muy sereno durante el velorio, explotó en llanto cuando los enterradores comenzaron a tirar la tierra sobre el ataúd. Siento una cosa tan fea en el corazón cuando veo que mis hijos han quedado huérfanos a tan corta edad.
Pasado mañana terminarán las misas del novenario. Han sido en la iglesia Don Rúa, cerca de casa, y siempre ha llegado bastante gente. Al final del novenario regalaré un escapulario con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que era en quien Clemen creía y a quien se encomendaba todas las noches."

Horacio Castellanos
Desmoronamiento


“La aplicación de los valores de la cultura del éxito y la celebridad a la literatura es mortal para el escritor.”

Horacio Castellanos



“La literatura surge más de la frustración, del fracaso, de la tragedia, que de la felicidad y del éxito. Una literatura que se basa en la felicidad y el éxito no es creadora.”

Horacio Castellanos


"La política centroamericana es un juego sórdido. En esencia nada cambia, sólo la forma en que las élites se divierten peleando. Lo social y lo económico se mantienen inalterables: el hambre, el crimen, la miseria, el desempleo, la carencia de salud y educación, la absoluta falta de oportunidades. No importa quién suba o quién baje. Para la calidad de vida de la población se trata del mismo mono con distinta camiseta."

Horacio Castellanos


"Nunca fui muy optimista y es verdad que la gente que me conoce me dice que poca gente es tan pesimista como yo. Pero es verdad que esa es una idea optimista y se manejó mucho en la década de los setenta, cuando estaba al final de la adolescencia, pero muy pronto entendí que eso no funciona así. De hecho cuando escribí mis primeros cuentos y La diáspora entendí que la idea de crearle una utilidad social a la literatura para un cambio político es un absurdo. Porque incluso nosotros, que como generación estuvimos inmersos en una guerra civil, nunca creímos que el mundo se debería dividir dentro de la literatura entre buenos y malos. Eso existe en la política y tiene que ver con los intereses que se defienden. La literatura tiene que ver con la complejidad interna del ser humano. Así que muy pronto esa idea embrionaria de la literatura la descarté." 

Horacio Castellanos



"Quique no era de los tipos que se imaginan el poder desde las alturas. Cuando se dio la orden de iniciar la ofensiva del 10 de enero, y los jefes les aseguraron que se trataba de la embestida final para derrotar a la genocida junta de gobierno y que luego a construir el socialismo, lo más alto que Quique pudo fantasear fue convertirse en el jefe de la comandancia local —ahora sería revolucionaria— de su pueblo: tenía claramente definida la lista de los tipos a los que ajusticiaría, comenzando por los asesinos de Lucrecio y por ciertos viejos enemigos de la escuela. Ahora que se encontraba de huida y que el sueño del triunfo revolucionario se había transformado en una pesadilla, Quique concentró sus energías en sobrevivir, sin más pensamientos que los necesarios para detectar los pasos de sus perseguidores.
Logró acercarse al pueblo, aprovechar la noche para llegar a casa, decirle a su madre que el diablo lo venía siguiendo y pedirle que lo ayudara, que tenía que irse lo antes posible o la muerte lo alcanzaría. ¿Huir hacia dónde? Ella se encargó de tejer la red de comadres y amigos, y de entregarle los ahorritos, que le permitieron salir del país. Sin que él supiera de la suerte que habían corrido sus otros compañeros ni intentara reconectarse: el terror y la prisa eran demasiados."

Horacio Castellanos
La diáspora


"Sin lugar a duda en América Latina hay una cultura nómada. Es un poco contradictorio y complejo porque mis personajes, al menos los de la saga de la familia Aragón, proceden de El Salvador y unos pocos de Honduras. Sin embargo, yo no he regresado a El Salvador desde que me marché en el año 1997. No he regresado a vivir, sólo de visita. Desde entonces he vivido como un nómada. Ahora llevo más de diez años en Estados Unidos. 
    Mis personajes se han ido moviendo en la medida en que yo me he ido moviendo, sin que hayan perdido su naturaleza original de centroamericanos. No extraigo personajes de los lugares en los que escribo, acaso saco alguno que otro personaje secundario. Mis personajes principales los ando cargando desde siempre. Hay, por un lado, una literatura que expresa esa vocación nómada y, por el otro, una raíz que queda en el escritor y que son sus años formativos."


"Soy un escritor que trabaja por impulsos. No soy un tipo que tenga claro todo el mapa de la zona que va a visitar cuando comienza su viaje. Eso significa que no tengo ni idea de cómo van a continuar o terminar mis libros. Tengo un arranque, nada más. Por eso me llamó la atención una declaración que hizo John Irving aquí en Iowa, donde fue exalumno y profesor. Dijo que él no empezaba una novela si no sabía cuál iba a ser el final. Si yo hubiese utilizado el esquema de John Irving no hubiese escrito una sola novela. Voy trabajando por partes, por intuición del personaje que me agarra.
    Con las novelas cortas es distinto. Ésas son como un sprint, no requieren un gran diseño. Las novelas más largas, sin embargo, sí. Con La sirvienta y el luchador me ocurrió algo parecido a lo que me sucedió con Moronga. Iba escribiendo las partes sin saber muy bien a dónde me conducían. Al terminarlas la gente me decía: “Estas novelas las tenía usted bien amarraditas, ¿verdad?”. Y yo respondía que no tenía ni remota idea de para donde iba. 
    Las formas de escribir son un misterio y a mí me gusta así porque favorecen un tipo de asombro y de descubrimiento. Uno va descubriendo lo que tiene dentro. Hay otros escritores que no dan un paso si no tienen claras todas las planeaciones. Como el dicho mexicano, “no dan paso sin huarache”."

Horacio Castellanos


"Yo no me defino como un provocador. Yo no me defino. Me cuesta entenderme, contengo muchos entes contradictorios. Ahora soy una cosa y enseguida lo contrario. Algunos de mis personajes no aceptan ni se adecuan a las convenciones sociales y mentales vigentes, por eso su forma de ver el mundo resulta provocadora, quizá hasta subversiva. Me parece que eso tiene un valor en sí: el cuestionamiento de las formas imperantes de conducta, tanto mentales como emocionales, sociales como políticas. Ese es uno de los ámbitos más ricos de la literatura."

Horacio Castellanos








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