Sólo quien está seguro de lo que cree y en quien cree puede
dialogar, oír ideas, respetar las creencias de todos y buscar una
espiritualidad feliz.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 5
Lo primero que hace una fe tóxica es trasmitirnos culpa.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 15
Cuando una persona es rechazada, dentro de sí se activa
inmediatamente la búsqueda de la aprobación de los demás.
Existen dos tipos de rechazo:
• El directo: “no servís”, “no valés”, “no te quiero”,
“ojalá te mueras”.
• El indirecto: es un rechazo sutil. Por ejemplo:
cuando un padre espera un hijo varón y llega una nena, o que en casa nunca
pregunten tu opinión, cuando alguien te mira con una risita burlona o te
descalifica, que en el día del cumpleaños tus hermanos tengan mejores regalos
que vos, silencios castigadores, que tus aportes no sean valorados.
Dicen los investigadores que uno queda detenido
emocionalmente en la edad en fue rechazado. Por ejemplo, si fuiste rechazado a
los ocho años, emocionalmente te detuviste a los ocho. El hecho es que el
rechazo detiene el crecimiento.
Es por eso que vemos a mucha gente intelectualmente
brillante, que tiene estudios, doctorados, que avanza en su carrera, pero que
afectivamente es inmadura y no puede consolidar una pareja, no puede criar a
sus hijos, no puede lograr estabilidad emocional. Y allí uno se pregunta: ¿Cómo
puede ser que esa persona tan inteligente, tan buena para los negocios, para
los números, sea tan mala en el área de las emociones?
Y el tema es que las zonas intelectuales siguen
desarrollándose, pero las afectivas quedan detenidas en la etapa en que esa
persona fue rechazada.
Las personas rechazadas tienen conductas infantiles, acordes
con la edad del rechazo. Comienzan la vida con una hipersensibilidad muy
grande, todo lo que les sucede lo interpretan como rechazo. Si alguien cuenta
un chiste, piensan que se está burlando de ellos; si alguien no los saludó,
piensan que los están rechazando; si alguien no los considera, creen que, otra
vez, se están burlando de ellos.
Quedan tan hipersensibles que todo lo que les sucede lo leen
como nuevos rechazos, por eso no se involucran, miran de lejos, analizan,
observan, no quieren intimar, no quieren meterse en un grupo, no quieren
congregarse, no quieren establecer relaciones con otras personas, todo por
miedo a ser rechazados nuevamente.
La gente rechazada también desarrolla un espíritu crítico:
juzga, analiza, descalifica, cuestiona, opina —siempre negativamente— de todo
lo que sucede; son personas que necesitan rebajar a los demás y automáticamente
se sienten en un plano superior.
Atacan porque tienen tanto miedo de ser nuevamente
rechazados, que antes de que los objeten, objetan ellos.
Van a cuestionar todo lo bueno que hiciste, la ayuda que
diste, la atención que les brindaste, el amor que les expresaste; lo
descalificarán para que te dé bronca, porque una cosa es que te critiquen algo
malo y otra que te critiquen algo que hiciste bien.
Es por este motivo que la gente rechazada siempre va a
esforzarse para que la vuelvan a rechazar, provocará molestar al otro para ser
rechazada nuevamente.
Son personas que se acuerdan de los errores de los demás,
poseen una memoria brillante y tienen presente día, hora, fecha y evento en el
cual les dijeron lo que les dijeron, les hicieron lo que les hicieron.
Una persona rechazada buscará obsesivamente la aprobación
de los demás y se caracteriza por ser:
• Cíclica emocionalmente: si lo felicitan o
reconocen, está bien de ánimo, pero el día en que lo desaprueban, está mal.
Como vive de la aprobación y de la opinión de los demás, un día está arriba y
otro día está abajo anímicamente.
• Propenso al dolor emocional: hoy se siente bien y
mañana mal. La aprobación pasa a ser como una droga necesaria.
• Enormemente temeroso al fracaso: equivocarse o
fracasar es igual a “no me van a aprobar”, “no sirvo”, “fui rechazado”. No se
permite equivocarse ni toleran los errores de los demás.
• Necesitado de títulos: el reconocimiento, la
“chapa”, la posición. Eso le hace sentir ilusoriamente que ya no son más
rechazados.
Todo lo que consigas agradando a los demás,
te requerirá que sigas viviendo así
para poder mantenerlo.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 19-20
Así es como la persona defraudada pasa por dos momentos
diferentes cuando depende de los demás: Ilusión - desilusión - nueva ilusión.
Nos entusiasmamos con alguien, nos desilusionamos y volvemos a ilusionarnos con
la misma u otra persona. Por ejemplo: “Espero que mi amigo me ayude cuando me
vaya mal” ... Esa es la ilusión o ideal. Y cuando me va mal, mi amigo no me
llamó y entonces me desilusiono y digo: “No es la persona que yo pensaba”.
Construyo una nueva ilusión ya sea con la misma u otra persona. Mucha gente
pasa por esta etapa varias veces.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 22
Todos tenemos una sombra. La sombra es todo lo malo que se
tiene y que no se acepta.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 31
Todo lo que se critica de otra persona es el reflejo de la
propia sombra. Todos tenemos amor y odio en nuestro interior, somos buenas y
malas personas, tenemos instintos de ayudar a los demás y somos egoístas al
hacerlo. Todos tenemos en nuestro interior esos opuestos.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 31
Es preciso aceptar la propia sombra, porque de lo contrario,
mientras la neguemos, nos perseguirá.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 32
Sé vos mismo siempre, crecé, mejorá continuamente, disfrutá
de la vida, y estoy seguro de que una vez que sientas que ninguna sombra te
persigue, podrás decir plenamente que estás aprendiendo a ser feliz, que tus
oídos ya no dan lugar ni a la mentira ni a esa toxicidad que sólo te encarcela
y te limita.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 35
La gran mayoría de nuestros sufrimientos son inútiles. El
95% de los sufrimientos son inútiles. Hay gente que sufre por todo y por todos.
• Sufro inútilmente cuando me preocupo por otro
más de lo que el otro se preocupa.
Cuando te preocupás te estás enlazando más que la persona
que tiene el supuesto problema. Por ejemplo, te cuentan algo que pasó, una
injusticia, te preocupás y querés hacer algo por esa persona, pero ella no hace
nada.
Suele suceder con las personas que le pasan a uno el
problema. Te dicen: “Acá está mi dolor”. Y entonces uno, que está acostumbrado
a sufrir por todo, sueña con el problema, piensa todo el día en cómo puede
ayudar y se siente con el deber de ayudar. Sin embargo, a la persona no le
interesa, sólo quiere que te hagas cargo. Cuando remás más de lo que el otro
rema, gastás lágrimas y oraciones inútilmente y ves que el otro no se está
preocupando, sufrís en vano. Nunca te preocupes más de lo que el otro se
preocupa.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 42
Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas
que colgaba de los extremos de un palo y llevaba encima de sus hombros.
Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la
otra era perfecta y conservaba toda el agua. Soportaba todo el largo camino a
pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón; pero cuando llegaba la vasija
rota sólo tenía la mitad del agua.
Esto fue así diariamente durante años. Desde luego, la
vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros pues se sabía perfecta para
lo que había sido creada, pero la vasija agrietada estaba muy avergonzada de su
propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de
todo lo que se suponía que era su obligación.
Después de dos años la tinaja que perdía le habló al aguador
diciéndole así: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo por que debido
a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la
mitad del valor que deberías recibir”.
El aguador le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la
casa, quiero que te fijes en las bellísimas flores que crecen a lo largo del
camino”.
Así lo hizo la tinaja, y en efecto vio muchísimas flores hermosas
a lo largo del camino, pero de todos modos se sintió apenada porque al final
sólo quedaba dentro sí la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta de que las
flores solo crecen en tu lado del camino? Sembré semillas de flores a lo largo
del camino por donde vas y todos los días las has regado durante dos años. Yo
he podido recoger esas flores para decorar el altar de Dios; si no fueras
exactamente como eres, con tus defectos, no hubiera sido posible crear esa belleza
para Dios”.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 44
Mucha gente dice: “Soy muy exigente conmigo mismo y con los
demás”. Esto muestra la existencia de un pensamiento tóxico: creer que ser
perfeccionista conduce a la excelencia. ¡Eso es mentira! El perfeccionismo
nunca te lleva a la excelencia, porque la exigencia no es el camino a la
excelencia. La persona perfeccionista o autoexigida siempre está insatisfecha
con lo que hace. Siempre siente que, aunque hizo las cosas bien, podría haberlas
hecho mucho mejor.
Los perfeccionistas son personas que se vuelven lentas
porque necesitan revisar miles de veces lo que están haciendo. Sienten que
aunque lo hacen bien, siempre falta algo para que esté perfecto.
Son personas críticas consigo mismas y con los demás. El
perfeccionismo puede llevar a la depresión y muchos perfeccionistas son
depresivos. Son personas que asocian su autoestima con sus logros: si logran
algo entonces se sienten bien, si no lo alcanzan se sienten mal porque su
autoestima está asociada a la capacidad de hacer cosas.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 50
El tema es poder cambiar el perfeccionismo por la
excelencia... Tenemos que saber que el perfeccionismo y la exigencia no nos
llevan a la excelencia. Como dice Alice Domar en su libro Nadie es perfecto,
tenemos que saltar del perfeccionismo a la excelencia. La excelencia sumando
logros. Se trata de comprender que a la cima se llega de un paso a la vez, sin
ponernos metas inalcanzables. La excelencia no es un lugar sino un camino por
el cual vamos andando y alcanzando diferentes sueños. Quien vive en excelencia
nunca dejará de aprender, de buscar, de investigar, de reconocer y de cambiar,
porque permanecer aprendiendo es parte de la sabiduría de la excelencia.
Excelencia es constancia; permanecé firme y no abandones cuando algo sale mal;
excelencia es, muchas veces, volver a empezar.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 52
Hay gente con problemas, y gente problemática. Problemas
tenemos todos, pero hay gente que es problemática. La persona problemática es
una persona neurótica.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 53
Vivir sin saber para qué es peor que morir. Propósito es
aquello para lo que fuiste creado. Tu yo verdadero necesita cumplir la vocación
para la que fue creado. Tu propósito es tu pasión, si aún no lo has
descubierto, buscá dentro de tu corazón las cosas que te apasionan. Creer que
algo es imposible es hacerlo imposible; creer que es posible, es hacerlo
posible. Necesitamos ser ignorantes de lo imposible: actuá como si fuera
imposible fracasar, desarrollá una capacidad infinita para atravesar las
situaciones cuando otro te diga que es imposible, nunca sabrás cuán alto podés
volar hasta que abras tus alas y te lances.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 58
El que tiene miedo de hacer, siempre hace muy poco.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 59
En invierno hay algunos que se mueren de frío y otros... que
salen a esquiar.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 60
...Una fe sana deja de lado el perfeccionismo y la
autoexigencia para recibir las cosas buenas que la vida ofrece. ...Una fe sana
es simple y sencilla... “Cree solamente”. ...Una fe sana no tiene doble
discurso y es la base de una persona auténtica.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 60
Las personalidades infantiles son aquellas que no se hacen
cargo de su propia vida, asumen un rol pasivo y “por suerte” encuentran las
excusas perfectas o alguien a quién echarle la culpa.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 60
Una fe tóxica te dice que no acciones, que esperes que todo
lo haga Dios, que los ángeles vendrán y harán todo por vos. Mientras que una fe
sana sabe que aquello que está en nuestras manos hacer, debemos hacerlo.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 61
Muchos de los problemas que tenemos no son del ambiente ni
de la gente sino de nosotros mismos. Somos nuestro peor enemigo, el obstáculo
más grande, y debemos tratar esas áreas de inmadurez para crecer y alcanzar los
sueños.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 62
Madurar no es ni más ni menos que progresar, superarse,
aprender de los errores.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 63
Cuando ya nada ni nadie te ofenda habrás pasado a otro nivel
y vas a alcanzar el sueño grande que Dios te dio. Nada puede afectar tu
corazón.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 64
Debemos saber que cuando no maduramos no perjudicamos a
nadie más que a nosotros mismos.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 64
La meta de Dios para tu vida no es llevarte a la comodidad
sino a la madurez. Hoy podés decirte a vos mismo:
• Puedo aprender un poco más.
• Yo puedo ser mejor mamá.
• Puedo ser mejor mujer.
• Ser mejor comerciante.
• Ser mejor empresaria.
• Puedo salir un poco más de mi depresión.
• Puedo tener mejores pensamientos.
• Puedo sentirme mejor conmigo mismo.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 65
Una de las palabras elegidas por la fe tóxica es “debería”.
El tóxico estará esperando que te equivoques para señalar con su dedo tus
errores y decirte todo el tiempo: deberías... “Debiste haber hecho esto o
aquello...”
Y cada vez que yo acepto esos deberías, me estaré
autocastigando. Cada vez que me veo como una víctima me convierto en una persona
tirana de mí mismo. Haciéndome cargo de estos “deberías”...
Nuestra mente puede morir aunque sigamos vivos. El cerebro
se envenena con pensamientos equivocados:
• ¿Debería hacer lo que me dicen los demás?
• ¿Debería ayudar a todos los que me rodean?
• ¿Debería escuchar los problemas de todo el mundo?
• ¿Debería hacer feliz a los demás?
• ¿Debería ser siempre feliz?
• ¿Debería atender a mi pareja?
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 67
Cambiamos la palabra “debería” por “preferiría”, “me
gustaría” …
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 68
Comenzá a crear pensamientos de libertad... Cambiá la
visión, no veas las situaciones con presión, velas como desafíos, liberate de
los mandatos tóxicos.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 68
Cada vez más escuchamos y vemos el aumento de la violencia
en todos los medios de comunicación. Vemos violencia de todo tipo, pero pocas
veces se habla de la violencia ejercida contra uno mismo. El automaltrato es la
continuación de la violencia que otros ejercieron contra uno.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 68
Contraria a una fe tóxica, una fe sana enseña principios que
te ayudan a disfrutar cada día más de la vida y a relacionarte sanamente con
los otros.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 70
El límite físico se rompe a través del abuso sexual, del
maltrato. Si una persona nunca fue amada, acariciada, su límite físico está
roto. Los límites emocionales se rompen cuando somos invadidos. Se rompe cuando
una persona decide por nosotros, cuando no tenemos privacidad.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 72
La gente está saliendo de la religión y está entrando en la
espiritualidad.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 75
Soy de los que creen que las personas están buscando a Dios,
están buscando una experiencia espiritual y lo veo cada día hablando con miles
de personas que así lo manifiestan.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 76
Los seres humanos tendemos a no correr riesgos porque
tenemos miedo a lo desconocido, pero en realidad el miedo a lo desconocido es
miedo a perder lo conocido.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 78
Cuando nacemos, llegamos a este mundo con las manos
cerradas, “no traemos nada”, y cuando nos morimos lo hacemos con las manos
abiertas dado que no nos llevamos nada.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 78
Arriesgate Había un hombre que era contador y hacía treinta
años que trabajaba en la misma empresa. Un día, viajando, el hombre que estaba
con él, le dijo: “Seguramente usted ama las matemáticas”. Pero el contador le
dijo que odiaba su profesión. Entonces el hombre le preguntó cómo fue que
trabajó en la misma empresa por el término de treinta años, a lo que el
contador respondió: “¡Era lo único seguro en mi vida!”. Todos somos como ese
contador, tendemos a no correr riesgos. Cuando éramos chicos, nuestros papás
nos decían “tené cuidado”, a nadie le dijeron “arriesgate”. Los seres humanos
tendemos a no correr riesgos porque tenemos miedo a lo desconocido, pero en
realidad el miedo a lo desconocido es miedo a perder lo conocido. El miedo a
perder se forma al ilusionarnos con que “tenemos lo que tenemos”. Creemos que
lo que tenemos lo controlamos, y sin embargo quiero decirte que nadie tiene
comprado nada.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 77
Si yo voy a las Cataratas de Iguazú con un vaso, podré traer
tanta agua como capacidad tenga el vaso. Si voy con una botella de un litro,
será un litro. Si voy con dos botellas de un litro, tendre dos litros. Tené en
cuenta que tu mente es el envase que limita tu éxito y tu bendición.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 80
Tenés que saber que hay dos momentos en la vida, cuando te
llega la gran oportunidad y cuando la vida te está haciendo practicar.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 82
Una fe sana sabe que:
1. El éxito está dentro de uno.
2. Todo puede ser cambiado para bien.
3. La mentalidad de éxito cambiará el dolor por don.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 85
Los actos obsesivos y
las prácticas religiosas
Así se tituló el primer trabajo específico de Sigmund Freud,
en el cual expone sus primeras aproximaciones psicoanalíticas al tema
religioso. En este artículo desarrolla una relación por medio de la analogía,
entre las actuaciones neuróticas (específicamente las obsesivas) y los ritos
religiosos, buscando analizar y descubrir la motivación inconsciente en ambos
“rituales”.
Desde el comienzo, Freud plasma la idea de que la religión
es una neurosis. Es interesante notar que a lo largo de toda su obra irá
cambiando y desarrollando una y otra prácticamente vez sus teorías, mientras
que sus hipótesis sobre lo religioso las sostendrá sin modificaciones hasta el
día de su muerte.
Freud encuentra cinco semejanzas entre los ritos obsesivos y
los religiosos, los cuales como consejeros debemos conocer, ya que, a pesar de
su obstinada resistencia a los religiosos, sus argumentos son dignos de ser
tenidos en cuenta por todo creyente sincero que desee purificar su fe y
afirmarla sobre una base sólida.
Las analogías entre el religioso y el obsesivo que Freud
establece son las siguientes:
1. La detallada minuciosidad y escrupulosidad con que ambos
ceremoniales son realizados.
La analogía de Freud, en este punto, nos parece digna de ser
tenida en cuenta, ya que después de haber asistido a muchos creyentes que
realizaban prácticas religiosas en forma ritualista para “no caer en manos del
Dios vivo y bajo su ira”, nos demuestran que las hipótesis freudianas siguen
vigentes aún hoy. Cultos petrificados, oraciones rituales, confesiones frías,
etc., dan buena cuenta de lo que estamos diciendo.
El obsesivo se somete a un ritual privado para liberarse de
la angustia. Así, el religioso es presa de sus rituales, los cuales debe
realizar lo más perfectamente posible para evitar la angustia.
La analogía que realiza Freud es correcta en un sentido,
pero es limitada en otro. Es verdad que algunos religiosos poseen una fe
obsesiva como la farisaica, que analizamos en el punto anterior, pero esta fe
mecánica y ritualista no es el verdadero modelo. Cuando el creyente deja de
comprender qué es lo que está haciendo, los símbolos y los actos religiosos se
transforman en rituales obsesivos, se transforman en una “neurosis religiosa”.
Cuando las prácticas religiosas no se renuevan, no cobran
dinamismo y pierden su significado, la fe se transforma en una fe enfermarte.
2. El temor y la angustia (por el castigo divino) que
surgen en la conciencia en caso de omisión.
Freud da el claro ejemplo de las penitencias religiosas que
el sujeto realiza para evitar el castigo divino. Muchos creen profundamente en
su corazón que el no asistir a los cultos traerá alguna desgracia, como por
ejemplo sufrir un accidente. Es muy común escuchar cosas del tipo: “el domingo
falté al culto y al estar en mi casa me lastimé la rodilla, no cabe duda de que
Dios me castigó”.
3. La falta de conocimiento del por qué se realizan
determinados ceremoniales, que se justifican mediante
explicaciones ficticias.
Dice Freud que por lo general el religioso desarrolla su
ceremonial sin preguntarse por su significado, dándose apenas unas sencillas
explicaciones al respecto. El error que a nuestro entender comete Freud es el
de pasar de la analogía a la identificación. Su planteamiento es algo así como:
la religión es semejante a la neurosis obsesiva, por lo tanto, la religión es
neurosis. Pensamos que la analogía es digna de ser meditada, ya que en la
pastoral debemos evaluar hasta dónde la fe del sujeto es hueca, y no contiene
la verdadera significación.
4. La subsistencia de ciertos impulsos prohibidos y su
represión.
Dice Freud que tanto el obsesivo como el religioso, tratan
de defenderse de instintos reprimidos considerados como una tentación. Detrás
de la moral se esconde muchas veces una personalidad egoísta; detrás del amor
muchas veces se encuentra agresión reprimida y negada.
5. El sentimiento inconsciente de culpabilidad.
Detrás del religioso y del neurótico, según manifestación de
Freud, se encuentra una sombra de culpabilidad, generalmente inconsciente. Esto
también es cierto, aunque no siempre ocurre así. Es muy común ver a creyentes
ofrendar por el solo hecho de aliviar sus culpas, realizar ciertos ritos o
sacrificios expiatorios como medio de liberación de las mismas.
Hay gente que abraza la religión como lo hacen los
drogadictos o los alcohólicos a su droga. La singularidad es que eso no está
mal visto, a la religión se la ve bien, y entonces eso hace más difícil la
confrontación.
Se reemplazó la relación con Dios por una práctica
religiosa.
No se reza, no se estudia ni se escucha la palabra de Dios,
sino que se sigue una serie de reglas, pautas y normas; se impone la obsesión
por encajar en estas normas, cumplir más rituales. De algún modo sienten que
así ganarán más favor de Dios, que se llenará así el terrible vacío que
sienten.
Como con cualquier adicción, se sienten bien por un tiempo,
pero empiezan a caerse en valor y sentido. La persona que así procede trata
cada vez con más fuerzas y ganas, pero los ritos producen cada vez menos
satisfacción.
Es como el que empieza tomando una lata de cerveza y sigue...
cuando toma un barril entero ya no es suficiente. Lo mismo ocurre con la
religión: se empieza con unos pocos ritos, y después se “consume” la vida en
eso, pero nunca es suficiente.
Las relaciones se caen, se sacrifica la familia, se
establece un muro con los demás donde parece que uno lo tiene todo y los demás
no tienen nada.
Estos adictos piensan que están con el verdadero Dios y lo
que están haciendo es participar de una religión que no los llevará a ningún
lado.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 99
Debemos alejarnos de los que nos rebajan y juntarnos con los
que nos fortalecen. Y no reaccionar con ira, porque esto es lo que desea el
acosador, sino con sabiduría.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 108
Una persona con exceso de confianza no puede mejorar y, sin
darse cuenta, se estanca.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 109
El orgullo es como el mal aliento: se dan cuenta todos menos
el que lo tiene.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 110
Sabiduría se describe
con tres palabras en la Biblia:
• Sínesis: sentido común. Teniendo sentido común soy sabio.
• Sophia: conocer el origen. Debemos tener sabiduría para
conocer el origen, el por qué nos pasan las cosas, cuál es la raíz del problema.
• Frónesis: sabiduría práctica. Se puede tener sentido
común, conocer la raíz de un problema y no saber qué hacer. A mucha gente le
falta sabiduría práctica para saber cómo comunicarse con otro, saber el momento
en que se debe hablar y de qué manera.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 123
Preferimos que nos acepten por lo que no somos antes que nos
rechacen por lo que somos.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 125
Fuimos creados para intimar con el otro, no para aislarnos.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 125
Aceptar es: “Te respeto porque es tu sentimiento”.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 128
El aislamiento no nos sirve. La fe tóxica te aísla, te
limita, te achica. Por el contrario, una fe sana te expande, no tiene límites,
te conecta con los mejores y con las mejores oportunidades y te permite vivir
sanamente cada nivel de intimidad que necesitás.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 130
Juntate con la gente correcta y con el tiempo el nivel de
intimidad que establezcas, crecerá. La intimidad crece con el tiempo.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 131
Estar solo no es malo ni negativo, el problema es estar
aislado.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 131
Está comprobado científicamente que las personas que se
aíslan son más proclives a la demencia, y que los depresivos que se aíslan
tienen el sistema inmunológico muy bajo, lo que los hace personas proclives a
cualquier enfermedad.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 132
Los que se aíslan
pueden ser personas:
• Tímidas, que viven dando examen, tienen un profundo temor
a ser rechazados o a hacer el ridículo y permanentemente piensan cómo el otro
los está viendo, si lo aceptará o no.
• Reprimidas, a las que no les enseñaron a conectarse, a
compartir y vivieron anulando sus emociones, lloraban, se alegraban, se
enojaban para adentro y así es como generaban profundas dificultades para estar
en grupo o compartir cosas con pares.
• Heridas, que no quieren compartir nada con nadie, son
individualistas, solitarios, no pueden trabajar en equipo ni en un grupo, son
personas que dicen: “Yo hago la mía y no me interesa nadie más”. Esa gente
seguramente fue lastimada y ese dolor no sanado correctamente los aisló.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 132
Hoy nos encontramos con dos tipos de personas: el que fue
pobre económicamente y rico afectivamente y logró prosperar, y por otro lado
personas que han sido ricas en términos económicos y al ser pobres en lo
afectivo perdieron todo. Una persona que gasta mucho, en el fondo espera ser
amada. Actualmente muchas mujeres gastan todo lo que tienen para ser más
lindas, pero como no se aceptan internamente, siguen viéndose feas.
Cuando estás mal con vos mismo, rechazás a los demás,
criticás, peleás con todo el mundo, proyectás tus conflictos en los demás; pero
estando en paz tendrás paz con la mayoría de las personas.
Ser rico interiormente es estar bien con uno mismo, porque
de nada sirve ser inteligente, tener un millón de amigos y estar mal con uno
mismo. Riqueza interior es la capacidad de estar feliz, de levantarte contento
y decir: “Éste es el día en que lograré mi sueño”.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 163
Toda en la naturaleza funciona a partir del acto de dar; lo
que no se da, se pudre.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 164
Dios no necesita enviarnos un castigo, un sufrimiento, un
dolor para que aprendamos. Dios no es un Dios castigador, sino un Dios que
reconcilió al hombre con Él, un Dios que vino a salvarnos y a darnos vida
eterna.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 170
Muchos hemos estado rodeados de injusticias y maldiciones
por parte de gente tóxica que de día y de noche piensa cómo hacer para
quebrarnos. La injusticia la encarnan los que planifican cosas para destruirte,
robarte, adulterarte, violarte y corromper tu espíritu. Pero a toda injusticia,
a toda maldición, podemos hacerle frente. Sólo debemos incorporar una nueva
mentalidad, una nueva revelación para poder enfrentarlas.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 172
Si estás pasando situaciones difíciles, es el momento para
aprender cosas nuevas.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 173
Había una vez un mendigo que pedía limosna. Vino el rey y le
dijo: “Quiero darte una ciudad, ¿qué ciudad quieres?”. Pero el mendigo le
vuelve a decir: “Una limosna, una limosna”. Cuando abrió los ojos vio que el
que le hablaba era el rey, que le repetía la pregunta. Y este hombre volvió a
decir: “Una limosna, no soy digno de tener una ciudad”. El rey lo miró y le
dijo: “Ése es tu problema, te fijaste en qué eras tú digno de recibir y no
miraste lo que era yo digno de darte en tu mano”.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 175
Una fe tóxica te llena de lamento y de queja. Como dice la
Biblia en Romanos 8,28 “Sabemos que los que aman a Dios todas las cosas les
ayudan a bien”.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 176
Una fe tóxica se queda a vivir en el dolor; una fe sana lo
traspasa y sigue hacia la meta. Sabe cuán largo es el camino que resta.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 176
La fe es como el cepillo de dientes, no se presta, la fe es
tuya, la fe es como la ropa, usá la tuya, vos tenés que creer por vos, más que
todo en el mundo.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 177
Cuenta una historia que había un rey que se lastimaba los pies
porque no tenía zapatos. Entonces puso un edicto para que todos los pueblos
maten vacas y hagan una alfombra para que él no volviera a lastimarse los pies.
Pero una persona le dijo que sería mucho mejor que él matase a una vaca y se
hiciera sus zapatos. ¿No es mejor que cambies vos en vez de esperar que el
mundo esté a tu disposición? No esperemos que sean los demás quienes cambien
todo el tiempo, pensemos que quizás esta vez sea nuestro turno.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 183
En la Edad Media, los seminarios religiosos tenían materias
como Flagelación I y Flagelación II. Había una materia que literalmente
consistía en flagelarse. Experimentar el amor a través del dolor, caminar de
rodillas sobre maíz, hacer ayunos dolorosos... Eso se llama masoquismo. Pero si
nos detenemos por un momento y ensayamos una mirada inteligente, seguramente
pensaremos: ¿para qué Dios nos va a querer pobres si pobres no podemos ayudar a
nadie? Él no quiere que tu cuerpo sufra, jamás te envía una enfermedad (como
entienden algunos) para desarrollar la fe. El Creador puso nuestro espíritu y
nuestra alma dentro de un cuerpo y como tal es que debemos cuidarlo. Somos una
unidad.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 189
Aprendamos a no maldecir a nuestro cuerpo. Maldecir es un
programa mental negativo que nos lleva a hablar mal de nosotros mismos. Tu
cuerpo es bueno, es maravilloso, es creación de Dios, único e irrepetible.
Dejemos de lado aquellas cosas que dañan nuestro cuerpo y entremos a un nivel
de mejoramiento que vaya más allá de nuestro espíritu y nuestras emociones, que
llegue a nuestro cuerpo. Alma, cuerpo y espíritu necesitan el mismo cuidado.
Somos responsables de cuidar tanto nuestro interior como nuestro exterior.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 192
Nuestra mente funciona por asociación. Siempre a un estímulo
hay como consecuencia una respuesta. Cuando el estímulo y la respuesta se repiten,
la mente queda preparada para que cuando aparezca ese estímulo aparezca la
misma respuesta. Por ejemplo, buscamos dinero porque “el dinero trae
felicidad”. Sabemos que es una mentira, pero nuestra mente asocia finanzas con
felicidad. Si sos mujer y tuviste un padre que te abandonó, hacés la relación
papá-varón-abandona. Entonces, cuando buscás a un hombre repetís la asociación.
Si tu caso fue el tener una madre sobreprotectora y ambivalente, buscarás una
mujer para amarla y odiarla. Así es como nos llenamos con dos emociones dolor y
bronca y conjuntamente con ellas se originan los traumas.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 193
La bronca lo lleva a uno a repetir el trauma, a recrearlo
para vengarse. Cuando uno recrea el trauma no termina de vengarse, porque no es
esa la manera de resolverlo. El trauma siempre tiene la característica de
querer repetirse inconscientemente, para poder quitar la bronca del medio.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 193
La fe tóxica se caracteriza por prohibir, la fe sana no
prohíbe nada, ayuda a hacerse cargo responsablemente de cada decisión que uno
toma, asumiendo las consecuencias de cada acto.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 197
Muchas veces el fanatismo y la obsesión religiosa (me estoy
refiriendo a los ritos) hacen que alejemos a las personas a las que más
queremos mostrarles o enseñarles aquello que nos hizo bien. Una fe tóxica te
impulsa a inculcarle al otro tu fe; una fe sana sabe que el encuentro con Dios
es una experiencia, un encuentro personal con el creador de la vida, y no una
imposición. En la necesidad desesperada de que los otros compartan lo que yo
estoy viviendo, no me doy cuenta de que alejo a aquellos que más quiero, en
lugar de acercarme para que puedan tener una relación íntima con su Creador.
Sin notarlo nos equivocamos hasta en la forma en que elegimos para hablar a los
demás de nuestra fe.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 202
Una fe sana te enseña a diario a conquistar la felicidad.
Nacimos para ser felices.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 202
Todos los seres humanos queremos ser felices y ésta es la
búsqueda central de nuestras vidas. Fuimos creados para ser felices y
encontramos la felicidad al satisfacer las necesidades.
Hay cuatro necesidades básicas que todo ser humano tiene:
1. La necesidad física: de estar plenos, la satisfacemos
comiendo sano, haciendo gimnasia y cuidándonos.
2. La necesidad emocional: se alcanza plenitud con
intimidad. Cuando una persona intima con sus amigos, hijos, padres, hermanos,
con la gente que añade valor a su vida, se siente pleno y feliz. Sin intimidad
no hay felicidad emocional.
3. La necesidad intelectual: se satisface con crecimiento,
aprendiendo sabiduría, expandiendo la mente.
4. La necesidad espiritual: se satisface teniendo una vida
espiritual y una relación con el Creador.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 203
El don de disfrutar se lleva adentro. Liberá la alegría que
hay en tu interior, porque no es algo que se encuentra, sino que está en vos y
debes soltar. Ningún ambiente te dominará cuando liberes la capacidad de
disfrutar. Alegría no es tener una casa grande o chica; la alegría está en vos
y se acomodará al lugar en el que estés.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 204
¡¿Por qué no nos aceptamos?! Debés ser quien más fe tenga en
tus propias cosas, no puede ser que otro crea más en vos que vos mismo. Creer
es amarse, respetarse.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 205
Había un sabio, muy
rico, que tenía de todo. Llegó un discípulo y le preguntó: Maestro, ¿cómo es
que tiene tantas cosas, pero no se ata a nada y está feliz? El sabio respondió:
te enseñaré mi secreto. Quiero que recorras todo mi palacio, que mires todas
mis posesiones, pero iluminado por esta vela; si se te apaga, te mato. En una
hora estarás de regreso en este mismo lugar. El hombre recorrió todo y llegó
gastado. El sabio le preguntó: ¿qué te pareció? Y el discípulo respondió: la
verdad, Maestro, no presté mucha atención, porque estaba concentrado en que no
se me apagara la vela.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 203
Encontremos placer al reír. Necesitamos recuperar la risa.
Reír es un placer físico, mejora la respiración, nos relajamos, disminuye la
tensión muscular, mejora la presión arterial, baja la adrenalina, mejora la
pareja y produce energía. Todos tenemos motivos para disfrutar de la alegría.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 206
Risa significa encontrarle un sentido sabio al dolor que
vivimos. Risa es la capacidad de ver algo gracioso en lo que vivimos. Risa es
saber que estamos llenos de una fe sana y que caminamos y hacemos todo lo
necesario para ser felices y disfrutar de la vida.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 207
...Una fe sana sabe que de la alegría que hay en nuestro
interior hablará nuestro rostro. ...Una fe sana sabe que la primera persona que
debe darse estima, amarse, valorarse, afirmarse, darse seguridad y disfrutar de
la vida es uno mismo. ...Una fe sana es sencilla, fácil, te permite ser feliz,
crecer y prosperar; una fe sana nunca nos complica la vida.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 207
Todo lo que te haga sentir culpable o te llene de miedo es
manipulación.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 208
La culpa, dicen los psicólogos, es la diferencia entre lo
que hice y lo que debería haber hecho, entre lo que quiero y lo que debería
hacer. Culpa es venganza de uno mismo, bronca contra uno mismo. Casi todas las
depresiones comenzaron con una culpa. Ese deseo de vengarse, esa bronca, esa
rabia, si no se resuelve, termina en depresión. Cuando una persona vive con
culpa, bloquea su potencial y no se permite ser libre, porque vivir con culpa
es vivir con cadena perpetua.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 208
Tenemos que saber que cuando hay culpa, hay dolor. Cuando
una persona siente culpa, tendrá algunos de estos tres síntomas:
1. Buscan ser
lastimados.
Eligen relaciones donde los maltratan, porque necesitan
sufrir. Dicen: “Siempre ocurre lo mismo, me relaciono con hombres golpeadores,
manipuladores, con los peores”. Se sienten una basura, y entonces,
inconscientemente, buscan condenación o juicio.
2. Buscan lastimarse.
La crítica es una semilla que entra en el corazón y crece
para convertirse en una voz interna que condena. Hay personas que se auto
castigan, que no necesitan que otro les pegue: “¡Cómo pude haber dicho eso!,
estuve muy mal”, o “Tendría que haberme callado”. La autocrítica es el
resultado de culpas incorporadas que se transformaron en voces internas condenatorias.
Una chica comentaba: “Me violaron porque estaba vestida provocativa”. Falso.
“Nada tiene que ver una cosa con la otra” le decía su líder religioso. Pero
ella seguía insistiendo.
La culpa por lo que le pasó la condena.
3. Lastiman a los
demás.
El culpable siempre busca el dolor, que lo lastimen,
lastimarse a sí mismo o lastimar a los demás. Porque detrás de la culpa se
encubre la omnipotencia del que revisa el pasado para manejar tu vida.
Está en tus manos el despojarte de toda culpa que no te
pertenece, de la culpa que los otros quisieron endilgarte, para así comenzar a
caminar en libertad. Lo que tenés en tus manos debés disfrutarlo. Disfrutá sin
culpa: si tenés una casa, disfrutala; si tenés un coche, es para que lo
disfrutes; si tenés prosperidad económica, es para que la disfrutes; si tenés
una familia, lo mismo.
En primer lugar, tenés que saber que no sos responsable de
las decisiones de nadie. Cada uno decide lo que quiere. No dejes que los demás
te hagan cargo de sus reacciones, el cordón umbilical está roto: no dependés de
nadie y nadie depende de vos.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 213
En segundo lugar, aléjate de los que permanentemente te
recuerdan tu pasado. Seguramente vengan personas a acusarte, a señalarte que lo
que estás haciendo está mal, para llenarte de culpa. Nunca permitas que nadie
te recuerde tu pasado. Y, por último, date permiso para tener éxito.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 214
Si algo te hace sentir mal, declaralo, porque la culpa
trabaja en soledad y en silencio.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 217
Se forman grupos tóxicos allí donde la individualidad es
pisoteada, todos viven con el mismo pensamiento, la misma vestimenta,
incluyendo la misma corbata y accesorios. Miran lo mismo, leen lo mismo y todo
intento de ser distinto es vivido como algo peligroso. Hay una incapacidad
implícita de pensar o dudar. Cuestionar está prohibido y todo es visto en
blanco y negro, su pensamiento es simplista. Bueno o malo, pecado o santo, no
hay grises.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 222
Una persona humillada va a sentir vergüenza: querrá
desaparecer, achicarse, que nadie la vea, esconderse. Surgen sentimientos de
hipersensiblidad, gente que cuando escucha que alguien se ríe piensa que se
están burlando de ellos. Exageran todo, magnifican todos los estímulos. La
persona se siente inútil, se destruye su estima y sobreviene un espíritu de
mendicidad, una sensación de inutilidad, de que no va a lograr las cosas o
sueños, que no va a poder alcanzar lo que se proponga en la vida. Se pierde la
libertad, frente a la incapacidad de ser auténtico por el rechazo recibido va a
recurrir a la hipocresía, al legalismo y a las máscaras para tratar de tapar
esa humillación. Surge la imagen de un Creador castigador, frío y distante, que
conduce sin dudas a perder la fe. ¿Quién puede creer en el amor de un Dios así?
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 224
Quiero contarte que de la humillación también se puede
salir. Hay que desaprender lo aprendido, volver a llenarnos de creencias
verdaderas, de confianza, de fe, de seguridad, y tener en claro algunos puntos
que debemos poner en marcha inmediatamente.
Comencemos:
• Priorizá y engrandecé
tus sueños. Tu sueño debe ser tan grande que el que te lastime va a ser
como una gota de agua en un océano, una piedra en medio de una montaña y un
pasto en medio de un gran campo. Cuando alguien ensancha su sueño, lo malo es
nada.
• Seleccioná tu ambiente.
No temas cambiar de ambiente. Nunca te sientas triste por alejarte de quienes
te lastiman. Porque el que te maltrata y te abandona anuncia que gente correcta
está llegando a tu vida; saludá y despedí a los que te lastimaron, porque
cuando se alejen de tu vida, la gente correcta se acercará rápidamente.
• Seleccioná con
quién compartir tu intimidad. Debés saber que “todo lo que digas será usado
(y exagerado) en tu contra”. Reservá tu intimidad, tus secretos, tu información
privada y poné un límite entre lo público y lo privado.
• Seleccioná a tus
amigos y consejeros. Deben ser personas que puedan ayudarte. Buscá ayuda
profesional o a alguien que sea objetivo.
• Mi mentor no está
para criticarme, está para capacitarme. No permitas que gente inoperante te
evalúe, necesitás un mentor que te capacite. La voz del mentor es una voz que
te mejora, no es la voz que te aplasta.
Una persona que siente vergüenza tiene miedo. La vergüenza
es una voz exterior que se metió dentro. La voz de la crítica es la voz que te
evalúa. A esa voz hay que cancelarla, porque si la voz de la crítica se mete
dentro nuestro, vamos a volvernos personas con vergüenza. No dejes que nadie te
tome examen: el alimento de los líderes tóxicos es la culpa que siente la
persona por romper “sus reglas”.
Tenés que confiar en Dios, pero no dejes de confiar en vos,
en tu criterio. Seguramente tu corazón te está diciendo que esas reglas que te
impusieron no son sanas. Permitite dudar, preguntarte si realmente te hace
bien, si le hace bien a tu familia. Escuchá más tu corazón.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 224
Para vivir intensamente a cada momento tenemos que ser
auténticos.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 230
Las pérdidas generan una sensación de dolor única y a la
pena hay que sacarla, hay que vaciarla, hay que agotarla, no hay que
explicarla, no hay que decirle nada a la pena, porque el dolor no necesita nada
sólo necesita que salga. Pero como nos sentimos impotentes frente al dolor
queremos decir algo, queremos opinar, queremos interpretar, y el dolor fue
creado, es normal. Al dolor no hay que taparlo, no hay que justificarlo, no hay
que explicarlo, solamente escucharlo.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 231
...Una fe sana sabe que necesitamos aprender a escuchar al
que sufre. No sermonees al que ha sufrido una pérdida, ¡escuchalo! ...Una fe
sana sabe soltar palabras de amor, ¡soltá esa frase que te quedó pendiente, no
sientas culpa! ...Una fe sana siempre encuentra una razón para seguir adelante.
Bernardo Stamateas
Intoxicados por la fe, página 232
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