Donald Davidson

"A menudo se ve el estudio de la forma lógica de las oraciones a la luz de otro interés, el de dar curso a la inferencia. Desde este punto de vista, dar la forma lógica de una oración es catalogar las características que son de importancia para su localización en la escena lógica, las características que determinan de qué oraciones es ella una consecuencia lógica, y qué oraciones tiene como consecuencias lógicas. Una notación canónica codifica gráficamente la información relevante, lo que vuelve simple a la teoría de inferencia, y mecánica a la práctica donde fuera posible.
Es obvio que ambas aproximaciones a la forma lógica no pueden dar por fruto resultados completamente independientes, pues la consecuencia lógica se define en términos de la verdad. Decir que una segunda oración es una consecuencia lógica de una primera equivale a decir, aproximadamente, que la segunda es verdadera si la primera lo es al margen de cómo se interpretan las constantes no lógicas. Puesto que lo que entendemos por constante lógica puede variar independientemente del grupo de verdades, está claro que las dos versiones de la forma lógica, si bien relacionadas, no necesitan ser idénticas. La relación, en breve, parece ser la siguiente. Toda teoría de la verdad que satisfaga los criterios de Tarski debe tener en cuenta todos los recursos iterativos del lenguaje que afectan la verdad. En los lenguajes familiares para los cuales sabemos cómo definir la verdad los recursos iterativos básicos son reducibles a los conectivos oracionales, al aparato de cuantificación y al operador de descripción si es primitivo. Donde una oración sea una consecuencia lógica de otra sólo en base a la estructura cuantificacional, una teoría de la verdad implicará entonces que si la primera oración es verdadera, la segunda lo es. No tiene sentido, luego, no incluir las expresiones que determinan la estructura cuantificacional entre las constantes lógicas, pues cuando hemos caracterizado la verdad, de la cual depende toda consideración de consecuencia lógica, nos hemos comprometido ya con todo aquello que podría comprometernos al llamar constantes lógicas a tales expresiones. El hacer agregados a esta lista de constantes lógicas incrementará el inventario de verdades lógicas y de relaciones de consecuencia por encima de los requerimientos de una definición de la verdad, y así producirá versiones más ricas de la forma lógica. Para los propósitos del presente trabajo, sin embargo, podemos ajustarnos a las interpretaciones más austeras de la consecuencia lógica y de la forma lógica, aquellas que nos son impuestas cuando enunciamos una teoría de la verdad.
Estamos ahora en condiciones de explicar nuestra aporía del discurso indirecto: ocurre que la relación entre verdad y consecuencia que acabamos de delinear parece desmoronarse. En una oración como “Galileo dijo that la Tierra se mueve” el ojo y la mente perciben una estructura familiar en las palabras “la Tierra se mueve”. Y allí debe haber una estructura si es que queremos tener una teoría de la verdad, pues un número infinito de oraciones (todas oraciones en el indicativo aparte de algunos problemas sobre el tiempo verbal) producen sentido al colocárselas en el espacio libre en “Galileo dijo that_”. Luego, si queremos dar las condiciones de verdad para todas las oraciones generadas así, no podemos hacerlo oración por oración, sino sólo descubriendo una estructura articulada que nos permita considerar que cada oración está compuesta de un número finito de recursos que efectúan una contribución enunciada a sus condiciones de verdad. Sin embargo, tan pronto como asignamos una estructura familiar debemos dejar que fluyan las consecuencias de tal asignación, y éstas, como sabemos, son consecuencias que para el caso del discurso indirecto nos negamos a aceptar."

Donald Davidson
De la verdad y de la interpretación


"El ensayo de Roderick Chisholm "States of Affairs Again", elimina algunos de los obstáculos que nos separaban en una discusión anterior y ayuda a afinar las diferencias que aún quedan. Ambos pensamos que hay sucesos, pero no es claro que estemos de acuerdo sobre qué son los sucesos, de modo que resulta complicado entender en qué consiste el acuerdo. Chisholm sostiene que los estados de cosas [states of affairs] intemporales (que pueden ocurrir una sola vez, a menudo o nunca) son la clase ineluctable de sucesos, pero no ha negado que existan los sucesos particulares, irrepetibles. Yo, por mi parte, no he tratado de mostrar que los estados de cosas sean superfluos, sólo que los sucesos particulares no lo son. Lo que está claramente en disputa no es, pues, qué tipos de entidades existan. Sobre lo que discrepamos es sobre la manera como se relacionan las entidades con los términos y las oraciones, sobre qué clase de suceso tiene que existir si ciertas oraciones típicas del lenguaje ordinario han de ser verdaderas. Si no me equivoco, lo que sale a la luz es una diferencia de opinión sobre cómo hacer semántica, esto es, el estudio que relaciona el lenguaje con la ontología.
El debate me parece potencialmente instructivo porque Chisholm y yo compartimos varios supuestos. Escribe:
Si hay una oración que parece comprometernos con la existencia de un determinado objeto, sabemos que la oración es verdadera, y no podemos encontrar ninguna manera de explicar o parafrasear la oración que nos permita ver con claridad que la verdad de la oración es compatible con la inexistencia de dicho objeto, entonces es más razonable suponer que hay dicho objeto que no suponer que hay un objeto tal."

Donald Davidson
Ensayos sobre acciones y sucesos


"Hay tres problemas básicos: cómo una mente puede conocer el mundo de la naturaleza, cómo es posible que una mente conozca a otra y cómo es posible conocer los contenidos de nuestra propia mente sin recurrir a la observación o la evidencia. Es un error, insistiré, suponer que estas cuestiones pueden dividirse en dos o tomarse de forma aislada."

Donald Davidson



"Nada en el mundo, ningún objeto o evento sería verdadero o falso si no hubiera criaturas de pensamiento."

Donald Davidson



"No todo el movimiento humano es una conducta. Cada uno de los que estamos en la habitación se está moviendo hacia el este a unas 700 millas por hora, arrastrado por la rotación de la Tierra, pero eso no es un hecho relativo a nuestra conducta. Cuando cruzo las piernas, el pie que tengo levantado oscila suavemente al ritmo de los latidos de mi corazón, pero yo no lo muevo. La conducta consiste en las cosas que hacemos, intencionadamente o no, pero allá donde hay conducta la intención tiene algo que ver. En el caso de los actos, esa pertinencia puede expresarse así: un acontecimiento es un acto si y sólo si puede describirse de un modo que lo presente como intencional. Por ejemplo, un hombre puede pisotear un sombrero creyendo que es el sombrero de su rival, cuando en realidad es el suyo propio. Entonces el patear su propio sombrero es un acto suyo y forma parte de su conducta, por más que no lo haya hecho intencionadamente. Como observadores, solemos describir las acciones de otros de una manera que les resultaría insospechada. Eso, sin embargo, no significa abandonar el concepto de intención, porque los sucesos sólo dejan de ser actos o comportamientos cuando no existe modo alguno de describirlos en términos de intenciones.
Estas consideraciones no hacen sino rozar apenas un tema de gran envergadura: la relación entre el acto y comportamiento, de un lado, e intención, del otro. Me atrevo a decir que, aun cuando el acto intencional, al menos desde el punto de vista descriptivo, no agota en absoluto todo lo que hay de comportamiento, la intención resulta conceptualmente central; el resto se entiende y define en términos de intención."

Donald Davidson
Filosofía de la psicología


"Nunca he pensado que hubiera que ser especialmente brillante para hacer buena filosofía."

Donald Davidson





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