"Cuando al universo se le dan nombres que se aplican ante todo a co-sas muertas o a máquinas o a procesos impersonales, se lo entiende en términos de muerte, de mecanismo y de procesos impersonales. Perderemos necesariamente de vista el significado de la vida, la misericordia y la con-ciencia inherentes en cada átomo23». «Los que viven en un universo abstracto, tratarán con las cosas y con otros seres como abstracciones. Los que viven en un universo mecanicista trata-rán todo como si fuera una máquina. A los que experimentan un universofrío e indiferente, les corresponderá lo mismo."
William Chittick
"El cosmos es una vasta configuración de mundos que relata una historia coherente (para aquellos que entienden) y que es, por tanto, un libro. Así también el ser humano es un libro, pero los seres humasnos, en su mayoría, se han olvidado del relato."
William C. Chittick
“" El nombre de El Viviente es un nombre esencial de Lo Real —¡la gloria sea con Ella! Por tanto, nada puede emerger de Ella sino seres vivientes. Así, todo el cosmos está vivo, porque la no existencia de la vida, o la existencia de algo en el cosmos que no esté vivo, no tiene soporte —sin embargo, cada cosa contingente debe tener un soporte. Así pues, lo que consideras ser inanimado está, de hecho, vivo” (Futuhat, vol. 3, p. 324, línea 20)
En la forma que tiene Ibn ‘Arabi de ver el universo, todas las cosas son palabras vivientes articuladas en el Aliento de la Toda-Misericordia. Esto es decir que la divina vida y la divina misericordia son, de hecho, una misma cosa. Cuando Dios dice en el Quran, “Mi misericordia abarca todas las cosas” (7:156), esto significa, de acuerdo a Ibn ‘Arabi, que “Ella manifiesta su misericordia hacia el cosmos por medio de la vida, pues la vida es la esfera de la misericordia que lo abarca todo” (Futuhat 2:107. 25)
En otra parte explica que todo en los tres reinos de lo visible —esto es, los minerales, las plantas y los animales— está bajo el control de los ángeles llamados “almas” (nufus). Por medio de sus almas, todas las criaturas reciben su vida de Dios y le conocen. La gente se refiere a los seres como “animales”, esto es, hayawan, “vivientes”, sólo cuando perciben signos de vida evidentes en ellos, “Pero”, dice Ibn ‘Arabi, “Todo está impregnado de vida. Así pues, alaban a su Creador de una forma que no escuchamos. Dios les enseña a través de su disposición innata (fitra) de una manera que no conocemos. Así pues, no hay nada húmedo o seco, frío o caliente, inanimado, planta o animal, que no glorifique a Dios con una lengua específica a su especie” (Futuhat 2:107. 25)"
William Chittick
La sabiduría de los animales
"Hoy en día la mayoría de las personas interesadas en la espiritualidad oriental buscan la ‘experiencia’, a pesar de que describan lo que buscan como una comunión íntima con Dios. Aquellos que están familiarizados con los estándares y normas de la experiencia espiritual establecidas por disciplinas como el sufismo generalmente reaccionan consternados ante la forma en que los occidentales se apresuran a tomar cualquier aparición fuera del dominio de la conciencia normal como si fuera una manifestación de lo ‘espiritual’. De hecho, existen innumerables planos en el mundo invisible, algunos de los cuales son más peligrosos que las peores junglas del mundo visible."
William Chittick
The Sufi Path of Knowledge
"Hay una diferencia fundamental entre la tradición islámica intelectual y la ciencia y enseñanza moderna. Una forma de entender esto es que los intelectuales musulmanes han intentado llegar a una visión unitaria y unificada de todas las cosas actualizando el espíritu divino latente en todo ser humano, un espíritu que muchas veces han llamado ‘aql –intelecto.
En contraste con esto, lo científicos modernos quieren alcanzar un entendimiento aún más preciso y exacto de las cosas, que sea útil para adquirir más control sobre el medio ambiente, el cuerpo humano y la sociedad. Este control, aun así, no le es dado a la inteligencia del representante de Dios en la tierra –una inteligencia que por definición incluye la totalidad de la perfección moral y ética. Sino que, este control, es entregado a las pasiones de la ignorante y olvidadiza individualidad –a los que se le llama nafs, o ego en los textos islámicos. Esto es bastante obvio en las varias formas de gobierno que han aparecido en el mundo moderno, todas las que utilizan esta ventaja tecnológica y científica para subyugar a su gente. Incluso en los gobiernos “democráticos”, tal y como reconoció Platón hace tiempo, pueden convertirse en el gobierno de las pasiones humanas.
Me gustaría apuntar otra característica más de la tradición islámica intelectual, que la pone en marcado contraste con la enseñanza moderna. Esta tiene que ver con las implicaciones de lo que se conoce como tahqiq. Tahqiq significa verificar o darse cuenta de las cosas, o lo que es lo mismo darle a cada cosa su haqq –realidad- en vista de la realidad absoluta que es Dios. En el pensamiento moderno islámico, tahqiq a veces es usado para traducir ‘investigación científica’. De cualquier manera, los intelectuales tradicionales musulmanes no hubiesen reconocido el tahqiq en cualquier forma de investigación moderna. La razón básica de esto es que la investigación moderna está basada esencialmente en el taqlid, no en el tahqiq, que es lo mismo que decir que está siempre basada completamente sobre los descubrimientos de científicos anteriores. Por otro lado, el tahqiq entendido por los intelectuales musulmanes no aceptaba todo taqlid. Sino que era una actividad intensa y personal cuya meta era el descubrimiento del haqq por le inteligencia propia del buscador. Esta inteligencia era entendida y por supuesto experimentada, como aliento de consciencia supra-individualidad, transpersonal y universal que fue ‘soplado’ en Adam cuando fue creado.
Desde el punto de vista de la ciencia moderna, que está basada en el taqlid, todo buscador de conocimiento en la tradición intelectual islámica estaba intentando ‘reinventar la rueda’. Pero es precisamente la implicación tecnológica del conocimiento, implicada en esa expresión, que no era la meta de la búsqueda. Sino que la meta era la sabiduría, y la sabiduría solo puede ser descubierta donde reside. La sabiduría reside en la inteligencia viva y la actividad ética, en ningún otro sitio.
Es un error común de interpretación de la historia intelectual islámica decir que los eruditos musulmanes hicieron importante descubrimiento pero luego no pudieron hacer un seguimiento de ellos, por lo que la antorcha del conocimiento fue pasada a Occidente. Esto es buscar la metodología empírica y las metas prácticas de la ciencia moderna en los métodos intelectuales y metas espirituales de la tradición de la sabiduría. No, la meta no era crear una piscina de información de la cual otros científicos pudiesen tomar y construir y de la que saldría tecnología con un fin práctico. Esto no era sino una consecuencia secundaria, aun así importante. Sino que la meta era el tahqiq que es descubrir la verdad en uno mismo por uno mismo. Las aplicaciones prácticas mundanas eran secundarias. Una atención excesiva al bienestar físico y el beneficio material era considerado el signo de un intelectual fallido. En resumen, el verdadero buscador de conocimiento tenía otra meta, que era la de ver por sí mismo. El verdadero buscador de conocimiento sabía que, como dice Rumi, “Ser humano es ver, el resto es piel”. Ver por uno mismo es llamado tahqiq, y es entender el haqq de las cosas –su verdad y realidad- y luego el poner cada cosa en su sitio de acuerdo a su haqq."
William Chittick
"La idea que gobierna el pensamiento islámico, después de la afirmación de la unidad y supremacía de lo Real, es que sin ayuda la naturaleza verdadera del mundo es inaccesible a los seres humanos. Esta idea está expresada explícitamente en la segunda parte de la šahāda, aunque también lo está implícitamente en la primera. Sin mensajeros de la Realidad, nadie puede llegar a conocer a Dios y las raíces teomórficas de la naturaleza humana."
William Chittick
"La tradición filosófica islámica sólo puede entender a los seres humanos en términos de unidad del mundo humano y el mundo natural. No hay lugar en esta tradición para poner una cuña entre los hombres y el cosmos. En último análisis, el mundo natural es la externalización de la sustancia humana, y el alma humana es la internalización del reino de la naturaleza. Los seres humanos y el universo entero están íntimamente entrelazados, situándose el uno frente al otro como dos espejos. La búsqueda de la sabiduría sólo puede tener éxito si se reconoce al mundo natural como equivalente al ser de uno mismo, al igual que debe verse la raza huma-na en su totalidad como manifestación externa de las potencialidades y posibilidades del alma humana."
William Chittick
"Mientras la visión truncada del mundo del cientifismo permanezca como árbitro, no será posible una apertura hacia lo infinito. Como máximo, la gente se inventará un sucedáneo de cosmología que apenas les permitirá ver más allá de los horizontes de la cultura popular."
William Chittick
"Miran las cosas y no pueden ver en ellas sino eso, cosas –nunca las ven como señales, marcas, indicadores o símbolos. Desde la escuela primaria, se les ha enseñado a creer que las cosas son reales en sí mismas, y que esta realidad sólo puede ser explicada científicamente, lo que quiere decir matemática y cuantitativamente. Si algunas cualidades, tal como los colores, se pueden expresar con números, son entonces reales, pero las cualidades que no puedan expresarse cuantitativamente –y la mayoría no pueden serlo– son irreales."
William Chittick
"Ser humano es buscar un conocimiento que acreciente nuestra humanidad. La característica que define a la humanidad es la inteligencia autocons-ciente, y conocer esa inteligencia inteligentemente exige concentrar todas nuestras energías en el conocimiento del sí mismo. Cualquier conocimien-to que no ayude en la empresa del conocimiento de sí es, de hecho, igno-rancia, y su fruto sólo puede ser la disolución y destrucción de la naturaleza humana."
William Chittick
"Si la gente falla en nombrar las cosas bajo el ala de la guía divina, las nombrarán según les parezca. Sin embargo, no hay manera posible de que conozcan los nombres reales de las cosas sin la asistencia del Nombrador divino, porque los nombres reales obedecen a las realidades de las cosas en la mente divina. Dios da existencia a las cosas de acuerdo con sus nombres, de modo que conocer los nombres reales es la clave para comprender el cosmos y el alma.
(...)
Una perspectiva que deje de lado la dimensión divina empleará necesariamente nombres inadecuados, si no errados. El resultado neto de nombrar erradamente será un desastre para los que empleen esos nombres, si no para la humanidad en su totalidad –un “desastre” entendido como aplicable a la extensión total del ámbito humano, no solamente en lo que se refiere a lo que es anterior a la muerte."
William Chittick
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