Jacques Chessex

"El erotismo es esa pulsión formidable que levanta el ser y que lo lleva a vivir y a procrear. Eros es un enemigo de Tanatos (aunque a veces es su cómplice). En el erotismo hay una potencia, una alegría y un furor de vivir que me parecen esenciales."

Jacques Chessex


"En Tapiès hay poco color. En Velázquez, raramente hay colores como el violeta o el rojo. Usan colores austeros. Goya es un pintor de lo negro, al igual que sus grabados. Los desastres de la guerra son negros. Yo también me puse a pintar cosas negras, pero no fúnebres. El negro es otra forma de la luz."

Jacques Chessex



"Favez no esperaba esta visita. Está de pie, tenso, en sus facciones se pinta el asombro receloso de los presos dispuestos a defenderse de un golpe, de un maltrato. La mujer se acerca, le mira de la cabeza a los pies y luego le mira de hito en hito. Así que éste es el devorador de féminas. Ella se acerca aún más. El bebedor de muchachas. Favez alcanza a percibir el olor de la visita. Ella respira el olor de hombre encerrado, el olor de amante de la muerte. Se aproxima más. Favez retrocede. De improviso la mujer alarga el brazo, coge a Favez por la cintura, se pega a él, lo ciñe con fuerza, el abrazo se asemeja a un espasmo. Favez cae, un largo estremecimiento recorre a la mujer y la postra contra el recluso. Lo que sucede a continuación es confuso, y al cabo de una media hora el guardián pega la oreja contra la puerta de la celda, más tarde hablará de gemidos o estertores o quejas, ya no sabe qué, era «como cuando estrangulan a un bicho».
¿Quién es la visitante misteriosa? Se hablará con decencia de una santa llegada para aportar el consuelo de Dios a un proscrito de la sociedad. A un nivel más terrenal, pero sin resolver el misterio de la extraña intrusión, se hablará de una visitante de prisiones, función que era nueva en la época, y más verosímil resultaba suponerla una aventurera amante de emociones fuertes o incluso una elegante histérica, hábil en hacerse pasar por abnegada para aproximarse a un hombre que encarna su fantasía erótica. De succión, de voracidad morbosa. Y de comercios contra natura. Una cosa es segura: ella pagó al carcelero para acercarse al vampiro. Varios meses después, en el momento en que condenan a Favez a la pena más rigurosa que existe a la sazón, es decir, la cadena perpetua, el guardián, conminado a explicarse y severamente interrogado por la policía, confesará haber aceptado varias sumas de dinero en escudos y billetes de cincuenta francos.
Porque la mujer volverá. En los dos meses que dura la reclusión de Favez le visitará como mínimo tres veces, según atestiguan las cuentas secretas del carcelero. La dama blanca, la misteriosa, se enclaustra cada vez durante más de una hora con el hombre de las tumbas y de las terneras perforadas, y el guardián se queda clavado a la puerta, tiembla él también, vacila al oír el gemido que asciende de la sombra, en varias ocasiones prolongadas, en la cárcel donde está solo con la pareja enajenada."

Jacques Chessex
El vampiro de Ropraz


"La influencia de Paulhan era manifiesta: me sentía fascinado por los pequeños libros, los finos tratados, los minúsculos cuentos paradójicos. A pesar de los innumerables desórdenes de mi vida, me sentía tentado, impelido a escribir una historia tendente a la opacidad, sublimada por la severidad de la corrección y la ortodoxia del rigor.
Esta sumisión a Paulhan no debería suscitar hilaridad alguna. Realmente estaba subyugado por el aura de su fortaleza. Lo que me fascinaba de él era la idea de lo inasible, lo inalcanzable. Apenas pude decir nada ante aquel genio de la litote, de la distancia irónica, perfectamente capaz de sorprendernos en pleno día, concluyendo brillantemente uno de sus tratados más notorios. También formaba parte de su influencia el hecho de que pudiera de alguna manera anticiparme al fin de su reinado. Pero Armand Robin, Audiberti, Mandiargues, le reverenciaban como a un prelado. Creo que el mismo Audiberti temía a causa de cada uno de sus libros, necesitando imperiosamente que Paulhan los avalara con su consentimiento. Tratando de ocultarse, Arland miraba de soslayo aquellos vetustos mandarines cautivados por lo egregio de sus elipsis."

Jacques Chessex
Carabas

"Maravillosamente tranquila se halla la Junkerngasse. Los ancianos habitan jaulas de señorial silencio. Un leve olor a seguridad ilumina los amplios e íntimos pisos o las mamparas de los apartamentos de la aristocracia. Amo estos lugares tan refinados y discretos, valorando en demasía su reservada naturaleza -como una sutil refulgencia en un lienzo o en un diseño, que garantizara, por su fino rigor, la disposición, la iluminación y el brillo requerido.
[...]
La Junkerngassse, tercer piso, doce y veinte.
Nos hallamos en el centro de la habitación. Dos lámparas bajas blanquecinas iluminan la lechosa estancia. Las fotografías de mándalas brillan en las paredes. El silencio se cierne almibarado, calmo, denso, suavemente líquido, liso, espumoso, sensual, lúcido. Dos piezas de ropa desordenadas, totalmente alzadas, tiradas sobre un canapé. Un sempiterno e inmaculado silencio. Nieve y ausencia de nieve, ventanas empañadas, la cremosa vestimenta de la noche."

Jacques Chessex
Morgane Madrigal


"Me gusta el rojo. Es un color muy plástico. Me gusta el rojo en Picasso, aunque no tiene mucho. En mis pinturas, creo que tengo una predisposición a usar este color. De hecho, también he escrito algunos poemas sobre el tema."

Jacques Chessex


"Me gusta juntar cuerpos aparentemente extraños y meterlos en mi universo cultural, donde tienen un nuevo sentido. Quiero decir que sólo uso a personajes que me gustan. Como Cristo o Marx, por ejemplo. Nunca podré usar a personalidades como Jean-Marie Le Pen. Uso figuras políticas, religiosas o de otro tipo que contienen valores que uso en mi vida."

Jacques Chessex










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