Gonzalo Fernández de Oviedo

"Aquella misma noche en su posada escribió el Caballero de la Rosa a la princesa y al príncipe de Armenia en diferentes materias, y lo demás que le quedó del tiempo gastó en aderezar sus armas. Y cuando le pareció hora, se armó y tomó el mejor de sus caballos, y hizo que le llevasen otro adelante de diestro, y dijo a Laterio:
-Amigo, por amor mío que le dejes esta carta que aquí os dejo al príncipe de Armenia; y procurad de dársela delante de hombres principales, y decidle que en aquella carta verá dónde le espero, que vaya a cumplir lo que debe.
“Y, hecho esto, dadle esa otra que escribo a la princesa, mi señora, y llevadme la respuesta, que hallarme podéis en Dobra si hubiere escapado de la soberbia del príncipe de Armenia, donde os esperaré para pasar en Calés, o me hallaréis muerto donde nuestra batalla se hiciere. Y esos caballos y otras cosas que ahí quedan, darlo podéis todo al Caballero Bravo de Irlanda, y rogarle podéis de mi parte que lo reciba. Y veníos lo más presto que pudieres. Por la mañana ni el siguiente día no salgáis de Londres, porque no quiero compañía de nadie hasta que Dios determine lo que fuere servido entre mí y el caballero de Armenia.
Y conforme a lo que escribo a la princesa, le podéis decir cuánta pena me da haber salido de aquí de la manera que voy y la dejo en pena, pues lo que sucederá de esta batalla sólo Dios lo sabe; y que ninguna victoria yo puedo haber que iguale con lo que siento lo que siente. Y dadle cierta esperanza para que tenga por cierto que, en cuanto en mí fuere, mi ausencia será poca. Y todo lo que conforme a esto os pareciere que le puede dar placer se lo decís y certificáis, porque ninguna cosa me puede hacer contento sin verla. Al rey y a la reina no les escribo por no renovarles la pena que mi partida les dará, y por esto mismo no escribo al gran sacerdote.
Y como le hubo dicho esto y todo lo demás que le pareció, puso en obra su camino con tantos suspiros como en persona muy enamorada suele haber."

Gonzalo Fernández de Oviedo
Libro del Caballero de la Fortuna llamado Claribalte


"Deseaba escribir lo cierto si fielmente fuera informado, mas como habló de lo que no vido... sus Décadas padecen muchos defectos."

Gonzalo Fernández de Oviedo



"El gran señor circula constantemente cubierto con una capa de polvo de oro tan fino como la sal molida. Considera que resultaría menos hermoso llevar cualquier otro ornamento. Sería ordinario ponerse armaduras de oro moldeadas o esculpidas, pues otros señores ricos las llevan cuando lo desean. Pero empolvarse con oro es algo exótico, insólito, novedoso y más costoso, ya que por la mañana reemplaza lo que lava la noche anterior, que de este modo se pierde, y lo hace todos los días del año."

Gonzalo Fernández de Oviedo
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 270



"Naturalmente vagos y viciosos, melancólicos, cobardes, y en general gentes embusteras y holgazanas […] Idólatras, libidinosos y sodomitas […] ¿Qué puede esperarse de gente cuyos cráneos son tan gruesos y duros que los españoles tienen que tener cuidado en la lucha de no golpearlos en la cabeza para que sus espadas no se emboten?"

Gonzalo Fernández de Oviedo
Tomada del libro La maldición de los exploradores de Lorenzo Fernández Bueno, página 251



"Quiero decir de la manera que se jugaba porque en la verdad «es cosa para ver y notar». En torno de donde los jugadores hacían el juego, diez por diez y veinte por veinte: (como se concertaban) tenían sus asientos de piedra y al cacique y hombres principales «ponianles unos vanquillos» de palo muy bien labrados de lindas maderas y con muchas labores de relieve y «concavadas», entalladas y esculpidas en ellos.
Las pelotas «son» de unas raíces de árboles y yerbas: y «zumos» y mezcla de cosas que toda junta esta mistura parece algo cera, pez negra: y juntas estas y otras materias «cuecenlo todo» y hacen una pasta y «redondeanla» y hacen la pelota «desto», «tamaña» como una de las de «viento» con que juegan en España: y «mayores y menores». La cual mistura hace una tez negra y no se pega a las manos: y después que ésta «ēruta» tornase algo esponjosa, no para que tenga «agujero ni vacuo alguno» como la esponja, por «aligerecese» y es como fofa y algo pesada. Estas pelotas saltan mucho más que las de viento sin comparación, porque de solo «soltalla» de la mano en tierra, suben mucho más para arriba, y dan un salto y otro y otro y otro y muchos, disminuyendo en el saltar por sí mismas como lo hacen las «pelotas de viento» y muy mejor: mas como son macizas son algo pesadas.
E si les dieren con la mano abierta o con el puño cerrado, en pocos golpes abrirían la mano o la «desconcertarian». Y a esta causa le dan con el hombro y con el codo y con la cabeza: y con la cadera «lo mas continuo» o con la rodilla: y con tanta presteza y ligereza que «es mucho de ver»: porque aunque vaya la pelota «cuasi a par del suelo» se «arrojan» de tal manera desde «tres o cuatro pasos apartados tendidos en el aire»: y le dan con la cadera para la rechazar.
Y de cualquier bote o manera que la pelota vaya en el aire y no «rastrando» es «bien tocada», porque ellos no tienen por mala ninguna pelota o mal jugada: porque aya dado dos ni tres ni muchos saltos, con tanto que al «herir» le de en el aire: no «facenchanzas», sino «ponense» tantos «a un cabo» como a otro, partido el terreno o «compás» del juego: y los de «aculla» la sueltan o sirven una vez echándola en el aire: «en cuando» que le toquen cualquiera de los contrarios: y en dándole aquel luego sucede el que antes puede de los unos o los otros para «herir» o «rechazar» la pelota: y la contención es que los «deste» «cabo» la hagan pasar «del otro puesto» adelante de los contrarios o aquellos la pasen de los limites de estos otros: y no cesan hasta que la pelota va «rastrando» que ya por no «aver fido el jugador a tiempo» o «no hace bote» o están tan lejos que no la alcanzan y ella se «muere» o para por si.
Y este «vencimiento» se cuenta por una «raya» y tornan a «servir para otra» los que fueron servidos en la pasada: y a tantas «rayas» cuantas primero se acordaron, en la «postura», va el «precio» que entre las partes se conciertan.
Algo parece este juego en la opinión o contraste del de la «chueca»: salvo que en lugar de la «chueca» es la pelota y en lugar del «cayado» es el hombro o cabeza del jugador con que la «hiere» o «rechaza». En Italia juegan un juego de pelota muy gruesa, «tamaña» o mayor, que una botija de una arroba, que llaman balón o paon y en especial en Lombardía y en Nápoles vi muchas veces jugar «aqueste» juego y dan a aquellas pelotas grandes con el pie y en la forma del juego parece mucho al que he dicho de los indios: salvo que como acá «hieren» a la pelota con el «hombro o rodilla o cabeza», no van las pelotas tan por lo alto como el balón que he dicho: o como la pelota de viento menos: pero saltan estas de acá mucho más: y el juego en si es de más artificio y trabajo mucho. Y es cosa de maravillar ver quan diestros y prestos son los Indios y aun muchas indias en este juego."

Gonzalo Fernández de Oviedo


"Yo escribo desde que tuve edad para ocuparme en semejante materia, así de lo que pasó a España desde el año de 1490 hasta aquí..."

Gonzalo Fernández de Oviedo



















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