Patrick Deville

"Cada libro, espero, es diferente en su estructura y en su composición. Hay tres tiempos sucesivos. Primero un tiempo muy largo, el de viajar, buscar, leer, escribir en libretas por años. Luego, un tiempo de algunos meses para construir sin escribir, buscando una manera de organizar. Al final de este período tengo los pequeños títulos de los capítulos. Después hay un momento muy breve, que es la escritura de la primera frase a la última, de dos o tres meses. Este es el momento, si todo va bien, donde aparece literatura, porque hasta este momento se puede escribir un ensayo histórico, un relato. Es al fin de este periodo breve, salvaje y brutal, de la escritura, que puede venir la literatura."

Patrick Deville



"Como todos, procura hacer de su vida una bella y armoniosa composición. Sólo que él lo consigue."

Patrick Deville
Peste y cólera



"Conozco ya 1860 como si lo hubiera vivido. Es el primer año en el que todos los sucesos del mundo están interconectados, ligados entre sí. Es el momento en que se produce la segunda revolución industrial, y eso marca a Inglaterra, Francia y Alemania; está el vapor; Ferdinand de Lesseps comienza el canal de Suez; Henri Mouhot descubre los templos de Angkor en Camboya. Cuando Mouhot viaja por primera vez, en 1860, tarda tres meses por el cabo de Buena Esperanza, y a vela. Sin embargo, en 1890, Alexandre Yersin (el científico protagonista de Peste y cólera) viaja ya desde Marsella, en navío a vapor, por el canal de Suez, y tarda un mes. Francia quiere también un canal y monta la Operación Maximiliano para parar a los americanos en México. Pero Maximiliano es fusilado. Francia abandona México y crea la Cochinchina. Todo está ligado. También Walker es fusilado; Garibaldi conquista parte de Sicilia, empieza a formarse Italia; y Pasteur demuestra que no hay una generación espontánea. Es el comienzo de la bacteriología y de las vacunas preventivas y curativas, que cambian la historia."

Patrick Deville



"Desde Franceville, la frontera congoleña más cercana está al sudeste. Cada fin de semana, a poco que se sea congoleño o gabonés, en cualquier caso y súbdito del rey Auguste Nguempio, se puede acceder a un puente sobre el río Léconi. En su extremo hay un gran mercado donde, además de venderse legumbres y aves, ofician los revendedores, que aquí se conocen como gadafis, de esos bidones de veinte litros de gasolina llamados jerrycans.
Elegimos la ruta norte, a través de las mesetas Bateke, porque desde hace meses los chinos construyen en ellas la carretera de Brazza. Hace dos años que Franklin negocia la compra de un jeep y vamos en busca del vendedor. La circulación por esta carretera es libre hasta la aldea de Léconi. Más allá, las planicies están prohibidas para los vehículos particulares, con el pretexto de que una franja de varias decenas de kilómetros, en dirección al Congo, ha sido declarada reserva natural. Una vez llegados a Léconi, deberemos contactar con las autoridades. Hasta allí, la carretera sólo está marcada por las barreras de policía. Tenemos que atravesar Bongoville, la villa del presidente. Franqueamos el Léconi, después la carretera trepa derecha hacia las mesetas, bordeada por algunas aldeas rodeadas de campos de yuca y piña. Franklin conduce con el pie hundido en el pedal y el jeep vibra como un viejo aeroplano al que al despegar se le hubieran desprendido algunos pernos. Dos horas más tarde, llegamos a las obras de los chinos.
El proyecto del presidente congoleño Denis Sassou Nguesso y de su yerno, el presidente gabonés Omar Bongo, es abrir de esta manera una vía de comercio hacia el norte. Y con ello terminar con la oposición política y la guerrilla del sur, que amenaza la línea de ferrocarril Congo-Océano. La vía será sometida a dos rupturas de carga: en el tren transgabonés desde Libreville hasta Franceville, en camiones a través de las mesetas Bateke y, después, en barcas chatas a través del Congo hasta Brazzaville. Este proyecto de comercio transfronterizo no es ajeno a su común decisión de erigir el mausoleo a Brazza.
Y de hacer del fundador tanto de Franceville como de Brazzaville un héroe binacional y casi familiar.
La carretera de los chinos será rectilínea. Todavía no es más que una cinta de fango rosado bajo la lluvia. No ha llegado aún el momento del alquitrán sino el del habitual ballet de las excavadoras y los bulldozers, máquinas anaranjadas consteladas de luces intermitentes bajo el aguacero. Durante muchos kilómetros avanzamos sobre este lodazal en el que patina el Land Rover, levantando salpicaduras rosadas que los limpiaparabrisas barren. Torcemos el rumbo en la sabana, pasamos una colina, continuamos a pie entre las altas hierbas. Estamos al final de la mañana y avanzamos en medio del frío y bajo la llovizna. El cielo tiene el gris de Brest, la temperatura es de unos quince grados. Brazza y sus seis compañeros atravesaron descalzos estos ciento veinte kilómetros, cargando cajas que ocultaban cada noche en las dunas. Uno entrevé la arena bajo las hierbas lacerantes. Marchamos cerca del Cañón Rosa, más allá del cual se extiende el lago de los Cocodrilos, que es la fuente del Léconi."

Patrick Deville
Ecuatoria


"El proyecto es un ciclo. Luego de veintidós años de trabajo lo que me parece importante es que el narrador —yo mismo— vaya cambiando. En Pura vida con los sandinistas el autor es un hombre menor de cuarenta años y en la próxima novela Amazonia es un hombre de más de sesenta. Creo que es importante mostrar que es el mismo narrador el que va al proceso de los jemeres rojos en Phnom Penh —en Peste y cólera— o a encontrar al arzobispo de Alger, en Ecuatoria, la novela africana. Que es la misma subjetividad. Espero que un día se puedan leer las doce novelas en un solo libro y en el orden exacto."

Patrick Deville




"La ciudad está en calma. Nubes plomizas ruedan por un cielo rayado de azafrán. Los camisas rojas, cansados de esperar por el asalto, pernoctan en su atrincherado campamento.
Perros callejeros. Infiernillos equipados con bombonas de gas. Cadalsos donde penden las viandas al humo de las frituras y el estruendo de radios revolucionarias. Así es el amanecer sobre Chao Phraya y los pasajeros de los transbordadores fuman bajo la lluvia, inclinados sobre la barandilla. Lord Jim trabaja un tiempo para los hermanos Yucker. Fletadores y operadores de la teca. Ya existía en las batallas fluviales, el rodar de los cañones y el olor de la pólvora. Los transbordadores cruzan los convoyes de barcazas enganchadas a los remolcadores. Los vendedores instalan sus puestos antes de salir de los templos del Buda reclinado o del Buda alzado. Todas esas toneladas de oro puro del oscurantismo que nos abate, camaradas, de las ansias de poder. Para que todos los que se sientan impotentes en el mundo, puedan sujetar el cuchillo entre los dientes.
Compré en el aeropuerto el semanal Cambodge Soir. Espero un vuelo a Phnom Penh o el primer testimonio de los jemeres rojos que en Douch ya se han abierto. Donde los supervivientes pueden cruzar con la mirada lo que hay tras el cristal blindado. Desde la primera audiencia, después de que el fiscal le preguntara si deseaba hacer una declaración preliminar, ese hombre acusado de haber enviado a la muerte a doce mil personas alzó el brazo, una frágil figura tras el banquillo de madera barnizada, con sus sienes plateadas, la frente alta, las orejas despegadas, los ojos pequeños y brillantes sobre profundas cuencas. Este hombre delgado que creyó haber asumido la difícil tarea de hacer torturar y asesinar a más de doce mil de sus compatriotas, se aclaró la voz, bebió un poco de agua y después, ante el desconcierto de los responsables de la traducción simultánea en jemer e inglés que no habían previsto tener que traducir versos alejandrinos, recitó el final de La muerte del lobo de Alfred de Vigny:

Gemir, llorar, rezar es igualmente cobarde
Cumple animoso la misión penosa y ardua
Que te ha tocado en suerte y luego
Sufre y muere como yo, sin decir nada."

Patrick Deville
Kampuchea


"La investigación es un trabajo racional que dura unos años. Con ello se podría hacer reportaje o ensayo, pero se convierte en literatura cuando paro la investigación e invento una forma. Elijo la ida y vuelta, los saltos en el tiempo, porque la vida es así, no es cronológica, varias veces al día somos niños y luego adultos."

Patrick Deville



“La verdad es que soy francés, y lo que hago es literatura francesa aunque me gustaría mucho ser un escritor latinoamericano, pero claro que no puedo.”

Patrick Deville



"Por iniciativa de Bismarck, todas las naciones coloniales estaban presentes allí en el atlas para repartirse África. Se celebró el congreso de Berlín. El mítico Stanley, que había encontrado catorce años antes a Livingstone y que representaba al Rey de Bélgica, propietario del Congo. Yersin leyó los periódicos. Descubrió pormenores de la vida de Livingstone y éste se convirtió en su modelo a seguir. El escocés explorador, un hombre de acción, científico, pastor, descubridor de Zambia y médico, perdido durante años en los territorios del África Central y que cuando Stanley le encontró al fin, decidió quedarse en el lugar o morir.
Un día Yersin será el nuevo Livingstone, le escribió en una carta a Fanny.
Alemania, como Francia e Inglaterra, trataba de crear un imperio a base de sable y pistola, colonizar Camerún, la actual Namibia, la actual Tanzania y hasta Zanzíbar. En El congreso de Berlín de ese año, Arthur Rimbaud, el autor de El sueño de Bismarck, dejó claro que se le entregarían dos mil fusiles y sesenta mil cartuchos al Rey de Abisinia. Un poeta francés comprometía la influencia de Francia, oponiéndose a los objetivos territoriales de ingleses y egipcios liderados por Gordon. “Gordon es un idiota, Wolseley un burro y todas sus empresas un sinsentido de absurdidad y saqueos” Se refirió primeramente a la importancia estratégica del puerto que trazó como Dhjibouti de la misma forma que Baudelaire escribía Saharah, elaboró un informe explicativo para la Sociedad Geográfica, envió artículos geopolíticos al Bósforo egipcio antes que hallaran eco en Alemania, en Austria, en Italia. Habló acerca de los estragos de la guerra. “Los abisinios han devorado en pocos meses la previsión de durra dejada por los egipcios y que debería haber sido suficiente para varios años. El hambre y la peste son inminentes.
Es un insecto el que propaga la peste. Una pulga. Aún no sabemos dónde."

Patrick Deville
Peste y cólera


"Trotsky es ucraniano, por tanto europeo, y al bajar del Montserrat junto a Arthur Cravan a su llegada a América, durante la Primera Guerra Mundial, está inquieto por el porvenir de Europa: «El hecho económico de importancia capital consiste en que, mientras Europa está demoliendo las bases de su economía, Norteamérica se enriquece. Y yo, que no he dejado todavía de considerarme como un europeo, me pregunto, contemplando con envidia esta ciudad de Nueva York: ¿lo resistirá Europa? ¿No se convertirá en un cementerio? ¿No se desplazará a Norteamérica el centro de gravedad del mundo, en lo económico y lo cultural?» En medio del suicidio colectivo de los europeos y del sacrificio de la juventud europea en la carnicería de Verdún, él prevé que, «aun supuesto el caso de que triunfasen los aliados, disipados el vapor y la niebla, Francia quedaría en medio de la palestra internacional como una Bélgica grande.»
Trotsky se sienta en su despacho, limpia sus gafas, enciende la lámpara, pasa de la Geografía a la Historia. Delante de él está la pequeña biblioteca sobre la historia de México que pidió al guapo Van que le reuniera. Él es así, Trotsky, y su curiosidad es enciclopédica. Quiere meterse en la historia de este país, cavar en su subsuelo hasta el inicio del siglo pasado para comprender el presente. Desde las guerras de independencia del cura Hidalgo y de Morelos, con sus decenas de presidentes, hasta la aparición del héroe Benito Juárez. La vida ejemplar del niño indio nacido muy cerca de las sierras del sur, el huérfano cuya vida debería haber sido la de un pastor en medio de la maleza, pero que decide descubrir por su cuenta el mundo, recorre los kilómetros de colinas que van hasta Oaxaca y ve por vez primera una ciudad. Él sólo sabe hablar zapoteco y aprende español, latín y francés en muy poco tiempo, se convierte en abogado, en gobernador de Oaxaca, en presidente de México, e intenta promulgar la primera ley de separación de Iglesia y Estado.
Eso es en 1860, cuando todo está en juego tanto en México como en otras partes. En ese año, Garibaldi, a la cabeza de los Mil, se apodera de Nápoles y Sicilia e inventa Italia, el imperio eslavo llega al Pacífico y el zar ordena la fundación de Vladivostok, cuyo nombre significa «el Señor de Oriente». Algunos centenares de rusos se instalan alrededor de una iglesia de madera y construyen un puerto. Londres es todavía, con sus dos millones de habitantes, la ciudad más poblada del mundo. La Europa de la Revolución Industrial se extiende por el planeta. Ferdinand de Lesseps empieza a excavar el canal de Suez y a transformar África en una isla. En 1860, los ejércitos coaligados de Francia e Inglaterra hacen doblegarse a China y saquean en Pekín el Palacio de Verano. Es la victoriosa Europa de las locomotoras negras y los barcos a vapor, de las exploraciones geográficas y el progreso científico. Mientras en ese año de 1860 Henri Mouhot descubre los templos de Angkor, y mientras Pasteur escala desde Chamonix el mar de hielo y demuestra que no existe la generación espontánea, en una playa de Honduras fusilan al aventurero William Walker, que, después de haber sido el efímero presidente de una república que recortó del mapa de México, se había apoderado de Nicaragua para excavar allí un canal interoceánico. En ese año de 1860, estalla en México el conflicto entre los conservadores católicos y los liberales liderados por Benito Juárez. Después de haber promulgado la ley de nacionalización de los bienes eclesiásticos, el presidente es expulsado del poder y estalla la guerra civil."

Patrick Deville
Viva


"Yo trabajo con amigos historiadores, especialmente en París, y reconozco que su tarea es importante. Yo creo que se puede contar de otra manera y jugar con todos los géneros: con la biografía, la autobiografía, la historia, el relato, la poesía, el reportaje, el diario de viaje; se puede mezclar todo eso, lúdicamente, cosa que no se puede hacer en un libro de historia."

Patrick Deville










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