Didier Eribon

"Cuando nacemos, todo un conjunto de veredictos sociales se apodera de nosotros y van a marcar nuestra vida para siempre: clase social, nacionalidad, raza, género, sexualidad, etc. Ustedes conocen la célebre frase de Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”. Ser “mujer” no está definido por una naturaleza biológica, sino por el aprendizaje y la incorporación del mundo social tal como es, con roles definidos diferencialmente para los hombres y las mujeres. Pero esos roles se constituyeron antes que nosotros, en la historia que nos precedió. Por lo tanto, la fórmula puede invertirse: se nace mujer u hombre, es decir, los roles nos esperan y a ellos debemos ajustarnos. La contraconducta es precisamente intentar ajustarse a los roles lo menos posible, apartarse lo más posible de aquello que está prescripto. Individualmente es difícil, pero los movimientos colectivos, como el movimiento feminista, hacen posible una cierta ruptura, una cierta discontinuidad en la reproducción idéntica del orden social. Pero si hablamos en términos de clases sociales, las preguntas se plantean ligeramente de otro modo: en mi familia, la fábrica esperaba a los hombres y mujeres desde los 14 años. La fábrica estaba ahí para ellos, ellos ahí para ella. En este caso, no hay mucha contraconducta posible: uno puede escaparse individualmente, pero se deja detrás de sí la jerarquía social intacta, con aquellos cuyo destino es ser obrero y que nada pueden cambiar. Son las luchas políticas, las formas organizadas de resistencia –sindicales, organizativas, políticas– las que pueden desempeñar ese papel."

Didier Eribon



“El exilio social es muy distinto del político. Se vive con una relativa felicidad: te permite dejar atrás a una familia que no te entendía para poder reinventarte en otro lugar.”

Didier Eribon


"Esta crisis puso en las carreteras a masas errantes de pobres, de desdichados, de vagabundos. Toda esa población ha sido encerrada, con otros ociosos, otras bocas inútiles, ancianos, borrachos, libertinos, locos. Se encuentran aquí los desarrollos de la Historia de la locura en el Gran Encierro. Lo que sigue es bien conocido y no me detengo. Salvo para subrayar un punto: al comienzo de su conferencia, Foucault dice riéndose que querría recomenzar ante sus oyentes su libro publicado diez años antes y que, observa, “le ha salido mal”. “Ustedes saben, les dice, que se experimenta al menos un pequeño placer cuando se escribe un libro. Es que los libros son como las estupideces y como el pecado: siempre se vuelven a empezar con placer pero de otro modo.”
¿Qué quiere decir este “de otro modo”? ¿Cuáles son las inflexiones que le hace sufrir al trayecto que fuera el suyo diez años antes? En el momento en que hace estas observaciones, en 1971, está a punto de volver a publicar ese libro sin modificaciones, con una excepción: suprime el prefacio de 1960. Renuncia pues a la idea ontológica de una “experiencia originaria” de la locura y la reemplaza, como se ve a las claras en la conferencia de Túnez, por la idea sociológica y etnológica de la locura como función social que existiría en todas las civilizaciones y que sería por lo tanto “una constante universal”. Es un cambio fundamental. Pero en cuanto a lo demás, nada ha variado en la línea de su argumentación: es por efecto de las transformaciones económicas, comenzando por las grandes crisis que han afectado a Europa, como las “estructuras de la experiencia” sufren, en el curso de la historia, trastornos, rupturas, reorganizaciones."

Didier Eribon
Michel Foucault y sus contemporáneos



“La homosexualidad también es motivo de vergüenza y estigmatización, que algunos gais logran superar pese a tener conciencia de ser individuos abyectos respecto al orden social. Yo superé esa vergüenza y, por eso, puede analizarla. En cambio, mi vergüenza social no desapareció hasta que volví a Reims y me di cuenta de que la seguía sintiendo. Qué violencia tan grande, la del mundo social, para que alguien como yo no la supere hasta pasados los 50 años…”

Didier Eribon


"La interrogación “queer” sobre las identidades –que debe, por cierto, mucho a Foucault– es sin dudas muy importante, tanto desde el punto de vista teórico como desde el punto de vista político y personal. Pero podría decirse también que el reconocimiento por parte de las múltiples formas de alianza y de parentesco (porque debe ampliarse aún este reconocimiento jurídico a otras formas: pluriparentesco, por ejemplo) es uno de los operadores más eficaces de la desestabilización de las identidades, ya que la “diferencia de los sexos” como principio fundamental que gobernaba las formas reconocidas de la vida social, etc., perdió su rol de estructuración psíquica: es, un poco, la realización del sueño deleuziano de una sociedad en la que “Edipo” no reinara más como amo. Y cuando Edipo ya no es rey, nuevas subjetividades pueden ser inventadas, más libres, más móviles."

Didier Eribon



Es por ello que pienso muy sinceramente que las transformaciones jurídicas son mucho más subversivas que las invocaciones rituales a la “subversión” que, la mayor parte de las veces, no subvierten nada, sino que más bien se inscriben en lo que designé antes como transgresiones inútiles o ilusorias, que contribuyen a la conservación del estado de cosas (esas invocaciones y esas falsas subversiones forman parte del sistema mismo, como válvulas de seguridad). Los cambios en el derecho ya adquiridos son muy poderosamente subversivos, en el sentido de que permiten cambiar las estructuras de la vida social de manera poderosa: el derecho al matrimonio y la adopción para parejas del mismo sexo es un ejemplo notable de ello. Es una conmoción histórica que ningún llamado a la “transgresión” hubiera podido realizar. Lo mismo ocurre con los derechos de los transgénero a elegir su identidad oficial y legal. Todos estos nuevos derechos, como antes el derecho al aborto y a la anticoncepción, constituyen una dimensión capital del cambio social y de la conquista de las libertades."

Didier Eribon


"Las identidades son muy difíciles de definir, de delimitar. Ser gay, ser lesbiana... o ser negro, por ejemplo, recubre realidades muy diferentes según los individuos. Lo que une a los gays, sean las que fueren sus maneras de vivir, de pensarse a sí mismos, etc., es la realidad o la potencialidad de la injuria. La injuria nos preexiste y conocemos su significación incluso antes de comprender que somos los destinatarios de ese insulto que nos hace entrar en una categoría estigmatizada, inferiorizada. Pero cuando hablo de la “injuria” no hablo sólo de las palabras insultantes que se reciben o se escuchan en la calle..., sino de todo un conjunto de palabras, imágenes, representaciones, etc., que contribuyen con la inferiorización de ciertos grupos de individuos. La injuria es una estructura de inferiorización y, por lo tanto, puede decirse que todo el mundo social, todo el orden social, es injuriante. Pero esta estructura social de la injuria está grabada en el espíritu y el cuerpo de los individuos desde la edad más joven y tiene efectos en todo el mundo: no alcanza con pertenecer a una categoría injuriada para no reproducir la injuria sobre los otros. Escribí un largo artículo sobre el caso del escritor francés Marcel Jouhandeau que, en los años ’30, escribió De la abyección (1939), uno de los libros más bellos que existen sobre la injuria y los mecanismos de inferiorización –ser enviado a la inferioridad– de los que los homosexuales son objeto, pero que, al mismo tiempo, publicaba artículos antisemitas en un diario de extrema derecha. Era muy lúcido sobre el proceso de “abyección” que le concernía y reproducía ese mismo proceso sobre otros. Es un caso límite, por supuesto, pero, en el fondo, ¿no conserva cada uno de nosotros ciertos prejuicios de los que es difícil librarse? La ascesis política es un trabajo sin fin..."

Didier Eribon


"¿Las llamas de la revuelta? ¡Están por todos lados! Son muchas. Y nuevas formas de movilización política aparecen (por ejemplo, los “indignados” en España contra la violencia económica y social, o las grandes manifestaciones en Grecia durante los últimos años). Es posible que nuevos “sujetos” políticos, nuevos “sujetos” de la política emerjan de todas esas luchas que se multiplican. Creo que Argentina va a mostrar pronto que los pueblos no están dispuestos a dejarse hambrear por el mercado financiero internacional. Es la hora de la revuelta. En todas partes."

Didier Eribon


“Milagros sociológicos como yo existen pocos.”

Didier Eribon



"Nací en un medio obrero, bastante pobre, y durante mucho tiempo pensé, o hice como si pensara, que había abandonado a mi familia, mi medio, para huir de la homofobia que allí tenía tanta pregnancia en mis años de infancia y de adolescencia. Me había construido como un joven intelectual al mismo tiempo que joven gay. Era diferente y entonces quise diferir: los libros que leía me ofrecían los medios para una suerte de emancipación personal. Todo esto sigue siendo verdad. Pero cuando mi padre murió comprendí que si yo había roto con mi medio social, con mi familia, es también porque yo llevaba en mí una suerte de vergüenza social infranqueable: el pasado como una maldición que te acompaña. Con Regreso a Reims quise recuperar ese pasado. Quise analizar la estructura de clase de la sociedad francesa (pero esto vale, por supuesto, para muchos países) y la relación que tiene con su clase de origen aquel o aquella que abandona el medio obrero para pertenecer a otra clase social. Se trata, entonces, de una reflexión sobre la multiplicidad de mecanismos de constitución de la subjetividad, a partir de un análisis de las diferentes formas de dominación: vergüenza sexual, vergüenza social... Y cómo esas formas de dominación interactúan, se entrechocan. Cada uno de nosotros está compuesto por múltiples determinaciones sociales, raciales, sexuadas, sexuales... Regresamos aquí a mi teoría de los veredictos."

Didier Eribon



"No hace falta decir que me interesa mucho todo aquello que es transgresor en el arte, en la literatura, en la teoría, en la política, en las prácticas sociales, etc. Transgredir las normas impuestas, en un momento dado, es un gesto que puede resultar muy importante y muchas veces necesario para no asfixiarse en la estrechez de un cepo. Pero debe también tenerse en cuenta que la transgresión de una norma corre el riesgo de dejar intacta esa norma. Es claro que lo que Bataille llama “transgresión” es aquello que invierte el orden de las cosas durante un tiempo determinado, bastante breve, y luego todo vuelve al orden, nada cambia. Incluso puede decirse que, en cierto modo, se refuerza el orden establecido, en la medida en que no se trata de poner en duda, de buscar transformar ese orden, sino simplemente de jugar con esas reglas durante un lapso corto. Mientras que, por el contrario, puede decirse que Genet representa una cierta subversión, mucho más profunda, más duradera y por lo tanto más radical. Bataille dice que Genet no escribe para comunicar y que, por lo tanto, su obra va al fracaso. Pero es falso: Genet interpeló a un gran número de lectores en todo el mundo a lo largo de los años. Escribió para un público que no existía aún y que él contribuyó a crear. “Reúno estas notas para algunas personas jóvenes”, decía Genet en Diario del ladrón. En este sentido, tenía una intención ética y política. Es decir, escribiendo, produjo, en muchos lectores, una forma de ascesis: transformación, invención individual y colectiva de sí."

Didier Eribon



"Se habla frecuentemente de la gran tradición francesa progresista y emancipatoria, pero se olvida que existe también una vieja tradición reaccionaria, ligada particularmente a la burguesía católica de los “buenos barrios”, esa vieja derecha siempre lista para defender el viejo orden y sus privilegios. Pero si esta movilización contra los derechos de las parejas del mismo sexo pudo tener lugar de manera tan masiva es porque también el Partido Socialista tenía quince años de atraso. Durante años los dirigentes socialistas repitieron que no se podía abrir el derecho al matrimonio ni a la adopción, y se rodearon de pseudoespecialistas a quienes les pedían informes sobre la evolución de la familia, en los cuales se reafirmaba sin cesar la idea de que la cultura humana, la civilización, la sociedad, etc., se basan en la “diferencia de los sexos” en la pareja y en la filiación. Así, era la civilización lo que estaba bajo amenaza si se alteraba ese orden “inmemorial”. Y el matrimonio homosexual y el homoparentesco eran denunciados como imposibles, impensables... Y luego llegó un momento en el que se volvió difícil decir que era imposible, impensable, porque existía en Bélgica, en España, en Holanda, etc... La acción de los movimientos LGBT obligó al Partido Socialista a evolucionar hacia un poco más de progresismo. Entonces redactaron un proyecto de ley, pero en lugar de hacerlo votar inmediatamente, nuevamente mostraron su renuencia: “Se necesita un gran debate sobre cuestiones tan delicadas” (¡¡¡debatir con la derecha más atrasada!!!). Eso dio tiempo a la derecha religiosa de movilizarse y organizarse. El resultado estuvo a la vista... ¡Espantoso! La izquierda oficial e institucional francesa es simplemente lamentable (y no sólo en el terreno del que hablamos). Tiene miedo del cambio social... Una izquierda que tiene miedo de la transformación social... bueno, ya no es izquierda. Por ello una de las tareas más urgentes en Francia y en Europa hoy es reinventar la izquierda."

Didier Eribon




























No hay comentarios: