Jacobo Cortines

"Descubrí la poesía muy de niño junto a la música y la pintura. Las circunstancias de la vida me fueron inclinando más hacia la poesía que a las otras artes."

Jacobo Cortines


En tu mirada

Toda tormenta cesa si tus ojos
derraman su celeste. Qué sereno
se vuelve el aire entonces y qué pura
la nueva luz. Así cuando me miras
las nubes de mi llanto, la tristeza,
como la noche, negra, la desidia,
los vientos de la angustia, los pesares
roncos como los truenos, el hastío
devastador y frío, la amargura
como lluvia de hiel, las duras iras,
que roen el corazón, se desvanecen
y se inunda de paz el alma, y nace
como una flor callada la alegría
de saberse mirado en tu mirada.

Jacobo Cortines


Hacia el encuentro

Desde el dolor, el odio, la mentira,
la fría soledad y la tristeza;
desde el error, la injuria, el abandono,
los amargos castigos y derrotas,
hacia ti voy, amor, para saberme
salvado en tu presencia. Nunca olvido
tu callado decir, tu suave gesto,
tus pasos delicados y esa sabia
renuncia a los engaños. A ti acudo
cansado de mí mismo, de la angustia
de ser una aventura cuyo inicio
tan ajeno me fue como ha de serme
su escondido final. Pero contigo
el tiempo se transforma y cada instante
es un nuevo misterio: ver tus ojos,
sentir tu aliento, respirar el mismo
aire que tú, pisar el mismo suelo,
vivir desde tu vida y deshacerse
en este dulce encuentro, que sentido
dará a la levedad de las cenizas.

Jacobo Cortines


Junto al naranjo

No estoy debajo de él, bajo su sombra,
como en otra ocasión hace ya tiempo,
cuando vine y hallé sólo tristeza
sin huellas de amor que hube vivido.

Lejos queda una historia malograda
y los años cerraron sus heridas
con bálsamo de olvido y nuevo encuentro
de aquello que perdido lo creímos.

Hoy disfruto del sol de esta mañana
junto al verde ramaje de su copa,
del viento protegido por la espesa
fronda de cipreses y eucaliptos.

Qué sensación de estar en una nave
que hacia un puerto seguro se acercara
entre los trinos de esta algarabía
como el murmullo de rompientes olas.

Y miro cómo caen silenciosos
los blancos azahares confundidos     
con el dibujo caprichoso y curvo
de inquietas mariposas en su vuelo.

Jacobo Cortines


"Juan Ramón Jimémez es el poeta que he leído más a lo largo de mi vida. Ha sido un poeta que me ha llegado muy hondo, junto con San Juan de la Cruz y la mejor poesía inglesa y simbolista francesa."

Jacobo Cortines


“La literatura fue mi gran consuelo en momentos muy difíciles.”

Jacobo Cortines


"La tradición del poema largo se había perdido en España desde la Generación del 27.Con «Carta de junio» abrí un camino posteriormente cultivado de poema largo, que siempre es muy difícil, porque te enfrentas a muchos problemas en su composición, donde no todo tiene que ser de la misma intensidad. T. S. Eliot ha sido uno de mis maestros en esto. Es un autor que he leído mucho como crítico y como poeta. Me parece extraordinario."

Jacobo Cortines



Lejos y en la mano

Delicada, prudente, generosa,
su palabra es sencilla, amortiguada
por una levedad que le conduce
donde apenas sus pasos seguir puedes.
No siempre fue feliz, pero su vida
conoce la fragancia de los nardos,
el tacto de la seda, el terciopelo,
la secreta dulzura de la sombra.
Un gesto de tristeza le acompaña,
mezclado extrañamente a su sonrisa
que muere tan fugaz como se esboza.
Y te miran sus ojos fijamente,
y el corazón rendido a sí se dice:
amor mío, tan lejos y en la mano.

Jacobo Cortines


Pasos de amor III

Tú muy dentro de mí, y luz contigo
es todo el interior que me ilumina
los pasos del camino que recorra.
Hoy la mañana es clara y nos invita
a entrar en tus jardines
y gozar de sus verdes y aire limpio.
Pero tú siempre aquí, secretamente,
en lo más hondo de mí para salvarme
de caer en la angustia y la tristeza,
en la desolación del negro abismo
de no saberme tú. Porque tú estabas
ayer en esa música que oía
junto a tantos en el fervor unidos,
y viva te sentía entre sus notas
como parte del ánima del mundo.
Y tú de aquella música has venido
a esta otra tan silenciosa casi,
pero no por ello
menos precisa y menos armoniosa.
Hay que esperar, estar aún más callado
que la música misma para oírla
en la gran plenitud de su secreto.
Y sus notas emergen y me envuelven
hasta hacerme llegar la voz aquella
que vida le insufló con sus cuidados.
Tu voz, mi amor, tu voz es la que escucho,
porque amor es tu voz y amor mi escucha,
y ese amor en amor ha de fundirse
y en cadencia infinita prolongarse.

Pero también, amor, quiero que sepas
que eres tiniebla muy temida a veces,
cuando la luz se apaga ante mis dudas,
y cruzo un largo sueño hosco y frío
donde nunca amanece y se prolonga
noche tras noche, donde ya no hay pasos,
sino torpes tropiezos y caídas.
La vida se derrumba
en una soledad sin esperanza.
¿Dónde poder buscarte y encontrarte?
¡Ay! Qué horrible silencio me ensordece.
Al fin despierto, y tu rostro observo
tras el cristal sereno en su mirada,
y a mí mismo me digo con firmeza:
Mientras yo viva vivirás conmigo.
Tú no puedes quedarte en esa nada
tan inane y absurda,
y volverás de nuevo a ser el centro
de mi existir como lo fuiste siempre.
Si yo vivo, tú vives,
si respiro, respiras,
si yo existo, tú existes.
Así vendrás conmigo por las calles,
recorreremos playas y llanuras,
cruzaremos desiertos, subiremos
a los montes con cumbres más hermosas,
y seremos eternos por un tiempo.

Hoy he venido al mar para estar cerca,
aún más cerca de ti, mi amor de siempre,
porque aquí yo gocé de tu entusiasmo,
de la alegría tuya tan serena,
de tus paseos por la extensa playa,
de tus cenas que tanto enamoraban,
de tu reposo envuelto en dulces sueños.
Hoy he vuelto a este mar que preferías
a cualquiera por más que más bondades
pudiera otro ofrecerte.
Era tu mar de niña,
tu mar de adolescente en donde alguien
plasmó la bondad y la belleza
de tu rostro en plenitud de gracia.
El mar de tanta juventud vivida,
tan llena de esperanzas e ilusiones,
el mar de tantos años que felices
se vieron coronados por la casa
que con amor y esfuerzo me ofreciste.
El mar por la mañana, a mediodía,
por la tarde cuando rojizo el cielo
de rosa va tiñendo las espumas
y hundiendo se va el sol, lento, redondo,
hasta quedar un resplandor de ascuas.
Y la noche después. Y temblorosa
la luna en sus reflejos, las estrellas,
y el rumor de las olas
por las habitaciones de la casa.
Hoy he ido a tu mar y no te he visto,
no estabas en la casa ni en la playa
tendida al sol o paseando lenta
por la orilla con el cabello al viento.
No estaba tu figura: tu presencia.
Lo que sentí de golpe fue el vacío
de un mar que no era mar, que no era nada,
sin arena, sin olas, brisa o cielo:
tu ausencia, amor mío, era ese caos.
Y pensé en ti, y lloré, y de mis lágrimas
surgiste tú, como una nueva Venus,
y vi que te acercabas y decías:
«Sí, yo soy ese mar que llevas dentro,
el mismo mar que recorrimos juntos,
el mar donde renazco de ti mismo.
Y el mar no es el morir, sino otra vida
que has de vivir conmigo mientras vivas».

Jacobo Cortines




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