Hemos leído muchos libros, analizado muchos casos e
investigado muchos aspectos relacionados con vuelos, teletransportaciones y
desapariciones, y hemos podido comprobar que a menudo se trata de malas
interpretaciones de sucesos que en realidad no son tan anómalos. O de simples
invenciones literarias, fraudes, bulos o falsificaciones. Ahí están, por
ejemplo, los casos del batallón del regimiento Norfolk, los ángeles arqueros de
Mons, los de Rudolph Fentz, Oliver Lerch o David Lang, por citar sólo algunos.
(…)
Hemos unido nuestros archivos y nuestro trabajo para dar a luz una obra «inexplicable», haciendo honor al título. Lo fácil para nosotros hubiera sido encadenar una historia tras otra de las muchas que conocemos sin entrar en su posible veracidad o falsedad, pero nos gusta investigar y complicarnos la vida. Eso supone dedicar más tiempo a buscar las fuentes originales, a analizar los indicios o las pruebas y a averiguar si una noticia está relacionada con otras, lo que nos obliga a leer más, a viajar más, a escribir más... Pero creemos que ha valido la pena el esfuerzo y que los lectores lo agradecerán. Nuestro propósito es arrojar un poco de luz a un asunto tan turbio como es el de los viajes que no tienen una explicación convincente, en todas sus posibles variantes: raptos, trayectos, desplazamientos, abducciones, bilocaciones, levitaciones, desapariciones y teletransportaciones.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 3-5
Los cuentos y leyendas se clasifican en veintidós temas
según el sistema Aarne-Thompson (AT), que les asigna letras y números. Las
clasificaciones comienzan con el código A1 (historias acerca del Creador) y
terminan con el Z356 (las protagonizadas por un único superviviente tras la
destrucción de su comunidad).
(…)
Desde 2004, a la clasificación Aarne-Thompson se le añade el nombre de Uther, por ser él quien la ha acabado de completar.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 6-8
Propp analizó los cuentos por la función que cada personaje
cumplía con sus acciones y concluyó que un relato estaba compuesto de 31
elementos.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 7
En las tradiciones de todo el mundo se da noticia de
personas que han sido llevadas, a la fuerza o por propia voluntad, a lugares
lejanos para ser testigos de acontecimientos históricos (la ciudad de Roma es
uno de los destinos favoritos), o bien a la vuelta de la esquina. El medio
usado es un transporte sobrenatural, que puede ser muy diverso: palos, escobas,
arcones, esferas, torbellinos, nubes e incluso a lomos de un diablo. Menos
máquinas, cualquier cosa puede servir. Algunos han desaparecido súbitamente y
han aparecido en otro sitio distinto, totalmente desconcertados, sin saber ni
cómo ni cuándo ni de qué manera han llegado allí. Hartland, Evans-Wentz, el
padre Feijoo o Antonio de Torquemada nos cuentan varios de esos casos. Ahora
bien, en algunos episodios intervienen demonios, en otros duendes, brujas,
espíritus, ángeles, elfos y entidades de diversa naturaleza y pelaje.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 8
Según Torquemada, a mediados del siglo XVI vivía una familia
con dos hijos, y uno de ellos, de unos trece años, cometió una travesura con la
que enojó mucho a su madre, tanto que ésta «comenzó a ofrecerle y encomendarle
muchas veces a los demonios que se lo llevasen delante. Esto era a las diez de
la noche, que hacía muy oscura y como la madre no cesase de seguir sus
maldiciones, el muchacho con miedo se salió a un corral que en la casa había y
allí desapareció».
Aunque lo buscaron por todas las partes, no había dejado ni rastro; todas las puertas estaban cerradas, no faltaba ninguna prenda ni ningún enser, nada indicaba que hubiera huido. Al cabo de dos horas, los padres oyeron un ruido estruendoso en la habitación superior. Subieron rápidamente, abrieron la puerta con llave y encontraron al muchacho aturdido y maltratado, con la ropa rasgada y el cuerpo magullado, con rasguños similares a los que dejan las espinas o las garras.
Al día siguiente, cuando el chico ya parecía haber vuelto en
sí, sus padres le preguntaron qué le había ocurrido la noche anterior. Él les
explicó que, mientras estaba en el corral, había visto sobre sí
... unos hombres muy grandes y muy feos y espantables, los
cuales, sin hablar palabra, le tomaron y llevaron por el aire con tan gran
velocidad que no hay ave en el mundo que tanto volase; y que, descendiendo a
unos montes muy llenos de espinos, le habían traído arrastrando por medio de
ellos para una parte y para otra, de manera que le habían puesto de la suerte
que veían; y que al fin le acabaran de matar, sino que él tuvo tino de encomendarse
con gran voluntad a Nuestra Señora que le valiese y que, a la hora, aquellas
visiones le habían vuelto por el aire y le habían metido por una ventana
pequeña que estaba en la cámara y que allí lo habían dejado y se volvieron por
donde habían venido.
Torquemada acaba su relato contando que conoció
personalmente a aquel muchacho después de mucho tiempo y constatando que de
esta mala aventura el muchacho quedó sordo y abobado, «de manera que nunca fue
el que antes era y pesábale de que le preguntasen o trajesen a la memoria lo
que por él había pasado».
¿Quién raptó al niño astorgano y para qué? Lo cierto es que
el incidente le dejó unas importantes secuelas físicas y psíquicas, como suele
ocurrir en otros relatos coetáneos. Después de un incidente de esta clase, las
personas involucradas en él o, mejor dicho, las víctimas ya no son las mismas.
Hay un antes y un después. Su carácter cambia de manera radical, y suele ser
para mal.
Los niños son las víctimas más vulnerables, sea por su
escaso peso o su mucha inocencia, para sufrir esta clase de raptos que se dan
en todas las latitudes.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 22
Uno de los capítulos más interesantes de la historia mágica
de España es determinar quién era el tal Zequiel y los poderes que tenía, entre
ellos el de llevar por los aires al doctor Torralba de Valladolid a Roma en
apenas unas horas. Disponemos de más datos gracias al proceso inquisitorial, y
por él sabemos que Torralba contó con la compañía de aquel misterioso joven
rubio desde 1501 hasta al menos 1527, que ya son años. Solía vestir con traje
de peregrino o de ermitaño y no consentía que le tocasen. Cuando su nuevo amo
quiso abrazarlo le gritó: «No me toques», y tampoco le gustaba ser visto por
otras personas que no fueran su protegido. Según Torralba, era un espíritu de
la India Alta, de las tierras del Preste Juan. Poco más sabemos de él, salvo
que desapareció cuando Torralba cayó en desgracia. ¿Quién sería su siguiente
dueño?
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 30
«Changelings» o los
cambiazos élficos
La palabra changeling, en el terreno en el que nos estamos
moviendo, designa al niño no humano (suele ser el hijo de un hada, duende,
xana, trol, elfo u otra criatura fantástica) que secretamente se deja a cambio
de un niño humano robado.
Siempre hay tesis –y que nunca falten– que nos aproximan,
aunque sea muy vagamente, a las motivaciones que pueden tener las hadas para
obrar de una determinada manera. En el caso concreto del rapto de bebés, se han
barajado diversas teorías, a cual más curiosa, y en todas hay tantos argumentos
a favor como en contra para considerarlas aceptables. Según una de esas
teorías, las hadas son una raza en clara decadencia genética, y por eso sus
manifestaciones visibles cada vez son menores (por lo menos las de la vieja
usanza); sienten fascinación y envidia por la vitalidad de los humanos, y por
ello solían secuestrar o abducir –ya no lo hacen– a niños, para revitalizar con
sangre fresca sus deteriorados organismos y su debilitada raza. Las hadas se
aprovechan de la inteligencia y la fuerza de los seres humanos, lo que da lugar
a ocasionales interacciones en su mundo: efectuando secuestros de comadronas
para que las ayuden en difíciles partos «feéricos» o para amamantar a sus
recién nacidos, a menudo débiles y enclenques. Cuando la comadrona no puede ser
trasladada a su «mundo», las hadas llevan a sus bebés al mundo de los humanos
para que sean amamantados allí, e incluso pueden llegar a cambiarlos por niños
humanos, en un trueque que casi nunca es definitivo, sino temporal, y del que
la madre humana, por supuesto, no se entera.
Otra teoría sostiene que cada siete años el diablo u otra
entidad maléfica exige un tributo de sangre al reino de las hadas, y este tributo
a menudo se paga con el rapto de un bebé humano.
Tanto en un caso como en otro, siempre surge la misma duda:
¿qué dejan a cambio? Aquí entramos de lleno en el tema del «doble» feérico. Al
parecer existen varias versiones, desde las que dicen que dejan en su lugar a
un viejo elfo, o a un niño raquítico (que suele morir a los pocos días de
debilidad), hasta las que aseguran que lo que dejan en realidad sólo es un
trozo de madera que, por un encantamiento, tiene la misma apariencia que el
niño robado.
Katharine Briggs postula que hay tres tipos diferentes de
changelings o impostores:
– El trozo de madera, utilizado sobre todo cuando el
«cambiazo» es el de una persona adulta (como un ama de cría o una joven), y que
representa el «doble» exacto de esa persona.
– El bebé enfermizo del hada, a quien la nutritiva leche
materna puede darle alguna oportunidad de salvación, a cambio del vigoroso y
saludable bebé humano.
– El hada vieja y arrugada que, cansada de su vida, prefiere
ser acunada, alimentada y mimada por una madre adoptiva, transformándose para
ello en un niño.
Robert Kirk, en cambio, creía que lo que dejaban en el lugar
del niño secuestrado era una especie de doble o falsa imagen de él, que iría
debilitándose y acabaría muriendo. En relación con el tema del doble, hay que
tener en cuenta que una constante poco tratada en el mundo de las hadas es su
facultad para imitar o reproducir a seres humanos, gracias a sus hechizos,
aunque nunca lo hacen con total exactitud: suelen ser más delgados, con más
pelo y más lívidos, y ofrecen una imagen especular; es decir, que si el
sustituido tenía un lunar en el muslo derecho, el que lo reemplaza lo tendrá
justo en el mismo sitio pero en el muslo izquierdo.
En cualquier caso, si analizamos el fenómeno con cierta
seriedad, cabe suponer que, ante la excesiva mortandad infantil (debida a
factores diversos, entre ellos la alimentación inadecuada, la insalubridad, el
clima y las enfermedades), se buscaban explicaciones tranquilizadoras para que
los padres que perdían a sus hijos pudieran echarle la culpa a alguien (a
brujas o hadas) o se consolaran pensando que al menos su hijito seguía vivo en
el mundo de las hadas. Esto no quiere decir que todas las muertes infantiles
obedecieran siempre a causas naturales, ya que hubo otras muchas cuyo misterio
nunca pudo ser resuelto satisfactoriamente.
Vladimir Propp, en su ensayo Las raíces históricas del
cuento, al estudiar el rapto de los niños en el cuento maravilloso de tradición
oral, llega a la conclusión –una conclusión sui generis pero ciertamente
interesante– de que los malvados personajes con que se amenazaba a los niños
(ogros, hombres del saco, etc.) no son más que la pervivencia en forma de
narración del rito de iniciación de algunas sociedades primitivas, en el que
ciertos individuos acudían disfrazados de animales a llevarse a los niños –más
bien adolescentes– para someterlos a las correspondientes pruebas. Sin embargo,
todo esto no contribuye demasiado a aclarar el porqué del rapto o la abducción.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 38
Lo cierto es que la creencia en los changelings ha sido, en
algunas épocas, causa de grandes sufrimientos para familias que tenían niños
enfermos o deformes y que, imbuidas por estas prácticas supersticiosas, los
maltrataban con el objetivo de que las hadas volvieran a traer al hijo
auténtico. Por suerte, en España las cosas nunca han llegado a estos extremos.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 42
Una pieza más que añadir en este extraño y complejo puzle de
los viajes extraños e inexplicables es la presencia, en algunas tradiciones, de
una serie de personajes sobrenaturales encargados de provocar las
desapariciones. Nos referimos a los djins o jinas de la mitología árabe,
también conocidos por otras culturas, y entre cuyas aficiones está la de raptar
a algunos humanos y transportarlos por el aire, para más tarde devolverlos,
aturdidos, en lugares distantes (como le pasó al niño de Astorga, por ejemplo).
El Corán les dedica un capítulo entero. La palabra «genio» proviene del término
árabe djin, que describe un tipo muy concreto de ser. Borges decía que Alá hizo
a los ángeles con luz pura, a los hombres con polvo y agua (es decir, con
barro) y a los djins con fuego sin humo. Fueron creados, siempre según la
tradición islámica, dos mil años antes que Adán y Eva, pero su raza no llegará
a ver el Final de los Tiempos, aunque pueden redimirse como los humanos. Son
invisibles para los hombres, aunque son capaces de hacerse ver y adoptar formas
humanas para suplantarlos (o formas de animales). Los djins pueden hacer mucho
daño, pero también pueden conceder dones y hacer grandes favores, ya que Alá
les concedió el libre albedrío. Suelen volar o hacerse invisibles y hasta
pueden raptar a mujeres, y a algunos hombres los lanzan por el aire para
dejarlos aturdidos. Según la tradición, cuando un djin era excesivamente cruel
con los hombres, se le encerraba en una botella durante mil años como castigo.
De aquí viene la historia de Aladino y la lámpara maravillosa, un cuento
medieval árabe que fue incorporado en Las mil y una noches. En Argelia se
cuentan historias sobre ghouls (varones) y ghoulas (hembras) que adoptan la
forma de hermosos hombres y mujeres para seducir a los mortales en su papel de
íncubos y súcubos. Los seres humanos a los que secuestran son transportados
«por el aire» a castillos en las montañas, donde son sometidos a toda clase de
vejaciones. En cuanto a la localización de estos castillos, por lo general se
los sitúa en las montañas, aunque en ocasiones «los demonios masculinos también
recogen a niñas humanas cuando éstas se atreven a quedarse en la terraza por la
noche, y las llevan hasta sus profundas cuevas en las montañas». El objetivo de
estos secuestros generalmente es el mismo que el de los ambientados en Europa:
los ghouls desean crear una «nueva raza» de híbridos de mala calaña.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 54
Los antiguos relatos no hablan de ovnis ni de extraterrestres,
pero curiosamente presentan pautas comunes con los casos más actuales, salvo
por un detalle significativo que demuestra que el fenómeno va experimentando
una mutación: el paso de un lugar a otro es instantáneo y el sujeto, por lo
general, no sufre ninguna clase de violencia ni experiencia desagradable. Ya no
hay razón para atribuir estos raptos a dioses, espíritus, íncubos, ángeles,
demonios, jinas o hadas. Ahora los responsables son seres de otros planetas. Y
la desaparición puede deberse no a un secuestro, sino a que, sencillamente, se
ha penetrado en una «zona ventana» (llamada así por David Fideler). Por esta
razón, es difícil distinguir los casos de teleportación del fenómeno ufológico,
aunque no nos conviene dejarnos engañar por las apariencias. Sabemos que el
fenómeno se produce de improviso, sin que medie la voluntad del sujeto –al
menos en apariencia–, y no obedece a un fin coherente. La persona transportada
desaparece sin aviso previo y aparece al instante en otra parte. No causa
ningún mal físico irreparable, pero sí un shock temporal. Normalmente afecta a
una o dos personas que van dentro de un automóvil o que están paseando por el
campo. Charles Fort sugiere que la transportación puede ser un medio empleado
por la naturaleza para distribuir las cosas sobre la superficie de la Tierra, y
que en este proceso algunos seres humanos quedan atrapados por accidente.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 56
Cuando se examinan relatos donde aparecen seres fantásticos
que raptan a jóvenes mujeres –y hay muchos a lo largo y ancho de este planeta–,
casi siempre se remarca que el secuestro se debe a fines sexuales y
reproductivos, pero no siempre es así. En el folclore más ancestral se habla
con frecuencia de sátiros libidinosos, de duendes rijosos, de íncubos obsesos,
de enanos un tanto lúbricos, de fantasmas y gnomos lascivos y toda una retahíla
de seres depravados que parece que sólo están interesados en las féminas para
satisfacer sus instintos más primarios. Esto, que puede ser cierto en muchos de
estos relatos, tendría que matizarse en otros, ya que no sólo se muestran
interesados por las mujeres, sino también por los niños, y en estos raptos
parece subyacer la intención de dejar descendencia (una especie de raza
híbrida) o llevar a cabo cierta manipulación genética.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 61
Los secuestradores sobrenaturales de niños aparecen de vez
en cuando en la prensa ghanesa y en internet. Así, por ejemplo, entre las
cartas enviadas a la página de UFO UpDate, un corresponsal escribió una donde
explicaba que dos meses antes había estado hablando con un testigo de un ovni:
... y él mencionó que era de Ghana, África occidental. Me habló de un viejo
mito, relacionado con unas pequeñas criaturas que entran en las aldeas por la
noche y se llevan a las personas, para luego devolverlas mucho más tarde.
También me comentó que tenían un cierto parecido con el típico extraterrestre
gris. Esto ocurre desde hace ya varios siglos, dijo, y al parecer sigue
pasando...
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 71
Gracias a un artículo de Nacho Ares, nos enteramos de que el
Dr. John Kinnaman (1877-1961), arqueólogo bíblico de renombrada fama, afirmó en
una conferencia que, habiendo ido a excavar a la meseta de Gizeh en 1924 junto
con el prestigioso egiptólogo sir Flinders Petrie, célebre por sus estudios
sobre la zona, ambos investigadores descubrieron de forma casual un túnel al
sur de la Gran Pirámide. Según Kinnaman, había un corredor descendente que,
sumergiéndose a gran profundidad, llegaba hasta una sala que albergaba un gran
número de máquinas de extraño funcionamiento y, por supuesto, de origen
desconocido. También mencionó la existencia de miles de prismas de cristal cuya
función ignoraba, y una máquina antigravedad, entre otras muchas cosas que
«usted no se creería», en palabras textuales de Kinnaman. Curiosa o
sospechosamente, el arqueólogo no recordaba la ubicación exacta de aquel túnel
tan singular, por lo que jamás ha vuelto a ser encontrado.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 82
HABLEMOS DE LOS HOPI
Pero no queda aquí la cosa. Los indios hopi, hoy asentados
en una reserva en el Estado norteamericano de Arizona, conservan una tradición
sobre unos remotos antepasados venidos del cielo llamados katchinas, una
especie de dioses que disponían de aparatos voladores y que enseñaron a los
hopi varias cosas, entre ellas la existencia de un inmenso continente situado
en el actual emplazamiento del Pacífico, llamado Kásskara, así como el arte de
cortar y transportar por el aire enormes bloques de piedra. Cuando Kásskara se
hundió en las aguas, hará unos doce mil años, sus habitantes sufrieron un
penoso éxodo. Muchos se diseminaron por un rosario de islas del Pacífico y
otros llegaron hasta la actual América del Sur y allí construyeron Tautoma (que
se identifica con Tiahuanaco), y se asentaron en los alrededores del lago
Titicaca. Allí por donde se supone que pasaron o se asentaron, existen
referencias a esas asombrosas habilidades con las piedras.
Una historia interesante, ¿verdad? Pues sentimos decir que
es falsa. Todo eso fue inventado por un supuesto contactado que luego convenció
a algunos hopi de su veracidad. Éstos son los hechos:
Los mitos ufológicos de los hopi surgieron cuando George
Hunt Williamson conoció al jefe del Clan de Sol hopi, Dan Katchongva, en los
años cincuenta. Katchongva se creyó las milongas de Williamson y empezó a
mezclar las historias de ovnis con las leyendas tradicionales de su pueblo. Sin
embargo, los hopi mejor informados rechazaron estas ideas y las consideraron
una vergüenza. La mitología hopi ocupa una parte importante del tercer volumen
de Road in the Sky (1959), la trilogía de libros sobre ovnis en la prehistoria
de Williamson. En 1970 Katchongva se interesó por otro supuesto contacto, Paul
Solem, quien integró la profecía de los hopi en mensajes que decía que recibía
de contactos en Venus. Esto colmó la paciencia de los hopi, que acabaron
expulsando a Dan Katchongva del clan, aunque ya era bastante mayor.
El problema fue que entre los hopi, incluso después de los
años setenta, ya había mucha gente influenciada por los contactados. Josef
Blumrich, ingeniero de la NASA, entrevistó a uno de ellos, White Bear (Oso
Blanco), aquel mismo año de 1970. White Bear, miembro del Clan del Coyote, le
contó a Blumrich la historia de su pueblo, los siete mundos, los kachinas, los
escudos volantes, e incluso le mostró varios dibujos sobre una piedra con
propiedades antigravitatorias. Le habló de un continente muy grande en el
océano Pacífico, el Kásskara; le explicó que los antepasados de los hopi habían
sido educados por los katchinas, unos extraterrestres que procedían de una
unión de doce planetas; le habló también de otra gran isla situada en el
Atlántico, y de su hundimiento posterior...
Algunas veces los katchinas eran invisibles. Sus naves
espaciales, descritas como escudos volantes, eran impulsadas por una fuerza
magnética, y a algunos de los antepasados de los hopi incluso se les permitió
viajar como pasajeros en ellas. Ahora bien, nada de esto era real, aunque ello
no invalida la riqueza mitológica y simbólica de la cultura hopi, que es mucha.
Lo más fantástico fue inventado enteramente en los años cincuenta. El libro de
Blumrich era tan ridículo que ni siquiera se tradujo al inglés.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 84
El Hellfire era una sociedad de carácter hedonista fundada a
mediados del siglo XVIII por el duque de Wharton, un personaje de mucho
cuidado. Aglutinó a numerosas figuras destacadas, incluyendo a Benjamin
Franklin. Haciendo gala de su nombre, blasfemar era una obligación a la que se
comprometían sus miembros, casi todos unos ateos impenitentes. Se ponían a sí
mismos «nombres iniciáticos» relacionados con sus presuntas o reales cualidades
amatorias (Johnny Pijo Largo, Lady Vagina, Mary Orgasmos, Edwards
Treshuevos...) e imponían a sus miembros un brindis al diablo, en una noche de
luna llena y en el interior de un cementerio, como rito de admisión. Si bien se
les acusaba de celebrar rituales satánicos y orgías, algunos estudiosos
modernos creen que el grupo, más que satánico, era una sociedad filosófica que
blasfemaba jocosamente de la religión cristiana. Y a la sombra de ese club
surgió otro grupo. ¿Les suenan los gormogones? No fue más que una travesura
–otra más– del duque de Wharton, enterrado en el monasterio de Poblet. La
historia tiene su gracia teniendo en cuenta que Wharton, a la sazón gran
maestre, fue expulsado de la masonería, «irradiado» debido a sus elevadas
deudas, que casaban mal con las «buenas costumbres». Rencoroso, para vengarse
inventó a los gormogones, cuyo nombre sugiere que era una auténtica parodia de
los rituales de la masonería bajo la despiadada ironía y rechifla de Wharton.
En fin, según sostiene Manuel Guerra en La trama masónica, este grupo no fue
más que un grupo antimasónico con vocación burlesca. Y les gustaba mucho gastar
bromas.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 91
En el monasterio de Armenteira las leyendas no faltan, como
tampoco la belleza y el silencio.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 100
No hay ningún fenómeno de la mística que plantee tantas
dificultades para ser explicado de forma satisfactoria como el de la
bilocación. Incluso santo Tomás de Aquino decía que la presencia de un mismo
cuerpo en dos lugares diferentes al mismo tiempo es contradictoria, porque la
materia ocupa unas dimensiones específicas y no las puede ocupar en distintos
lugares simultáneamente. Desde luego las explicaciones a este fenómeno pueden
ser muy diversas, y van desde las alucinaciones hasta el simple fraude, pasando
por la confusión de dos individuos que son gemelos o se parecen mucho. En las
tradiciones populares europeas y asiáticas, para explicar la bilocación se
habla del doble (el doppelganger alemán o el ikiryo japonés) o bien de la
proyección astral o desdoblamiento corporal. Incluso la física cuántica formula
su propia teoría aludiendo al «entrelazamiento cuántico». ¿Es un desafío a la
ciencia? El concepto ha sido utilizado en una amplia gama de corrientes
filosóficas o religiosas, incluyendo el chamanismo, el paganismo, el folclore,
el ocultismo y la magia, lo paranormal, el hinduismo, el budismo, el
espiritismo, la teosofía y la Nueva Era en general.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 117
Una vez, mientras fray Martín estaba pasando por debajo de
un andamio, se cayó un albañil desde ocho o diez varas de altura, pero nuestro
lego lo detuvo a medio camino gritando: «¡Espere un rato, hermanito!».
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 120
Existe una carta del 6 de octubre de 1820, firmada en Rávena
(Italia) por Byron, que ofrece información muy interesante sobre el hecho de
que hubiera sido visto en varias ocasiones en Londres cuando él se hallaba en
esos momentos en otros lugares, como Turquía o Grecia. En concreto, habla de
cuando lo vieron Robert Peel, un antiguo compañero de colegio de Harrow, y su
hermano: Lo que usted me comenta sobre la «apuesta de cien guineas» hecha por
alguien que dice que me vio la semana pasada me recuerda lo que pasó en 1810
[...] A finales de 1811 me encontré una noche en el Alfred con mi antiguo
compañero [...] Peel, el secretario de Irlanda. Me dijo que en 1810 me encontró
en la calle St. James, pero nos cruzamos sin hablar. Mencionó esto –y lo negué
como imposible– porque yo estaba entonces en Turquía. Uno o dos días después,
iba con su hermano y le señaló a una persona en el lado opuesto del camino.
«Allí –dijo– está el hombre a quien confundí con Byron.» Su hermano, al
instante, respondió: «Pero claro que es Byron, y no puede ser otra persona».
Sin embargo, en ese mismo momento yo estaba enfermo con una fuerte fiebre en
Patras, atrapado en los pantanos cerca de Olimpia, con malaria. Si hubiera
muerto allí, éste habría sido un nuevo cuento de fantasmas.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 125
La parapsicología sostiene que existen «dobles astrales»,
llamados por otros autores «fantasmas de los vivos», que parece que tienen vida
independiente a la de sus dueños y pueden viajar a donde les dé la gana. Es un
misterio más que no sólo afecta a místicos sino también, como hemos visto, a
escritores. Tal vez por eso las últimas palabras de Manes, el fundador del
maniqueísmo, fueron: «Yo contemplaba a mi doble con mis ojos de luz».
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 127
¿Cuántas veces nos hemos encontrado cara a cara con lo
imposible? Tal vez ninguna. Cambiemos la pregunta: ¿cuántas veces hemos leído
relatos inverosímiles? Da igual que correspondan al ámbito religioso, y los
llamemos milagros, o al ámbito antropológico, y los llamemos fenómenos
anómalos. Muchas veces la visión del mundo que tienen los «pueblos de
tradición» enfrenta al mundo occidental con el dilema de cuestionar nuestras
propias creencias sobre la realidad y, por consiguiente, a que nos planteemos
preguntas como las siguientes: ¿existen otros planos más allá de la conocida
como «realidad ordinaria»? ¿hay un mundo invisible?, ¿hay personas con
capacidad de vulnerar las leyes físicas? La vida de los santos, sin ir más
lejos, y como hemos podido comprobar, da buena muestra de ello: que si
levitaciones, bilocaciones, estigmas, cuerpos incorruptos, multiplicación de
alimentos, materializaciones de objetos... Es decir, acontecimientos que
transgreden las leyes de la biología y la naturaleza. Y pensamos que son sólo
eso, leyendas. Historias piadosas de santos para fortalecer la fe de los
creyentes, historias sin ninguna credibilidad, salvo la que cada uno les quiera
dar en función de sus tragaderas o creencias. Nos hablan de personas que
levitan (como san José de Cupertino, al que los monaguillos debían sujetar por
la sotana para que no tocara el techo), o que tienen la manía de estar en dos
sitios a la vez (como sor María Jesús de Ágreda), o que convierten el agua en
vino... Y de otros prodigios que no podemos creer sencillamente porque van
contra toda lógica. Siempre quedará el consuelo de que esos relatos son
indemostrables. ¿En serio? Los agnósticos aseguran que no hay pruebas de que
tales hechos hayan podido ocurrir, que creer esas cosas no es científico... y
nos quedamos tan anchos. Como siempre, al final todo se reduce a una cuestión
de información, porque no nos damos cuenta de que esas pruebas existen, de que
esos documentos o testimonios están guardados en alguna parte. ¿Cómo admitir
que el mundo no es exactamente como nos han dicho que es? El antropólogo Joseph
Campbell hablaba de las «máscaras de Dios» para referirse a la existencia de
rituales y metáforas que son comunes a todos los pueblos que nunca han tenido
contacto entre ellos. Creencias y rituales que son muy parecidos entre sí y que
tienen como punto de unión el mundo y los seres invisibles con los que se ponen
en contacto y realizan las más increíbles proezas. El asunto se vuelve más
apasionante si esos prodigios quedan fuera del ámbito religioso. Hay libros
escritos por antropólogos, cronistas, misioneros y viajeros que hablan de cosas
inauditas, de sucesos extraordinarios que nos pondrían los pelos de punta o nos
harían cambiar nuestra percepción de la realidad si creyéramos por un instante
que son ciertos. Pero nuestra mente lógica nos dice machaconamente que eso es
imposible, y que todo es fruto de la imaginación de unos pueblos primitivos que
se inventan esa clase de historias para contar a sus hijos.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 132
Según las memorias de Damis, cuando (Apolonio) se encuentran
con el rey Hiarchas, éste le dice: «Has venido a casa de los hombres que saben
todas las cosas», y Damis observa que sus anfitriones «vivían a la vez en la
Tierra y fuera de ella». Los Maestros encargaron a Apolonio la misión de
esconder ciertos talismanes en lugares de poder que serían descubiertos en el
momento oportuno. En sus memorias Damis cita un testamento de Apolonio, que, de
existir, aún no se ha encontrado.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 136
Un tiempo más tarde Alexandra David-Néel volvió a
encontrarse con otro lung-gom-pa. Estaba sentado en una roca, desnudo, y
llevaba unas cadenas enrolladas a la cintura. Cuando vio a Alexandra salió
huyendo:
Pudimos oír el ruido que hacían sus cadenas, que se fue
desvaneciendo a medida que él se alejaba en la espesura. Yongden me dijo: «Es
un lung-gom-pa: se ponen esas cadenas para hacerse más pesados pues sus cuerpos
son tan ligeros que corren el peligro de flotar en el aire».
Los tibetanos aconsejaron a madame David-Néel que no
obstruyera su paso ni se acercara demasiado al lama, ya que ello podría
ocasionar su muerte. Como el lama corría con una rapidez extraordinaria, en estado
de trance, Alexandra y sus compañeros decidieron seguirle montados en
caballerías, a pesar de lo cual no pudieron alcanzar al lama sonámbulo. Se
enteró de que la mañana, el crepúsculo y la noche eran momentos más favorables
que el mediodía o la tarde para esas levitaciones, así que debía existir cierta
correlación entre la posición del sol y la gravedad. El poder se desarrolla
mediante una profunda respiración rítmica y una gran concentración mental:
«Después de muchos años de práctica, los pies del lama ya no tocan la tierra,
se vuelve aéreo y planea a gran velocidad». Dicen que lograr dominar esta
disciplina por completo requiere tres años y tres meses, tiempo en el que el
discípulo aprende de su maestro ejercicios de respiración y técnicas de yoga para
aligerar el cuerpo. Parte de la técnica consiste en aprender a brincar mientras
se está sentado con las piernas cruzadas, después de una serie de respiraciones
profundas. Dicen que, tras una intensa práctica, el cuerpo se vuelve tan ligero
que es posible sentarse sobre una espiga de cebada sin doblarla. O sea, que
prácticamente es una disciplina de levitación.
Dicen que lograr dominar esta disciplina por completo requiere tres años y tres meses, tiempo en el que el discípulo aprende de su maestro ejercicios de respiración y técnicas de yoga para aligerar el cuerpo. Parte de la técnica consiste en aprender a brincar mientras se está sentado con las piernas cruzadas, después de una serie de respiraciones profundas. Dicen que, tras una intensa práctica, el cuerpo se vuelve tan ligero que es posible sentarse sobre una espiga de cebada sin doblarla. O sea, que prácticamente es una disciplina de levitación.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 146
EL PODER DE LOS
SIDDHI
¿Hay gente que tiene el don de la ubicuidad? ¿Seres que
poseen poderes que desafían las leyes físicas, que pueden cambiar de tamaño,
que pueden vivir durante siglos, que pueden hacer lo que les dé la gana?
En las factorías Marvel y DC hay unos cuentos héroes de
cómic que hacen todo lo que sus creadores puedan imaginar, pero todos ellos son
de ficción y no tienen mucho que ver con el mundo espiritual.
En la película Blade Runner, los Nexus 6 son unos androides
diseñados genéticamente para vivir cuatro años. En la escena en la que Roy
Batti conoce a su creador, Eldon Tyrell, se produce uno de los diálogos más
inolvidables de la película:
Roy: ¿Puede el creador reparar lo que ha hecho?
Tyrell: ¿Te gustaría ser modificado?
Roy: ¿Y quedarme aquí? Pensaba en algo más radical.
Tyrell: ¿Qué? ¿Qué es lo que te preocupa?
Roy: La muerte.
Tyrell: ¿La muerte? Me temo que eso está fuera de mi
jurisdicción, tú...
Roy: Yo quiero vivir más, padre.
Tyrell: La vida es así. Hacer una alteración en el
desarrollo de un sistema orgánico de vida es fatal. Un programa codificado no
puede ser revisado una vez establecido.
Más que como el encuentro entre un androide y su inventor,
este diálogo parece más bien una metáfora de la relación entre el ser humano y
Dios. El ser humano, como el resto de los animales, viene a esta vida con un
error de programación, «de serie» podríamos decir, y es que está muy limitado
por su corporeidad física y no puede hacer demasiadas cosas en este mundo
tridimensional.
Esto, que parece un hecho indiscutible, ha sido cuestionado
en algunas tradiciones orientales y occidentales. Así, en la India creen en la
existencia de los siddha, que serían unos seres que poseen grandes poderes (los
siddhi), es decir, «destreza, fuerza y habilidad».
Los siddha están más allá de las cosas mundanas. Más allá de
los entresijos de Matrix. Ellos sólo buscan el logro de su misión a través de
los medios adecuados. Se les atribuye la capacidad para caminar sobre el agua,
volar por el aire o entrar en un cuerpo muerto e infundirle vida; también
pueden sumergirse bajo el agua durante años sin que su cuerpo muera. Pero, más
importante aún, son inventores de medicamentos cuyos extraordinarios beneficios
los seres humanos no pueden ni siquiera imaginar.
La palabra «siddha» tiene su origen en el antiguo idioma
tamil y significa «perfección». Un siddha alcanza la conciencia más elevada que
existe y sólo trabaja por la protección, la transformación y el mantenimiento
del equilibro universal. Llegar a ese estado no está al alcance de cualquiera.
Por eso el siddha puede trabajar con el mundo físico y los mundos sutiles
espirituales. Los siddha son maestros espirituales universales y almas
completamente libres: ellos no siguen ningún sistema, religión, creencia,
profesión o expectativa; para ellos las fronteras y las culturas son
transitorias y variables; ellos trabajan por un mundo, por una naturaleza y por
un universo.
El mensaje de los siddha es que la mente humana crea sus
propias limitaciones e impide la realización de la naturaleza interior divina.
Entre estas habilidades o poderes figuran, según indica Swami Sivananda en su
libro Kundalini yoga, la de reducir el cuerpo al tamaño de un átomo, la de
agrandarse, o la de hacer que el cuerpo no tenga peso, que es la que más nos interesa
a nosotros. Porque los siddha gobiernan las leyes de la naturaleza y pueden
cambiar la realidad y la creación. Para ellos no existe ninguna limitación
física, temporal o geográfica. Como ocurre con los dioses védicos.
En el Surya Siddhanta, uno de los libros sagrados de la
India, se explica que un siddhi es un don de naturaleza divina que permite
obtener ciertos poderes, habilidades o capacidades sobrehumanos. Sólo lo
consiguen algunos individuos muy especiales y como consecuencia de ir avanzando
gradualmente en el camino de la perfección espiritual.
Existen ocho legendarios siddhi:
1. Anima: la capacidad de hacerse tan pequeño como un átomo
a voluntad.
2. Mahima: el poder convertirse en un ser gigante a
voluntad.
3. Garima: volverse sumamente pesado.
4. Laghima: lograr que el cuerpo sea muy ligero y poder
volar.
5. Prapti: poder tener acceso a todas partes atravesando
muros, paredes y objetos físicos sin destruirlos ni ser visto.
6. Prakamya: hacer que se conviertan en realidad todos
los deseos.
7. Istva: tener poder y dominio sobre todas las cosas en el
universo.
8. Vastva: ser completamente invencible.
Los ocho siddhi sólo han sido alcanzados en su totalidad por
unos cuantos mortales (los siddha), pero existen otros siddhi no tan extraordinarios
pero más al alcance de otros iniciados, como los siguientes:
– Dominio completo sobre los sentidos, los instintos y el
cuerpo. No requerir alimento, agua o aire durante mucho tiempo.
– Levitación y bilocación.
– Escuchar sonidos muy distantes o imperceptibles.
– Viajar a cualquier parte en segundos a través de la
mente.
– Entrar a los cuerpos de otros para curar.
– Morir a voluntad (control sobre la muerte).
– Poder ver a los dioses.
– Conocimiento del pasado, presente o futuro.
– Ver las cosas bajo su aparente realidad.
– Transportarse físicamente a gran distancia con sólo
desearlo.
– Volverse invisible, ver cosas invisibles o de otras
dimensiones.
Todo esto podría explicar lo que hemos comentado en el
capítulo anterior sobre los hombres casuario, los hombres voladores, los
lung-gom-pa o los poderes de Apolonio de Tiana, así como los milagros de
Jesucristo y tantos otros de quienes se cuentan hechos que literalmente son
«increíbles».
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 151-153
Si indagamos un poco, descubriremos que Salomón (996-926
a.C.), hijo del rey David y de Betsabé, llegó a ser uno de los reyes más ricos,
poderosos y sabios de su época gracias a sus muchas virtudes, entre ellas la de
organizar el estado de Israel en doce provincias, crear un poderoso ejército
equipado con numerosos carros de combate y construir, por supuesto, el soberbio
Templo de Jerusalén. También se le atribuye la creación de una de las mejores
flotas marinas del mundo, con un puerto situado en Ezión-Gueber, cerca de Elat.
Sus buques los construían los hebreos, pero, curiosamente, los tripulaban los
fenicios, que eran mucho mejores navegantes. El oro entraba a raudales y lo
buscaban en un lejano y fabuloso país llamado Parvaim (o Paruim), cuya
ubicación exacta aún es objeto de debate. Pero no vamos a hablar aquí de esos
viajes náuticos. Si conocida era su flota marina, su flota aérea lo es mucho
menos. Mejor dicho, prácticamente es ignorada. Según la tradición, el rey
Salomón (Suleimán para los árabes) poseía la capacidad de trasladarse por los
aires en «aparatos voladores», y esta información, aunque parezca mentira,
procede, directa o indirectamente de al menos tres textos religiosos: el Corán,
el Kebra Nagast y el Targum. Antes hagamos una incursión en una leyenda que ha
sido muy difundida, y que tiene como protagonistas a Salomón y unos extraños personajes
aéreos, los djins o genios de la mitología musulmana. Conocedor de los nombres
secretos de todas las cosas, Salomón dominaba a estos genios y los hacía
trabajar para él. Sabido es que estar en conocimiento del nombre secreto de
alguien (y más si atañe a estos espíritus de la naturaleza) significa conseguir
su completa sumisión al saber su punto débil. Esa misma tradición dice que
Salomón llegó a reunir la insignificante cantidad de sesenta millones de djins
para una batalla que, por supuesto, ganó. Los djins le suministraron no sólo
ayuda, sino también poder y conocimiento.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 156
En los versículos 12 y 13 de la sura XXXIV del Corán se lee
este extraño pasaje: Y a Sulayman [le subordinamos] el viento que en una mañana
hacía el recorrido de un mes y en una tarde el de otro. E hicimos que manara
para él un manantial de cobre fundido. Y había genios que trabajaban para él
con permiso de su Señor... Hacían para él lo que quería: templos escalonados,
estatuas, jofainas como aljibes y marmitas que no se podían mover.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 157
El afán viajero de Salomón ha dejado rastro en las leyendas
locales y en la toponimia de algunos enclaves geográficos. Sabemos que cada mes
el rey visitaba a su amada reina, cubriendo la distancia Jerusalén-Marib
(Yemen) o Jerusalén-Etiopía en tan sólo medio día. También viajó cinco mil
kilómetros más hacia Oriente, para edificar templos y residencias megalíticas
en determinados montes «estratégicos», situados en los actuales Irán y Pakistán
y también en la zona de Cachemira (India). Todos estos montes reciben el nombre
de Takh-i-Suleiman, o tronos de Salomón. Uno está situado cerca de la ciudad de
Srinagar, la capital del valle de Cachemira. Según la leyenda, Salomón llegó
allí con su trono volante, encauzó el torrente y desecó los pantanos; por eso a
Cachemira la llaman también el «huerto de Salomón». Otro de los montes estaría
al oeste de la ciudad pakistaní Dera Ismail Khan, con sus 3.441 metros de
altitud. El tercer «trono de Salomón» se situaría al noroeste de Irán, con
2.400 metros de altitud. En Todos somos hijos de Dios (1988), Erich von Däniken
especula, con esa alegría que lo caracteriza, con la posibilidad de que esas
instalaciones fueran estaciones de aterrizaje de las naves voladoras de
Salomón. Avala en parte este hecho el que el gran historiador árabe Al-Masudi
(siglo X) refiriera que los templos edificados por Salomón en el Takh-iSuleiman
tenían admirables paredes pintadas que representaban los cuerpos celestes, las
estrellas, la tierra con sus continentes y las regiones habitadas, así como
«otras cosas sorprendentes». La pregunta sería si ese «medio sobrenatural» del
que disponía Salomón pertenecía a la familia de los vimanas (palabra sánscrita
que significa máquina voladora) pilotados por los avsnis y utilizados en la
India por esa época, es decir, hace tres mil años (según aseguran el Ramayana,
el Yajurveda y otros textos sagrados hindúes). La firme creencia en la
existencia de un legado salomónico que contenía la clave de muchos secretos del
mundo fue firmemente compartida por eruditos cristianos, musulmanes y judíos a
lo largo de la Edad Media; esto dio pie a que circulasen documentos mágicos
atribuidos a Salomón y que contenían todos estos arcanos, algunos prohibidos.
Para unos el secreto de su sabiduría residió en la construcción del Templo,
para otros en el anillo de Salomón donde está inscrito su sello, para otros en
el conocimiento del Nombre del Dios primordial, para otros en sus avanzados
conocimientos aéreos...
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 161
En los hadices, o relatos sobre el Profeta narrados por sus
compañeros, se comenta con más detalle este episodio aéreo, en concreto en el
sahih (o hadiz auténtico) tanto de al-Bujâri como de Muslim, donde se narra el
isrâ o viaje nocturno de esta manera: El Profeta montó sobre un animal de
naturaleza mística (al-Burâq), más grande que un asno pero menor que un mulo y
cuyo paso alcanzaba los límites de la vista [...] Entró en la Mezquita al-Aqsà,
y ahí realizó un Salât de dos rak‘as. A continuación, el Ángel Ŷibrîl le dio a
elegir para beber de dos recipientes, uno contenía vino y el otro leche (el
vino aún no había sido prohibido), y Muhammad escogió el que contenía leche.
Ŷibrîl le dijo: «Has acertado en la naturaleza primordial (fitra)». Después,
Ŷibrîl lo condujo al primer cielo, luego al segundo, al tercero [...] hasta el
Azufaifo del Límite (Sidrat al-Muntahà), que marca el final del séptimo cielo y
es la frontera para las criaturas. Muhammad avanzó, y Allah le mostró lo que le
mostró... Al día siguiente, ya de regreso en La Meca, el Profeta describió a la
gente lo que acababa de ver y vivir. Los idólatras, tras escuchar el relato,
acogieron su relato con burlas. Algunos incluso lo desafiaron a describir los
restos del Templo de Salomón, ya que había estado dentro de él. Durante su
visita a Jerusalén, Muhammad no se había fijado en los detalles y al principio
no pudo responder. Al-Bujâri y Muslim continúan su narración con las siguientes
palabras del propio Profeta: «Cuando los qurashíes me desmintieron, fui al
interior del recinto de la Kaaba, y ahí Allah me hizo ver de nuevo el Templo de
Jerusalén. Salí y se lo describí tal como había aparecido bajo mi mirada».
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 168
Dicen que en tiempos convulsos y en épocas de profundas
crisis suceden más fenómenos anómalos.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 170
La siguiente experiencia de este tipo que describe (Jean
Leade) en su diario está fechada el 23 de agosto de 1679. En ese pasaje,
titulado «La Estrella a Mediodía», Lead cuenta que ha tenido una visión de una
estrella «tan Esplendorosa que resplandecía más que la Luz del Día, que también
era muy brillante». Lo que la distinguía de las estrellas normales era que se
movía, lo que a Leade le pareció algo muy extraño. De pronto, de forma
completamente inesperada, es transportada a otro lugar. Así lo describe ella:
«me llevaron desde el exterior, donde estaba viendo esta Estrella, a una
Habitación oscura, donde no había Luz. Y, de repente, esta misma Estrella
apareció, iluminando toda la Habitación». Una voz le dijo que siempre cuidarían
de ella, que la estrella nunca la abandonaría. «Me comunicaron mucho más,
demasiado para apuntarlo aquí», añade. Si esto no es una clásica abducción
ufológica contada con palabras del siglo XVIII, que venga alguien y nos lo
explique.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 175
Las visiones, trances o viajes místicos al cielo son tanto o
más frecuentes que las visitas al purgatorio o al infierno. En este caso los
turistas suelen ser esa gran familia formada por los santos y los místicos, y
la descripción que hacen éstos del paraíso coincide con lo que opinan los
teólogos; es decir, se trata de un lugar de sempiterna gloria y ventura, lleno
de luminosidad y donde reina una extrema placidez. Pero hay que decir que los
testimonios de estos viajes celestiales no sólo se circunscriben a gente de fe,
a santos del pasado o a beatos recientes, ya que en muchas de las denominadas
«experiencias cercanas a la muerte» se describen visiones muy similares.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 245
Hay tres personas –las tres con esa información privilegiada
de quien está unos cuantos años adelantado a los acontecimientos históricos–
que han alimentado numerosos rumores y leyendas urbanas: uno, John Titor, viene
del año 2036 con el propósito de anunciar a la humanidad las catástrofes que le
esperan en el futuro; otro, Andrew Carlssin, viaja desde el 2256 hasta el 2002
para jugar a la bolsa y forrarse, y por último, Mike Markum se desplaza hacia
el futuro para anotar unos números de lotería y jugar el boleto ganador en
1996. Los tres contaron sus alucinantes historias, y los tres han desaparecido.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 277
Hay noticias de prensa que te dejan frío o caliente, según
las interpretemos. Es el caso de la que reproducimos a continuación, que expone
un suceso en el que estaría involucrada la Administración Federal de Aviación,
la entidad gubernamental responsable de la regulación de todos los aspectos
relativos a la aviación civil en Estados Unidos:
WASHINGTON (UPI) - La Administración Federal de Aviación
(FAA) está investigando la historia de un avión que viajó al pasado. La
solicitud para que se investigara la hizo la respetable Asociación de
Propietarios y Pilotos de Aviones, que comunicó a la FAA que habían conocido la
historia por boca de uno de sus miembros.
Ésta es la historia: En enero de 1960, el piloto de un nuevo
Cessna 182 informó de que había chocado con un biplano Laird, bastante antiguo.
Ninguno de los aviones llegó a estrellarse, pero algunos meses más tarde el
piloto del Cessna encontró un biplano Laird en un granero de una granja de
Ohio.
En el fuselaje del Laird encontraron trozos de aluminio
incrustados que correspondían al aluminio del Cessna. También encontraron
restos de pintura en el viejo Laird, y un análisis reveló que provenía de un
avión modelo Cessna. El piloto miró en la cabina del Laird y sacó el libro de
vuelo. En él se daba noticia de una colisión «con un extraño avión de metal».
Llevó el registro a Washington, donde el FBI determinó
mediante una prueba de laboratorio que el texto había sido escrito alrededor de
1932. Ésa fue la historia según lo que ha comunicado a la FAA. Un portavoz de
la FAA dijo que ya han comprobado sus registros y no se ha encontrado ninguna
colisión en enero de 1960 entre un Cessna y algo parecido a un biplano Laird.
Una pregunta que preocupa a la FAA: ¿ocurrió la supuesta
colisión en 1960 o en 1932? «Es una buena pregunta –dijo el portavoz (en tono
irónico)–. ¿El Cessna viajó en el tiempo o fue el Laird el que saltó de alguna
manera a 1960? Yo sólo sé una cosa: si el FBI realmente analizó el registro de
vuelo para establecer su autenticidad, ya me creeré cualquier cosa».
Como vemos, el caso tiene todos los ingredientes de un
expediente X: el FBI de por medio y un incidente aéreo anómalo que implica un
viaje o salto en el tiempo. Como ya habrán adivinado, nunca se supo nada más
del asunto.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 295
LA JOVEN
DESMATERIALIZADA
Así es como describieron el asunto en la prensa, ofreciendo
todo lujo de detalles e incluso fotografía*.
CROOKSTON. MINNESOTA, 1 de enero de 1903
El estado de Minnesota está horrorizado por la sorprendente
desaparición el pasado 2 de diciembre de Gertrude Strassburger, de veintiún
años de edad. Su extraña desaparición constituye un misterio oscuro e
impenetrable.
Muchos murmuran que la chica se desvaneció porque hizo un
viaje al mundo espiritual sin pasar por la muerte. Los espiritualistas dicen
que la señorita Strassburger emprendió un vuelo fantasmal a través de regiones
aéreas. Algunos creen que se vio atraída a la tierra de los espíritus por la sombra
de un viejo amor que murió hace años. Otros se burlan de todo esto. Sin
embargo, todos admiten que no ha podido ser secuestrada. La hipótesis de que
huyó para casarse también ha sido descartada por completo. Cualquiera que haya
sido el destino de la joven, tanto si fue transportada al reino de los
espíritus como si encontró un final espantoso, el hecho es que su desaparición
constituye el caso más raro y más desconcertante que Crookston haya conocido.
El 2 de diciembre, la señorita Strassburger se fue a patinar
al río con un grupo de amigos. Se quedó sola durante cinco minutos, y en esos
cinco minutos se enfrentó a su destino, fuera cual fuese éste. No se ahogó, eso
está claro. Tampoco huyó (no había huellas en la nieve). Justo antes de
desaparecer, dijo que había estado «escuchando voces del mundo etéreo». Se
marchó. ¿Adónde? Nadie lo sabe.
Se han seguido todas y cada una de las posibles pistas hasta
el final, pero lo único que revelan es que la chica desapareció mientras
patinaba en el río, durante los menos de cinco minutos en que se quedó sola.
Entre quienes creen en lo sobrenatural, la hipótesis de que
la muchacha se desmaterializó está cobrando fuerza. Cuando las autoridades
comenzaron a trabajar en el caso, estaban seguros de que en muy poco tiempo
podrían explicar su desaparición; sin embargo, ha transcurrido un mes y el
misterio no parece próximo a resolverse.
El ayuntamiento ha ofrecido una recompensa de 250 dólares a
quien encuentre a la chica, viva o muerta, y los ciudadanos de Crookston han
añadido a esa suma otra similar, pero de momento no ha habido ningún resultado.
Aunque un equipo de detectives especializados han llevado a cabo una búsqueda
extensa y exhaustiva, todos se confiesan superados: no tienen absolutamente
ninguna pista con la que trabajar.
A continuación, el periódico hace una reconstrucción de los
hechos y ofrece un resumen de las diferentes teorías que se empezaron a
barajar:
La noche de la desaparición, la señorita Strassburger salió
de su casa y se marchó al río Red, muy cerca de allí, para patinar. En el grupo
había varios hombres y algunas mujeres jóvenes, todos amigos cercanos. Al
llegar al río, se ataron los patines y empezaron a patinar sobre el hielo
durante media hora o más, entre risas y gritos, como es propio de los jóvenes.
Hicieron una carrera hasta el meandro del río, tal vez un cuarto de milla de
distancia. Participaron todos, excepto la señorita Strassburger. Alegó que
estaba un poco cansada, que se sentaría en un tronco al lado del río y haría de
juez de la competición. Uno de los hombres recogió unas cuantas ramas pequeñas
e hizo un fuego cerca del tronco; cuando la vio por última vez, la muchacha
estaba sentada cerca del fuego, calentándose las manos.
La señorita Strassburger había estado disfrutando de la
excursión hasta poco antes de que se propusiera la carrera. Luego hizo un
comentario que tal vez tenga relación con su desaparición: «¿Sabes? –le dijo a
una de sus amigas–. Me siento tan rara... He estado oyendo música y voces, y es
como si viniesen desde lejos. Hace apenas un rato he oído que me llamaba Will,
y por un momento pareció como si me tuviese que ir con él».
Will, según se dice, es el nombre de un joven que murió hace
unos años. Residía en Crookston, y él y la señorita Strassburger eran grandes
amigos. De hecho, muchos pensaban que estaban comprometidos. Tras su muerte, la
señorita Strassburger estuvo deprimida durante un tiempo, y a algunas de sus
amigas les comentó varias veces que era sólo cuestión de tiempo que se reuniese
con él. La joven con la que la señorita Strassburger habló la noche de la
salida no prestó demasiada atención a las palabras de su amiga sobre las voces
y la música, y no fue hasta hace unos días cuando cayó en la cuenta de su
importancia, después que el asunto se hiciera público.
Ahora los creyentes en los fenómenos sobrenaturales han
tomado cartas en el asunto, y han propuesto la hipótesis de que, mientras la
señorita Strassburger estaba sentada en el tronco junto a la orilla del río,
después de que sus compañeros la hubiesen dejado sola, el espíritu del joven se
le apareció y la chica fue llevada al hogar del espíritu. Que ella no salió de
la ciudad en un tren es un hecho cierto, ya que los detectives tuvieron en cuenta
esa posibilidad y la descartaron; la joven era conocida por todos los
ferroviarios de los trenes que atraviesan la ciudad, de modo que habría sido
fácil seguirle la pista.
También se ha sugerido la hipótesis de que la muchacha huyó
para casarse, pero no existe ninguna prueba que lo apoye. En primer lugar, la
señorita Strassburger, a pesar de ser una mujer joven y atractiva, no tenía
ningún amigo a quien estuviera particularmente vinculada. En segundo lugar,
habría sido imposible que se fugara, a menos que fuese en un globo, porque sus
amigos estuvieron a cierta distancia de ella durante menos de cinco minutos, y
no dejó rastro de sus pasos. […] Cuando los jóvenes se dieron cuenta de que la
señorita Strassburger no estaba escondida, sino que había desaparecido, cundió
la alarma, y un ominoso silencio invadió el bosque. Los patinadores recorrieron
el río de arriba abajo, llamaron frenéticamente a la joven desaparecida, pero
no hubo respuesta. También buscaron ansiosamente agujeros en el hielo por los
que hubiera podido caer, pero no se encontró ni uno. Más tarde, los
investigadores centraron su atención en el bosque situado a la orilla del río.
No pudieron encontrar ni una sola huella de ningún tipo. La nieve estaba blanca
y lisa, y a medida que los buscadores buscaban el pánico fue creciendo.
Muchos pensaron que podía tratarse de un secuestro, una
hipótesis que poco a poco fue cobrando fuerza, como revela la siguiente
resolución aprobada por el ayuntamiento de Crookston:
Considerando que ha llegado a conocimiento de este consejo
que un residente de esta ciudad, la señorita Gertrude Strassburger, ha
desaparecido de su casa, y que se cree que tal desaparición ha sido causada por
la acción de uno o más criminales, la ciudad de Crookston ofrece una recompensa
de 250 dólares a quien o quienes puedan presentar pruebas suficientes para
condenar a cualquier persona o personas de una acción penal relacionada con la
desaparición.
A algunos de sus amigos, la señorita Strassburger les había
comentado en varias ocasiones que ella creía en la reencarnación, y que no le
sorprendería que cualquier día se desvaneciese en el aire sin dejar rastro.
El caso siguió siendo noticia durante los meses siguientes,
como demuestra el siguiente artículo de prensa:
La señorita Gertrude Strassburger, la joven cuya misteriosa
desaparición ha causado un estado de alarma general, pronto será encontrada si
se puede fiar de uno de los clarividentes, dice el Crookston Times.
Dos profesionales del mundo oculto de los espíritus están en
la ciudad hoy y ambos aseguran que pueden localizar a la joven. Uno de ellos es
un joven soñador de la ciudad de Fertile, Edward Chase. Está aquí para
encontrar a la joven y obtener la recompensa. Afirma que ya ha tenido un
trance y conoce su ubicación, pero que antes de hacerlo público entrará de
nuevo en trance en el lugar donde la muchacha fue vista por última vez. Espera
poder tener una conversación con el mundo de los espíritus, cerca del puente
sur de Crookston, en algún momento a lo largo de esta tarde. El otro es un
francés llamado DeBeau, de Terre-Bonne. Él sí tiene pinta de clarividente, con
su pelo largo, barba y zapatos adornados con abalorios. Según dicen, ya ha
encontrado varias cosas perdidas, como caballos y dinero robado, y es muy
astuto para encontrar cosas escondidas. […] Esta mañana ha presentado un
diagrama del viaje que hizo la señorita Strassburger después de ser vista por
última vez, y donde se marchó del río. Ella patinó hacia la presa y regresó de
nuevo al puente. Tras quitarse los patines caminó desde Broadway hasta algún
lugar próximo al hotel Crookston, pero fue detenida a la fuerza en una
habitación de un edificio cercano. El Sr. DeBeau ha hablado con el Sr.
Strassburger, el alcalde Hitchcock y el jefe de la policía Creamer, pero la chica
desaparecida aún no ha sido encontrada. Los médiums que se encontraban en la
ciudad ayer en busca de la señorita Strassburger no tuvieron éxito. El Sr.
DeBeau regresó a casa esta mañana, bastante afectado por el asunto. Edward
Chase, en cambio, aún se halla en la ciudad. Ayer entró en trance y logró,
aunque sólo en su propia imaginación, localizar a la muchacha en el río, cerca
del puente del sur de Crookston.
La noticia informa también de que el 28 de febrero era el
último día para cobrar la recompensa de quinientos dólares por proporcionar
información acerca del paradero de la joven o del incidente. También especifica
que la muchacha desapareció el 1 de diciembre de 1902. En la edición del 10 de
diciembre de 1903 del mismo periódico, se constataba que aquella desaparición
seguía siendo un gran misterio. Y aún ahora lo es.
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 297
Cuando tiras del hilo es lo que pasa, que das con el ovillo.
Nada como conocer la verdad. ¿Se atreven?
Jesús Callejo y Chris Aubeck
Viajes inexplicables, página 304
Hemos unido nuestros archivos y nuestro trabajo para dar a luz una obra «inexplicable», haciendo honor al título. Lo fácil para nosotros hubiera sido encadenar una historia tras otra de las muchas que conocemos sin entrar en su posible veracidad o falsedad, pero nos gusta investigar y complicarnos la vida. Eso supone dedicar más tiempo a buscar las fuentes originales, a analizar los indicios o las pruebas y a averiguar si una noticia está relacionada con otras, lo que nos obliga a leer más, a viajar más, a escribir más... Pero creemos que ha valido la pena el esfuerzo y que los lectores lo agradecerán. Nuestro propósito es arrojar un poco de luz a un asunto tan turbio como es el de los viajes que no tienen una explicación convincente, en todas sus posibles variantes: raptos, trayectos, desplazamientos, abducciones, bilocaciones, levitaciones, desapariciones y teletransportaciones.
Viajes inexplicables, página 3-5
(…)
Desde 2004, a la clasificación Aarne-Thompson se le añade el nombre de Uther, por ser él quien la ha acabado de completar.
Viajes inexplicables, página 6-8
Viajes inexplicables, página 7
Viajes inexplicables, página 8
Aunque lo buscaron por todas las partes, no había dejado ni rastro; todas las puertas estaban cerradas, no faltaba ninguna prenda ni ningún enser, nada indicaba que hubiera huido. Al cabo de dos horas, los padres oyeron un ruido estruendoso en la habitación superior. Subieron rápidamente, abrieron la puerta con llave y encontraron al muchacho aturdido y maltratado, con la ropa rasgada y el cuerpo magullado, con rasguños similares a los que dejan las espinas o las garras.
Viajes inexplicables, página 22
Viajes inexplicables, página 30
Viajes inexplicables, página 38
Viajes inexplicables, página 42
Viajes inexplicables, página 54
Viajes inexplicables, página 56
Viajes inexplicables, página 61
Viajes inexplicables, página 71
Viajes inexplicables, página 82
Viajes inexplicables, página 84
Viajes inexplicables, página 91
Viajes inexplicables, página 100
Viajes inexplicables, página 117
Viajes inexplicables, página 120
Viajes inexplicables, página 125
Viajes inexplicables, página 127
Viajes inexplicables, página 132
Viajes inexplicables, página 136
Dicen que lograr dominar esta disciplina por completo requiere tres años y tres meses, tiempo en el que el discípulo aprende de su maestro ejercicios de respiración y técnicas de yoga para aligerar el cuerpo. Parte de la técnica consiste en aprender a brincar mientras se está sentado con las piernas cruzadas, después de una serie de respiraciones profundas. Dicen que, tras una intensa práctica, el cuerpo se vuelve tan ligero que es posible sentarse sobre una espiga de cebada sin doblarla. O sea, que prácticamente es una disciplina de levitación.
Viajes inexplicables, página 146
Viajes inexplicables, página 151-153
Viajes inexplicables, página 156
Viajes inexplicables, página 157
Viajes inexplicables, página 161
Viajes inexplicables, página 168
Viajes inexplicables, página 170
Viajes inexplicables, página 175
Viajes inexplicables, página 245
Viajes inexplicables, página 277
Viajes inexplicables, página 295
Viajes inexplicables, página 297
Viajes inexplicables, página 304
Tras varios meses de investigaciones, finalmente se pudo determinar que la historia de Rudolph Fentz había sido publicada como caso verídico, en inglés, en la revista A Voice from the Gallery (Una voz en la galería), en el número 4, de 1953. El autor era Ralph M. Holland (1899-1962), editor de la revista y autor de obras de fantasía. De este texto luego bebieron muchos autores posteriores, que añadirían o eliminarían detalles, empezando por Jacques Bergier y George H. Gallet, que reproducen la historia de Rudolph Fentz en El libro del misterio (1975),* que en realidad es una recopilación de casos publicados en Il Giornale dei Misteri (el de Fentz salía en el número 36, de 1974).
Transcribimos el texto de Holland íntegramente, dada su relativa brevedad y su gran relevancia:
Una noche de junio de 1950, se vio en Times Square, en la ciudad de Nueva York, a un hombre vestido de modo peculiar; esto conduciría al misterio más incomprensible en la historia del Departamento de Policía de Nueva York.
El comisario Hubert V. Rihm trabajaba en la Oficina de Personas Desaparecidas en aquel momento, y participó activamente en la investigación. Ahora está jubilado y, debido a que no tiene los informes del caso, no pudo darnos las fechas y direcciones exactas. Pero sí se acordaba de los detalles principales. Ocurrió un día a mediados de mes, sobre las 23.15, justo en la hora punta, cuando cierran los teatros.
El hombre parecía tener unos treinta años. Su característica más notable, aparte de su ropa, eran sus largas patillas, pasadas de moda desde hacía muchos años. Vestía un sombrero de seda alto, una levita con botones forrados en tela en la espalda y un chaleco de corte alto con solapas. Llevaba unos pantalones a cuadros blancos y negros, bastante ajustados, sin doblez y planchados sin raya, y calzaba unos botines con botones.
Nadie lo vio salir a la calle. Los testigos lo vieron primero en medio del cruce «mirando pasmado el semáforo, como si no hubiera visto una señal eléctrica en su vida». Entonces pareció advertir de pronto la presencia de los coches y empezó a moverse desesperadamente para esquivarlos. Un policía que estaba en la esquina lo vio e intentó alcanzarlo para llevarlo hasta un lugar seguro, pero antes de que pudiera hacer nada, el hombre ya estaba corriendo hacia la acera. Un taxi lo atropelló y murió en el acto.
Los trabajadores del depósito de cadáveres no prestaron atención a las patillas ni a la ropa. Cuando uno lleva veinte o treinta años en el cuerpo de policía, se encuentra con personas muy raras, algunas mucho más que aquel hombre. Al registrarle los bolsillos, fruncieron el ceño. «Una moneda de bronce vale por una cerveza de 5 céntimos.» Ni siquiera los ancianos conocían el nombre del bar. «La factura de una caballeriza en Lexington Avenue: “por la alimentación y alojamiento de un caballo y por el lavado de un vehículo: 3,00 dólares”.» El nombre de la caballeriza no aparecía en la guía telefónica. «Unos setenta dólares en efectivo, todos billetes antiguos, incluyendo dos certificados de oro.» «Tarjetas de visita con el nombre “Rudolph Fentz” y una dirección en la Quinta Avenida, con una carta dirigida al mismo nombre y la misma dirección, con el matasellos de Filadelfia, junio de 1876.» Ninguno de los objetos mostraba señales de envejecimiento.
La dirección de la Quinta Avenida era una tienda. Que los inquilinos actuales supieran, siempre había sido una tienda. Ninguno había oído hablar nunca de Rudolph Fentz. El nombre no aparecía en la guía. Una comprobación de las huellas dactilares, en Nueva York y en Washington, no arrojó ningún resultado. Nadie llamó al depósito de cadáveres, ni pasó para hacer alguna pregunta. El comisario Rihm continuó con su investigación del caso. Buscó «Fentz» en las guías antiguas. Finalmente, en la guía telefónica de 1939 encontró un «Rudolph Fentz Jr.» y una dirección de un apartamento en un lugar céntrico. Allí sí se acordaban de Fentz: un hombre de unos sesenta años, que trabajaba en un banco cercano. Se había jubilado en 1940 y se había mudado de casa. Desde entonces no sabían nada de él.
En el banco, Rihm se enteró de que Fentz había muerto unos cinco años antes, pero que su viuda vivía en Florida. En la respuesta a la carta que Rihm le había enviado, la viuda le explicó que el padre de su marido había desaparecido misteriosamente un día, durante la primavera de 1876. Al parecer, a su mujer no le gustaba que él fumase en casa, decía que dejaba un olor desagradable en las cortinas. Así que, cada día sobre las diez de la noche, el Sr. Fentz salía a pasear y a fumarse un puro antes de acostarse. Una noche salió y no regresó. La familia gastó una cantidad considerable de dinero en su búsqueda, pero nunca volvieron a saber nada de él.
El capitán Rihm encontró un Rudolph Fentz en la lista de «personas desaparecidas» de 1876. La dirección era la misma que la que salía en las tarjetas y en la carta, así que el lugar era, evidentemente, una residencia particular. Rudolph Fentz tenía veintinueve años y llevaba unas gruesas patillas. La descripción de la ropa que vestía la última vez que lo vieron coincidía exactamente con la de la misteriosa víctima del accidente de tráfico. El caso todavía se consideraba «no resuelto».
El comisario Rihm nunca incluyó en el informe oficial los resultados de sus pesquisas particulares. ¡No se atrevía! ¡Lo habrían mandado de inmediato al manicomio para un examen mental! Después de todo, un hombre no puede desaparecer mientras da un paseo en 1876 y luego aparecer de repente, sin sufrir cambio alguno, en 1950, es decir, ¡74 años más tarde! Nadie se creería semejante historia. Ni siquiera se la creía él mismo, «pero dame otra explicación convincente».
Sin embargo, tampoco Holland se había inventado la historia. Ahora sabemos que la había sacado directamente de un cuento breve publicado en septiembre de 1951 en la revista americana Collier’s. Este cuento, titulado I’m Scared (Estoy asustado), describe numerosos casos de viajes transtemporales. El investigado por el comisario Hubert V. Rihm era el último incidente de la compilación. La moraleja del cuento era que las excentricidades en el tiempo se deben a las presiones del mundo moderno, que obligan a escaparse de la vida cotidiana...
Así pues, el relato I’m Scared es el punto cero de esta investigación. Su autor, Jack Finney (1911-1995), fue un prolífico escritor de ciencia ficción, sobre todo de temas relacionados con viajes en el tiempo. Publicó su primer cuento en 1946 y muchas de sus obras posteriores se convirtieron en películas, incluyendo The Body Snatchers (en español, La invasión de los ladrones de cuerpos), que se publicó en el Collier’s Magazine en diciembre de 1954. Por tanto, caso resuelto.
Viajes inexplicables, página 318
y aun así los espíritus la llevaron tres millas,
y sobre una mesa luego la depositaron,
detrás de puertas cerradas.
¡Qué! Ustedes ya conocen la verdad.
¿Nos engañan o nos engañamos a nosotros mismos?
¡Bua! ¡Saduceos e incrédulos!
¡Saduceos e incrédulos!
Viajes inexplicables, página 321
Viajes inexplicables, página 325
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