Rafael Chaparro Madiedo

"A las doce de la noche casi todo el mundo estaba en casa de Alain. Régine como siempre, estaba cerca de la ventana observando las luces de la ciudad y hablaba de que se sentía más sola que nunca, que los días la fusilaban cada mañana allá en medio de sus sábanas blancas, tibias y desoladas, ausentes de babas y de brazos y que lo que más deseaba era despertar en medio de algunos brazos, en medio de un mar de nicotina amarilla porque ella decía que así olía su corazón. Entre tanto Marciana fumaba cerca de la tarta blanca y hablaba de sus cosas, del balón de colores que le había comprado al hijo del vecino que también estaba de cumpleaños y al que cuando le quedaban ratos libres le enseñaba a cantar canciones de moda.
De pronto un ding dong sonoro y prolongado interrumpió la cascada de risas y humo y en la puerta apareció Kim y el apartamento de Alain se inundó con su perfume agresivo. Kim siempre olía a cama, a sudor, a medias negras, a colilla de cigarrillo, siempre saludaba con mucha emoción a cada persona. Se agarraba de las personas como si fueran barcos que atravesaban el mar confuso de sus días. Su rostro siempre estaba mojado, húmedo, tal vez de tanto llorar, de tanto amor, descalabro, angustia, café."

Rafael Chaparro Madiedo
Opio en las nubes


"La vida es un disparo que no da nunca en el blanco."

Rafael Chaparro Madiedo


"No sé. Pasaron muchas cosas. Pasaron las navidades, pasaron los regalitos envueltos en papel verde y rojo, pasaron los helados de vainilla, los parques y de pronto quedé enfrente del vacío, Mierda. El tiempo que estaba envuelto en papel de regalo se había ido a otra parte. Entonces los días empezaron a ser diferentes. Me empecé a sentir así, como un asfalto.
La vida se convirtió en eso, en el ruido de una vitrina que estallaba por un disparo y entonces los pulmones y los ojos y la geografía de mis manos se me llenaron de pólvora y mierda, me levantaba en las mañanas, me miraba las téticas al espejo, inspeccionaba mi espectro difuso en el cristal y sentía cómo si me fueran a arrestar y tal vez la única opción que me quedaba era salir corriendo hacia la nada, correr por las calles, romperme, desconectarme, arrancarme el pelo, escupirle a la gente, cortarme las venas, botármele a un bus, gasolina gasolina gasolina.
Todo comenzó un viernes. Iba rajada en trigo, la física me sabía a mierda y en general los profesores me parecían lechugas mal envueltas. Había concertado una cita con Lucy
Dinamita. Un plancito lo más chévere. Íbamos a formar una banda de chicas renegadas. La idea me pareció lo más bacana y full. Me puse la chaqueta de mi hermano, la llené de cigarrillos, algunas pastillas, fósforos y me eché a rodar por las calles. Llovía. El pavimento estaba húmedo y el aire traía un perfume extraño, el perfume de la lluvia y la desolación, el aroma incierto de mil mujeres con el pelo mojado a la orilla de una fogata, La ciudad se estaba moviendo. Se torcía como una cerda en calor que anillaba en la oscuridad. Los rostros de la gente me llegaban a través de las ráfagas de las haces. La ciudad era una chispa demente en medio de la pradera de la oscuridad."

Rafael Chaparro Madiedo
El Pájaro Speed y su banda de corazones maleantes


"Yo pienso que en verdad todo está jodido. Los árboles están jodidos, las calles están jodidas, el cielo está jodido. Las palomas están jodidas. Mierda. Yo también estoy como jodido. Me dan ganas de ahogarme en salsa de tomate."

Rafael Chaparro Madiedo








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