José Gomes Ferreira

V

(Encontré en la Brasileira do Rossio a Manuel Mendes,
la primera persona a quien leí estos versos)
Nunca encontré un pájaro muerto en la floresta.
 
En vano anduve toda la mañana
buscando entre los árboles
un cadáver pequeño
que diese la sangre a las flores
y alas a las hojas muertas… 

Los pájaros cuando mueren caen al cielo.

José Gomes Ferreira


VII

(Un muerto cualquiera, asesinado por la policía en cualquier parte.) 

No insulten a este muerto con flores. 

Entiérrenlo así desnudo, con peso de raíz,
desamparado de lágrimas y canciones,
el cuerpo rasgado del infierno de los hombres
y la boca aún abierta en el último grito,
largo hasta la risa de las calaveras del futuro. 

¿Flores para qué?
¿Para cubrir de música lo rojo de Otro Frío? 

Antes arrójenle cardos o espinas,
ásperos de esta cólera sagrada
donde su alma continuará ardiendo
hasta el fin de la eternidad de los hombres,
en el brillo común
de nuestros ojos de bandera.

José Gomes Ferreira



Vivir siempre también cansa

El sol es siempre el mismo, y el cielo azul
ora es azul, nítidamente azul,
ora es ceniza, negro, casi verde…
mas nunca de color inesperado.

El mundo no se modifica.
Los árboles dan flores,
hojas, frutos, pájaros,
como máquinas verdes.

Los paisajes tampoco se transforman.
No cae nieve escarlata,
ni planean las flores,
la luna no tiene ojos
y nadie va a pintarle ojos a la luna.

Todo es igual, mecánico, exacto.

Y por supuesto los hombres son los hombres.
Eructan, beben, ríen y digieren
sin imaginación.

Y hay barrios miserables, siempre iguales,
discursos de Mussolini,
guerras, orgullos desquiciados,
autos de carreras…

!Y me obligan a vivir hasta la muerte!

¿Qué no sería más humano
morir un pedacito
de cuando en cuando
y recomenzar más tarde
hallando todo nuevo?

¡Ah! Si pudiese suicidarme por seis meses,
morir encima de un diván
con la cabeza puesta en una almohada,
y la confianza y la serenidad que da saber
que me velabas tú, mi amor del Norte.

Cuando alguien viniera a preguntar por mí,
le dirías con esa tu sonrisa
donde arde un corazón en melodía
“matose esta mañana
y no va a resucitar ahora
por una bagatela.”

Y vendrías después, muy suavemente,
a velar por mí, sutil y cuidadosa,
andando de puntillas para no despertar
a la muerte aún pequeñita en mi garganta.

José Gomes Ferreira












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