Salvador González Anaya

En el templo de Hércules

Ante el altar, ciñendo guerreras armaduras,
ensayan sus combates valientes gladiadores;
atléticos sicambros de bélicos furores
y jónicos efebos de tersas curvaturas.

Alumbran los contornos de plintos y esculturas,
las lívidas antorchas con turbios resplandores;
barbotan los que vencen rugidos y clamores
y fingen los vencidos nerviosas crispaturas.

Arriba, en la penumbra, desnuda y esplendente,
la hermosa hija de Octavio contempla atentamente
la lucha, conteniendo de su lujuria el grito.

Se oprime el pecho... ¡a todos con sed de amor desea!
y mientras, como leona celosa, espumajea,
la ciñe por los flancos su nubio favorito. 

Salvador González Anaya


"En Málaga florecieron y florecen —unos, vecinos de la perla mediterránea y otros en Madrid— escritores dignos de mención y de loa. Algunos alcanzaron la justa y magna celebridad que merecieran, y los más no pasaron de sus confines […]"

Salvador González Anaya



"Me han traído aquí […] varios amigos y maestros más que las obras de mi pluma […], desde las márgenes del azul y sereno Mediterráneo, desde el vergel ubérrimo que florece con rosas de abril y otras flores cuando el resto de la península se cubre con las nieves de la invernada; desde la tierra en cuyos pagos se dan las uvas moscateles y el vino para consagrar, hasta el solemne estrado de la Academia."

Salvador González Anaya
Los costumbristas malagueños, 1948, p. 7










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