Ibn Jafaya

El jardín y la paloma

El jardín era un rostro de una blancura
resplandeciente,
la umbría, una cabellera negra,
y el agua del arroyo una boca de hermosos dientes.
Fue allí donde la paloma nos regocijó una tarde
al dejarnos oír su dulce arrullo.

Ibn Jafaya



He vuelto a Alzira
entre el trueno que retumba en mi oído
y la lluvia que azota mis hombros,
como un ave paralizada por las aguas
cuyos polluelos están en el nido, atormentados,
viendo cómo se derrumban los muros
bajo el peso continuo de las nubes.

El mar de la riada,
oleadas de barro;
el cielo, generoso en lágrimas;
los edificios, resquebrajados,
humillados como cautivos
ante el tirano.

Los edificios se venían abajo
inclinándose a tierra
como lo harían las comisiones
delante de los reyes.
Se diría que imitaban
a los fieles en oración.

Ibn Jafaÿa



¡Oh, habitantes del Al-Andalus,
que felicidad la vuestra al tener aguas, sombras, ríos y árboles!
No existe el jardín del Paraíso sino en vuestras moradas
Si yo tuviera que elegir, con éste me quedaría.
No penséis que mañana entraréis en el Infierno;
¡no se entra en el Infierno después de haber vivido en el Paraíso!

Ibn Jafaya



Poemas a las nubes

Una nube que no se había elevado durante su viaje nocturno, se movía sobre las tinieblas al modo de un cautivo encadenado.

El viento del sur se llevó esa nube con jirones, y arrastraban tanto que podían tocarse con la mano.

Cuando el Relámpago surcaba (el cielo) las nubes parecían un jinete que, rendido por el sueño, suelta las riendas"

Una espesa nube, con un manto ornado de un fleco por la mano hábil de un artesano, suelta el primer aguacero.

Ha viajado de noche, presurosa; el relámpago es látigo refulgente en manos de las tinieblas, y el viento, el lomo de un caballo de paso seguro.

Eufórica, se pavonea con su cinturón dorado y trémulo, arrastrando sus faldones de intensa negrura.

Le hice una visita matinal: las nubes eran como ámbar llameante, y el relámpago, cual fuego ardiente.

nos sirvió de beber...

una oscura nube corría (por el cielo), cual negro corcel, con el relámpago por fusta, y por riendas, el bóreas.

una nube ha dorado la noche de mi viaje; luego sus aguas han plateado lo que ella había dorado.

Ibn Jafaya










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