Gustaf Geijerstam

"A la mañana siguiente, Nils Goran y su esposa habían salido. Había dejado de llover estrepitosamente durante la noche y la luz del sol irradiaba sobre la superficie blanca y azul de los Lommen, así como a través de las ramas de los abedules.
Y sin embargo, los dos tenían la sensación de que un incendio había estallado en su pacífico lar, en medio del paraíso natural que los rodeaba.
Brites, no atendió a las solicitudes, sino que se mantuvo incólume en torno a su deseo de buscar la paz, y a su necesidad de hallarse solo. Cuando llegó la mañana, ordenó prepararlo todo para salir y dispuso sus maletas. Cuando su mujer le preguntó si iba a viajar, simplemente respondió: "Estaré ausente", "Volveré lo más pronto que pueda"
Spitz ya se hallaba sentado en la calesa, dejando que los caballos jóvenes se estiraran a su antojo. El comandante no se volvió siquiera una sola vez mientras se alejaba.
Brite aguardó a su marido casi una semana, antes de que éste volviera. Tres veces durante este período había acudido a la oficina de correos en busca de noticias, e incluso consultado las esquelas de los periódicos. Era presa de la inquietud y la esperanza-no sabía con exactitud de cuál de las dos. Porque lo que temía era que su marido ya no pudiera regresar. Y lo único que la tranquilizaba, era que él no le había escrito.
Sin embargo, sus noches y sus días estaban colmados de imágenes de terror, y cada hora que pasaba, el miedo crecía. Erling y los criados no podían hacer nada para menguar este estado de ánimo.
Ante ellos, no podía admitir que estaba asustada, temiendo que su esposo se quitara la vida. Por lo tanto, se mantuvo en una posición firme, y sólo en la intimidad y soledad de su dormitorio daba rienda suelta a sus salvajes premoniciones."

Gustaf af Geijerstam
Los hermanos Mörk


"A solas con Magnus, Karin vio pasar el largo y crudo invierno. Se acercaba la Navidad. La blanca nieve, el sol brillando sobre las deslizantes abrazaderas, y los niños jugando en los trineos.
Para ella era como si nada de esto le insuflara verdadera vida. En aquellos días debería cantar y regocijarse, pero con inútil frecuencia recordaba cómo todo la dejaba indiferente.
Sólo vivía allí y aguardaba la llegada de una carta, que leería con la misma dicha de antaño. Se sentía como un ladrón que teme ser capturado. Lamentablemente, no podía escribir porque todos sus pensamientos adolecían de tristeza desde el día en que sintió que su corazón fue traicionado y lloraba. No veía ningún atisbo de esperanza. No tenía a nadie con quien hablar, nadie podía decirle una palabra de consuelo. Aquel secreto se había convertido en una pesada carga, y el largo plazo de la espera la torturaba y la llenaba de ansiedad.
Un día recibió una carta de Cecilia y la leyó, llena de tristeza, fuerza y esperanza.
Y concluía así:
"Mi padre todavía quiere verme. Le escribí y le pregunté, pero no creo que haga nada al respecto. La abuela se ha portado muy bien conmigo, y me permite quedarme todo el tiempo que necesite. No puedo vivir si tengo que sentir todos los días que no soy nadie de provecho. Es lo que le dije a la abuela, y ella me comprendió.
A pesar de su ruda apariencia, pronto te das cuenta de que tiene un corazón de oro.
A pocos Kilómetros de aquí, he de decirte que vive un viejo capitán con su esposa. Probablemente nunca habrás oído hablar de ellos, pero son parientes lejanos de nosotros. He hablado con la abuela acerca de encontrar trabajo. Pero ella dice que no hay nada que se ajuste a una chica de buena familia. Al menos en la casa me siento útil y puedo ayudar. Fui a visitarles una vez y me complació ver que, a pesar de su edad, son tan felices, si bien la vieja tía no es muy fuerte.
Me siento muy feliz. En este extraño mundo debe ser una desgracia no poder trabajar cuando se es joven y se puede hacerlo. Por lo tanto, intento alejar de mí esta vana tristeza. De lo contrario, me podría haber visto forzada a contarle a nuestro padre mi dolor, aunque me gustaría poder sincerarme con él."

Gustaf af Geijerstam
El sueño de Karin Brandt



"Cada palabra pronunciada me infligía un nuevo dolor. Nunca podré olvidar nuestra extraña despedida.
Cuando me había recuperado un tanto de la impresión, Maud dijo:
"Especialmente en estos días en los que me prohíbo a mí misma sentir, cuando pienso en ello, una cascada de palabras se vierte sobre mí. Personas, eventos y sucesos de mi vida-todo fluyó sobre mí. Me siento muy cansada. Y sin embargo tuve misericordia de ti. Yo te amaba. Pero mientras tú permanecías absorto en tus dudas, yo deseaba vivir. Se me olvidaba que nunca he actuado de la misma forma que Karsten. No he sido capaz de soportar no poder tomar todo de ti. Ya no había espacio para entregar."
¿Me comprendes, o por lo menos empiezas a entenderme? Yo te quería y noche tras noche, no pasaba un día sin que deseara sentirme acompañada en mi sentimiento. ¿Te acuerdas de nuestro período de compromiso? Mi solidaridad contigo era tal que contaba los minutos que faltaban para la boda. Tú no necesitabas decir nada, Karsten. Ya entonces me di cuenta. Palabras claras y directas. Me dijiste que nunca encontrarías la felicidad conmigo y esta verdad me desesperaba.
Llegué a sentirme hastiada de tu suicida destino. Era tan ingenua como para creer que podrías cambiar. Quizás con algo de suerte-pensé- Era tan infantil y estaba tan llena de confianza en mí misma, que pensé que nadie podría hacerte más feliz que yo."

Gustaf Geijerstam
El misterio eterno









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