Víctor García de la Concha

"Es indudable, en efecto, la influencia platónica en la intensificación del uso del "deslizamiento", de que habló A. Castro, entre el amor humano y cortés y el amor divino. La corriente divinizadora entra en España, como es sabido, con la "devotio moderna", en un ambiente en el que, para decirlo con Ortega, "la religión se hizo devoción". Era natural que, para excitar ésta, se propagaran los contrafacta literarios.
Fue el villancico la forma estrófica popular más divinizada; y junto al villancico, el romance: Menéndez Pidal afirma que
todo romance muy divulgado provocaba una imitación religiosa, para ser cantada con la melodía que andaba en boga.
Pero no sólo se divinizaban temas y formas populares sino, del mismo modo, materias cultas. El más parodiado a lo divino de los poetas cultos fue el Petrarca. En España se dan casos como el del buen Sebastián de Córdoba -del que nos ocuparemos más adelante-, que se lanzó a la empresa de divinizar sistemáticamente toda la obra de Boscán y Garcilaso. Wardropper dice que la crítica ha sido incomprensiva e impaciente con él, y lo considera con rango honroso entre los poetas del siglo XVI. Leyéndolo entero -tarea para la que se precisa bastante paciencia- se ratifica uno en el juicio de Menéndez Pelayo, quien calificó su obra de extravagante e insensata.
Dos notas señala Orozco como propias de esta divinización. La primera de ellas su carácter tradicional. Es tarea de toda una colectividad religiosa que se intercambiaba versos, de palabra y por escrito, sin que hubiera conciencia de propiedad intelectual. La propagación se vio favorecida por la segunda nota: el carácter musical, cantado, de todos esos versos a lo divino, sobre la pauta de melodías populares más o menos de moda. Las liras, sonetos y formas estróficas menores son especialmente aptas para el canto. Se comprende fácilmente que los conventos de las distintas órdenes hayan sido un centro de gran actividad divinizadora. Pensemos en los franciscanos que, a imagen de su fundador, fueron auténticos juglares a lo divino. Entre los jerónimos, por citar un ejemplo, destaca Fray Hernando de Talavera, cuyos versos recordaban a Menéndez Pelayo los de Montesino. Mas, sin duda, es el Carmelo el área religiosa de mayor intensidad de poesía popular y culta divinizada y cantada. El estudio del P. Emeterio me dispensa de tener que extenderme en este punto. Bastantes cartas teresianas hacen referencia o llevan como apéndice canciones a lo divino."

Víctor García de la Concha
Conciencia estética y voluntad de estilo en San Juan de la Cruz


"Hay que pasar de una enseñanza teórica a una práctica. Y por tanto, enseñar a leer con gusto. Eso enriquece."

Víctor García de la Concha



"... hay quien habla muy bien y quien regular, pero yo no diría que estamos en un momento atroz para la lengua, no lo estamos. Acabo de recibir el libro 'El español en el mundo', anuario del Instituto Cervantes. Lo abre uno y en la primera página está que en 2020 casi 489 millones de personas tienen el español como lengua materna y, si a ello sumamos grupos de aprendices, son 585. Esto es formidable y no podemos ceñirlo a España, es una lengua potente, en expansión por tanto, y eso hace que la Academia tenga que estudiar las distintas variaciones que van tomando las palabras."

Víctor García de la Concha



"La palabra tiene una fuerza inmensa. Hay que tener cuidado al utilizarla. Hay palabras que pueden matar, herir, de modo que conviene cuidarlas y utilizar las que sirvan a la vida democrática."

Víctor García de la Concha



"Los que elegimos una carrera de letras no abandonamos."

Víctor García de la Concha



"Mal vamos si al que es pobre de pan le hacemos pobre de palabra."

Víctor García de la Concha



"Sabemos bien que en la base del arte literario está el extrañamiento, el cual se logra desplazando a las palabras de la dirección referencial que les es propia. Con ese guiño metanovelístico, apunta Cela a la supresión de fronteras entre lo real y lo soñado, entre la mitología y la historia, lo que se convierte en procedimiento estructurador de la novela:
Los dioses empezaron a hablar por boca de Fofiño Manteiga, el tonto de Prouso Louro, el oráculo de Reburdiños, que no es un personaje de carne y hueso sino un cristobita de papel y tinta, poco antes de que cumpliera los quince años, una mañana antes de salir el sol empezó a aullar como un lobo y la gente decía, los marineros, los campesinos, los leñadores, los pastores, los artesanos y los vendedores ambulantes, aúlla por su madre que lo dejó en la playa de Seiside de recién nacido para que se lo comieran las ratas, lo salvó una sirena que miraba dulcísimamente, parecía una garduña del monte, no es verdad que en la playa de Nemiña haya siempre una ballena varada muerta y comida por los tábanos, los cangrejos y las gaviotas, la gente es muy mentirosa, a la gente no se le puede creer nada de lo que dice, hace ya algunos años que los lobos no llegan hasta la orilla de la mar (pp. 37-38).
¿Es Fofiño Manteiga un personaje de carne y hueso o un cristobita de papel y tinta? ¿Cuentan las gentes una historia o es un sucedido imaginario?
Otra vez más todavía insiste la voz en la advertencia de que todo va demasiado revuelto y confuso, lo real y lo irreal (p. 167). Y de nuevo el recitador lo tranquiliza. Más tarde se confirmará aquello a lo que algunos indicios precedentes apuntaban: que el narrador es el propio Camilo José Cela y, enseguida, cambia el signo de la advertencia:
-Llevo mucho tiempo oyendo lo contrario, estoy harto, para mí que la gente ya no sabe lo que discurrir. ¿No cree usted que esto va demasiado ordenado?
-No, a mí me parece que esto no va más que algo ordenado.
-¿Como la vida misma?
-Sí, pero esto procuro no decirlo para evitar desgracias y desplantes, la vida es muy vengativa y rencorosa (p. 202).
Hasta entonces todo parecía desordenado. Ahora, ordenado. Y en simetría con las anteriores advertencias de desorden, se producirán a partir de ahí, en las páginas 209 y 252, las referidas al posible exceso de orden. Son nuevos signos metanovelísticos del desplazamiento y del extrañamiento. Para aviso de navegantes, y con vistas a explicar el porqué de esa típica estructura de recitado narrativo que funde elementos heterogéneos -preciso, no sólo por su naturaleza semántica real o irreal, sino por la función que desempeñan: descriptiva, narrativa, de reflexión-, poco antes de la mitad del libro ha introducido el recitador la figura de don Anselmo Prieto Montero, catedrático de latín del instituto coruñés Agra del Orzán, quien escribió una "novela muy amena" sobre
... el famoso Capitán Tiengo, un aventurero tinerfeño que le plantó cara a Drake [...] se titulaba La campana del buzo y estaba bien escrita, con mucha soltura e interés, en la forma de narrar las aventuras recordaba un poco a Baroja, fue lástima que no encontrara editor (p. 117).
Un poco después deja caer que don Anselmo Prieto llamaba a los moros, sarracenos (p. 120), y de ese modo va conformando la idea de una contraposición entre el planteamiento de la novela de estructura tradicional -el de La campana del buzo y el de todos los novelistas que han seguido esa tradición-, y el que adopta Madera de boj. Madera de boj es un intento nuevo de novela y una reflexión teórica sobre ese mismo intento.
Ya hacia el final, después de haber ido aludiendo a la vida como referente del orden o el desorden del recitado, explica que "la vida no tiene argumento" (p. 261):
... don Anselmo Prieto Montero, el autor de La campana del buzo, explica a sus contertulios del café Galicia eso del planteamiento, el nudo y el desenlace, que son las tres normas que se deben tener presentes, el modelo es de Emilio Zola, o de doña Emilia Pardo Bazán, ahora ya no es como antes, ahora la gente ha descubierto que la novela es un reflejo de la vida y la vida no tiene más desenlace que la muerte, esa pirueta que no es nunca igual, el decorado debe dibujarse primero y pintarse después con mucha precisión, aquí no valen licencias porque los personajes pueden escaparse si no se encuentran a gusto... (p. 262).
Subrayo por mi cuenta algo que, a mi juicio, constituye la explicación última y más exacta de lo que es esta novela, en la que todo está milimétricamente pensado, calculado, trabajado, y simétricamente establecido. Aquí no valen licencias. Aquí hay centenares de naufragios armando las páginas. Estoy absolutamente seguro, sé positivamente que todos y cada uno de ellos está documentado, como todos y cada uno de los datos mitológicos, de los dichos y consejos."

Víctor García de la Concha
Cinco novelas en clave simbólica











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