Luisa Dacosta

Destino

No te he amado bajo los árboles.
Ni bebí tu boca junto a las fuentes.
Te respiré, por la tarde
cuando las sombras del otoño
descendieron, rápidamente, sobre mí.

Luisa Dacosta


La vida cotidiana

Las mujeres se afanan
extendiendo las migas del sargazo
que el viento del norte trajo a la orilla.
Incluso a mano, sin gravilla.
Interrumpo mi escritura
Y las abrazo con una mirada.
Lejos, en un rosal de espuma,
dos pequeños arrastreros se cruzan:
se entra, en dirección a Póvoa,
el otro se va, en dirección al mar.

Luisa Dacosta


Llamada

Del margen del sueño
y del otro lado del mar
alguien me estremece
sin alcanzarme.

Un golpe de deseo
llega, vago, hasta mí.
Perfume delgado
de imposible jazmín.

¿Es él que me sueña?
¿Soy yo la que sueña?
Querría saberlo,
deshacer en el viento,
las trenzas de la luna.

nubes,
barcos,
espuma
se deshacen en la noche.

Y la vida late, lejos,
en otro lugar.

Luisa Dacosta



No era el momento

No era el momento de amar
y ahora es tarde,
me abandona el espíritu de la vida.

Te dejo mis labios
y la frescura salina de mi boca
-anémona de los jardines sumergidos.
La línea sedosa de mi cuerpo
Para su cansancio.
El agua de mis manos
– pétalo y ala en su cara.
Recuérdame.

Fuera del espacio, del tiempo y de la circunstancia,
con mi silencio, laberíntico y recóndito
-un enigma a descifrar
Te espero.

Y te quiero antropofágicamente, como promete la Lengua,
ya que mi yo se abre para darte la bienvenida,
mis brazos, cerrados en X,
sobre tu ímpetu y tu deseo.
Búscame.

Luisa Dacosta


Palabras

Tócame
como los labios
como besos.
Pájaros, sedientos de ramas
y sombra
aterrizan en mis hombros.
Con los movimientos de las alas
Todavía dibujan un cuerpo
-arquitectura secreta del agua
desgarrado por el viento.

Luisa Dacosta










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