Juana Manuela Gorriti

"Apenas, las viejas, en mayoría, lograron triunfar, no sin el rigoroso aditamento de forzosa ausencia de la casa, desde primera hora hasta la hora del sueño.
Venga usted a ver el cuarto que le destino. Es el único que un hombre puede habitar en esta casa, verdadero monasterio, donde solo faltan la toca y el sayal.
Y empujando una puerta que abría en el zaguán, hizo entrar a Mauricio en una pieza pequeña, pero aseada; cubiertas sus paredes con papel de ramajes azules en fondo blanco. Frente a la ventana, que recibía luz de la calle, una puerta empapelada como las paredes, clavada una percha en lo alto del marco y oculta bajo una cortina de damasco azul, hacía veces de ropero, cegando la comunicación con la vivienda vecina.
Cubría el piso un tapiz de hule; y el mobiliario lo componían una cama de nogal con dos colchones, dos almohadas y mosquitero de gasa blanca; un velador, un lavabo con juego de porcelana, una cómoda, dos sillas y una mesita central."

Juana Manuela Gorriti
Oasis en la vida



"Cuando cumplo con un deber, no tengo temor a nada."

Juana Manuela Gorriti


"El 27 de marzo de 1865, dos días después de la fecha de la carta de Ud., Belzú, mi marido, el hombre que enlutó mi destino entero, vencedor de un combate en el que el pueblo derrotó al ejército, fue asesinado por el general que mandaba este. Vinieron a decirme que Belzú había caído atravesadas las sienes de un balazo, y yo corrí en medio del combate; llegué hasta donde yacía el desventurado ya cadáver, lo levanté en mis brazos y en ellos lo llevé a casa: a ese hogar que él había abandonado tanto tiempo hacía! Con mis manos lavé su ensangrentado cuerpo, y acostándolo en su lecho mortuorio, lo velé y no me aparté de él hasta que lo coloqué en la tumba. La misión de la esposa parecía ya acabada; mas he aquí el pueblo que me rodea y me pide más: me pide que lo vengue. Sí: lo vengaré con una noble y bella venganza, haciendo triunfar la causa del pueblo que era la suya."

Juana Manuela Gorriti




"Escribo esta tradición para purgar un pecado gordo que contra la historia y la literatura, cometí cuando muchacho. Contaba diez y ocho años y hacia pinicos de escritor y de poeta. Mi sueño dorado era oír, entre los aplausos de un público bonachón, los destemplados gritos ¡el autor! ¡el autor! A esa edad, todo el monte se me antojaba orégano y cominillo y me imaginaba que, con cuatro coplas mal zurcidas y una docena de articulejos peor hilvanados, había puesto una pica en Flandes y otra en Jerez. Maldito si, ni por el forro, consultaba clásicos, ni si sabía, por experiencia propia, que los viejos pergaminos son criadero de polilla. Casi-casi, me habría atrevido á dar quince y raya al más entendido en materias literarias, siendo yo entonces uno de aquellos zopencos que por comer pan en lugar de bellotas, ponen al Quijote por la pata de los caballos, llamándolo libro disparatado y sin pies ni cabeza. ¿Por qué? Porque sí. Este porque sí será una razón de pie de banco, una razón de incuestionable y caprichosa brutalidad, convengo; pero es la razón que alegamos todos los hombres á falta de razón."

Juana Manuela Gorriti
Veladas literarias de Lima



"Hay que darle la palabra al filósofo especializado en ética, capaz de dotar de contenido humano a la ciencia."

Juana Manuela Gorriti


–I–

Tantas veces habíase desvanecida la esperanza de volver á ver el
amado país, que, confiando ya sólo en un milagro, volvime hacia
Aquella que la ciudad natal venera con tiernísimo culto, imploré
su protección y le hice una promesa.
Supiéronlo; y en Salta, como en Buenos Aires, sonrieron con el descreído
escepticismo de la época.
Sin embargo, aquel que más burla hizo de mi voto, fue el bendecido instrumento elegido, para realizar el milagro...

– II –

Nunca proscrito, al tornar de largo destierro, sintió el gozo que llevaba
en el corazón la viajera que, un día diez y siete de agosto, se embarcaba, camino de Salta, en el ferrocarril al Rosario.
Aquel momento tan largo tiempo anhelado, parecíame un señor y estrechaba fuertemente una contra otra, mis manos para persuadirme de estar despierta

Juana Manuela Gorriti
La tierra natal



"Juana Manso gloria de la educación, sin ella nosotros seríamos sumisas, analfabetas, postergadas, desairadas. Ella es el ejemplo, la virtud y el honor que ensalza la valentía de la mujer, ella es, sin duda, una mujer."

Juana Manuela Gorriti



“La sangre fría, que más de una vez me ha servido en casos extremos, salvóme entonces de una muerte horrible.”

Juana Manuela Gorriti



“Las letras son la civilización.”

Juana Manuela Gorriti



“Mi alma ha abierto ya sus alas a la muerte.”

Juana Manuela Gorriti



 “Mi querida hija: Esto se acaba. Creo que no te escribiré más.”

Juana Manuela Gorriti


"Porque siendo el objeto de esta asociación acoger y aclimatar toda idea nueva que, en la ciencia, en la literatura o en el arte, tienda a elevar el tono moral del individuo y de las sociedades, debe serlo también, combatir las aberraciones y las falsas ideas que se apoderan de ellas, apoyadas por el prestigio de la costumbre, de la moda; y a veces sancionadas por la aparente necesidad de progreso. Hablo, señores, de ese funesto empeño de enviar a nuestros hijos, en su temprana edad, a educarse en Europa, principiando por sacrificar, de antemano, los sagrados vínculos que unen al hombre con la familia y con el país natal. 
Lejos está de mí la idea de que la educación en Europa sea dañosa en general para la juventud americana. (…) Allí está el gran laboratorio de los hechos y de las ideas que marcan el rumbo a la humanidad entera; y el joven americano que va allá a estudiarlos, llevando el corazón y el alma formados ya, retemplados en el amor del hogar y en la severa sencillez de las costumbres republicanas, alcanzará sin duda, de esa contemplación inmediata, provechosos frutos. No así el pobre niño a quien arrancan un día al calor de la cuna (…) Después, con la ligereza inherente a la infancia, olvídalo todo: madre, familia, hogar. Arrojase en los brazos del primero que le sonríe; entrégale su alma; apropiase las costumbres y gustos del país que habita; se empapa en ideas monárquicas, adquiere hábitos de lujo, de derroche y de sensualismo que lo hacen egoísta; y cuando un día vuelve a la patria, en vez de la santa alegría del regreso, trae el alma lacerada por el dolor de un doble ostracismo: allá, el ostracismo de la nacionalidad; aquí, el ostracismo del corazón. O bien, sediento de fausto, riquezas, de goces a todo trance, a toda costa, conviértese en instrumento de todas las tiranías que se levantan en el suelo americano, y es el resorte de las especulaciones más fraudulentas, audaces y ruinosas."

Juana Manuela Gorriti
“Club libertario de Lima”, 4 de febrero de 1875, en Misceláneas: Colección de leyendas, juicios, pensamientos, discursos, impresiones de viaje y descripciones americanas, Buenos Aires, Imprenta de Biedma, 1878, p. 127.


"Se escuchó el rumor de un suspiro bajo el negro velo de la religiosa, que se apresuró á llevar la plática á otra región, más allá de este bajo mundo, donde, sin embargo, tan arraigada está nuestra alma.
Aunque vivamente lo deseara, sepáreme, no obstante, de Mercedes, sin atreverme á pedirle noticias de las otras dos desventuradas que, cual ella, fueron á encerrar en el silencio del claustro los dolores y las decepciones de su vida.
Al traspasar los umbrales del convento, al aspirar el aire y la luz exterior, sentí como si levantaran de mi corazón un grave peso.
La vista de aquella que en otro tiempo fue una joven linda, alegre, turbulenta, y que ahora yacía envuelta en negro sudario, oculta entre las sombras de la muerte, en el sepulcro del claustro y en el ataúd asfixiante de una celda, despertó, con todo su horror, la terrorífica obsesión que siempre atormentó mi fantasía: ¡ser enterrada viva!
Tras una prolongada aspiración que llevó a mis pulmones el aura primaveral de aquella hermosa mañana, —Vamos —dije— vamos á respirar el rico oxígeno de estas alturas. ¡Cerro querido! ocupada de mis afecciones humanas, se olvidaba de ti, ¡genio tutelar de Salta!—
Y al levantar los ojos hacia el cerro que á corto trecho de allí se alzaba, prorrumpí en una exclamación de dolor.
Hasta ese momento, solo había visto el San Bernardo en las primeras horas matinales, á través de la irradiación del sol naciente, como una mole oscura.
Ahora, la hermosa montaña, antes vestida desde el pié á la cima de bellísima selva de lapachos, cebiles, yuchanes, seibos y algarrobos, que la primavera cubría de flores, talada hasta su último arbusto, estaba ahí, ante mí, asolada, triste, sin más semejanza de sí misma que su noble perfil, y tan árida y descolorida, como los cerros de las punas.
¿Qué vándalos habían podido consumar aquella devastación criminal, despojando al cerro de su bellísimo ornato, y á la atmósfera de las saludables emanaciones de su arbolado? Y las autoridades encargadas del embellecimiento de la ciudad y de su higiene, ¿por qué lo habían permitido?"

Juana Manuela Gorriti
La tierra natal













No hay comentarios: