Mélanie Calvat

"Por un momento tuve miedo, pues me parecía que todos debían saber que yo evitaba todo tipo de compañía. El niño se acercó y me dijo: "Eh, niña, voy a ir contigo, soy de Corps". A estas palabras mi malicia natural se mostró y le dije: "No quiero a nadie a mi alrededor. Quiero estar sola". Pero él, siguiéndome, dijo: "Mi amo me envió aquí para que cuidara el ganado contigo. Vengo de Corps". Me separé molesta de él, dándole a entender que no quería a nadie a mi alrededor. Cuando estaba ya a cierta distancia me senté en la hierba. Usualmente de esta forma hablaba a las florecitas o al Buen Dios. Al cabo de un momento, ya estaba sentado detrás de mí Maximino; y directamente me dijo: "Déjame estar contigo, me portaré muy bien". Aun en contra de mi voluntad y sintiendo un poco de lástima por Maximino, le permití quedarse. Al oír la campana de la Salette para el Angelus, le indiqué que elevara su alma a Dios. Se quitó el sombrero y se mantuvo en silencio por un momento. Luego comimos y jugamos juntos. Cuando cayó la tarde bajamos la montaña y prometimos regresar al día siguiente para llevar al ganado nuevamente."

Melanie Calvat


"Sólo ellos (se refiere a los ojos de la Virgen) hubieran bastado para ser el cielo de un bienaventurado, en su serenidad está el paraíso."

Sor María de La Cruz nacida Melanie Calvat
Tomada del libro Viajes inexplicables de Chris Aubeck y Jesús Callejo, página 249

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