Jean Delumeau

"Creo que ha sido una ventaja para mí ser cristiano, nacido en una familia católica, para después convertirme en un historiador del hecho religioso cristiano. Era capaz de vivir desde dentro la religión que luego traté en mis libros. Al mismo tiempo, puede ser que haya sido -y soy- más sensible que otros a las dificultades y problemas que el cristianismo encontró en la historia. Probablemente soy más receptivo que un agnóstico a los problemas (radicalmente nuevos) que enfrenta el cristianismo de hoy."

Jean Delumeau


"Creo que la peste negra de 1348-1350 se vivió en Occidente como un enorme cataclismo, en cuanto se trataba de una enfermedad de la que se había perdido memoria, al menos en Europa Occidental y Central. Esta zona geográfica pierde, de hecho, en menos de tres años al menos la mitad de su población. Hay que recordar, por otra parte, que el miedo a los sucesivos regresos de la plaga se mantuvo en Europa hasta la epidemia que asoló a Marsella en 1720 y se llevó en algunos meses la mitad de la población de la ciudad (60 mil de 120 mil  habitantes). Pienso, en consecuencia, que la epidemia de 1348-1350 marcó una herida durable en la historia de Europa, incluyendo el punto de vista religioso, invitando de alguna manera a enfatizar los castigos divinos que afectaban a la población pecadora."

Jean Delumeau



"Desde muy pronto, los relatos de milagros habían insistido en las venganzas que santos ultrajados eran capaces de llevar a cabo. Gregorio de Tours cuenta que, habiendo hablado un hombre despreciativamente de San Martín y de San Marcil, se volvió sordomudo y murió loco. En el alba de los tiempos modernos, la mayoría de las gentes no razonan de forma distinta que en la época de Gregorio de Tours. Un cronista del siglo XV hace saber que el rey de Inglaterra, Enrique V, después de haber asolado el Monasterio de San Fiacre, cerca de Meaux, fue herido por el mal de San Fiacre, descrito en este caso como «un flujo de vientre sorprendente, con hemorroides». Murió después de crueles sufrimientos… Erasmo ironiza en uno de sus Coloquios: «Pedro puede cerrar la puerta del cielo. Pablo está armado con una espada; Bartolomé con un cuchillo; Guillermo con la lanza. El fuego sagrado está a disposición de Antonio... y el mismo Francisco de Asís, desde que está en el cielo, puede volver ciegas o locas a las gentes que no le respetan. Los santos deshonrados envían horribles enfermedades»… Este inquietante poder de los santos malévolos podemos verlo demostrado también de forma ejemplar por la existencia en el Berry de una fuente consagrada a San Malo, a la cual se dirigían y junto a la que rezaban los que deseaban la muerte de un enemigo, de un rival en amores o de un pariente al que heredar. Afortunadamente, no lejos de allí se alzaba una capilla dedicada a San Bueno."

Jean Delumeau
El miedo en Occidente
Tomada del libro He visto cosas que no creerías de Jesús Callejo, página 264



"Durante el siglo XVI no se entra en Augsburgo fácilmente de noche. Montaigne, que visitó la ciudad en 1580, queda maravillado ante la «falsa puerta» que, gracias a dos guardianes, filtra a los viajeros que llegaban tras la puesta del sol. Estos chocan primero con una poterna de hierro que el primer guardián, cuyo cuarto está situado a más de cien pasos de allí, abre desde su alojamiento gracias a una cadena de hierro que, «por un fuerte y largo camino y muchas vueltas» retira una pieza también de hierro. Una vez pasado este obstáculo, la puerta se cierra de repente. El visitante franquea luego un puente cubierto situado sobre un foso de la villa, y llega a una pequeña plaza donde declara su identidad e indica la dirección en que ha de alojarse en Augsburgo. Con un toque de campanilla, el guardián avisa entonces a un compañero, que acciona un resorte situado en una galería próxima a su cuarto. Este resorte abre primero una barrera —siempre de hierro—, luego, mediante una gran rueda, dirige el puente levadizo «sin que de todos esos movimientos se pueda percibir nada: porque se guían por los pesos del muro y de las puertas, y de pronto todo vuelve a cerrarse con gran estruendo». Al otro lado del puente levadizo se abre una gran puerta, «muy espesa, que es de madera y está reforzada con diversas y grandes hojas de hierro». El extranjero accede por ella a una sala donde se encuentra encerrado, solo y sin luz. Pero otra puerta semejante a la anterior le permite pasar a una segunda sala en la que, esta vez, «hay luz» y en la que descubre un recipiente de bronce que cuelga de una cadena. Deposita en él el dinero de su pasaje. El (segundo) portero tira de la cadena, recoge el recipiente, comprueba la suma depositada por el visitante. Si no está conforme con la tarifa fijada, le dejará «templarse hasta el día siguiente». Pero si queda satisfecho, «le abre de la misma forma una gran puerta semejante a las otras, que se cierra bruscamente cuando ha pasado, y ya le tenemos en la ciudad». Detalle importante que completa este dispositivo a la vez pesado e ingenioso: bajo las salas y las puertas se halla preparada «una gran bodega capaz de alojar a quinientos hombres de armas con sus caballos para enfrentarse a cualquier eventualidad». Llegado el caso, se les manda a la guerra «sin el sello del común de la villa»."

Jean Delumeau
El miedo en Occidente



"En mi proyecto original la historia del sentimiento de seguridad y el de las esperanzas paradisíacas debían constituir un conjunto historiográfico, un largo itinerario coherente y continuo. Pero me tomó más de 20 años realizarlo después de mis precedentes historias de los miedos. Temí muchas veces no ser capaz de llegar al final de esta empresa. Estuve apoyado a lo largo de este trayecto por la asiduidad del público parisino, como el que tuve, durante años, en mi curso en el Collège de France."

Jean Delumeau


"En tanto que historiador constato que nunca hubo en el pasado un período comparable al que estamos viviendo en el presente. Los siglos XIX y XX, y ahora el comienzo del siglo XXI nos han aportado inventos y avances tecnológicos inimaginables con anterioridad. Y uno puede legítimamente preguntarse cuándo podremos vivir un período de estabilidad. No se puede discutir que todo nuestro conocimiento, lo mismo que todos nuestros conceptos religiosos y filosóficos, deben ser reexaminados a la luz de esta situación totalmente inédita en la historia. En otras palabras, estamos viviendo hoy una etapa a la vez apasionante y perturbadora del destino humano."

Jean Delumeau



"Israel ha de renunciar a las colonias y Palestina al mito del retorno de los emigrantes. Y eso es difícil ante un país como Israel, que ha hecho de la idea del retorno una clave de su legitimidad."

Jean Delumeau



"Los fundamentalistas islámicos están en el origen de lo que vivimos. Los países musulmanes salen de una descolonización y han fracasado en su conjunto en el ingreso a la modernidad, algo que no puede decirse de la India o de China, por ejemplo. Y el mundo musulmán se refugia en la mitificación de un pasado glorioso y quiere que Occidente sea el chivo expiatorio de sus fiascos. Ellos, como los EE UU, también alimentan el espíritu de ciudadela sitiada. La piedra de toque para esos mundos es solucionar la situación en Oriente Próximo."

Jean Delumeau



"Los primeros, los miedos al mar, a las catástrofes naturales, a las epidemias, han disminuido, pero los segundos, el temor al otro, ya sea judío, musulmán, demonio o mujer, sigue ahí y ha tomado nuevas formas. Hasta el siglo XVIII, el principal miedo de la población occidental era de orden natural, se centraba en las catástrofes como inundaciones, hambrunas o epidemias, que causaban una gran mortandad, pero en el siglo XX la principal amenaza son las guerras. Cuanto mayor ha sido el progreso técnico de la humanidad, mayor ha sido su capacidad para matar. Los atentados contra las Torres Gemelas han mostrado cómo, a partir de la acción de unos pocos hombres armados de manera rudimentaria, es posible hacer sufrir a miles de civiles los peligros de la guerra en plena paz."

Jean Delumeau


"No creo que el discurso cristiano de hoy deba volver a la “pastoral del miedo” (del purgatorio o del infierno), de la cual el catolicismo ha abusado alguna vez. Por el contrario, me parece hoy necesario que se insista en los “fundamentos” del Evangelio: el amor mutuo, la paz entre las naciones, la ayuda recíproca, la salvaguarda de la tierra, nuestro hogar común. Al mismo tiempo, me parece que el culto cristiano debe privilegiar la sobriedad de las ceremonias y de los trajes litúrgicos. Además -y subrayo esto- creo que el cristianismo, sobre todo en su versión católica, debe finalmente dar a la mujer el lugar que debería ser el suyo, es decir, a la par con el del hombre."

Jean Delumeau



"No había dinero en casa. No había libros. Mis padres no eran educados...Tengo que decir que, por diversas razones, siempre he sido, yo no diría «frágil», psicológicamente hablando, sería mucho decir, pero sensible, muy sensible a desgracia de los demás o la mía propia."

Jean Delumeau













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