Pablo Vergel Más allá de la incógnita OVNI



Siempre he pensado que la mejor manera de aprender y profundizar sobre un tema no es leer un libro, sino tratar de escribirlo.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 2
 
 
Cuando se repasa la abundante literatura sobre la casuística ovni, uno se topa de manera sistemática con cientos de relatos preñados de alta extrañeza y, en la mayoría de los casos, sin ningún tipo de sentido. Sin embargo, esta abundancia de testimonios contrasta con una extrema aridez en el campo de las pruebas materiales. De hecho, sorprende que ante un fenómeno que, a priori, se considera real apenas se encuentren pruebas fehacientes que demuestren su naturaleza objetiva. Insisto: ninguna. Hay testimonios apasionantes de elevada credibilidad, anomalías en ciertos registros que nos permiten especular, así como incidentes inexplicables, los cuales tienen el valor intrínseco de que no pueden ser explicados, pero tampoco implican necesariamente nada.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 3
 
 
La reconstrucción sistemática de casos ovni para ilustrar uno u otro punto puede trasladar al lector una sensación de absurdo permanente. Documentar casos ovni no dista mucho, a veces, de documentar sueños. A uno le invade enseguida una sensación de arbitrariedad e inconsistencia que acaba por jugar muy en contra de la atención del lector.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 4
 
 
El paradigma de avistamiento ovni se puede describir genéricamente a través de los siguientes rasgos:
 
1. Observación de vehículos o artefactos voladores que se desplazan de una manera dirigida y no convencional.
 
2. Observación de entidades aparentemente no humanas tripulando los supuestos artilugios y que, en ocasiones, pueden llegar a interactuar con el testigo.
 
3. Ausencia de pruebas materiales concluyentes de dichos encuentros.
 
4. La mayoría de las experiencias asociadas al fenómeno ovni son indistinguibles de vivencias subjetivas.
 
Bajo estas cuatro premisas se pueden agrupar los miles de casos ovni de los que existen registros. Concedo que las premisas pueden parecer generalistas, pero son los únicos principios relevantes que se pueden extraer de las miríadas de testimonios.
Por mucho que la divulgación del misterio y el entretenimiento nos ofrezca una idea bastante definida de los encuentros con estos visitantes, si se profundiza en la casuística, si descendemos a los detalles, si nos olvidamos del estereotipo, se comprobará que las variaciones y permutaciones son infinitas y que podemos encontrar todo tipo de supuestas naves espaciales (platillos volantes, cigarros, triángulos, luces) y de alienígenas (robots, criaturas animaloides, superhombres —y supermujeres— de aspecto escandinavo, humanoides, amazonas); por no hablar de su comportamiento, que solo se puede denominar, en la mayoría de los casos, como incomprensible, absurdo o bizarro.
 
Por lo tanto, no existe en absoluto un único esquema coherente en todo aquello que concierne al tipo de vehículos, al tipo de criaturas, a su comportamiento o a sus intenciones. Da la impresión de que ese encuentro—tipo realmente habite en nuestras cabezas y, curiosamente, desde esa óptica sí que se puede apreciar una estructura general subyacente.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 8
 
 
El fenómeno genuino se produce con mucha menor frecuencia de la que los numerosos testimonios sugieren y tiene una elevada componente antropológica y psicosocial.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 9
 
 
Como ya hemos comentado, por mucho que ufólogos y divulgadores se desvivan en ahondar en la complejidad del fenómeno, hablar de ovnis en un contexto no especializado ufológico es referirse casi en exclusiva a la Hipótesis Extraterrestre (a partir de ahora HET). La psique colectiva, la cultura popular va, sin duda, a la suya. La HET
 
afirma que los miles de avistamientos y encuentros ovni no son más que la constatación de que estamos siendo visitados por seres extraterrestres del espacio exterior. Estos serían los rasgos fundamentales de esta argumentación:
 
1. Seres extraterrestres de civilizaciones más avanzadas que la nuestra nos están visitando.
 
2. Han viajado a nuestro planeta utilizando naves espaciales de una tecnología netamente superior a la humana.
 
3. Se manifiestan ante los humanos de una manera accidental o sutil, ya sea para ocultar sus intenciones o bien porque desean evitar un shock global.
 
4. Los supuestos extraterrestres afirman y demuestran tener todo tipo de intenciones: exploración, investigación, control, experimentación o redención. Muchas de ellas son
 
contradictorias entre sí y en última instancia denotan la existencia de una agenda incomprensible para el ser humano.
 
La HET es una derivación lógica del paradigma científico-racionalista. La idea de que estamos siendo visitados por alienígenas puede parecer un dislate, pero realmente tiene todo el sentido del mundo. De nuestro mundo, claro. ¿No es precisamente lo que haríamos los humanos si nos embarcáramos en una expansión interestelar? Exploraríamos otras galaxias, intentaríamos localizar otros planetas habitados, nos infiltraríamos militarmente, investigaríamos científicamente e incluso podríamos organizar algún plan de colonización en connivencia con las elites nativas. Esta sospechosa humanidad en sus intenciones es objeto de abundantes críticas y es el núcleo de formulación de otras hipótesis alternativas que rechazan una interpretación antropocéntrica del fenómeno.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 10
 
 
Independientemente de estas consideraciones, qué duda cabe que el factor verosimilitud ha sido la gran fuerza de la HET durante todo el siglo. Nuestros anhelos, nuestras miradas al cielo, nuestra fe en que no estamos solos en el universo, se traducen en la intuición de que existen otros seres inteligentes en el universo y en la convicción de que estamos destinados, de alguna manera, a establecer contacto con ellos. Esta perspectiva crea un estable marco cultural y cognitivo que sirve como prisma a la hora de definir e interpretar sucesos absurdos o incomprensibles.
 
Pongamos un ejemplo: si un testigo nos relatara que haciendo senderismo por una montaña sorprendió a unos humanoides enfundados en unos monos de color plateado recogiendo muestras de vegetación al lado de una nave espacial con su escalerilla descolgada, ¿qué pensaríamos? Podríamos dudar de la credibilidad del testimonio, pero su relato tendría sentido bajo determinado contexto. Es lo que suponemos que harían unos exploradores alienígenas. Sin embargo, si este mismo señor nos relatara que ha topado con unos gnomos ataviados con trajes amarillos, montados
 
en unas babosas gigantes púrpura y recogiendo fruta, desecharíamos su testimonio como un absoluto disparate. No existiría siquiera el beneficio de la duda. El paradigma ufológico, independientemente de las pruebas objetivas, es consistente a los ojos de nuestra cultura y de nuestra época.
 
Para reforzar este punto me gustaría subrayar una elocuente anécdota. Durante la emisión de un programa de radio, 7 un locutor se encontraba departiendo con dos veteranos ufólogos sobre algunos casos ovni que habían tenido lugar recientemente. En medio de la conversación, uno de ellos sacó a colación, con cierto tono de mofa, un supuesto caso de una familia catalana que había tenido un encuentro con una especie de pitufo que habían conseguido capturar —todo apunta a que se referirían al caso del Gnomo de Girona—.8 Claro, dirán ustedes, esto suena a chiste y a chufla, pero, si lo pensamos bien, ¿cuál sería la diferencia si, en vez de hablar de pitufos, hablara de hombrecillos grises con cabezas desproporcionadas y opacos ojos almendrados? ¿No son tanto los pitufos como los humanoides grises personajes equivalentes del folklore contemporáneo con una cuota similar de presencia en la cultura popular y ninguna prueba que avale su real existencia?
 
Evocar a los pitufos puede invitar al cachondeo, pero su existencia hoy tiene el mismo fundamento que la de los tripulantes de las naves extraterrestres que supuestamente exploran nuestro planeta.
 
Aun así, como ya hemos apuntado con anterioridad, si vamos más allá del paradigma ufológico y nos acercamos a los casos documentados, podremos comprobar como este coherente esquema suele desmoronarse en cada caso que se analiza. En cualquier libro clásico de la ufología podrán toparse con cientos de relatos bizarros donde los maravillosos e inquietantes tripulantes de las naves espaciales from outer space pueden llegar a pedir un vaso de agua, dejar unas piedras con crípticas inscripciones, insertar chips en seres humanos o limitarse a dejarse ver para, sin más, huir de forma apresurada. Nada que ver con las ideas de intrépidos exploradores interestelares. Los protagonistas de estos incidentes están mucho más cerca de ser tricksters9 y trolls cósmicos.
 
Si existe un patrón, es «lo absurdo». Con esto no queremos insinuar, ni mucho menos, que los testigos de los ovnis sean personas trastornadas o desequilibradas. Tengo la firme convicción de que buena parte de los casos e incidentes reportados son genuinos y han sido percibidos de esa manera por el testigo y, por lo tanto, en ese sentido, son experiencias reales que desde la óptica humana no presentan lógica alguna. Eso no quiere decir que lo sean, ojo.
 
El problema fundamental de la HET es que plantea la existencia del fenómeno ovni como algo material y, de forma consecuente, propone su estudio desde una perspectiva empírica. Si tenemos en cuenta los avistamientos y encuentros de los que existe constancia y les sumamos aquellos que pasan desapercibidos o no son debidamente documentados o registrados, llegaríamos a la conclusión de que la Tierra está siendo visitada de manera masiva por naves extraterrestres que difícilmente podrían escapar a nuestros sistemas de control (radares, satélites, aviones) ni a nuestros más avezados ufólogos.
 
Esta aseveración, desde una perspectiva puramente logística, provoca muchísimas dudas razonables. Por ejemplo, si estamos siendo visitados de forma continua por naves extraterrestres de «tornillos y tuercas», ¿dónde están las evidencias de ese continuo tránsito de artilugios espaciales? De nuevo, la aplastante ausencia no solo de pruebas, sino del más mínimo indicio falsable, acaba por minar las posibilidades de la HET para explicar el poliédrico fenómeno ovni.
 
Es cierto que se han visto, detectado e incluso registrado hechos inexplicables en nuestros cielos —la documentación gráfica de encuentros cercanos es muchísimo más escasa, y ya es decir— que siguen siendo enigmas, pero distan mucho, mucho, de ser el «gran problema de la ciencia». No es de extrañar que la ufología, en cuestión de un par de décadas, empezara a intentar superar la fallida y complicada explicación extraterrestre que, pese a su atractivo, no acababa de alzar el vuelo.
 
Así, se convertirá casi en un rito que los más serios y honrados ufólogos, tras años de investigación empírica analizando el fenómeno y buscando pruebas materiales, terminasen decantándose por hipótesis alternativas más exóticas, a las que prestaremos atención más adelante.
 
Los principios de la HET, no obstante, siguen abiertos a validación. La idea de que la humanidad establezca contacto con otras inteligencias y civilizaciones no es una posibilidad en absoluto descartable. Solo se encuentra a la espera de que las pruebas le permitan ser algo más que una idea sensata y una muy socorrida inspiración para el entretenimiento mundial.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 11
 
 
Es curioso repasar libros o programas de radio las últimas décadas del siglo XX, en los que siempre se dejaba entrever que algo estaba a punto de ocurrir y que por fin las señales se iban a confirmar. Pero nunca pasaba nada. Seguimos en el mismo sitio.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 23
 
 
Así, en 1969, tras un laborioso proceso de recopilación de documentación histórica y de análisis de sus propias investigaciones personales, Vallée publicó su obra fundamental, Passport to Magonia (Pasaporte a Magonia), la que, en sus propias palabras, le convertirá en un «hereje entre los herejes» y en el enemigo público número uno de la ufología convencional. En su libro, Vallée conecta los avistamientos modernos de ovnis y humanoides, con leyendas tradicionales propias del llamado folklore. A través de sus páginas, el autor francés señala las analogías que existen entre los encuentros con hadas, gnomos u otras criaturas mágicas de siglos anteriores y lo que hoy describiríamos como un contacto ovni.
 
El científico francés demuestra de manera ejemplar lo siguiente:
 
1. A lo largo de la historia, y en distintos confines del planeta, se han registrado encuentros equivalentes con entidades e inteligencias sobrenaturales que reflejan la existencia de un patrón que trasciende la idea (tan extendida hoy) del contagio cultural.
 
2. Los encuentros con supuestos extraterrestres, e incluso las novedosas abducciones, comparten estructura y multitud de puntos en común con los registros de encuentros con lo insólito de tiempos pretéritos: estados de conciencia alterada, zumbidos, pérdida de noción del tiempo, fetichismo mágico y, sobre todo, una predominancia absoluta de lo absurdo en las interacciones entre los humanos y estas entidades.
 
3. Lo que antes se interpretaba como apariciones mágicas o religiosas, hoy se concibe y se enmarca en el paradigma científico-tecnológico de la HET.
 
4. Este tipo de interacciones se desarrollan en una zona liminal donde aparentemente no rige nuestro espacio—tiempo, ni nuestras relaciones causales. (Aun así, el autor insiste en que algunos de estos encuentros dejan tras de sí algunos rastros residuales).
 
5. Los ovnis, así como sus anteriores encarnaciones, están relacionadas con un sistema de control simbólico de la conciencia humana que escapa a nuestro entendimiento y que, por lo tanto, provoca que todo el fenómeno ovni nos parezca absurdo.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 25
 
 
Lo que hoy entendemos como ovni no es más que la reinterpretación de un fenómeno que viene manifestándose durante toda historia.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 27
 
 
Una derivación directa de las ideas de Vallée cristalizará en una muy fecunda corriente de pensamiento dentro de la ufología que terminó elaborando lo que se conoce como Teoría de la Teatralización. Su principal premisa sería la existencia de una inteligencia no humana que orquesta los distintos fenómenos y que se manifiesta de una manera escenificada ante los ojos de los testigos.
 
Sus principales rasgos serían los siguientes:
 
1) El fenómeno ovni es algo dinámico y proteico. «Ovni» es la etiqueta con la que se bautizó a su penúltima manifestación en el siglo, pero antes hubo otras encarnaciones adaptadas a los distintos contextos culturales e históricos.
 
2) La fugacidad y el factor remoto de las apariciones ovni se explicaría por ese factor de escenificación que busca interactuar con el testigo, sin exponerse y de manera limitada.
 
3) El propósito de la escenificación ovni supera nuestro entendimiento. El ser humano y la sociedad son incapaces de aprehender la esencia de su naturaleza o sus intenciones.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 27
 
 
¿El fenómeno ovni es «señal» o «ruido»? ¿Existe una intencionalidad determinada o estamos ante interferencias cognitivas u ontológicas espontáneas a las cuales tratamos de dotar, nosotros, de sentido? Sea cual sea nuestra preferencia, asumir cuanto antes lo absurdo y lo extraño del fenómeno nos será de gran utilidad a la hora de abordar estos asuntos. Lo ovni se nos escapa.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 29
 
 
Lo cierto es que Keel puso en evidencia que el fenómeno ovni no era algo aséptico ni aislado, sino que guardaba relación con un todo que englobaba percepciones extrasensoriales, apariciones de criaturas, bilocaciones y un amplio abanico de fenómenos extraños. Keel, de hecho, pensaba que todas las anomalías como las criaturas criptozoológicas, los ovnis, los fantasmas, los poltergeists, los orbes, los demonios, los ángeles o cualquier entidad mística o religiosa estaban interconectadas entre sí y que eran manifestaciones de una misma fuerza cósmica que escapaba de nuestro control y que él denominaba como Superespectro. John Keel incluso se atrevió a sustituir el término de extraterrestres por ultraterrestres, unas supuestas entidades pertenecientes a otro orden de existencia y, por tanto, incomprensibles desde una óptica humana.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 30
 
 
La ufología muchas veces ha intentado adquirir la respetabilidad que le permitiese ser admitida en el panteón de las ciencias como una más. Son muchos los que se han quejado, con bastante insistencia, de la falta de interés o de la abierta hostilidad que la comunidad científica ha demostrado siempre al estudio del fenómeno ovni. Esto ha llenado de frustración a muchos investigadores que han intentado aparentar hacer ciencia a través de recursos tan socorridos como la clasificación axiomática (clasificar tipos de naves o humanoides sin ton ni son, o la ya legendaria y cansina distinción entre «fantasma» y «espectro» de la parapsicología), o la adopción de un lenguaje pomposo y pseudocientífico. Todos estos esfuerzos han sido en vano y sí, puede que hayan servido a un nivel divulgativo para otorgarle cierto estatus, pero en lo que concierne a su aceptación como disciplina científica han sido un absoluto fracaso. Y es que lo más probable es que la ufología, visto lo visto —más bien deberíamos decir «visto lo no visto»—, debería optar por otras sendas que no son las de la ciencia experimental.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 40
 
 
La escuela escéptica, neopositivista o negacionista (elijan la etiqueta con la que se sientan más cómodos) también plantea su particular visión sobre el fenómeno ovni, que podemos resumir en los siguientes puntos:
 
1) El fenómeno ovni, más allá de la observación literal de Objetos Volantes No Identificados, no existe. Esta afirmación se basa en la absoluta ausencia de evidencias que puedan sustentar cualquier hipótesis que se han venido usando desde la ufología para apoyar en particular la HET.
 
2) La HET es un mito moderno sustentado en ensoñaciones infantiloides que ha gozado de gran difusión y éxito por su propia estructura ideológica en un contexto como el del siglo, donde se consolida un nuevo paradigma científico-técnico y los viejos mitos religiosos o mágicos han caducado.
 
3) Otras hipótesis son meras elucubraciones que intentan suplantar de manera pretenciosa y pseudofilosófica el fracaso de los planteamientos de la HET.
 
4) La famosa casuística ovni se reduce a confusiones legítimas, alucinaciones individuales e histerias colectivas y fraudes malintencionados.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 42
 
 
Que, en este caso, como en muchos otros, buena parte de los testimonios se hayan obtenido a posteriori a través de hipnosis sería un refuerzo para la hipótesis de que muchas de las experiencias ovni están demasiado vinculadas a sueños, recuerdos y reconstrucciones bajo unas condiciones muy concretas, algo que lleva, de forma inexorable, a que algunos hayan planteado que buena parte de estas experiencias no son nada más que reconstrucciones de experiencias oníricas.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 47
 
 
Un encuentro ovni comparte mucho con las dimensiones oníricas y simbólicas de nuestra psique.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 48
 
 
Los testimonios son esenciales a la hora de determinar o reconstruir una situación, pero deberemos tener en cuenta que nuestros sentidos y nuestras memorias sobre estas experiencias no son tan fiables como deberíamos esperar. Ver puede ser creer, pero nuestras creencias pueden estar totalmente equivocadas y no formar parte necesariamente de una realidad objetiva. A algunos les puede parecer inquietante la conclusión de que un testimonio en un juicio puede tener la misma fiabilidad que el de un testigo de un encuentro cercano ovni, pero esa es la realidad. No es de extrañar que en ambos ámbitos se deba reivindicar la prueba material e incontrovertible como el factor determinante al otorgar credibilidad, o no, a un testimonio.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 49
 
 
La perspectiva folclorista da la espalda a cualquier debate sobre la realidad del fenómeno y se centra en su comportamiento como mito. Los ovnis son simplemente la actualización y contextualización cultural contemporánea de fenómenos y dinámicas que están presentes de una manera u otra en todas las culturas. No es que los antiguos dioses fueran extraterrestres, como afirma Von Däniken, sino que los extraterrestres son los nuevos dioses, los nuevos mitos….
Bajo esta perspectiva se puede analizar la evolución del fenómeno y, como este ha ido mutando de acuerdo con el devenir de los tiempos, podemos deducir que existe, sin duda, cierto grado de interacción con los testigos y la sociedad que los acoge. Así, si los primeros extraterrestres que se aparecían a los contactados parecían visiones optimistas de superhombres del futuro, luego el arquetipo acabaría transmutando en los célebres humanoides grises que diversos investigadores han acabado identificando como una visión futura y apocalíptica de la raza humana: cabezas hiperdesarrolladas, cuerpo atrofiado, aspecto enfermizo, problemas de reproducción... A veces parece que estemos describiendo a lo que nuestra cultura actual nos ofrece como representación de un ciudadano de un futuro sombrío y poco optimista. Las descripciones de estos seres parecen hablar más de nosotros mismos que de hipotéticas visitas de planetas a millones de años luz de distancia.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 49-50
 
 
Muchas veces parece que este periodismo del misterio funcione más a un nivel de entretenimiento que a un nivel de divulgación del conocimiento.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 52
 
 
Como ya adelanté al inicio de este ensayo, tras haber repasado las distintas perspectivas que se han planteado para abordar la incógnita ovni, me gustaría aventurarme con una hipótesis que aspira a explicar la esencia del fenómeno, aunque no cada uno de los infinitos casos relacionados. Se antoja complicado que cualquier hipótesis pueda contener por sí misma el amplio abanico de fenomenología que se asocia con la ufología.
 
Quiero aclarar que lo que propongo es una hipótesis sujeta a validación y que nace predispuesta a ser rebatida. Ningún avance en la ciencia o en ninguna disciplina se ha hecho sin resistencia, por lo que invito abiertamente a que sea discutida. Eso solo podría significar que aporta algo al estudio del fenómeno en un sentido u otro.
 
Antes, no obstante, me gustaría hacer un repaso a las conclusiones a las que he llegado tras repasar las distintas perspectivas que existen sobre los ovnis y las supuestas inteligencias que los controlan:
 
1. No existen datos que avalen que se haya producido ninguna visita extraterrestre en nuestro planeta, pero no es algo descartable y es una hipótesis que debe estar siempre abierta a validación y a expensas de pruebas incontrovertibles. Aun así, la existencia de un supuesto contacto extraterrestre no resolvería necesariamente la incógnita ovni y su manifestación a lo largo de la historia.
 
2. La avalancha de avistamientos ovni y encuentros cercanos que se han producido, principalmente a lo largo del siglo, difícilmente se puede explicar a través de la HET u otras hipótesis ufológicas equivalentes. La ufología debe replantearse si vale la pena continuar un trabajo sobre el terreno (buscar «quemaduras en los campos», registros materiales, niveles de radiación, entre otras supuestas evidencias) que tan pocos resultados han aportado y, partir de que, a priori, los casos tienen una dimensión subjetiva o, yendo más allá, desafían nuestra idea de materialidad imposibilitando un estudio verdaderamente científico.
 
3. Sin embargo, existen multitud de experiencias relacionadas con el fenómeno ovni que merecen un análisis profundo y que pueden plantear cuestiones relevantes: ¿Cómo es posible que, desde hace siglos, mucho antes de que existieran los medios de comunicación modernos, se repitan ciertos arquetipos de experiencias insólitas, como demuestran los estudios de Vallée? ¿Por qué hay gente que afirma ver cosas y que asegura haber interactuado con entidades sobrenaturales?
 
4. Estas experiencias absolutamente reales —que no necesariamente materiales; los sueños, por ejemplo, son reales y subjetivos— merecen un estudio desde la antropología, la psicología social, la filosofía o la metafísica que legitime este fenómeno como objeto de estudio.
 
Una vez dicho esto, llega el momento de avanzar con una hipótesis en la que se plantea que los seres humanos como especie poseemos una predisposición cognitiva que, bajo determinadas condiciones, se activa y propicia experiencias extraordinarias, las cuales han sido interpretadas como encuentros con divinidades o entidades sobrenaturales a lo largo de la historia.
 
Desde esta perspectiva, los ovnis, las hadas, las criaturas criptozoológicas y las apariciones serían experiencias relacionadas con estados no ordinarios de conciencia, en los que los individuos experimentan, o creen experimentar, raptos de nuestra realidad causados por la interacción con estas criaturas imposibles. Según este punto de vista, la palabra abducción cobra un nuevo sentido como incidentes-ruptura donde intervienen unas figuras humanoides que nos secuestran de nuestra realidad y que nosotros, los humanos, interpretamos de acuerdo con los distintos contextos culturales, simbólicos e históricos.
 
¿Podrían estos mecanismos cognitivos tener un rol adaptativo a nivel evolutivo que ha propiciado un pensamiento simbólico, trascendente y religioso, que a la vez ha contribuido a reforzar nuestros vínculos grupales y a consolidar los acervos colectivos?
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 53
 
 
A la hora de definir los rasgos esenciales de los conceptos sobrenaturales relacionados con el hecho religioso, Boyer señala los siguientes:
 
1) Provocan una violación de expectativas: desafían lo naturalmente esperable, nuestras expectativas cotidianas.
 
2) Las representaciones implicadas tienen un elevado potencial de inferencia. Es decir, es fácil asimilar su aspecto o comportamiento con referentes conocidos y comprensibles.
 
3) Suelen proporcionar información con cierto grado de operatividad o funcionalidad práctica.
 
Veamos algunos ejemplos de hechos sobrenaturales operativos desde la óptica religiosa:
 
— Parientes fallecidos que vuelven de la tumba en sueños y nos advierten de peligros.
 
— Seres rubios de dos metros con apariencia humana que nos informan de un desastre inminente en la Tierra.
 
— Árboles que provocan con su sombra que las mujeres se queden embarazadas.
 
Todas estas afirmaciones traicionan las expectativas que tenemos, por ejemplo, de un pariente fallecido, de un árbol o de los seres humanos que conocemos. Y en ese factor radica su fuerza; es lo que los convierte en conceptos estimulantes y generadores de misterio, sumamente atractivos para nuestras mentes y procesos cognitivos.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 62
 
 
La Biblia afirma que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, pero puede que fuera al revés. El hombre proyecta humanidad en todo lo que observa. El antropomorfismo no es, desde esta perspectiva, fruto de nuestras preferencias conscientes, sino de cómo funciona nuestro sistema cognitivo por obvios mecanismos de inferencia. Lo humano es nuestra realidad, es lo que somos, por lo tanto, es comprensible que lo impregne todo y que se relacione de manera más operativa con conceptos que rezumen esa humanidad.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 65
 
 
En las distintas tradiciones religiosas y experiencias sobrenaturales existe una amplia diversidad de manifestaciones: hadas, wadinjas, duendes, espíritus, ancestros, pleyadianos, vírgenes y demás. No obstante, se puede observar una predominancia del antropomorfismo, tanto en su aspecto como en su comportamiento. Quizá el éxito de estas representaciones «humanizadas», como hemos visto, está vinculado a cómo funcionan nuestros procesos mentales y a que cierto tipo de relatos acaban encajando mejor en nuestras plantillas, son más fáciles de asimilar y se convierten en memes culturales que se transmiten con más éxito.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 65
 
 
El tándem cerebro— sentidos es un prodigio evolutivo, pero dista de ser perfecto. De hecho, repito, puede que en esa disfuncionalidad radique parte de la clave de nuestro éxito como especie. Sin embargo, las confusiones y los errores de percepción no nos bastan para explicar las experiencias sobrenaturales más elaboradas. Debatir si una luz en el cielo puede ser una u otra cosa en términos aeronáuticos, no es el motivo de este ensayo. Es decir, hay incidentes relacionados con el fenómeno ovni que se pueden explicar (otros muchos no) por una percepción incorrecta o falta de adiestramiento. Algo parecido ocurre con las apariciones fantasmales fugaces o los avistamientos de criaturas criptozoológicas. Pero los encuentros cercanos o las interacciones con entidades sobrenaturales más elaboradas donde se establece una comunicación, un despliegue de emociones y una serie de sucesos sostenidos en el tiempo, no pueden fundamentarse en percepciones equivocadas.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 70
 
 
 
Que nuestra percepción no es un fiel notario de ese consenso que llamamos realidad es evidente, aunque algunos se empeñen en lo contrario. Nuestros sentidos, refinados durante millones de años a través de una sucesión y evolución de distintas encarnaciones biológicas —que van más allá de nuestra propia especie—, no son perfectos, ni falta que les hace. La perfección en términos evolutivos
 
es, en cierta manera, un concepto no solo absurdo, sino contraproducente. La hiperadaptación puede llegar a suponer un serio hándicap evolutivo si las condiciones ambientales cambian y, queridos lectores, siempre lo hacen. Nuestros sentidos funcionan de una manera que nos es útil, operativa y extremadamente adaptativa, pero lo que percibimos no es un reflejo fehaciente de la realidad, ni falta que nos hace.
 
La percepción es una alucinación controlada que nos lleva a procesos de reconstrucción mental de gran complejidad que todavía distamos de entender. Nuestra realidad es, en cierta manera, una realidad virtual procesada por nuestro software cognitivo. Que percibamos algo no es sinónimo de que ese «algo» esté ahí presente de una manera tangible y palpable. El tándem cerebro—
 
sentidos es un prodigio evolutivo, pero dista de ser perfecto. De hecho, repito, puede que en esa disfuncionalidad radique parte de la clave de nuestro éxito como especie.
 
Sin embargo, las confusiones y los errores de percepción no nos bastan para explicar las experiencias sobrenaturales más elaboradas. Debatir si una luz en el cielo puede ser una u otra cosa en términos aeronáuticos, no es el motivo de este ensayo. Es decir, hay incidentes relacionados con el fenómeno ovni que se pueden explicar (otros muchos no) por una percepción incorrecta o falta de adiestramiento. Algo parecido ocurre con las apariciones fantasmales fugaces o los avistamientos de criaturas criptozoológicas. Pero los encuentros cercanos o las interacciones con entidades sobrenaturales más elaboradas donde se establece una comunicación, un despliegue de emociones y una serie de sucesos sostenidos en el tiempo, no pueden fundamentarse en percepciones equivocadas. Estamos ante algo distinto.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 69
 
 
La epilepsia, también llamada la «enfermedad sagrada». Algunos han llegado a afirmar, incluso, que esa etiqueta tiene su origen en la extendida creencia de que este desorden se debía a un desgarrador contacto directo con Dios. Y, ciertamente, más allá de las crisis (intensos episodios de actividad neuronal anormal que pueden derivar en fuertes convulsiones), lo cierto es que las personas aquejadas por este trastorno neurológico también experimentan una serie de efectos secundarios, en algunos casos, que pueden llegar a tener ciertos paralelismos con estados alterados de conciencia.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 71
 
 
¿Encajan las experiencias de encuentros de cierta estabilidad con agentes y entidades con estos estados alterados de conciencia? Ojo, descartamos encuentros fugaces, aquí nos referimos a interacciones sostenidas en el tiempo como puede ser por ejemplo el caso de Pons Prades recogido en su libro El mensaje de otros mundos. Dicho esto, la respuesta es rotundamente sí. En estos estados extraordinarios pervive una conciencia que sí es capaz de hilvanar con elementos absurdos, en la mayoría de los casos, un relato donde se combinan multitud de factores. Ese factor de elaboración requiere una conciencia que, en primer lugar, pueda construir un relato, condicionado por nuestras plantillas, y al mismo tiempo, pueda experimentarlo. Estos serían sus rasgos fundamentales: — Suspensión de la realidad cotidiana (ruptura) — Irrupción de agentes sobrenaturales — Elevada receptividad emocional — Fusión e integración de la mente vector en el entorno Por supuesto, en el caso de la ufología —volvemos a ponerlo encima de la mesa—, hay gente que dirá que existen casos de abducciones colectivas y que, por lo tanto, esta hipótesis sería difícil de sostener si no es a través de cierto contagio psicosocial; es decir, que ante una determinada situación, distintos individuos converjan en su relato de la situación. Pero la estadística arroja que la mayoría de los casos, o por lo menos los más notorios y célebres, suelen tener un carácter individual.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 76
 
 
¿Encajan las experiencias de encuentros de cierta estabilidad con agentes y entidades con estos estados alterados de conciencia?
 
Ojo, descartamos encuentros fugaces, aquí nos referimos a interacciones sostenidas en el tiempo como puede ser por ejemplo el caso de Pons Prades recogido en su libro El mensaje de otros mundos. Dicho esto, la respuesta es rotundamente sí. En estos estados extraordinarios pervive una conciencia que sí es capaz de hilvanar con elementos absurdos, en la mayoría de los casos, un relato donde se combinan multitud de factores. Ese factor de elaboración requiere una conciencia que, en primer lugar, pueda construir un relato, condicionado por nuestras plantillas, y al mismo tiempo, pueda experimentarlo. Estos serían sus rasgos fundamentales:
 
— Suspensión de la realidad cotidiana (ruptura)
 
— Irrupción de agentes sobrenaturales
 
— Elevada receptividad emocional
 
— Fusión e integración de la mente vector en el entorno Por supuesto, en el caso de la ufología —volvemos a ponerlo encima de la mesa—, hay gente que dirá que existen casos de abducciones colectivas y que, por lo tanto, esta hipótesis sería difícil de sostener si no es a través de cierto contagio psicosocial; es decir, que, ante una determinada situación, distintos individuos converjan en su relato de la situación. Pero la estadística arroja que la mayoría de los casos, o por lo menos los más notorios y célebres, suelen tener un carácter individual.
 
Las experiencias no ordinarias de conciencia nos proporcionan un marco de referencia para insertar estos encuentros con entidades. Pero, aun así, cabe una pregunta adicional: ¿Qué los provoca?
 
Si antes analizábamos esa idea de que Dios, o la simple idea de lo sobrenatural, podía ser un trastorno o una intoxicación, ahora podemos avanzar un poco más y centrarnos en factores endógenos
 
y no exógenos. Puede que estas experiencias sean inherentes a la naturaleza humana y formen parte de lo que somos, sin ser necesariamente patológicas.
 
De hecho, una hipótesis que se puede plantear es que estos estados extraordinarios se pueden alcanzar fruto de la combinación de distintos factores ambientales, psicológicos, fisiológicos o genéticos. Identificar si existen factores que pueden ser considerados de riesgo o disparadores de estas experiencias sería una de las tareas a desarrollar por este nuevo marco de estudio de la ufología.
 
Es fundamental tratar de averiguar qué conduce a que individuos bajo determinadas circunstancias experimenten este tipo de estados de conciencia que podríamos denominar como raptos, no tanto en sentido literal de los abducidos, sino de una conciencia que inicia un viaje, una ruptura con lo inmediato, una abducción a un territorio liminal entre el mundo cotidiano y el mundo simbólico-mítico, para luego regresar después a nuestro mundo de vigilia transformado con un mensaje trascendental y trascendente que compartir.
 
Los contenidos que puede relatar la persona que experimenta este trance o viaje —creemos importante, en este punto, desterrar el concepto de testigo, porque, desde nuestro punto de vista, no hay un testigo estático, sino un sujeto que proyecta desde su conciencia; de hecho, en estos estados extraordinarios de conciencia no se aplica lo de «ver es creer», sino al revés: «creer es ver»— son contingentes y muchas veces ilusorios, en el sentido de que son manifestaciones, como ya hemos comentado en anteriores capítulos, algo arbitrarias. Así pues, considero que en la mayoría de los casos vienen condicionados por un caleidoscopio de referencias culturales que no siempre tienen sentido. Si tomamos literalmente los relatos de aquellas personas que han experimentado experiencias de iluminación o aparición religiosa, obtendremos una serie de relatos que rozan el delirio absoluto, la llamada «alta extrañeza». Sin embargo, si se supera su significado literal, se puede llegar a otras, y mucho más interesantes, lecturas.
 
Pese a lo espectacular, proteico y extravagante que puede parecer una recolección de estos encuentros con entidades, al final,
 
ufología, folklore, religión y mitología convergen en una estructura dramática muy similar.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 76
 
 
¿Es cierto que la mayoría de historias y relatos asociadas a religiones y a episodios ufológicos siguen esta estructura? Ya dijimos que, si existe un patrón, es el del absurdo más absoluto, pero sí que se puede hablar de cierta estructura general que se
 
repite y se corresponde con las experiencias, en este caso, chamánicas.
 
El esquema anteriormente mencionado se podría reducir al siguiente para que recogiera y se plegara al festival del absurdo que nos propone la casuística que resume el algo rígido esquema de Bullard:
 
1. Ruptura de lo cotidiano: suspensión de las leyes 2. Encuentro con conceptos o entidades sobrenaturales 3. Regreso
 
4. Consecuencias
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 79
 
 
Contrastar el fenómeno ovni tampoco es sencillo, ya que bajo ese epígrafe se abre un cajón de sastre en el que ya prácticamente cabe absolutamente todo: avistamientos aeronáuticos, intrigas de espionaje, encuentros cercanos y todo tipo de situaciones paranormales tangenciales. Nunca va a haber una teoría que englobe y dé respuesta de manera satisfactoria a todo ese totum revolutum. La gente siempre señalará un caso que esquiva cualquier paradigma y que no podrá ser explicado convenientemente. Aun así, las exigencias entre casos y teorías funcionan en dos sentidos. Las teorías pueden solicitar que se sustancien mejor las afirmaciones que muchos casos encierran y que, en la mayoría de las ocasiones, por no decir todas, se sustentan en relatos y testimonios. Los investigadores ovni son, sobre todo, analistas de discursos y relatos. Los hechos extraordinarios verificables en base a pruebas y evidencias son excepcionales y muy raros.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 82
 
 
Uno de las cuestiones fundamentales que acompañan al fenómeno ovni es si existe una inteligencia o no detrás —una inteligencia de la que, por cierto, John Keel afirmaba que, si existiera, no podía estar cuerda—. Muchos investigadores afirman que sí, que efectivamente existe una inteligencia que, de una manera incomprensible para nosotros, juega a engañarnos con una suerte de teatro o representación simbólica —como ya vimos, Freixedo incide mucho en este punto con su granja humana y su visión de los dioses como entidades parasitarias de la fe—. Otros, en cambio, optan por apostar por una inteligencia humana que ha orquestado y ocultado todo lo que rodea a los No Identificados. Bajo nuestra perspectiva, no hemos encontrado pruebas de que existan unas inteligencias no humanas a las que se les pueda atribuir la autoría del fenómeno. Si analizamos los discursos, insistimos, lo único que vamos a obtener en la mayoría de casos que estudiemos es que todo lo que han revelado o transmitido han sido ideas que responden a anhelos humanos, pero que han demostrado ser una mezcla de mentiras superficiales (mensajes mesiánicos, apocalípticos) y verdades profundas que operan a un nivel simbólico (ideas de comunidad con la humanidad y el universo). Volvemos de nuevo a que estos contenidos y experiencias pertenecen a un territorio liminal a caballo entre la realidad cotidiana y el plano mítico-simbólico.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 83
 
 
El fenómeno ovni abre el debate de «señal» vs. «ruido» ¿Quiere decir algo (signal) o simplemente es un marasmo de contenidos caótico (noise), como el propio sueño del cual solo extraemos sentido de manera marginal e interpretativa? ¿Es un glitch de nuestro software mental que ha acabado convirtiéndose en algo de alguna manera relevante? Es probable que, como ocurre en las radiotransmisiones, exista una ratio signal to noise donde una parte pueda tener un sentido profundo, mientras que la otra sea ruido, interferencias y cacofonías. Estas experiencias emparejadas con los estados alterados de conciencia son las que proyectan esta ruptura del mundo cotidiano, y estas irrupciones de entidades, por lo general humanoides, son en cierta manera espontáneas e inherentes a la naturaleza humana, a lo que somos. Y nos sirven para dotarnos de episodios sobre los que construir nuestras cosmovisiones, nuestras mitologías y nuestras religiones. Esa es, entre otras cosas, su función, aparte, claro, de maravillarnos absolutamente.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 84
 
 
El modo en que todo tipo de personas, en todas las etapas de la historia y en todos los rincones del mundo, alcanzan estos estados alterados de conciencia es algo que ameritaría una exhaustiva investigación que estudiara qué disparadores pueden hacer que el cerebro de una persona sin ningún tipo de trastorno aparente sufra un tsunami de neurotransmisores que conduzca a estos estados.
 
Antes hemos analizado algunos de los factores que pueden llevar a ciertas personas a experimentar estas visiones o trances de manera más o menos consciente. Del mismo modo, los estados emocionales intensos asociados a los propios estados alterados de conciencia pueden potenciar y reforzar la liberación de estos neurotransmisores conformando un círculo vicioso que podría
 
ayudar a explicar por qué se producen de manera espontánea estas experiencias en las que sujetos ordinarios experimentan y nos relatan situaciones extraordinarias. Estos contenidos míticos, a su vez, se alimentan de otros mitos y terminan generando por su cuenta una mitología propia en un loop permanente de retroalimentación cultural.
 
Y aquí es donde nos dejamos llevar un poco por las metáforas:
 
¿no puede nuestro cerebro estar programado para experimentar cierto tipo de experiencias con carácter alucinatorio, alterado u onírico, que podrían ser la base de las experiencias trascendentes o hierofanías que están detrás del nacimiento de las religiones, cultos o mitologías?
 
¿No podría ser que la selección natural haya identificado ventajas en aquellos grupos de humanos capaces de generar mitos simbólicos? Desde esa perspectiva los ovnis no serían más que la traslación de estos mecanismos a una época, a unos tiempos, donde un contexto racionalista-materialista es el culturalmente predominante.
 
Nuestros cerebros y nuestra cultura se codifican para generar esos mitos a través de estas visiones, alucinaciones o estados extraordinarios de conciencia. En términos evolutivos, aquellos grupos de humanos que desarrollaran religiones presentarían ventajas comparativas frente a otros colectivos y acabarían incorporando esta facultad de generar mitología trascendente al equipamiento cognitivo humano.
 
¿Qué es, entonces, bajo este paradigma, el fenómeno ovni contemporáneo? Sin duda, tenemos que analizar cuál es el contexto histórico en el que surgió y su crecientemente complicada relación con lo sagrado.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 85
 
 
Las historias de un contactado contemporáneo pueden ser objeto de sorna, pero lo único que les diferencia de cualquier religión es el poso de respetabilidad que otorga la tradición y el paso del tiempo.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 88
 
 
Utilizar el fenómeno ovni como vector para adentrarse en la esencia del ser humano y tratar de cartografiar ese rincón especial de su alma donde crecen los dioses me parece bastante más estimulante que tratar de asimilar —otra vez más— a un astronauta humanoide descendiendo por la escalerilla de un impostado artefacto espacial. La conciencia humana es el verdadero gran misterio.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 89
 
 
A cualquiera nos fascina lo que implica la fecunda hipótesis extraterrestre, pero ha llegado el momento de dejar de perseguir hadas. El fenómeno ya ha jugado lo suficiente con nosotros, nos ha dictado unas reglas, nos ha hecho examinar quemaduras en los prados, observar los cielos, entrevistar a los testigos y no hemos llegado a ninguna parte. El viaje, el camino, puede valer la pena y ser enriquecedor en lo personal, pero si el conocimiento no avanza, si después de todos los esfuerzos seguimos en el mismo sitio, entonces estamos ante una ritual de maravillarse ante el misterio. Y poco más.
 
Si los ovnis y todo lo que les rodea son, entonces, un gran teatro, puede que haya llegado el momento de prenderle fuego a todo el escenario, a todo el attrezzo y salir ordenadamente por la puerta. O bien podemos esperar a que el fenómeno siga languideciendo hasta que encuentre una nueva y espectacular forma de manifestarse con la que nos engatuse y salgamos todos de nuevo en tromba a perseguirlo. Y vuelta a empezar.
 
Se debe cambiar el paradigma de investigación del fenómeno ovni y crear un nuevo marco de referencia que, como buena ciencia, deberá plegarse a una investigación más objetiva que deje de lado otros marcos de referencia —la hipótesis extraterrestre, las hipótesis dimensionales, la especulación— y se centre en la conciencia humana y las herramientas que disponemos desde la psicología, la antropología y la filosofía.
 
Aun así, nunca podemos cerrar la puerta del todo a la metafísica consideración de que el mundo puede ser un lugar muy extraño y lo ovni o todo lo paranormal son los bugs de una realidad ilusoria, una maya que nos envuelve y de la cual solo podemos intuir sus confines.
 
Nuestra propuesta es reorientar radicalmente la investigación del fenómeno y dirigirla a la más que probable fuente de todo este despliegue: la conciencia humana. Se debe superar la dialéctica escépticos vs. devotos. Dar espacio a la especulación, propiciar nuevas hipótesis como la que intenta enarbolar este ensayo, pero siendo metódicos y rigurosos con las evidencias ante las que nos encontramos. No se me ocurre mejor homenaje a todas las personas que, con un gran coste emocional, han pasado por estas rupturas y a todos los investigadores que, con mayor o menor fortuna, han sacrificado su tiempo, sus recursos y su talento en descifrar la incógnita ovni.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 89
 
 
¿Cuál es la tesis fundamental de este libro?
 
Proponer que las experiencias ovni son un tipo particular de estado extraordinario de conciencia que se enmarca en un contexto histórico y antropológico en el que algunas personas afirman haber tenido encuentros con criaturas mágicas, agentes sobrenaturales y, en particular, con entidades a las que también se les ha otorgado un estatus divino.
 
¿Qué pretende conseguir esta obra?
 
Propiciar un cambio de paradigma que codifique el fenómeno ovni bajo esta óptica antropológica y evolutiva y dejar en suspenso hipótesis alternativas que no han hecho avanzar en absoluto el conocimiento.
 
¿Qué significa exactamente un cambio de paradigma?
 
La ciencia avanza a través de revoluciones del conocimiento de la propia comunidad de investigadores. Los hechos que se estudian no cambian cuando se produce un cambio de paradigma —la Tierra siempre ha girado alrededor del Sol—, sino que cambia nuestra manera de aproximarnos a ellos, de investigarlos en función de un marco de referencia que sí cambia. Ese marco de referencia es lo que proponemos transformar para lograr que la ufología evolucione.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 91
 
 
 
¿Por qué los humanoides y por qué se comportan así?
 
Si se analiza la casuística se puede comprobar como abundan encuentros de todo tipo que van más allá del cliché de los «grises» y sus variaciones. Los humanoides son simplemente el tipo de entidades más descrito habitualmente. Esto tiene que ver posiblemente con dos factores: 1) El hombre se tiene a sí mismo como referencia conceptual; y 2) Son los relatos que más éxito acaban teniendo al ser fáciles de asimilar y, por lo tanto, de viralizar.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 93
 
 
¿Se pueden explicar todos los casos ovni con esta hipótesis?
 
No, pero también es cierto que el fenómeno ovni se ha convertido en un descomunal embrollo en donde tiene cabida prácticamente todo y donde es imposible que una única explicación sirva para explicar simultáneamente incidentes aeronáuticos, mutilaciones de ganado, dibujos en las cosechas o encuentros cercanos.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 93
 
 
¿Existe alguna hipótesis que pueda explicar el fenómeno ovni?
 
No, tal y como se ha definido el fenómeno no se puede encontrar una respuesta satisfactoria. No obstante, también ayudaría que la acotación del fenómeno se hiciera en base a pruebas objetivas y no en función de relatos con alta carga especulativa y marcado carácter subjetivo que, si se toman de manera literal, distorsionan el ámbito de análisis y estudio.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 93
 
 
Revisemos estos pasos que proponemos seguir:
 
1. Registro de la experiencia.
 
2. Reconstrucción independiente de la experiencia desde pruebas objetivas —grabaciones de cámaras, rastreos de posicionamientos GPS, etc.— o intersubjetivas —
 
testimonios de terceros—, a fin de validar su naturaleza y su grado de credibilidad.
 
3. Determinar si es una experiencia susceptible de ser estudiada bajo nuestro marco de referencia como un estado extraordinario de conciencia.
 
4. Evaluación de factores de riesgo, disparadores y contextos psicológicos, sociales y culturales tanto a priori, como a posteriori.
 
5. Establecer protocolo de seguimiento de la persona incidiendo en las variables de trascendencia, espiritualidad y creencias.
 
Esta metodología debería aportar, a través del análisis de una muestra considerable de casos, datos suficientes para tratar de validar nuestra hipótesis, según la cual, los ovnis no tienen que ver tanto con «las cosas que se ven en el cielo», sino con la conciencia humana, el mayor misterio al que podemos enfrentarnos. Como decía Sagan en su legendaria serie de televisión: «Somos el medio para que el Cosmos se conozca a sí mismo». Conocernos a nosotros mismos es, en última instancia, conocer el cosmos. De este modo, los ovnis puede que no nos sirvan para el propósito de descubrir vida o inteligencia en otros planetas o dimensiones, pero sí nos ayudarán a entender mucho mejor quiénes somos.
 
Pablo Vergel
Más allá de la incógnita OVNI (El Círculo del Misterio), página 99
 
 
 
 


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