Juan Pablo Fusi

"El papel de la monarquía tiene que ser limitado, ejemplar, constitucional y más protocolario que ejecutivo. La monarquía en España no tiene poder ejecutivo y su papel de gestión es menor, por ejemplo, que el de la presidencia italiana. Acabamos de ver que en Italia el Gobierno del presidente, que es quien ha llevado las gestiones, ha provocado una crisis para poder formar un Gobierno nuevo que no ha pasado por las urnas. Y como esta llevan ya cuatro o cinco en Italia. En España el Rey no podría hacer nada de eso y es algo saludable porque la monarquía tiene otro tipo de legitimidad. La monarquía es la parte más dignificada de la Constitución y, por tanto, no debe estar involucrada más que en cuestiones de altísima responsabilidad nacional y no en la gestión de ejecutiva. Sobre la cuestión de la monarquía o la república, lo único que le puedo contestar es a dos cosas. La primera es que la monarquía es la solución a partir de 1975 porque hereda un poder fuerte y lo lleva hacia la democracia y porque, salvo en Estados Unidos o Francia, las monarquías tienen un valor simbólico y metafórico más fuerte que el de los ideales republicanos. La segunda es que eso que dijo un historiador militante del Partido Comunista británico, Hobsbawm, de que «la monarquía parlamentaria es un marco razonable para la democracia». ¿Por qué entonces introducir algo tan complicado como es la forma del Estado cuando es un marco razonable para la democracia, que es lo que más nos importa?"

Juan Pablo Fusi


"En el mundo de la cultura –nada menos, según Ortega, que el sistema de ideas de un país–, el futuro, que había empezado en los años sesenta, si se recuerda la afirmación de Marías, era ahora, 1970-1975, una realidad de hecho. Lo que mostraba la pintura de Antonio López (realismo poético, melancólico), de Luis Gordillo (pintura obsesiva, caótica: formas confusas, orgánicas, como magmas de color), de Antonio Saura (expresionismo cruel, grotesco, desgarrado) y Eduardo Arroyo (neofiguración paródica y divertidamente provocadora); la música –complejidad compositiva, riqueza sonora– de Cristóbal Halffter (con obras como Líneas y puntos, Anillos, Planto por las víctimas de la violencia), o la literatura –difícil, hermética, metafórica– de Juan Benet (Volverás a Región, Una meditación, Una tumba, Un viaje en invierno), era, en efecto, una cultura en posesión –por sus lenguajes y temas, referencias estéticas y estructuras narrativas– de su plena libertad expresiva. Como ya se señaló, y ello era sumamente revelador, Juan Goytisolo mismo había iniciado una nueva etapa literaria. No le interesaba su literatura anterior, la literatura social. Señas de identidad (1966) y Don Julián (1970), las novelas fundacionales de su nueva literatura, eran ante todo, como se dijo, ejercicios –encomiables, discutibles– de experimentación lingüística y literaria, y de transgresión cultural, características ya definitorias de toda su obra posterior (Makbara, Paisajes después de la batalla, Las virtudes del pájaro solitario, Las semanas del jardín...).Con Recuento (1973), Luis Goytisolo inició la elaboración de Antagonía, una ambiciosa y compleja tetralogía novelística, escrita entre 1963 y 1980 e integrada por Recuento, Los verdes de mayo hasta el mar (1976), La cólera de Aquiles (1979) y Teoría del conocimiento (1981), en la que el proyecto era también puramente literario: novela de una novela, la literatura como realidad autónoma, como realidad inédita.
El cine producido desde 1963 por Elías Querejeta, tal vez el productor español más importante de los años sesenta y setenta, cine que combinaba con acierto calidad estética y simbolismo político, desbordaba decididamente los límites estéticos, morales e ideológicos del franquismo. La caza (1965) –dirigida por Carlos Saura, con quien Querejeta hizo un total de trece películas (Peppermint frappé, Ana y los lobos, La prima Angélica,...)–era, a través de la violencia de aquella práctica, una metáfora de la guerra civil; El espíritu de la colmena (1973), de Víctor Erice, obra de construcción minuciosa e inusitada belleza poética, era a la vez la historia de una familia desterrada en 1940 en un pueblo castellano, una reflexión sobre los mitos del cine, y la historia (también) del descubrimiento de la vida por una niña a través de esos mitos. La prima Angélica (1973), también de Carlos Saura, con guion de Rafael Azcona, una película sobre la persistencia de la memoria, exponía, al hilo de los recuerdos del protagonista, el autoritarismo político y el estrecho moralismo católico del régimen de Franco (razón por la que la película provocó intensas polémicas y violentas reacciones del público simpatizante con el régimen)."

Juan Pablo Fusi
Espacios de libertad



"Hay mucha gente, sobre todo desde la derecha, que cuestiona el Estado de las Autonomías. Se trata de un grado de descentralización del Estado enorme hecho para dar una respuesta a un problema histórico como fue la aparición de nacionalismos en Cataluña, en el País Vasco o en Galicia. Hay un problema de la organización territorial del Estado español desde la primera década del siglo XX. En la Transición se discutió mucho si apostar por una autonomía selectiva solo para estas tres regiones o ir a una generalización de las autonomías. Finalmente, gran parte de la clase política pensó que era mejor ir a por la segunda opción y escoger un estado regional, un «estado federalizable», como dijo García de Enterría. ¿Qué ha ocurrido estos últimos años? Primero, el nacionalismo vasco y el catalán desde principio de siglo ha tenido la idea de Cataluña y de País Vasco, si no como nación, sí como un pueblo propio distinto (en el nacionalismo vasco la etnicidad ha sido más fuerte que la idea de nación). Hoy en día todo eso ha desaparecido y los dos tienen como aspiración común definirse como nación y crear una nación catalana y una nación vasca. El ejercicio de ese inmenso autogobierno que han tenido desde 1980 en ambos lugares ha estado al servicio, no de la lealtad constitucional, sino al servicio de la construcción nacional de Cataluña como nación, y de Euskadi como nación con aspiración sobre Navarra y el País Vasco francés. En el caso catalán ha habido una colaboración con España y un apoyo a distintos gobiernos españoles en cuanto a unidad de mercado, pero paralelamente ha habido un proceso de construcción nacional en todos los ámbitos: educativo, lingüístico, institucional, simbólico, emocional… Esto ha llevado finalmente al procés catalán. Se puede, lógicamente, coexistir, convivir y conllevar, salvo que se rompa el orden constitucional. Ahora no hay más remedio que apostar por la intervención y la negociación para intentar solucionar democráticamente las cosas. En los países que son federales, hay federalismo porque no hay nacionalismo, no al revés. Con un nacionalismo radical, empeñado en la independencia y con un fuerte apoyo popular es muy difícil que funcione alguna fórmula, sea federal, regional o autonómica."

Juan Pablo Fusi


"Para empezar, en sentido político, la palabra «liberal» –que se utilizaba a finales del siglo XVIII y principios del XIX para referirse a alguien generoso– es una palabra española que los ingleses toman de los exiliados de la época de Fernando VII. Por tanto, el liberalismo no es ajeno a España. Sin embargo, en el siglo XIX fue muy complicado construir un Estado nacional liberal en España por la desestructuración del propio Estado, la gravísima crisis que tuvo en 1880, el peso de las fuerzas tradicionales, el tradicionalismo popular, la influencia de una Iglesia beligerantemente antiliberal y también por la debilidad del liberalismo y la de las fuerzas sociales que le solemos asociar: clases medias, ciudades, mundo urbano, opinión pública más o menos articulada… Todo esto en España era más débil, aunque no inexistente. En el siglo XIX el liberalismo tuvo dificultades, pero también hay que decir que casi desde 1833 hasta más o menos casi la Guerra Civil, siempre tuvimos –con interrupciones y pronunciamientos militares– algún tipo de Constitución y de constitucionalismo liberal, liberal conservador o liberal progresista. Al final, la revolución liberal en España fue igual que la construcción del Estado nacional moderno: insuficiente. Y no digo fallida y fracasada del todo, pero sí limitada."

Juan Pablo Fusi


"Primero, «transición» es una palabra transeúnte; la transición es el momento mismo de un cambio, de una modificación, pero nosotros lo hemos utilizado para todo un periodo al que no sabemos muy bien dónde ponerle el final. Podría ser en el atentado de Atocha y el posterior cambio político que se produce con la aparición al frente del Gobierno de una persona como José Luis Rodríguez Zapatero. También se podría situar en la abdicación del Rey Juan Carlos y la renovación en la Jefatura del Estado que pasa a manos de un nuevo rey joven, lo que de por sí tiene un valor metafórico de cambio. Todavía no hemos acertado en poner una palabra y una fecha exacta, pero está claro que vivimos en la postransición: ha cambiado el sistema de partidos políticos, la Jefatura del Estado y también el clima de consenso de la sociedad española que se ha polarizado mucho. Por ejemplo, el catalanismo, que antes era un factor de estabilidad, ha pasado a ser uno de los problemas más graves de España. En cambio ETA, que era un grave problema en la Transición, parece que ha cesado en la actividad terrorista. También nos recuperamos de la gran recesión de 2007, de la que recuerdo el titular de The Economist refiriéndose a España: «Se acabó la fiesta». Evidentemente, con la pandemia hay otra crisis demográfica, humana y económica que tardaremos en recuperar. En general, la situación es completamente distinta, nueva, con gobiernos de coalición, fuerzas políticas previamente inexistentes que han irrumpido en la política y que han provocado un cambio sustantivo en los dos partidos mayoritarios. Por un lado, el Partido Socialista o ‘el sanchismo’ tiene poco que ver con la idea de socialdemocracia y con el fuerte sentido nacional que representaron González y Guerra, y todos los gobiernos que ellos presidieron. Por otro lado, el Partido Popular está en un momento de incertidumbre y se ve acechado por una ultraderecha que antes parecía desaparecida. No me atrevo a saber a dónde vamos. Vivimos en una época de gran incertidumbre y eso suscita siempre preocupación, prudencia y cautela. Eso sí, sin sentido de Estado y sentido de la nación no se puede estar en política nunca, y menos en esta época de cambio e incertidumbre."

Juan Pablo Fusi


"Se necesitan leyes de memoria histórica, pero no como instrumento de deslegitimación política."

Juan Pablo Fusi


"Son muchos los hechos que han marcado la historia de España de manera significativa y que podrían haberse producido de otra manera. Por ejemplo, aquello a lo que llamamos conquista árabe podría haber fracasado desde el primer momento y, sin embargo, fueron ocho siglos de arabización. Luego también está América: la presencia de España en América globalizó de una forma inconcebible la historia peninsular, que podría haberse limitado a España –un país europeo con un área de influencia en el Mediterráneo y en el sur del continente– y ya está. Este evento tuvo mucho de fortuito e inesperado. Y no fue el único. Lo importante es que todo lo que ha ido ocurriendo en la historia es probable y no inevitable. Es verdad que todo tiene causas, pero el historiador no debe nunca olvidar esos factores contingentes y azarosos que hacen que la historia hubiese podido ser de otra manera. Desde luego es una convicción que defiendo y que, creo, encaja en los caminos de Borges."

Juan Pablo Fusi Aizpurúa









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