Giorgio Orelli

A mi mujer, en el campo   

Del fondo de la vasta cuenca,
boca arriba cerca de un agua impaciente
por alejarse del viejo glaciar,
ahora que los viandantes de brazos tatuados
han retomado el camino hacia el paso
podemos mirar las vacas.
Pocas han subido a la cima del acantilado y cuelgan
sin hambre ni sed,
las otras demoran a media costa
donde con seguridad hay hierba
y sin chocarse, con laboriosos tirones,
pastan; hasta que una
levanta su cabeza como tronco hacia el cielo,
muge a una nube quieta como un barco.
Y llegan niños con ramas que no usan,
ángeles del bullicio inevitable,
y de pronto dos vacas echan a correr
con toda la triste languidez de los ojos
que crecen hacia nosotros.
Pero tú desde lejos, no te asustes, no asustes
al hijo que en ti madura.

Giorgio Orelli



A una niña que ha regresado a su mar  

Te diré, Grazia, que
puedo pensar en cabras,
en tardes que se deslizan a lo largo de los lomos
curvos de las vacas en los pastizales.
Cuánto tiempo lleva cerrada
la habitación donde he grabado mi nombre
sin soberbia,
escrito mis primeros versos. Quietos los bultos
del techo, que tiempo atrás eran ojos.
Muertas las viejas tías.
                                        Pero los arroyos tienen en los bordes
de su canto el verde más joven.
Y rayo tras rayo
puedo sentir asentarme
en esta hora sobre el cuerpo y no me quejo
si como un viejo resueno a eso por dentro.
Con gusto perdono
al viento y en un exiguo prado
me detengo a recordarte
a ti, que inmersa en la hierba me gritabas:
“Mira, estoy nadando en el mar”.

Giorgio Orelli


Desde hace muchos años 

Desde hace muchos años mi padre
no tiene sed.
O tal vez todavía le dura.
“Me bebería el universo”, decía en la época del heno.
Era cierto una sed exagerada,
una cosa como del canto XXX
del Infierno o del XIII de
Jerusalén Liberada. 

No puedo imaginarme a mi padre
en ninguno de los reino llamados
“de ultratumba”, no sé hasta qué punto
la sed tenga que ver con eso, aquella sed suya
de sheriff acechado por los cansancios mortales
hacia la hora de la cena,
cuando era mejor no ir a su encuentro,
no pedirle nada, dejarlo descansar.    

Giorgio Orelli



En el “día” 25 de febrero de 1971  

Domenico Brutto el loco que en la clínica médica
de la Universidad
ha asesinado al hijo y a la cuñada
herido a seis personas ha sido
capturadoen Recco a trece horas del drama
                                                         Helo ahí
maniatado
llevado a la cárcel
                       En la página
cuatro leo sobre cinco jóvenes
paduanas que acabaron con el auto en un canal
de irrigación
Han muerto con el disfraz más bonito
mientras iban al baile de fin de Carnaval

Giorgio Orelli



Ni blanco ni violeta

 Nada más pido. Contemplar el cielo
que transfigura mi tierra.
Lejos
de los encantadores lugares de la náusea
donde es fría el alma,
similar a un crisantemo
ni blanco ni violeta.

Giorgio Orelli










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