Sinesio de Cirene

Cartas de Sinesio a Hipatia

"Y es que hemos visto con nuestros propios ojos y escuchado con nuestros propios oídos a la auténtica maestra de los misterios de la filosofía" (carta 137). "Que la Atenas de hoy no tiene de venerable nada más que los nombres famosos de los lugares (...). Sin duda, hoy día, en nuestro tiempo es Egipto el que ha acogido y hace germinar la semilla de Hipatia" (136). "Aun cuando uno se olvide de los muertos en la mansión de Hades, yo incluso allí me acordaré de la querida Hipatia (...). Sólo por ti me parece que podré pasar por alto a mi patria (...)" (124). "Aparte de la virtud, eres tú a quien considero un bien inviolable" (81). "Postrado en la cama dicto esta carta. Ojalá, al recibirla, te encuentres bien de salud, madre, hermana, maestra, benefactora mía en todo" (16).
(...)
He perdido (...), lo que es más importante, tu alma divinísima, lo último que yo esperé que se me mantuviera firme para superar los varapalos de la fortuna y los embates del destino" (carta 10)"

Sinesio de Cirene


"En cambio, el mayor, Tifón, era, en una palabra, siniestro en todo. Cualquier clase de sabiduría, tanto la de
los egipcios como la de las tierras allende sus fronteras
—maestros de estas ciencias había puesto el rey al lado de su hijo Osiris—, él la odiaba con toda su alma y se reía de ella como de una ocupación inútil que esclavizara la mente. Al observar que su hermano iba y venía con un comportamiento ordenado y que su existencia estaba presidida por una respetuosa modestia, pensaba que eso no era sino miedo, por el hecho de que nadie lo había visto pelear con los puños, ni saltar con sus piernas, ni correr sin compostura, y eso que era ágil y enjuto y aun siendo su cuerpo no más que un fardo ligero que envolvía su alma. Por otra parte, Osiris ni «bebía con avidez» ni «estallaba en carcajadas», como para que la risa estremeciera todo su cuerpo, lo que sí hacía diariamente Tifón, considerando que eso era lo único propio de los que son
libres, o sea, realizar cualquier cosa que uno llegara a querer. En su carácter natural no se mostraba comparable con los de su familia ni con ningún hombre en absoluto y, para decirlo de una vez, ni siquiera se asemejaba a sí mismo, sino que constituía un conglomerado de males de todo tipo. En ocasiones, acaso pareció ser un flojo, una carga inútil de la tierra, apartándose del sueño lo justo para llenarse la panza y abarrotarse de diferentes provisiones para volverse a dormir. En otras, se despreocupaba hasta de las necesidades naturales más comunes para brincar descompasadamente y ocasionarles problemas a sus coetáneos y a los de más edad. Admiraba la fuerza corporal como el bien más perfecto, aunque se servía de ella de mala manera, para derribar puertas y lanzar bolas de tierra, y, si a alguno le causaba una herida o cualquier otro mal, se alegraba como si eso fuera un testimonio de su valía."

Sinesio o Sinesio de Cirene
Relatos egipcios sobre la providencia


Himno I 550-570

Es cierto que ahora llevo la sombría mancha de la materia y me embargan los deseos, ataduras corporales. Mas tú eres el redentor, tú eres el purificador: libérame de los males, libérame de las enfermedades, libérame de mis grilletes. Tu semilla llevo, chispa de una inteligencia noble postrada en el abismo de la materia. Pues tú en el universo depositaste el alma y a través del alma sembraste la inteligencia en el cuerpo.

Sinesio de Cirene


Himno III 40-55, 61-67

Que mi alma, sin soportar la huella de las penas, lleve una vida sosegada, fecunda, con sus dos pupilas fijas en tu resplandor, para que, limpio de materia, me apresure yo por senderos sin retorno, fugitivo de los pesares de la tierra, a unirme a la fuente del alma. Una vida tal, inmaculada, facilítamela a mí, tu citarista, cuando, al dirigirte yo mi canto, glorifique tu raíz, altísima gloria del Padre, y también a ese Soplo, sentado a tu vera, en medio de la raíz y del brote, y que, al cantar el poder del Padre, con estos himnos a ti dedicados, culmine el insigne alumbramiento del alma (...).

(61-67) Te saludo, oh potestad del Hijo; te saludo, oh belleza del Padre, y te saludo, Soplo inmaculado, centro del Hijo y del Padre: ojalá quieras enviármelo, de acuerdo con el Padre, para que riegue de vida las alas de mi alma y dé cumplimiento a los dones divinos.

Sinesio de Cirene



"La muy venerable filósofa, la predilecta de la divinidad."

Sinesio de Cirene
Así definía Sinesio a Hipatia


Sobre los ensueños 7

El alma puede purificarse con el tiempo, con el trabajo y con otras vidas, y subir hacia lo alto. Dado que tiene una doble vida, el alma corre un doble estadio y alternativamente trata con lo peor y con lo mejor. El alma primera, cuando desciende, toma prestada de las esferas al alma pneumática, se embarca sobre ella como en una nave y se une al mundo material. Y emprende esta lucha ya para retornar a lo alto junto a ella o, al menos, para no quedarse abajo con ella. Es difícil pero posible que el alma abandone el pneuma (espíritu) que no la sigue. No es lícito dudar de esto si se conocen los ritos. Y el retorno a lo alto sería vergonzoso para el alma, si no se desprendiera de lo que le es ajeno y no dejara en la tierra lo que tomó prestado de arriba. Y esto puede ser concedido como don de dios y de la iniciación en una única y en una segunda pero es natural que el alma, una vez unida al pneuma, o se mueva de acuerdo con él o lo atraiga o sea atraída por él. De cualquier forma, el alma permanece unida a él hasta el momento de retornar allí de donde vino.

Sinesio de Cirene


Sobre los ensueños 10

La sustancia corporal de acuerdo con la naturaleza no tiene otro recurso, cuando el alma asciende, que levantarse de su caída, elevarse con ella y armonizarse con las esferas, esto es, como revertirse a su propia naturaleza.

Sinesio de Cirene


Sobre los ensueños 11

El ascenso del alma es el mejor fruto de un pneuma (espíritu) sano, una ganancia realmente sagrada.

Sinesio de Cirene








No hay comentarios: