Pierre Drieu La Rochelle

"Alain le besó la mano a Fanny muy atento. Dubourg lo miraba incrédulo, convencido de que nadie más que él podía reparar en la existencia de una mujer que no era bonita y que sólo se expresaba en los arrebatos íntimos.
Fanny hizo señas de que la comida estaba servida. Pasaron a su habitación en donde habían puesto una mesa ligera rodeada de taburetes. La alfombra era muy gruesa, como en el cuarto de al lado. Las paredes estaban recubiertas de tela clara sobre la que resaltaban, aquí y allá, trozos de bordados coptos, con dibujos delicados y vivos.
Durante toda la comida, compuesta de dos platos extraños, ligeros y sutiles, y de fruta, sólo hablaron Alain y Dubourg. Fanny, Faveur y la otra niña, cuyo nombre no recordaba Alain, escuchaban con un placer disimulado. Alain se sentía rodeado de un hechizo insinuante, de una confabulación discreta; incluso el gato entraba en el juego y le rozaba como sin quererlo.
Dubourg temía que se rebelase y trató de distraerlo con bromas. Le recordaba cosas de su juventud. Pero Alain que, desde que llegó a los treinta, se regodeaba recordando sus dieciocho años, no podía soportar que los demás le trajeran tales recuerdos. Sin embargo, Dubourg hablaba con un despego bastante cómico y no empleaba más que anécdotas breves, lanzadas con fuego y abandonadas de repente. Trataba de obtener efectos cómicos del contraste bastante brutal que ofrecía el Dubourg de hacía diez anos y el Dubourg actual.
Al acabar la guerra, Dubourg era ya un joven calvo, pero pimpante. Tenía una querida que le daba bastante dinero y él se lo daba a otras mujeres. Su piso estaba siempre lleno de chicas y chicos de vida alegre. Bebían; hacían el amor. En el buen tiempo, viajaban por España, por Marruecos. Su protectora se cansó pronto de él. Después se puso enfermo del hígado y se cansó de las mujeres. Pronto empezó con reservas morales y se le podía ver en la cama, hacia el mediodía, dándole la espalda a su amante y con las narices metidas en gruesos libros de historia religiosa. Un buen día pagó sus deudas y le pidió la mano a Fanny, que dijo «sí» con la cabeza. Se fue a El Cairo, dónde ella había nacido, y ahora vivía encerrado en estudios absurdos, casi pobre, con aquella dulce plaga de mujer e hijas a su cargo.
La «plaga» desapareció después de comer y dejó a los dos hombres frente a frente en el gabinete blanco, provistos de café y de tabaco. Durante la comida, Dubourg, mientras charlaba, había captado los sentimientos íntimos de Alain: tenía miedo."

Pierre Drieu La Rochelle
El fuego fatuo


"Comunistas, patriotas, no es lo mismo... Y, sin embargo, estaban muy cerca los unos de los otros. En determinado momento, a eso de las diez del martes, en la Rue Royale, la multitud que se precipitaba hacia la plaza de la Concordia para sufrir la gran descarga de las once cantaba lo mismo La Marsellesa que La Internacional. Me habría gustado que aquel momento durara siempre (...) Ahora me juntaré con cualquiera que eche este régimen al suelo, con cualquiera, con cualquier condición."

Pierre Drieu La Rochelle



"Cuando uno inicia una aventura es necesario llegar hasta el final y sufrir todas sus consecuencias. No se es víctima cuando se es héroe."

Pierre Drieu La Rochelle


"El fascista reúne en si las cualidades hace tiempo olvidadas y hoy disociadas y a veces hasta opuestas: las propiedades del monje y el atleta."

Pierre Drieu La Rochelle


"Era abominablemente rica, viuda y ya madura. Su perfecta conservación conseguida gracias al egoísmo, la inconsciencia y la buena higiene, eran un monumento a la injusticia."

Pierre Drieu La Rochelle



"Hay una inmensa burguesía que lo absorbe todo y que engulle a los aristócratas, los campesinos y los obreros: la burguesía, instrumento de la democracia, ese inmenso pantano pútrido fuera del cual ya no se encuentra nada."

Pierre Drieu La Rochelle


“Hemos jugado y yo he perdido. Reclamo la muerte.”

Pierre Drieu La Rochelle



"Hice todo con plena conciencia, durante mi vida, de acuerdo con la idea que tengo de los deberes de un intelectual."

Pierre Drieu La Rochelle


"La vida en común de los dos sexos en el planeta no es más que apariencia."

Pierre Drieu La Rochelle



"Las mujeres se quejan de la brusquedad de los hombres , pero cuando encuentran a un hombre que es sensible a las ceremonias del amor, jamás tienen tiempo para él."

Pierre Drieu La Rochelle


"Lo que menos me gusta de los judíos es que son burgueses y transforman en burgués todo aquello que tocan."

Pierre Drieu La Rochelle


"Me gustaría formar parte de la cofradía de los suicidas. Finalmente, es una noble cofradía."

Pierre Drieu La Rochelle



"Mi error fue adjudicarle al hitlerismo y a Alemania virtudes que no tienen o que ya no tienen. No pudieron transformar su nacionalismo en europeísmo, ni su socialismo… en socialismo. Eterna historia del intelectual que coloca su sueño imposible sobre la cabeza de pobres tipos que viven del baño político. Me ha aplastado la banalidad de todo: los lugares comunes son más fuertes que yo."

Pierre Drieu La Rochelle


"Nada se hace sino en la sangre. Hay que morir sin cesar para renacer sin cesar."

Pierre Drieu La Rochelle


"No creo en el comunismo ni tampoco en el nacionalsocialismo. He combatido durante demasiado tiempo al comunismo en Europa como para unirme a sus filas. Lo saludo, pero me voy; y además no me fío ni un pelo de los comunistas franceses."

Pierre Drieu La Rochelle


"Nunca he podido pensar en Dios, nunca he podido acercarme a Él. Cuando entré en esta desgracia, que también era el retiro deseado, me volví hacia Él, pero porque era una solución aprendida. Estaba deseando descubrir a aquel ser de quien tanto me hablaban. Despertaron mi curiosidad las descripciones de felicidad mística que encontraba en las vidas de los santos. Lo extraordinario de su existencia, el milagro de voluntad con que se habían librado de la mediocridad cotidiana y, sobre todo, del ignominioso sopor de las horas siguientes al almuerzo; todo eso seducía mi imaginación. Cierto que yo estaba más afectado por el aspecto heroico y glorioso de la santidad, pero también quería saber lo que era el éxtasis. Ambicionaba ejercer el poder mágico de la oración y, en la capilla, muchas veces me cebaba en evocar a Dios a fuerza de concentración. Pensaba cada palabra de mis oraciones con gran fuerza y esperaba, de tal aplicación intelectual, la súbita irrupción de delicias en mi corazón. He debido ser más diletante a los diez años que a los veinticinco.
[...]
Antes había habido extravagantes incidentes que surgían incomprensibles de la nada. Oprimido por la soledad, tener camaradas, estar con mis semejantes, reír, hablar a tontas y a locas, era para mí una delicia como no lo era para nadie. Pero no me satisfacía con esas efusiones. Los niños gustan de distinguirse de los demás. Forman grupos tan restringidos como pueden, o bien van de dos en dos. Se dan el premio, en comparación con los otros, de señalar que no pueden satisfacerse con cualquiera, pero que les basta quien les parece el mejor o el más agradable. El comercio entre dos egoístas es el régimen más clemente para su pasión. Se encierra en un invernadero caliente donde cada cual cultiva lo que no es del otro y plantean sus diferencias sobre los más extraños matices. Por lo demás, pronto es necesario salir de ese lugar cerrado, porque la atmósfera se entibia insidiosamente y los mediocres peligros de la promiscuidad suceden a la acción estimulante de la comparación.
Quedé maravillado por el descubrimiento de esas feroces relaciones que sólo en algunos momentos tienen algo en común con la amistad, intercambio de caridad paciente, minuciosa, sutil, desesperada.
Me manifestaba de un golpe en mi camarada y le escuchaba ávidamente, porque cada una de sus confidencias era un término de comparación con lo que yo hacía, decía, pensaba. Pero tampoco esas dádivas más concretas me bastaban."

Pierre Drieu La Rochelle
Estado Civil


"Se es humano en la medida que le hacemos trampa a nuestros dogmas."

Pierre Drieu La Rochelle


"Si solo somos literatos, ¿como pueden los hombres tomarse en serio nuestras palabras."

Pierre Drieu La Rochelle


"Siempre me ha gustado juntar y mezclar lo contradictorio: Nación y Europa, socialismo y aristocracia, libertad de pensamiento y autoridad, misticismo y anticlericalismo."

Pierre Drieu La Rochelle



"Soy fascista porque he medido el avance de la decadencia en Europa. He visto en el fascismo el único medio de contener y reducir dicha decadencia."

Pierre Drieu La Rochelle


"Todo lo que desviaba la atención de su madre de él, todo lo que la ocupaba o la distraía, todo lo odiaba y lo negaba Yves. Habría querido rodearla de una red de minuciosas e insensatas prohibiciones como un amante tanto más tiránico cuanto mayor es su debilidad.
El paseo se anunciaba de nuevo tan feliz que Yves habría querido iniciarlo de inmediato. De modo que se impacientó porque su madre se demoraba de nuevo en el tocador. Que se encerrara allí tan en secreto era además un hecho novedoso y que privaba a Yves de una de sus más preciadas prerrogativas, la de entrar en cualquier momento y contemplarla sin cesar.
Al fin apareció Agnès, más bonita que nunca. Pero era fruto de prácticas desconcertantes que la habían vuelto extraña para Yves. Jamás le había visto aquel tono rosa más oscuro en las mejillas. Así, el deleite que le produjo aquella aparición le desgarró el corazón.
Sin embargo, salieron a la calle. Bajo un agradable sol invernal, la calle Caumartin estaba atestada de simones, ómnibuses, carruajes privados, camiones. Yves sintió un momento de felicidad, el mismo que tenía siempre cuando volvía a ver de cerca aquella marea que observaba sin cesar desde la ventana de su habitación en el cuarto piso. Volvía a encontrar los caballos que adoraba y que llenaban la calle con su multitud abigarrada, elegante o miserable.
Y enseguida llegaron a los bulevares, que lo entusiasmaban, y que Marie, cuando lo llevaba a las Tullerías, atravesaba siempre con demasiadas prisas. Tenía mil preguntas y exclamaciones, a las que su madre se aplicó con esmero a contestar aquel día. Tan bien lo hizo que Yves olvidó su recelo y se comportó como en un país conquistado: se embriagó con su propio cotorreo. En primer lugar, hubo que parar largo rato en la zona en desnivel del bulevar de los Capuchinos donde se hallaba el inmenso Depósito de vehículos pequeños. Al lado, delante del Grand Café, fueron precisas difíciles explicaciones sobre el cinematógrafo, que se presentaba como novedad. A pesar de la decepción de la primera vez ante aquella pantalla parpadeante de escenas banales, como la de un tren entrando en una estación, que le habían obligado a contemplar durante largo rato una tarde al fondo del café, Yves se sentía aún atraído por el cinematógrafo. Empezó a alborotarse, a saltar y a tirar de Agnès en una dirección y luego en otra, a hacer reflexiones sobre todo quisque. Era tan dueño de la calle como de su madre; debía abusar de lo que poseía. Su exaltación no conoció límites cuando divisó lo que más le emocionaba de todo desde hacía un tiempo: los "hombres de bronce". Tres hombres con traje plateado y el rostro untado con una pasta metálica, se detuvieron delante de la terraza de un café y, tras una presentación muy ruidosa y exaltada, adoptaron súbitamente una pose. Uno sostenía un fusil, el otro una corneta, el tercero estaba herido. Eran soldados en pleno combate. Era la vida de los hombres. Yves sintió escalofríos en lo más profundo del alma."

Pierre Drieu La Rochelle
Burguesía soñadora



"Ya no hay más que «modernos», gentes en los negocios, gentes con beneficio o con salario, que sólo piensan en eso y que no discuten más que de eso. Todos carecen de pasiones, son presa de los vicios correspondientes; se pasean satisfechos por el universo de baratija en que se ha convertido el mundo moderno, donde muy pronto no penetrará ningún brillo espiritual."

Pierre Drieu La Rochelle


"Yo era débil, profundamente débil. Hijo de pequeños burgueses atemorizados, pusilánimes. En mi infancia soñaba con una vida sosegada, confiada. He tenido siempre miedo de todo."

Pierre Drieu La Rochelle


“Yo he pensado más en las mujeres que Dios en los hombres.”

Pierre Drieu La Rochelle












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