Roger Chartier

"Cito a Alejandro Katz: "Una sociedad fuera de la historia es también una sociedad que está fuera de la política, que ha perdido la política como el recurso fundamental para la resolución de los conflictos". Los años setenta y ochenta han dejado una huella que no puede desaparecer. Inclusive si algunas veces existe la intención de intentarlo. Me parece que aquí está el núcleo. Hay una voluntad ideológica de reescribir una historia que se fundamenta sobre datos que aseguran un saber más adecuado del pasado tal como fue. Es una tensión que existe de manera fuerte, por ejemplo, en las columnas de muchos periodistas que intentan reconstruir una historia de esos años en la cual no se hace hincapié en la dictadura como tal sino en la condición histórica, explicando esta situación. La mayoría de los historiadores afirman, en contra de muchos periodistas, que hay una especificidad irreductible de la tiranía y la crueldad de la dictadura. Por un lado, hay una condena moral de lo que pasó; por otro, la tentación de reescribir esa historia para hacer menos violenta a la dictadura, tratando de entenderla como respuesta a los movimientos revolucionarios. Es una ilustración perfecta de esa disputa de ese pasado todavía presente y de cómo debemos considerarlo."

Roger Chartier



"Cuando a la gente le preguntan sobre su vida como lector hay dos relatos. Uno es el de los virtuosos, la gente que nació en un mundo donde los libros eran omnipresentes y no recuerdan cuándo empezaron a leer porque leyeron desde siempre. En ese relato se acumulan los libros citados y la escuela no desempeña un papel particular. Es más, las lecturas escolares les parecen impuestas, aburridas y desde ahí se construye la descripción de las lecturas robadas, excitantes, prohibidas."

Roger Chartier


"El mundo digital permite textos abiertos, móviles, maleables y que reconocen la participación del lector en el proceso creativo hasta la desaparición de la identidad autoral, pero el mundo electrónico se piensa a través del mundo impreso. Hay una diferencia morfológica pero hay una voluntad de imponer los mismos criterios: nombre de autor, propiedad literaria, que inmoviliza textos móviles, que le impide al lector entrar en la obra porque, sino, ¿cómo se justificaría la propiedad del autor? Se utiliza al libro electrónico dentro de las categorías heredadas y se menosprecia su capacidad de inventiva."

Roger Chartier


"El texto ya no es el fin, sino el punto de partida para la reconstrucción social de las condiciones de producción y consumo, un generador de prácticas e interpretaciones..."

Roger Chartier


"En estos últimos años, tal como demuestran las numerosas obras que se esfuerzan por delimitar los objetos y los métodos, la historia cultural se ha vuelto uno de los ámbitos más vigorosos y debatidos del ámbito histórico. Trazar sus límites no es empresa fácil. ¿Se debe hacer a partir de los objetos y las prácticas cuyo estudio sería lo propio de esta historia? Existe un gran riesgo de no poder trazar una frontera segura y clara entre la historia cultural y otras historias: la historia de las ideas, la historia de la literatura, la historia del arte, la historia de la educación, la historia de los medios de comunicación, la historia de las ciencias, etcétera. ¿Debemos por ello cambiar de perspectiva y considerar que toda historia, la que sea, económica o social, demográfica o política, es cultural, en la medida en que todos los gestos, todas las conductas, todos los fenómenos objetivamente mensurables siempre son el resultado de las significaciones que los individuos atribuyen a las cosas, a las palabras y a las acciones? Desde esa perspectiva, fundamentalmente antropológica, el riesgo es el de una definición imperialista de la categoría que, al identificarla con la historia misma, conduce a su disolución.
Esta dificultad halla su razón fundamental en las múltiples acepciones del término «cultura». Pueden distribuirse esquemáticamente entre dos familias de significados: la que designa las obras y los gestos que, en una sociedad dada, se sustraen a las urgencias de lo cotidiano y se someten a un juicio estético o intelectual; a la que apunta a las prácticas ordinarias a través de las cuales una sociedad o un individuo viven y reflexionan sobre su relación con el mundo, con los demás o con ellos mismos."

Roger Chartier
La historia o la lectura del tiempo



"Esta primera y reducida recopilación de algunas representaciones (literarias, iconográficas o autobiográficas) de la lectura en voz alta en los dos primeros siglos de la era moderna sólo desea esbozar una posible investigación. En forma voluntaria, ha dejado de lado tres formas de leer oralizado, porque se sitúan fuera de los espacios de intimidad y no están relacionados con el momento del ocio. La primera es conventual, eclesiástica, con las lecturas hechas por el monje, el sacerdote o el pastor, en ocasión de los oficios religiosos, la segunda es judicial y política al mismo tiempo, inscrita en el uso antiguo que relaciona la fuerza de autoridad de un documento con su proclamación oral, la tercera es escolar y hace de la lectura de los profesores, en la escuela secundaria y más aun en la universidad, el acto esencial de la transmisión de conocimientos. Por lo tanto, a pesar de las conquistas de la lectura personal, silenciosa e íntima, manejada por lecturas cada vez más numerosas entre los siglos XVI y XVIII, escuchar leer sigue siendo una práctica frecuente y corriente en numerosas ocasiones. Una práctica cuyo único objetivo no es el de permitir a los analfabetos que compartan un poco de la cultura escrita. A menudo, en las representaciones y en las prácticas, la lectura en voz alta es hecha por aquel que sabe leer a quien sabe leer, por el mero placer del intercambio, el beneplácito de la relación así establecida. Pasatiempo y diversión, la sociabilidad de las lecturas habladas y escuchadas es como una figura del lazo social. Esta es la razón por la que leer en voz alta, para otro u otros, sigue siendo un gesto familiar para los hombres y mujeres del
Antiguo Régimen. Y también, la razón por la que esta forma de leer se convertirá, en el siglo XVIII, en el signo de las convivialidades perdidas, sentidas, imaginadas."

Roger Chartier
El mundo como representación



"Hay una ilusión que debe ser disipada, la ilusión de que un texto es el mismo texto aunque cambie de forma… La forma contribuye al sentido."

Roger Chartier


"Lo principal es restablecer el libro como instrumento fundamental de la práctica universitaria. Hay que volver a situar al libro en el centro de la educación: leerlo, comentarlo en las aulas, analizarlo..." 

Roger Chartier



"Los historiadores afirman que la producción en torno del pasado, verídica y controlada, debería ser dominante porque da una presencia de realidad. Hemos visto que muchas veces a través de la historia de la literatura de ficción, las novelas reivindican una relación con el pasado más comprometida y enérgica que los textos inertes de los historiadores. Puede ser una forma de competencia, como ocurre con la memoria, que muchas veces reivindica una relación con el pasado más comprometida, más vinculada con historias colectivas, que el texto histórico. Es una configuración que puede abrir una reflexión sobre el lugar particular de cada una de estas formas de presencia del pasado. En los países de América Latina hay situaciones que adquieren una fuerza muy particular."

Roger Chartier


"Los historiadores han descubierto, tal vez con tristeza, que no tienen el monopolio sobre la presencia del pasado en el presente; que hay otras formas que son más poderosas que los libros de los historiadores en general. Por un lado, la memoria, la de los individuos, o la memoria institucionalizada de monumentos y lugares y, por el otro lado, la literatura, el cine y la televisión, que dan una presencia del pasado desde la ficción y tienen una fuerza particular. La pregunta para los historiadores es qué papel deben tener en relación con esas otras formas de presencia del pasado que no corresponden necesariamente a los criterios de la investigación científica."

Roger Chartier



"Tengo un respeto excesivo por la composición tipográfica. Los puedo subrayar o indicar, pero no los escribo. Hoy, cuando estamos frente al mundo digital, las prácticas de escribir y leer se entrecruzan. En inglés ya está la palabra reater (to read y to write). Yo prefiero escribir sobre papeles o al final hago un índice personal, con páginas que me parecen sintomáticas; algo que se hacía desde el siglo XVI. En cierta tradición, el libro era un objeto que tenía su identidad, que se debía respetar, encuadernar, cuidar. Eso va en contra de otra práctica del siglo XVI, que consistía en una técnica de lectura que se apoderaba del texto: se hacía una mención en el margen del tema, de la frase o del párrafo y luego eso se pasaba a un cuaderno personal para hacer un nuevo uso del texto. Se llamaba "la técnica de los lugares comunes". Hoy eso es algo que se debe evitar, pero en el Renacimiento los lugares comunes se debían identificar porque eran una verdad universal."

Roger Chartier











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